Esta es el ave más grande de Chile. Sus largas piernas, cuello y plumas lo hacen inconfundible en aquellas estepas patagónicas en las que habita en la Región de Aysén y la de Magallanes. Hablamos del ñandú (Rhea pennata pennata), también conocido en las zonas que vive -en territorio chileno y argentino- como choique, ñandú del sur o ñandú de Darwin, entre muchos otros nombres.

Ñandú. créditos son Marcelo Mascareño para Rewilding Chile (19)
Ñandú. @Marcelo Mascareño para Rewilding Chile.

Pero más allá de su físico y el cómo se le conoce, el ñandú está lleno de particularidades. Por ejemplo, se trata de un plumífero que no vuela y que ha mantenido una centenaria coexistencia con el humano en la Patagonia, no exenta de amenazas. Pero quizás uno de sus datos más llamativos, según las fuentes consultadas para esta nota, es su excelente y dedicado rol como padres en la naturaleza.

De esta forma, hay mucho que conocer sobre ellos.

Una subespecie que habita en Chile

En Chile habitan dos subespecies de ñandúes. En el norte está Rhea pennata tarapacensis, que se conoce como Suri. Su distribución se ha descrito en el altiplano entre los 3.500 y 4.500 msnm, desde la Región de Antofagasta hasta el límite con Perú. También en Argentina, donde está de forma continua hasta Mendoza, según lo que se especifica en el Atlas de las Aves Nidificantes de Chile. Este es el pariente nortino de Rhe pennata pennata, de quien hablamos en esta nota.

El choique se ha registrado en sectores históricos de la Patagonia. En Chile, en la Región de Aysén se encuentra presente solo en dos sectores: Ñirehueao o Baño Nuevo (100 kilómetros al norte de Coyhaique) y el en valle Chacabuco, que actualmente forma parte del Parque Nacional Patagonia. En el pasado existió en Balmaceda y Coyhaique alto.

Luego, en la Región de Magallanes, se distribuye por el norte desde Sierra Baguales hasta las planicies del sector de Cerro Castillo (provincia de Última Esperanza) y en la estepa cercana a área del Morro Chico hasta la costa continental del Estrecho de Magallanes, de acuerdo con el Atlas de Aves Nidificantes de Chile. Se introdujo en Tierra del Fuego en los años 30, pero su estado actual en esa zona es incierto.

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Ñandú @Heraldo Norambuena 

“Hay tres subespecies de Rhea pennata y su principal diferencia es distribucional. Tarapacensis está al sur de Perú y después al norte de Chile. Pennata en Aysén y Magallanes. Esas dos están en Chile porque hay una tercera Rhea pennata garleppi, que está en Perú”, explica Heraldo Norambuena, doctor en Sistemática y Biodiversidad de la universidad de Concepción, investigador del Centro Bahía Lomas de la Universidad Santo Tomás y co-editor del “Atlas de las Aves Nidificantes de Chile” (2018), quien participó en el Estudio de abundancia y factores de amenaza para la conservación del ñandú en la Región de Aysén, del Ministerio del Medio Ambiente de Chile (MMA).

Por su lado, Cristian Saucedo, director del Programa de Vida Silvestre de la Fundación Rewilding Chile, que trabaja en un proyecto de recuperación de la población del ñandú en el Parque Nacional Patagonia, agrega que las diferencias entre las subespecies de Chile son muy pocas, por lo que son parientes muy cercanos: “Son verdaderos equivalentes ecológicos”.

Un ave que no vuela

Un ñandú puede llegar a medir un metro de alto, a pesar entre 15 y 25 kilos entre los 6 y 12 meses de vida, y a vivir unos 15 años, de acuerdo con información del MMA. Es así el ave de mayor tamaño en Chile. Pero también tiene varias particularidades más.

Una de ellas es que no vuela, pero es rápido. “El ñandú pertenece a los Ratites, que son un grupo de aves a las que pertenecen los ñandúes, casuarios y avestruces. No tienen la capacidad de volar y la mayor cantidad de sus movimientos dependen de la velocidad que pueda alcanzar con sus patas”, explica Norambuena. En ese sentido, se ha identificado que puede alcanzar hasta 60 km/hora, de acuerdo con el libro “¿Por qué parques nacionales?”.

Ñandú. créditos son Marcelo Mascareño para Rewilding Chile (12)
Ñandú. @Marcelo Mascareño para Rewilding Chile.

Esa velocidad es uno de sus mecanismos de defensa ante potenciales amenazas, como sus depredadores. “Sea algo repentino o que puedan ver a larga distancia, lo primero que hacen es correr. No es una carrera recta, sino que a veces hacen un zigzag. Ahí es cuando ocupan sus alas, para hacer balance y los giros que necesitan hacer”, dice Saucedo, “eso también ayuda a alertar a otros animales como el guanaco y viceversa, entonces hay interacción”.

En ese sentido, sus alas también son claves para otro mecanismo de defensa, según lo que explica Saucedo. Esto porque su plumaje se mimetiza en el ambiente que habita. Muchas veces pueden parecer piedras o pequeños matorrales.

Pero otro punto importante es su rol ecológico. Se trata de una especie que es principalmente herbívora que también puede comportarse como omnívora. De acuerdo con el Atlas de las Aves Nidifcantes de Chile, se ha descrito que su alimentación se basa en hojas de arbustos como Chiliotrichum diffusum, semillas de Sisyrinchum sp. y Gunnera magellanica, o algunos frutos de Berberis microphylla. También se han encontrado restos de insectos y lagartijas en zonas más áridas de la estepa. Por eso, cumplen una función importante como dispersores de semillas.

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Ñandú. @Marcelo Mascareño para Rewilding Chile.

“Los herbívoros también son una fuente importante de proteína para los predadores del lugar. Generan un flujo energético importante. Por ejemplo, cuando sus huevos no son viables, los armadillos y cóndores los consumen. A su vez, los charitos (polluelos del ñandú) cuando crecen son sujetos de depredación de las aves rapaces y zorros. Entonces son un aporte a lo que se le llama medio ecológico; aportes tróficos”, explica Saucedo.

Unos padres ejemplares

“Una de las cosas interesantes de esta especie es que presenta un proceso que en biología se conoce como poliginia, que es que un macho se reproduce con varias hembras y ellas ponen los huevos en un solo nido. También presentan lo que se conoce como poliandria, en la que una hembra, una vez que pone los huevos en el nido de un macho, va y se reproduce con otro. Entonces la hembra pone huevo en varias nidadas”, explica Norambuena.

En un inicio el macho empieza su cortejo, construye su nido en el suelo, en laderas de cerro. Luego, en el celo (que sucede durante primavera), compiten por el harén y los más dominantes impiden la cópula del resto. El paso siguiente es que las hembras depositan sus huevos para luego abandonar el nido. En ese momento, ellos toman todo el rol. Asumen toda la incubación -que dura entre 27 y 41 días- y cada nido puede tener de tener 9 a 25 huevos. Incluso se han encontrado nidos con hasta 42 huevos. El macho defiende los huevos, les genera una temperatura homogénea y, luego, es quien cría a los pichones.

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Ñandú. @Marcelo Mascareño para Rewilding Chile.

“A los charitos el macho les entrega todo el cuidado y protección. Cuando nacen, son súper vulnerables a las bajas temperaturas porque, pese a que están cubiertos de un plumón, no tiene capacidad de aislación térmica, todo el calor lo obtienen del padre, entonces todo el día lo acompañan aprendiendo. Son especies nidífugas, es decir, que cuando nacen empiezan a caminar (…). Ahí el macho les enseña de a poco a explorar su entorno inmediato. El papá les protege de todas las amenazas como los zorros o las aves rapaces. Los charitos nacen en noviembre o diciembre y permanecen hasta abril o mayo”, explica Saucedo.

Pero hay más.

Se ha identificado que un papá ñandú puede adoptar charitos que no necesariamente fueron de su incubación. “Tienen un instinto protector. Cuando los charitos son recién nacidos o, en verdad, durante sus primeros meses de vida, emiten un silbido muy característico que los mantiene en contacto con su padre. Eso estimula al macho a salir al rescate. Por ejemplo, si pasa un macho con 20 charitos, pasa un auto y separa a los polluelos, estos lloran y el macho vuelve a buscar al que se quedó lejos. Imagina que esta es una estepa tremenda, con mucho viento y esta vocalización es clave para que se reúnan. Si los chiquititos no encuentran a su padre están en aprietos porque van a ser presa de un predador o, si es su primer mes de vida, no van a pasar la noche porque necesitan del calor de su padre», dice Saucedo.

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Ñandú. @Marcelo Mascareño para Rewilding Chile.

Cuando los charitos ya son independientes con sus plumas, empiezan a recorrer hasta que se establecen. En el momento en el que el macho se queda sin su polluelo, vuelve a hacer grupos mixtos y a su conducta gregaria. En eso, pueden formar grupos de unos pocos hasta 40 o más ejemplares, entre machos y hembras.

El vínculo con el humano

En la cultura mapuche existe una danza que imita al choique, que recibe el nombre del choyke purrun. En ella, este animal pasa a ser sagrado y los hombres asimilan los movimientos de cortejo del ñandú. Es un baile de carácter recreativo para fiestas y rituales. Se trata de solo un ejemplo de la relación ancestral que ha tenido el humano con el ñandú.

“En la historia, desde los cazadores recolectores, había mucha alusión al ñandú en cuevas, donde hay escenas de caza. Si uno lee los relatos que existen de los tehuelches, la verdad es que el ñandú era, así como el guanaco, muy apreciado por su carne y su grasa era muy valorada también”, explica Saucedo.

Eso, de hecho, se mantuvo -y aumentó- en el tiempo, lo que ha resultado como una de sus amenazas. “En el siglo pasado, por lo menos en la Región de Aysén y, probablemente, también en Magallanes, había un alto consumo de huevos de ñandú y también cacería para alimentarse de su carne, entonces, la relación cercana ha sido su uso como recurso alimenticio. De hecho, actualmente en Argentina eso se reconoce como las principales amenazas. En Chile no está bien documentado eso”, explica Norambuena. De todas formas en Chile está protegido por la Ley de Caza.

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Ñandú. @Marcelo Mascareño para Rewilding Chile.

Al mismo tiempo, además de la recolección de y huevos y la caza furtiva, la pérdida de hábitat se ha identificado como una de las principales amenazas de las poblaciones del ñandú, de acuerdo con el texto “Historia natural del ñandú del sur Rhea pennata pennata”. En ese sentido, en el mismo documento se explica que, en la pasado, un factor importante para la reducción de las poblaciones, en el contexto de la fragmentación de su hábitat, han sido los asentamientos humanos, los cercos, los perros, la explotación petrolera, minera y los fenómenos climáticos extremos. A eso se agrega: “también es una amenaza las personas que se acercan a sus nidos y tocan los huevos, ya que el macho destruirá el nido y los dispersará”.

De acuerdo con la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el ñandú se encuentra como “Preocupación menor” (con poblaciones en decrecimiento). En Chile, el Reglamento de Clasificación de especies silvestres, considera a Rhea pennata pennata como “Vulnerable” en la Región de Magallanes y “En Peligro” en la Región de Aysén. De ahí, explica Salcedo, que es importante revisar bien la situación del ñandú en cada lugar que habita.

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Ñandú. @Marcelo Mascareño para Rewilding Chile.

“A nivel global se dice que está fuera de peligro, pero es porque tiene una distribución muy amplia en Argentina. En Chile, su distribución es mucho más marginal. Por ejemplo, en el caso específico de Aysén, en ñandú está considerado ‘En Peligro’, porque su población no es tan grande. En Magallanes están un poquito mejor porque hay extensiones más grande y mayor número (…). En Aysén no hay buena salud poblaciona, pero en Magallanes igual hay problemas. Hay estancieros que se portan bien con ellos y otros que no. En Argentina es súper habitual su caza y colectan sus huevos. Entonces igual hay una presión de amenaza grande y, la tendencia, es que las poblaciones están a la baja, hay que ser cautelosos y no bajar la guardia. O sea, no porque globalmente se dice que está fuera de peligro están excelente, hay que evaluar la realidad de cada zona”, explica Saucedo.

Un trabajo para repoblar al ñandú en la Región de Aysén

Una de las iniciativas que se está realizando, específicamente en la Región de Aysén, es el programa de Conservación y Recuperación del ñandú en 2014, a cargo de Rewilding Chile. “Cuando partimos en el valle Chacabuco, había una población que no superaba los 20 individuos, que estaban expuestos a un alto riesgo de extinción. Había problemas de aislamiento geográfico, nula conectividad con otras poblaciones, parámetros reproductivos bajos (pocos nacimientos). Y nosotros lo que hicimos fue actuar en varias líneas”.

Primero se instaló un guardaparque. Luego se removieron alambrados que eran barreras para la especie. Luego se trabajó con vecinos en tenencia responsable de perros. “En paralelo a esto, establecimos un centro de reproducción que es básicamente una infraestructura donde albergamos y criamos charitos (…). Se hicieron adultos a los tres años y empezaron a reproducirse en cautiverio. Gradualmente y después de cada temporada liberamos los charitos para reforzar a la población silvestre”, explica Saucedo. En este trabajo, desde el 2021, Reserva Quimán  ha apoyado con la donación de charitos para fortalecer el replobamiento del ñandú en el Parque Nacional Patagonia, tanto a través de la introducción de más ejemplares como del enriquecimiento de la variabilidad genética.

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Ñandú. @Marcelo Mascareño para Rewilding Chile.

Así, el objetivo es aumentar la población en el tiempo. Hoy hay cerca de 70 individuos en vida libre y su área se extendió a poco menos de 6 mil hectáreas. “Además hemos logrado que se restituya el vínculo con el guanaco. Cada vez es más habitual y más frecuente. Eso es un muy buen indicador del proceso porque estamos recuperando sus roles ecosistémicos esto es un esfuerzo que se tiene que mantener en el tiempo, porque no es que, con una, dos o tres liberaciones uno salva, digamos, una especie o una población, sino que en este caso y como siempre, hay pérdidas naturales que se producen por depredación. Aún no alcanzamos un nivel en el cual nosotros digamos que nos parece que la población está totalmente autosustentable y es capaz de dar la pelea. Nosotros aún estamos en el proceso de estar entregando algunos ñandúes adicionales para que esta población se recupere un poquito más rápido”.

Así, estos excepcionales padres se enfrentan a distintos desafíos. Mientras tanto, los charitos siguen naciendo y ellos, deslumbrando con sus grandes tamaños y plumas en la Patagonia.

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