Es muy probable que lo hayas visto en tus redes sociales en más de una ocasión.

Abeja miel – Polly Dot Pixabay
Abeja de miel o melífera ©  Polly Dot | Pixabay

Desde hace un tiempo, y de forma reiterativa, diversos medios de comunicación nacionales y extranjeros han viralizado una noticia que asegura que “los científicos declararon a las abejas como el ser vivo más importante del planeta”. Con diversas imágenes de la abeja de la miel o melífera (Apis mellifera) e, incluso, del abejorro europeo (Bombus terrestris), los medios aseguran que estos animales son fundamentales para el planeta, y advierten que están “en peligro”, lo que supondría también un grave riesgo para la humanidad.

Sin embargo, lo que parecía ser un justo reconocimiento a una especie (abeja de la miel) o a un grupo de ellas, es en realidad un contenido atiborrado de imprecisiones relevantes de aclarar, en especial considerando la complejidad de la naturaleza, así como la realidad local de las abejas nativas de países sudamericanos como Chile y Argentina, las cuales suelen ser desconocidas y constantemente ignoradas en diversos ámbitos, incluso en la cobertura mediática.

Abeja nativa – Paula Diaz Levi
Abejas nativas son importantes polinizadoras © Paula Diaz Levi

El origen del engaño

Todo comenzó en 2008 cuando se desarrolló el debate anual del Earthwatch Institute, en Londres, donde cinco expertos defendían la relevancia de determinado grupo de seres vivos: plancton, murciélagos, primates, hongos y abejas. Luego de las intervenciones de los investigadores, el argumento del famoso entomólogo George McGavin, quien representaba a las abejas, terminó por convencer al público, el cual escogió a estos insectos a través de una votación.

Pese a ello, dicha votación popular se difundió en prensa como si fuera una declaración desde la comunidad científica, resaltando el rol de estos insectos en la polinización, y con la abeja de la miel como la principal protagonista del material gráfico divulgado.

“Se generaliza a las ‘abejas’, que para los científicos son un grupo de unas 20.000 especies, en una sola, la abeja melífera. Los polinizadores cumplen un rol fundamental en la naturaleza, pero no es la abeja melífera la única especie de polinizador. Eso sí, es la más conocida y la que viene siendo manejada hace mucho tiempo para la producción de miel, y hace relativamente menos tiempo para aumentar el ‘servicio de polinización’, esto es permitir o aumentar la transferencia de polen de una flor a otra para permitir la reproducción, y la consecuente producción de semillas o frutos”, explica Marina Arbetman, investigadora del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (CONICET-Comahue), de Argentina.

Ha sido tanta la repercusión (y confusión) provocada por esta noticia que, a través de su cuenta en Twitter, la Earthwatch Institute aclaró recientemente a un usuario que “este fue el resultado de una votación de la audiencia en un debate realizado hace más de 7 años. Estamos totalmente de acuerdo con que las abejas son muy importantes, pero no tenemos ninguna evidencia científica que sugiera que son las especies más importantes del planeta”.

Uno de los aspectos más difundidos sobre las abejas se relaciona con su importante rol en la polinización. Efectivamente, este grupo de animales posee adaptaciones especiales para tal fin, por lo que la relevancia de las miles de especies de abejas es indiscutida, aunque tiende a olvidarse a un sinnúmero de otros organismos que contribuyen también con este beneficio o servicio ecosistémico, como las aves, murciélagos, e insectos como las mariposas, polillas, moscas, escarabajos, entre otros.

Mariposa en flor – Paula Diaz Levi
Numerosas especies contribuyen con la polinización © Paula Diaz Levi

Arbetman agrega que “la naturaleza es mucho más complicada que la presencia o ausencia de una sola especie, y las interacciones entre especies no son estáticas y dependen en gran medida del contexto. ¿Qué ocurriría si la abeja de la miel desapareciera? En principio nos quedaríamos sin miel de abeja, y sin poder manejar el servicio de polinización como lo hacemos hoy en día. Pero afirmar que el mundo colapsa por la desaparición de una especie es, al menos, poco prudente”.

Pero ¿están en peligro?

La abeja melífera occidental, la cual es oriunda de Europa, África y Oriente Medio, es quizás una de las especies más conocidas y valoradas en el mundo, tras una larga data de domesticación por parte del ser humano, lo que ha implicado su introducción y propagación en diversos países de distintos continentes.

En Chile, la abeja de la miel fue introducida por el año 1848, por lo que, dicho de otro modo, no es nativa de estas tierras.

Abeja melífera PollyDot Pixabay
Abeja de miel es una especie introducida y domesticada ©  Polly Dot | Pixabay

Pese a su amplia distribución actual, otra confusión relacionada con lo anterior es el supuesto “peligro de extinción” de estos insectos, creencia frecuentemente asociada a las abejas melíferas.

Sabemos que existen más de 20 mil especies de abejas en el mundo, de las cuales hay más de una veintena de especies evaluadas en diversos países que se encuentran con distintos grados de amenaza, ya sea en estado “vulnerable”, “en peligro” o “en peligro crítico”. Sin embargo, la abeja melífera no está catalogada en peligro de extinción, sino que figura con “datos deficientes”. Cabe recordar su extensa presencia en diversas partes del mundo.

No obstante, se han registrado ciertos decaimientos poblacionales que han alimentado la creencia anterior.

Apicultura – Pexels Pixabay
© Pexels | Pixabay

“Desde hace décadas ya los apicultores del hemisferio norte están informado sobre una recurrente pérdida de adultos en colonias de abejas de miel, a este fenómeno se le ha atribuido el nombre de Trastorno de Colapso de Colonia”, comenta Cristian Villagra, académico del Instituto de Entomología de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE).

El entomólogo relata que, luego de la disolución de la Unión Soviética, se reportó en las décadas siguientes un declive poblacional de las abejas de miel en tierras rusas, mientras que en Estados Unidos los apicultores registraron considerables pérdidas en sus colonias desde la década de los 80 y 90.

Aunque existen diferentes hipótesis, el mayor consenso apunta al tipo de manejo agrícola al que se ha sometido a este insecto. En el caso ruso, la caída poblacional de esta abeja se relacionaría con el término de subsidios estatales para el fomento de esta actividad, y en Norteamérica con la trashumancia, es decir, el constante transporte de colmenas a distintos lugares, realizado por los apicultores para la polinización en distintos predios, lo que podría impactar la salud y acortar la vida de estos animales.

A esto se suma el estrés que podrían experimentar por el manejo, lo que las vuelve más propensas a sufrir enfermedades por virus y parásitos. También está el uso de pesticidas, incluyendo productos propuestos como menos nocivos como los pesticidas neonicotinoides.

Abejas nativas: las grandes olvidadas

Otro de los vacíos de la noticia viral que inspira este artículo es que no considera ni refleja la situación de las abejas sudamericanas, las cuales son comúnmente desconocidas y omitidas cuando se cubren estos temas.

Abeja nativa 2 – Paula Diaz Levi
Las abejas chilenas son poco conocidas © Paula Diaz Levi

Las abejas chilenas – las cuales no producen miel – son excelentes y eficientes polinizadoras que han desempeñado, históricamente, un rol clave para la flora nativa y los ecosistemas, desde mucho antes de que llegaran sus pares europeos. Muchas de estas especies son endémicas del país, es decir, solo viven en este territorio, por lo que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo.

Villagra añade que “en Chile se conocen alrededor de 450 especies de abejas nativas, de éstas el 70% nidifica en el suelo y dependen fuertemente de las plantas autóctonas de nuestro país. Esto hace que las actividades humanas, que alteran nuestro entorno natural, afectarán directa o indirectamente la supervivencia de éstas”.

Abeja Megachile saulcy -Victor Hugo Monzón
Abeja nativa Megachile saulcyi © Victor Hugo Monzón

En ese sentido, Víctor Hugo Monzón, director del Laboratorio de Ecología de Abejas de la Universidad Católica del Maule, advierte que “el mayor problema es el desconocimiento de todas las abejas nativas que existen en Chile. Faltan estudios al respecto sobre cuál es el estado de conservación de algunas especies, falta mucha información en general. Se estima que podría existir el doble de esas especies en Chile, o sea, que podríamos tener entre 800 a 900 especies de abejas nativas, y de esas, alrededor del 70% debieran ser endémicas, es decir, que solo se encuentran en nuestro territorio, lo que es tremendamente importante”.

Con el fin de divulgarlas, el equipo del Laboratorio de Ecología de Abejas de la Universidad Católica del Maule desarrolló la Guía Interactiva de Abejas Nativas de Chile, una aplicación móvil gratuita cuyo fin de mostrar a la ciudadanía la importancia de estos insectos en la polinización, mostrando información como sus características morfológicas (como su tamaño y colores), dónde viven y sus asociaciones florales, es decir, cuáles son las plantas que visitan y polinizan. La aplicación nació gracias al apoyo del programa Explora de CONICYT y se encuentra disponible para su descarga en Google Play.

Abeja Caenohalictus sp – Victor Hugo Monzón
Abeja nativa Caenohalictus sp. © Victor Hugo Monzón

Los investigadores concuerdan en que las principales amenazas para las abejas chilenas son la fragmentación de su hábitat, la utilización de pesticidas y las especies catalogadas como exóticas invasoras.

De partida, los lugares donde habitan han sido reemplazados por ciudades, carreteras, cultivos agrícolas, entre otros, mientras que los plaguicidas han generado un impacto nocivo en estos y otros organismos.

Otro ejemplo es lo que ocurre con la propagación de plantas exóticas como malezas, lo que ha transformado el hábitat de las abejas chilenas. Así lo muestra un estudio liderado por la entomóloga Patricia Henríquez-Piskulich, el cual reveló que la flora introducida en la alta cordillera de Chile central – como la manzanilla (Anthemis cotula) – altera la composición de especies de abejas nativas presentes en un lugar, generando una mayor presencia de especies pequeñas (que se ven limitadas por su capacidad de desplazamiento) y una disminución en la abundancia de las abejas más grandes, que podrían requerir recursos alimentarios de mayor calidad y cantidad como las que provee la flora nativa, la cual es desplazada por la vegetación exótica.

Por otro lado, los insectos foráneos también revisten algunos riesgos. Una revisión de la literatura científica internacional concluyó que las abejas manejadas por el humano – como la abeja melífera – afectan o tendrían el potencial de afectar negativamente a las abejas silvestres (nativas) por la competencia, los cambios en las comunidades de plantas o la transmisión de patógenos. Cabe señalar que, para conocer a cabalidad lo que ocurre en el contexto chileno, se requiere más investigación al respecto.

Otro caso emblemático es la importación del abejorro europeo (Bombus terrestris), el cual ha generado un fuerte impacto en especies nativas como el moscardón o abejorro colorado (Bombus dahlbomii), una de las especies de abejorro más grande del mundo, nativo de Chile y Argentina, que se encuentra en peligro de extinción.

Abejorro colorado – Marina Abertman
El moscardón se ha visto muy impactado por abejorro europeo © Marina Arbetman

En Chile se permite el ingreso del abejorro europeo desde 1997 para la producción de tomates, arándanos, cerezas, entre otros, por lo que miles de colonias y reinas entran cada año al país. Solo entre los años 1998 y 2016 se introdujeron alrededor de 335 mil colonias y 860 mil reinas de Bombus terrestris.

Además, aunque Argentina haya prohibido la importación de este insecto, se ha detectado en el sur trasandino la llegada de esta especie y de otro abejorro exótico (Bombus ruderatus), precisamente, desde Chile.

Abejorro europeo. ©Laurent Jégou
Abejorro europeo o Bombus terrestris ©Laurent Jégou

“Los problemas van desde la competencia por recursos con especies nativas, la posible hibridación y lo que he trabajado a lo largo de mi doctorado, mostrando el contagio del polinizador exótico hacia el nativo, de enfermedades que estaban ausentes en Patagonia y que, en conjunto, han llevado al moscardón a estar en peligro de extinción”, describe la científica argentina.

Por ello, investigadores de ambos países han llamado a instituciones como el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) a detener la importación del abejorro europeo, y recalcan la urgencia de implementar medidas coordinadas entre Chile y Argentina para frenar las invasiones biológicas transnacionales ante la enorme amenaza que constituyen para la biodiversidad, y en especial para las abejas nativas del sur de Sudamérica.

Abejas trabajo_campo – Marina Abertman
Entomólogos en terreno © Marina Arbetman

Además, destacan la necesidad de conocer, valorar y proteger a las abejas sudamericanas en otros niveles, estableciendo por ejemplo corredores biológicos o áreas verdes en las ciudades que atraigan a los polinizadores, o que los cultivos agrícolas mantengan parte de la vegetación autóctona que está alrededor, en vez de eliminarla.

Monzón asegura que “si tuviéramos más flora nativa en las ciudades, plazas y jardines llegarían muchas abejas y polinizadores. Otra medida sería dejar lugares para su nidificación y disminuir el uso de pesticidas y elementos agroquímicos en los predios agrícolas que pueden ser nocivos para las abejas y para cualquier otro organismo”.

Abeja Alloscirtetica tristrigata – Victor Hugo Monzón
Abeja nativa Alloscirtetica tristrigata © Victor Hugo Monzón

Villagra concuerda: “Alrededor del mundo se está promoviendo la recuperación de los espacios, que emplea nuestra especie, como espacios de conservación. Este enfoque se le ha denominado land sharing’ o compartir la tierra. Esto requiere que en las ciudades mantengamos y promovamos hábitats que permitan la sobrevivencia de especies nativas de flora, fauna y fungi”.

Un menor uso de pesticidas y antibióticos para la producción de comida, así como la educación ambiental y el financiamiento de la investigación entomológica, son otras de las medidas recomendadas para visibilizar y proteger a las abejas sudamericanas.

“Todas estas iniciativas ayudan a que la caída poblacional de especies sea menor. Es importante hacer hincapié que este problema es muy apremiante y recibe relativamente poca cobertura en comparación a la problemática del cambio de temperatura del planeta, a pesar de esto, la extinción es para siempre”, concluye Villagra.

 

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