La Junta, en la Región de Aysén en Chile, es de esos lugares que muchos escaladores ven cuando pasan por la Carretera Austral hacia Coyhaique. Es que su roca llama la atención, pero no muchos paran ahí. El que sí lo hizo fue el escalador Luis (Lucho) Birkner, quien le mandó una fotografía a su amigo, el documentalista Mateo Barrenengoa, con quien desarrolla el proyecto Climbing for a Reason. Fue así como eligieron el próximo destino.

©Mateo Barrenengoa
©Mateo Barrenengoa

Este proyecto, desarrollado por Lucho y Mateo, con el apoyo de Haka Honu, llega a diferentes partes del mundo. ¿El propósito? Según explica Barrenengoa, es hacer a los niños escaladores de sus propias rocas: “Siempre vamos a localidades con buenas rocas, sin embargo, ninguno de estos niños tiene la oportunidad de soñar escalarlas. Queremos que sean los mismos locales sus guardianes y, al mismo tiempo, enseñarles el cuidado y respeto por el medio ambiente”.

©Mateo Barrenengoa
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Así, con cámara en mano, equipos de escalada y ganas de compartir sus conocimientos, ambos profesionales han generado contactos y logrado establecer infraestructura de escalada y enseñar a pequeños escaladores cosas esenciales del deporte y el cuidado del medio ambiente. Han llegado en cerca de seis años a India, México, Chile, Nepal, Surinam y próximamente Pakistán.

Los inicios

La idea empezó en 2016, en India. Birkner y su expareja, Sonja Schenkel, visitaron el pueblo de Badami y vieron dos cosas: rocas increíbles para desempeñar escalada y niños aprendices de escalada que no tenían equipo para desarrollar el deporte. Se propusieron volver y traerles de todo.

©Mateo Barrenengoa
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En ese entonces volvieron a Chile y pusieron cajas en gimnasios de escalada para la donación de equipos para llevarle a los niños en India. Lo publicitó y buscó apoyo para su vuelta. Habló con su amigo, Mateo Barrenengoa, y le dijo que grabaran un documental. Esta iniciativa recibió el nombre de Sharanam Ganesha y fue el nacimiento del proyecto Climbing for a reason, que al poco tiempo tuvo su segunda parte en México.

Luego, una vez en Chile, Lucho recibió la llamada de Carla Boesch, una profesora de una escuela en la comuna de Independencia. “Me encantaría construirles un muro de escalada a los niños en la escuela”, le dijo. Así nació el tercer proyecto.

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Los estudiantes eran, en su mayoría, inmigrantes. Junto al apoyo de Haka Honu, desarrollaron el proyecto “Todos somos migrantes”, que posteriormente ganó el premio a mejor corto documental en el Banff Film Festival. Según explica Barrenengoa, además de apoyar en la construcción del muro de escalada, pudieron llevar a los niños a Farellones.

©Mateo Barrenengoa
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Después, los pasos fueron hacia el extranjero. En ese entonces, Juan Pablo Mohr emprendía rumbo hacia el Everest y se entusiasmó por desarrollar un proyecto en el valle de Kombu, antes de ascender. Según explica Barrenengoa, enseñaron escalada a los hijos de los sherpas, equiparon rutas y dejaron profesores a cargo en este lugar de Nepal. Todo quedó registrado en el corto “Bajo la Gran Montaña”.

Luego, vino la pandemia.

Surinam y Chile

Cuando el Coronavirus llegó a Sudamérica y las fronteras se cerraron, Birkner y Barrenengoa estaban en Surinam. Habían llegado ahí por la llamada del escalador Matías Fuentes, quien trabajaba como piloto de aviones en la selva. Era un lugar donde la escalada era desconocida, por lo que se podía plantear como una alternativa de desarrollo sustentable para las pequeñas aldeas de la zona. Y lo más importante: contaba con rocas alucinantes.

©Mateo Barrenengoa
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Los escaladores viajaron con 180 kilogramos en equipos y llegaron a la zona a construir un pequeño muro para los niños y enseñarles la escalada, con la ayuda de Julio de Rooy. En ese país estuvieron tres meses, hasta que pudieron retornar a Chile.

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Ya en el país, los proyectos estuvieron estancados debido a la pandemia, pero en verano de 2021 se volvió a retomar. Como anticipamos al inicio del texto, el trabajo se realizó en el sector de La Junta, en la Región de Aysén. Lucho se contactó con un escalador local y le contó de la idea. Era como si lo estuvieran esperando.

©Mateo Barrenengoa
©Mateo Barrenengoa

Luego de gestionar con la municipalidad y la Corporación Nacional Forestal (Conaf), y con el apoyo de Benjamín Azócar, el poeta Vidal y Benjamín Camus, pudieron equipar 35 rutas de escalada por la pared principal y armaron un muro de escalada en el gimnasio municipal. Así, como en la localidad llueve mucho, los niños pueden entrenar bajo techo y prepararse para la roca de mayor dificultad. De esta forma, trajeron la escalada a los niños, en un proyecto que quedó a cargo de los tres hermanos Vera, residentes de la localidad.

“El recibimiento fue increíble. Nos invitaron a tres programas de radio, hicimos un taller que fue el primer evento en el verano, donde se juntó gran parte del pueblo en una zona abierta -obviamente con todos los protocolos sanitarios- y fue maravilloso. Llegaron muchos niños del pueblo con los papás, los abuelos. Todo en torno a la escalada y la naturaleza”, dice Barrenengoa.

Los desafíos de acercar la escalada a los más jóvenes

“A veces pasa que la gente que vive en pueblos rodeados de naturaleza, no acostumbra mucho salir al bosque y sus senderos. Esta es la principal razón y meta de Climbing for a Reason: acercar a la gente a los medios naturales y conectar con lo natural, a través de la escalada. Ese puede ser un aporte en cualquier parte del mundo, lo importante es que se haga”, explica Barrenengoa.

©Mateo Barrenengoa
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Con ese entusiasmo, él y Birkner han trabajado juntos desde 2016. Pero no han estado exentos de distintos desafíos, partiendo por la parte monetaria: “No es un viaje lujoso. Nos gastamos mucho en la construcción del muro y el sobreequipaje, pero no en nuestro alojamiento, por ejemplo. Uno de los mayores desafíos es llevar todo para allá. Imagina llevar material para un muro de escalada a la base del Everest. Son 4 aviones, 3 días de caminata. A Surinam viajamos con 180 kilos entre yo y Lucho en el avión. Y tuvimos que hacer varios transbordos”.

©Mateo Barrenengoa
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A eso se suma, explica, el poder presentar la idea a los locales. Según comenta Barrenengoa, depende un poco de la suerte. No es simplemente llegar con toda la confianza, aunque, dice “pensamos que si hay algún aporte, de alguna manera el universo va a jugar a tu favor”.

Así, el siguiente paso -si la pandemia lo permite- es cruzar nuevamente la Cordillera de Los Andes. Esta vez para honrar y seguir el legado del montañista Juan Pablo Mohr en Pakistán. Esto porque, antes de subir al K2, Mohr encontró roca y escuela. Solo quedaba llevar el proyecto.

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“Sentimos que debemos ir a hacer este proyecto en julio, si podemos viajar. Ya estamos contacto con la gente de allá, Tamara Lunger y Fede Scheuch”, explica Barrenengoa. Se trata que, al igual que las veces anteriores, se acompañará de una parte audiovisual.

©Mateo Barrenengoa
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“Queremos que el granito de arena que se hace en un pueblo se puede hacer más grande si hay algo para mostrarlo y dar ese ejemplo al mundo. Es bonito ir y hacer, pero más lo es mostrarlo para que más personas se motiven a hacer este tipo de actividades”, finaliza Barrenengoa.

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