En la playa de Pelluhuin, en Puerto Montt, existe un verdadero tesoro paleobotánico. Se trata de un bosque de alerces y cipreses de las Guaitecas fosilizados del que  investigaciones señalan que fue sepultado por las cenizas de una erupción volcánica hace cerca de 50 mil años. Este Monumento Natural es considerado un vestigio de nuestra historia geológica que para muchas personas que visitan la zona puede pasar totalmente inadvertido.

©Sandra Aguilar Villaroel
©Sandra Aguilar Villaroel

Así como el bosque fosilizado de Punta Pelluco, en Chile existen otros sitios de interés geológico -o geositios- que es necesario conservar y proteger, ubicados cerca de poblaciones urbanas. De ellos no hay disponible un catastro oficial, y no todos cuentan con protección efectiva por parte de entes públicos y privados, o información disponible para que quienes los visitan. Mientras algunos geólogos trabajan en el levantamiento de datos para dar a conocer y conservar estos geositios, también existe un rol de la ciudadanía en difundir y contribuir en el cuidado de su patrimonio geológico.

Geositios: registros de la memoria de la Tierra

Los geositios son lugares de interés geológico que vale la pena preservar. Según Manuel Schilling, geólogo y miembro de la Sociedad Geológica de Chile, deben tener un valor para la ciencia geológica, permitiendo entender algún elemento registrado en la historia de la Tierra. Pero también, otras apreciaciones suman otros valores. En este sentido, el geólogo Pablo Urrutia, creador del proyecto Geoturismo Chile, indica que su valor puede ser científico, educativo, cultural o recreativo, entre otros.

Sea como se le interprete, lo cierto es que, en Chile, hasta el momento, todavía no existe un inventario oficial de los sitios de interés geológico. Eso sí, distintas iniciativas de la sociedad civil ligadas al ámbito han generado algunos acercamientos.

Tonalita orbicular de Caldera ©Paulo Urrutia
Tonalita orbicular de Caldera ©Paulo Urrutia

Un ejemplo claro son los variados proyectos de geoparques en el país -como Kütralkura o cordón del Caulle, entre una larga lista- o un estudio de geositios que se enfocó en la Región de Aysén. También, la Sociedad Geológica se encuentra recolectando información a través de una página web, donde han logrado validar más de 100 propuestas de geositios para armar un inventario a nivel nacional y entregar la información al Servicio de Geología y Minería (Sernageomin) en pos de avanzar en su protección.

Actualmente, los geositios no cuentan con ninguna figura de protección legal que los proteja exclusivamente, y generar inventarios es un primer paso para avanzar en esto. Sin embargo, muchos pueden estar ubicados en lugares protegidos por el Sistema de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE), o están catalogados como Santuario de la Naturaleza o Monumento Natural.

Rocas bajas de Algarrobo ©Cortesía Sociedad Geológica de Chile
Rocas bajas de Algarrobo ©Cortesía Sociedad Geológica de Chile

Así, las Torres del Paine, Cerro Castillo o las Catedrales de Mármol, son conocidos geositios. Pero también, existen muchos que están cercanos a los centros urbanos que las personas desconocen de su existencia o importancia, o que no tienen la conciencia de cuidar, a pesar de que estén protegidos.

Por ejemplo, en el bosque fosilizado de la Región de Los Lagos, previamente mencionado, falta señalética que explique lo que las personas están viendo ante sus ojos. Esto ha generado que los visitantes no sepan que, por ejemplo, están en el primer lugar donde se han registrado alerces fosilizados en Chile, según se explica en la página del Consejo de Monumentos Naturales; o, simplemente, que se encuentran ante un sitio de interés geológico o geositio. Esta falta de información y educación ha provocado, entre otras cosas, que los visitantes caminen por encima y contribuyan a su degradación.

La importancia de la geodiversidad

En la playa Yachting, en la Región de Valparaíso, existe una plataforma rocosa que aflora en marea baja. Se trata de las rocas bajas de Algarrobo, una parte expuesta de rocas que datan del Eoceno -entre 34 y 56 millones de años atrás-, la cual ha sido erosionada por las olas y la arena. Ellas guardan fósiles de organismos que vivieron dentro de la arena y, entre otras cosas, en sus pozas intermareales actualmente alberga variada flora y fauna marinas.

©Cortesía Sociedad Geológica
©Cortesía Sociedad Geológica

El cuidado de estos elementos “no vivos”, también aporta a la protección de la biodiversidad. El geólogo Paulo Urrutia, fundador del proyecto Geoturismo Chile, dice que la geodiversidad es otra gama importante de considerar: “La diversidad de elementos geológicos es aquella en la cual todos estos elementos vivos habitan, por lo tanto, están súper conectados. Ahí entra la geoconservación porque para garantizar la vida necesitamos ciertas condiciones geológicas óptimas, como la calidad de agua, tipo de roca, composición de roca, entre otras cosas”. Así, afectar alguna zona geológica tiene una relación inmediata con todo el ecosistema que alberga.

Un ejemplo de geositio que se ha visto alterado por la acción humana, afectando también a la biodiversidad que albergan, son las dunas de Concón, en la Región de Valparaíso. Estas son dunas colgadas, es decir, que no se alimentan de arena de la playa, siendo así un registro fósil que además es muy frágil. De hecho, según el Consejo de Monumentos Nacionales, “su origen geológico data del periodo cuaternario, cuando la erosión eólica modeló la superficie rocosa del lugar”.

©Federico Maiz
©Federico Maiz

Pese a su importancia, ha sufrido presiones históricas, en especial desde el lado inmobiliario. Un claro ejemplo fue la disminución de las hectáreas del Santuario de la Naturaleza en 1994, lo que permitió de desarrollo de proyectos de esta índole. Y luego de años de lucha de la ciudadanía finalmente, en 2012, se logró aumentar su extensión a poco más de 30 hectáreas.

Y esto es solo parte de las acciones antrópicas que han afectado el lugar, a lo que se suma a quienes acceden a las dunas en vehículos 4×4 o camionetas, lo que además está prohibido por ley, afectando a la vegetación del lugar y de avifauna local. Algo a lo que se suma la basura que muchos dejan en el lugar.

Conocer para proteger

En Santiago, en el cerro Santa Lucía están los basaltos columnares. De acuerdo a la Sociedad Geológica de Chile, una de las características mas llamativas de este cerro es que, en distintos puntos, y particularmente en la cima, es posible ver columnas basálticas, alargadas, que se forman cuando la lava a magma se enfría. Es decir, se trata de huellas de origen volcánico.

Este es uno de los primeros sitios que comentaron ambos geólogos cuando se les consultó por geositios cercanos a las ciudades, ubicado en uno de los centros turísticos de la capital de Chile. Y que muchos desconocen o interpretan como simples rocas en el camino.

©Sebastian Wilson
©Sebastian Wilson

Ambos profesionales comentan que falta bastante educación y conocimiento de las personas sobre estos lugares, aunque dicen que se ha ido progresando en esta materia. “Cada vez hay más geólogos que han avanzado en proyectos para visibilizar estos elementos, desde diferentes iniciativas (…) Se ha avanzado notablemente, pero falta mucho para que la población conozca los sitios: falta de infraestructura, paneles, material de divulgación, folletos, páginas web. De a poco se ha avanzado y también se ha ido involucrando el Sernageomin”, dice Schilling.

Por su lado, Urrutia considera que la gente no sabe sobre estos sitios, por lo que no saben de su importancia. “Se ve a las Torres del Paine deshabitado y parte de una travesía, pero no es menos impresionante que muchos de los geositios a la vuelta de la esquina de la casa”, comenta, agregando que iniciativas como el turismo geológico ha podido acercar a muchas personas a los tesoros geológicos y cómo cuidarlos.

©Carlos Rodríguez/ Cortesía Soc. Geológica
©Carlos Rodríguez/ Cortesía Sociedad Geológica de Chile

Por ejemplo, en Caldera se ubica una tonalita orbicular. Según la Sociedad Geológica de Chile, este lugar es de fácil acceso y es un pequeño afloramiento rocoso que se formó por rocas de granito de la edad jurásica “caracterizado por el desarrollo de numerosos enclaves minerales”. Se trata de la única ocurrencia en Chile de este tipo y está catalogado como un Santuario de la Naturaleza.

Pese a esto, es común ver a la gente caminando sobre ella, lo que es una forma de erosionar el geositio. “Como es roca dura, en general va a resistir más, pero no es algo que uno debería hacer. Porque ya está expuesto a los agentes erosivos normales del ambiente”, explica Urrutia.

Tonalita orbicular de Caldera©Paulo Urrutia
Tonalita orbicular de Caldera©Paulo Urrutia

A esto, el profesional suma algunas consideraciones básicas al momento de encontrarse con cualquier geositio: no caminar sobre ellos, no extraer muestras, dejar el lugar tal como lo encontramos; llevarse la basura, no rayar nada. También respetar esos lugares en silencio porque también habitan esos espacios otros seres vivos que no solo somos nosotros.

De esta forma, uno de los principales desafíos es divulgar y dar a conocer información para que esté al alcance la mayor cantidad de personas. Mientras tanto, expertos trabajan en la elaboración de un inventario nacional de geositios, conseguir su protección legal efectiva y así, asegurar su conservación.

*Para conocer los geositios de Chile o proponer nuevos para la validación de la Sociedad Geológica de Chile, puedes ingresar a este link.

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