El sorprendente método Miyawaki de restauración ecológica y creación de bosques de rápido crecimiento que ya está en Chile
Este procedimiento, creado por el botánico japonés Akira Miyawaki, es capaz de acelerar hasta diez veces el crecimiento de bosques nativos, empleando sofisticadas técnicas de siembra de plantas autóctonas y a través de un estudio previo de las condiciones de suelo. Probado con éxito en áreas con suelo mediterráneo, este método ya se está usando en Chile, en proyectos de restauración ecológica y creación de nuevas áreas verdes de rápido crecimiento y bajo costo de mantenimiento, liderados por Magdalena Valdés, fundadora de Bosko Chile.
¿Te imaginas poder crear un bosque que crece diez veces más rápido de lo normal sin usar métodos artificiales, sin dañar ecosistemas, pero —además— restaurando el suelo, respetando las especies nativas y abriendo nuevos hábitats para la biodiversidad? Parece cosa complicada, difícil de lograr, especialmente en suelos semiáridos, con clima mediterráneo, pero no es imposible. De hecho, ya ha sido logrado a través de un método creado por el botánico japonés Akira Miyawaki, especialista en el estudio de semillas, bosques naturales y la restauración de vegetación natural en suelos degradados.
Miyawaki es el creador de un método que lleva su nombre y que ha sido pionero en el proceso de restablecimiento de suelos y creación de bosques nativos que, además, crecen hasta diez veces más rápido. Estos son conocidos mundialmente como «bosques Miyawaki», y están compuestos con árboles que absorben más CO2 que las plantaciones de madera. Miyawaki desarrolló, probó y perfeccionó en Alemania un proceso de ingeniería ecológica para restaurar los bosques nativos usando semillas de árboles nativos en suelos que fueron deforestados y sin humus. Empleó teorías ecológicas y restauró, a veces en grandes áreas, bosques protectores que contribuyen a la prevención de desastres, conservación del medio ambiente y bosques de protección de fuentes de agua.
En Chile, este método ha comenzado a emplearse, especialmente en Pirque, donde Magdalena Valdés, fundadora de Bosko Chile, ha liderado un proceso de trasformación, de la mano de autoridades locales, de áreas con suelos degradados, con microclimas particularmente secos, con suelos mediterráneo de la zona central. Su descubrimiento, sin embargo, llegó de manera fortuita. Comenzó el estudio del método Miyawaki tras una conversación con un amigo, y decidió probarlo en su propio suelo, en Pirque. El resultado la dejó asombrada: “La persona con quien me consigo el abono para el suelo y el trabajo de retroexcavadora para nuestros proyectos en Pirque me reconoció hace un tiempo que en un principio creía que yo estaba loca. Hoy está tan maravillado con los resultados, que decidió hacer propio bosque nativo Miyawaki en su parcela”, cuenta.
Desde entonces se ha dedicado con pasión la tarea de restauración y creación de nuevas áreas verdes, que requieren el monitoreo de riego durante un período de tiempo corto, pero que además exigen poco mantenimiento, permiten restaurar el suelo a través de la protección con densa vegetación y la consecuente creación de un espacio para la vida de microorganismos, vida fúngica, especies animales. La idea es simple: tomar los terrenos baldíos, plantarlos densamente con una gran variedad de plantas de semillero nativas, y dejarlos crecer con una mínima intervención.
“El método Miyawaki es un método de restauración ecológica que, a partir de la Vegetación Natural Potencial de un espacio, pretende recrear un paisaje teniendo como referencia la vegetación que supuestamente habría existido allí si no hubiera existido intervención humana. Es por esto que los bosques Miyawaki son refugio de biodiversidad nativa y de millones de formas de vida adaptadas al lugar, ejerciendo una función ecosistémica considerable”, explica Valdés a Ladera Sur.
Las ventajas son abundantes y no están solo ligadas a la velocidad del crecimiento de las especies elegidas, propias de la zona: “Desde el punto de vista social, el hecho de que se trabaje solo con plantas nativas permite ponerlas en valor, darlas a conocer bajo una puesta en escena atractiva (por el rápido crecimiento), lo que lleva también a que las personas se encanten con la presencia del bosque, lo quieran y lo cuiden”.
Un proceso cuidadoso, meticuloso
El método Miyawaki tiene también sus particularidades, que deben tomarse en cuenta para lograr el éxito del proyecto. Valdés asegura que el cuidado en las etapas previas y de planeación tanto del bosque nuevo, como de la adaptación del método a cada lugar, es fundamental. Luego está, claro, el estudio de la vegetación local. Básicamente, son dos etapas o fases que son cruciales.
“La primera es la adaptación del método a cada lugar, según las condiciones de su entorno. Está la dificultad de levantar la información del espacio de emplazamiento, es decir, no sólo conocer su vegetación, sino la forma en que ésta se expresa, las asociaciones predominantes, las variantes. La segunda es el seguimiento que se le hace al bosque el primer tiempo. El riego es un tema crítico, porque, por un lado, lo necesitamos los primeros años, pero por otro, no podemos excedernos, porque puede afectar el desarrollo conjunto del bosque”, explica Valdés.
El impacto ha sido muy positivo. Bosko Chile está ya restaurando espacios en Pirque, de la mano de la Municipalidad, en proyectos que además cuentan con financiamiento de SUGi, una organización de origen suizo que por medio de la canalización de recursos, facilita la creación de este tipo de bosques por el mundo. Esta organización cuenta con bosques ya creados en países como Líbano, Estados Unidos, Camerún, Bélgica, India y Gran Bretaña, y Chile será el primer país de América Latina con un bosque creado bajo esta alianza.
“Los bosques son en sí mismo impactantes. Quienes han interactuado con ellos y ven su evolución quedan maravillados, lo que indica que, en primer lugar, se produce esa sintonía con el bosque nativo. Se despierta la curiosidad por entender el proceso, por reconocer las especies, por entender su desarrollo… eso ya es una buena noticia. Es educación ambiental sin tener que imponerla”, apunta Valdés, quien —además— confiesa que la experiencia de crear Bosko Chile ha sido más que gratificante: “Me ha permitido integrar mi apego a la naturaleza con mi preocupación por ella. Es mi propia forma de pedirle disculpas por el daño causado y aportar mi grano de arena en nuestro intento por regenerar los tejidos de nuestro planeta”, concluye.