La fotografía ha sido siempre mi pilar fundamental. Estoy acostumbrado a pensar en dos dimensiones inmóviles, congeladas en una fracción de segundo, perpetuas, que pierden su relación con lo que sucede antes o después de que presiono el obturador. De cierta manera al fotografiar uno saca de contexto una situación, la roba de su entorno y luego decide que hacer con ella, que historia contar sobre ella, que recordar y que no.

Es ahí donde el conflicto entre retratar la realidad en movimiento (video) o sostener inmóvil una situación (foto) se hace presente. La técnica en sí de la fotografía no permite contar más sin tener que pasar a un nuevo nivel, a uno distinto como es la imagen en movimiento. Pero aquí nuevos elementos entran a jugar; ¿existe alguna narrativa?, ¿hay un guión?, ¿hay diálogos o sucesos que deben ir en algún orden específico? ¿Es un registro dirigido o completamente documental?

La espontaneidad de hacer fotografía se ve amenazada de cierta manera por el formato mas serio, o concreto que posee el mundo audiovisual.

Créditos: Cámara lenta.
Créditos: Cámara lenta.

Y es ahí donde me pierdo al tener que decidir entre un universo fijo, aislado e independiente como la fotografía y uno en movimiento, con contenidos, lenguajes y formatos particulares. Ambos universos absolutamente relacionados entre si, pero a la vez totalmente distintos.

Es así como entré en este limbo, de fotografías que no alcanzaron a detenerse.

Al realizarlas, pienso en cada plano como una imagen que se rehúsa a perder el movimiento, que no esta dispuesta ser solamente un cuadro fijo y que necesita contener aunque sea por un segundo, vida.

La cámara lenta (videos realizados a 60 cuadros por segundo luego reinterpretados a 24 fps) es la herramienta que utilizo para entrar a este lugar, la que me permite contemplar el movimiento sin perder su esencia inmóvil de foto. -o al menos buscar un equilibro entre las dos- que acompañadas de un ritmo lento y a veces repetitivo pueden llevar al un letargo contemplativo de situaciones que no están ni fijas, ni en total movimiento.

Tanto los peatones de las calles de Rio, los dueños de los puestos de feria en Buenos Aires, los niños que juegan en un mercado de Lima o los heterogéneos habitantes del Paseo Ahumada, se convierten en el paisaje humano que llama mi atención y que busco retratar a través de una técnica unificadora que voy repitiendo en cada viaje y salida.

No hay más ambición detrás de estos videos que el de juntar de manera espontánea y aleatoria (o con un mínimo de narrativa que se genera en el proceso de edición) una serie de imágenes y situaciones que no quisieron ser sólo una foto, sino que esperaban ser algo más.

Rio de Janeiro, Brasil

Lima, Perú

Buenos Aires, Argentina

Paseo Ahumada, Santiago, Chile

 

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