El delfín rosado (Inia geoffrensis), también conocido como delfín amazónico, boto o bufeo, es una de las especies más carismáticas de la gran selva amazónica. Este mamífero acuático, famoso por su coloración única que varía del gris claro al rosa brillante, habita las aguas dulces de la vasta cuenca amazónica, siendo considerado todo un símbolo de la biodiversidad de la región. Esto debido a que desempeña un papel crucial en los ecosistemas acuáticos de la selva tropical más grande del mundo, donde se le reconoce tanto por su inteligencia como por su comportamiento social complejo.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo

A lo largo de la cuenca amazónica, el delfín rosado se distribuye por los ríos y afluentes de varios países, incluidos Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Su presencia en estos territorios no solo tiene un valor ecológico, sino que también cultural, ya que las comunidades indígenas de la zona los consideran animales sagrados. En esta línea, el delfín rosado es un ícono de la naturaleza, así como un elemento clave en la conservación de la biodiversidad de uno de los ecosistemas más importantes del planeta.

Sin embargo, pese a toda esta riqueza, esta especie se encuentra en peligro de extinción producto de diversos factores como el aumento de la temperatura del agua, la deforestación, la contaminación y los conflictos con los pescadores.

El origen del rey de los ríos amazónicos

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo

El delfín rosado es un cetáceo odontoceto perteneciente al género Inia, el cual incluye tres especies reconocidas: Inia geoffrensis, al que nos referimos en este artículo, que se encuentra presente en casi toda la cuenca amazónica; Inia boliviensis, endémico de la cuenca baja del río Madeira en Bolivia; e Inia araguaiaensis, endémico de la cuenca de Araguaia-Tocantins en Brasil.

Para conocer la historia evolutiva de estos delfines, tenemos que retroceder unos 15 millones de años, al Mioceno, cuando las cuencas del Amazonas y del Paraná se inundaron con aguas marinas debido al levantamiento de la Cordillera de los Andes y el hundimiento de las llanuras sudamericanas. Vale decir que, cuando ocurrió este fenómeno, se dio lugar a un gran sistema estuarino que permitió a las poblaciones ancestrales de Inia y Pontoporia prosperar, favoreciendo su expansión en las aguas de la región.

Durante este período, las cuencas de los ríos Amazonas y Paraná pudieron haber estado conectadas, pero la separación de estos sistemas acuáticos a finales del Mioceno tardío, hace unos 11 millones de años, marcó el aislamiento de las poblaciones de Inia en la cuenca amazónica y de Pontoporia en la cuenca del Paraná.

Este aislamiento geográfico habría favorecido la especiación dentro del género Inia. Por un lado, la formación de los rápidos Madeira-Mamoré, ubicados en el sur del río Amazonas, hace 2,8 millones de años, habría separado a las poblaciones de Inia geoffrensis y Inia boliviensis. Además, el levantamiento de la cordillera del Mérida, entre 5 y 3,4 millones de años, contribuyó a la formación de dos subespecies de Inia geoffrensis: Inia geoffrensis geoffrensis, presente en la cuenca del Amazonas; e Inia geoffrensis humboldtiana, localizada en la cuenca del Orinoco. Estas subespecies están conectadas por el canal del Casiquiare, que permite cierto intercambio entre los dos sistemas fluviales.

Finalmente, en 2014, un análisis molecular reveló la existencia de una nueva especie dentro del género Inia: Inia araguaiaensis. Esta especie, presente exclusivamente en la cuenca del Araguaia-Tocantins en Brasil, se separó de Inia geoffrensis hace unos 2,07 millones de años debido al aislamiento generado por la separación de la cuenca del Araguaia-Tocantins de la cuenca del Amazonas.

Las diferencias genéticas y geográficas entre estas especies y subespecies tienen un impacto significativo en los esfuerzos de conservación del delfín rosado, ya que la pérdida de hábitat y la fragmentación de las poblaciones pueden amenazar la diversidad genética y la viabilidad de las distintas poblaciones. Por lo tanto, entender su historia evolutiva y la dinámica de su distribución es esencial para implementar estrategias efectivas de conservación.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: WWF Ecuador
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: WWF Ecuador

Uno de los seres más inteligentes del reino animal

Los delfines rosados son animales impresionantes, que han evolucionado en los ríos de agua dulce y afluentes de la selva amazónica, generando una serie de adaptaciones físicas, que les permiten maniobrar con agilidad en los ríos y bosques inundados.

En primer lugar, su cuerpo es más flexible y alargado que el de otros delfines, lo que les permite maniobrar con agilidad en los ríos y zonas inundadas de la Amazonía. Además, sus aletas pectorales son grandes y anchas, lo que les ayuda a desplazarse con precisión en aguas poco profundas.

Como explica Fernando Trujillo, biólogo marino y director científico de la Fundación Omacha: “Las principales características del delfín rosado, en comparación a delfines marinos, es que tiene un hocico prolongado, largo. Ese hocico le sirve para remover el fondo del río o incluso meterlo dentro de orificios donde se esconden los peces. En los dientes también tienen una adaptación muy interesante y es que tienen dientes y muelas, las muelas están en la parte de atrás y les permite romper estructuras duras en tortugas o peces que tienen corazas externas. Igualmente, en lugar de tener una aleta dorsal triangular, como la de los delfines marinos, tiene una quilla baja, como una canoa, que les permite meterse debajo la vegetación. Además, tienen las aletas más grandes que los delfines marinos en proporción y las pueden rotar. Eso le da una maniobrabilidad increíble cuando la selva se inunda y tienen que literalmente volar entre las copas de los árboles, buscando peces”.

Por otra parte, los delfines rosados también destacan por sus notables capacidades cognitivas, que les permiten comunicarse y orientarse en las aguas turbias de la Amazonía mediante la ecolocalización. Vale señalar que, al estar extremadamente adaptados al entorno amazónico, estos cetáceos tienen un sistema de ecolocalización mucho más desarrollado que sus pares de agua salada.

Como explica el biólogo colombiano: “Los sonidos de ecolocalización que producen les permiten orientarse bajo el agua y también les permiten encontrar los peces, detectarlos, y con mucha precisión acercarse a ellos y capturarlos, así que el sonar de los delfines del río es mucho más sofisticado que el de los marinos”.

En esta línea, los delfines rosados son una de las especies de cetáceos de río más inteligentes del mundo, con un cerebro proporcionalmente más grande que el de los humanos en relación con su cuerpo. Esto se refleja en su comportamiento social complejo, que no solo incluye el uso de sonidos para la comunicación, sino que también la cooperación en la caza y la tendencia a jugar con objetos e incluso con otras especies.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo

Vale decir que son animales muy curiosos y, en ocasiones, interactúan con humanos y otros animales. Además, los machos han sido observados llevando ramas, lodo o incluso tortugas en sus hocicos, un comportamiento que podría estar relacionado con el cortejo y la competencia entre individuos.

En cuanto a su comportamiento social, el delfín rosado se caracteriza por formar grupos pequeños. Los grupos suelen ser fluidos, mientras que la interacción social es más evidente entre madres y crías, creando vínculos duraderos y fuertes. A diferencia de otras especies de cetáceos más sociables, los delfines rosados tienden a ser reservados y tímidos, probablemente debido a su entorno de aguas densas y turbias, lo que limita su visibilidad y favorece un comportamiento más discreto.

Por otra parte, la dieta del delfín rosado es variada, adaptándose a la rica biodiversidad de los ríos amazónicos. Se alimenta de más de 50 especies de peces, pero también consume cangrejos, tortugas y moluscos. Esta amplia variedad de presas le permite ser un depredador versátil y aprovechar los diferentes recursos en función de las estaciones y la disponibilidad de alimentos.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: WWF Suecia
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: WWF Suecia

En cuanto a su reproducción, el ciclo de gestación de las hembras es largo, oscilando entre los 11 y 12 meses, tras los cuales nacen crías que dependen completamente de la madre durante sus primeros años. Estas crías permanecen con la madre hasta los 2 años, tiempo durante el cual aprenden a navegar y a alimentarse en las aguas complejas de su entorno. Este comportamiento maternal es fundamental para el desarrollo de las crías, que dependen de la enseñanza y protección materna.

La esperanza de vida del delfín rosado es notablemente larga para un cetáceo de agua dulce, alcanzando hasta los 45 años. Su longevidad es un reflejo de su adaptabilidad y de la estabilidad de los ecosistemas en los que habita, aunque estas poblaciones están bajo amenaza por la pérdida de hábitat y la actividad humana.

El jaguar de los ríos amazónicos

El delfín rosado no solo destaca por su peculiar apariencia y carisma, sino que también porque juega un papel esencial en el mantenimiento del equilibrio ecológico de los ecosistemas acuáticos de la Amazonía. “Los delfines rosados son los jaguares del agua. Son los máximos predadores que están en todos los ecosistemas acuáticos del Amazonas y son los que controlan las poblaciones de peces enfermos, entonces su rol ecológico es súper importante», menciona Trujillo.

Fernando Trujiilo junto a un delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Leo Spencer
Fernando Trujiilo junto a un delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Leo Spencer

Por lo mismo, como depredador tope, su presencia tiene un impacto directo en la regulación de las poblaciones de peces y otros organismos acuáticos. Al alimentarse de una amplia variedad de especies, el delfín rosado controla la abundancia de ciertas especies de peces, evitando que algunas se conviertan en demasiado dominantes. Esta función dentro de la cadena trófica asegura que la biodiversidad acuática se mantenga equilibrada y que las especies más vulnerables no desaparezcan por la competencia excesiva de especies más prolíficas.

Además, al ser un animal de gran tamaño y habitar en aguas de ríos y afluentes que son ricos en nutrientes, el delfín rosado facilita el ciclo de nutrientes en su hábitat. A través de sus procesos de alimentación y excreción, contribuye a la redistribución de nutrientes esenciales como nitrógeno y fósforo, que son fundamentales para el crecimiento de plantas acuáticas y el desarrollo de otras especies en el ecosistema.

Este equilibrio no solo es importante para el ecosistema acuático, sino que también afecta a la salud de la selva circundante, ya que los ríos amazónicos actúan como una vía de conexión vital para las especies terrestres y acuáticas. En ese sentido, el delfín rosado, al contribuir a la estabilidad de estos ecosistemas acuáticos, ayuda indirectamente a mantener la biodiversidad terrestre, asegurando que los recursos naturales de la región se mantengan funcionales y disponibles para todas las especies que dependen de ellos.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo

Por todo lo anterior, el delfín rosado es considerado como una especie paraguas, es decir que, al ser protegida, también protege a otras especies que comparten su hábitat. Por ello, este mamífero acuático no solo es un componente fascinante de la fauna amazónica, sino también un elemento clave en la regulación de los sistemas ecológicos que sostienen la vida en la región. Sin él, el equilibrio de la biodiversidad acuática podría verse gravemente afectado, lo que tendría consecuencias en cadena para toda la región amazónica.

Espíritu del agua: El delfín rosado en la mitología y el folclore amazónico

El delfín rosado no solo es importante para el equilibrio de la fauna amazónica, sino que también forma parte del folclore amazónico, siendo protagonista de diversas leyendas en las comunidades ribereñas locales

Muchas comunidades indígenas que viven a lo largo del río Amazonas lo consideran una criatura sagrada. Además, se cree que posee poderes místicos y una conexión especial con el mundo espiritual.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo

Incluso, en algunas culturas el delfín rosado es considerado un guardián de los ríos y vías fluviales. Diversas comunidades indígenas creen que los delfines protegen las poblaciones de peces y mantienen el equilibrio del ecosistema, por lo que, herir a un delfín rosado se considera un tabú, y quienes lo hagan pueden ser maldecidos o sufrir desgracias.

De hecho, estas creencias han ayudado a proteger a los delfines de la caza excesiva y la explotación en algunas áreas. “Todos los mitos, leyendas e historias alrededor de delfines de alguna manera han ayudado a conservarlos”, agrega el director científico de la Fundación Omacha.

En otras tradiciones, el delfín rosado del río está asociado con los espíritus del agua que sirven como mediadores entre el mundo humano y el ámbito espiritual. De hecho, hay evidencia de que los chamanes y líderes espirituales invocan el espíritu del delfín durante ceremonias de sanación o cuando buscan orientación de los dioses del río.

Por otra parte, en algunas culturas, se cree que el delfín rosado puede cambiar de forma. De hecho, en algunas leyendas locales se señala que este animal es capaz de transformarse en humano y seducir a personas desprevenidas.

Amenazas y conservación

A pesar de la fascinante adaptabilidad del delfín rosado y su importancia en los ecosistemas acuáticos de la Amazonía, la especie enfrenta numerosas amenazas que ponen en peligro su supervivencia. “Estos animales hoy en día son escasos, estas especies mueren intoxicadas con mercurio, son asesinados para usar su carne como carnada y son víctimas de los derrames de petróleo”, señala el biólogo.

En los últimos años, el cambio climático se ha convertido en una de las principales amenazas para estos delfines, donde el aumento de las temperaturas en los ríos y las intensas sequías han tenido impactos devastadores en sus poblaciones.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo

«En el 2023 tuvimos una catástrofe donde murieron más de 300 delfines en dos lagos de Brasil, donde el calentamiento del agua hizo que entraran en shock térmico y murieran. En un solo día murieron 78 delfines, en un solo día. Esto nunca lo hemos previsto, no lo veíamos venir, y estas alteraciones climáticas con estas sequías extremas en Amazonas se convierten en una de las principales amenazas para los delfines», puntualiza Trujillo.

Por otra parte, otra de las principales amenazas para estos cetáceos es la contaminación de las aguas, proveniente de residuos industriales, químicos y desechos agrícolas. Estos contaminantes no solo afectan la calidad del agua, sino que también tienen efectos directos en la salud de los delfines y sus presas, alterando su hábitat natural.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Carlos N. G. Bocos - Inaturalist
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Carlos N. G. Bocos – Inaturalist

La destrucción de su hábitat debido a la deforestación de las áreas ribereñas y la expansión de actividades humanas, como la agricultura y la construcción de represas, también contribuye al deterioro de las poblaciones de delfines rosados. La alteración de los ríos y la reducción de los afluentes significan menos recursos disponibles para la especie, empeorando aún más su situación.

«Dentro de las amenazas, además de las alteraciones climáticas, está que muchos animales quedan atrapados en redes de monofilamento de nylon que las colocan paralelas a las orillas y generalmente crías y juveniles quedan atrapados y se ahogan. Los animales adultos en ocasiones pueden romperlas, quedan con heridas profundas, pero se pueden escapar de esto. También la hidroeléctricas en muchos ríos de Sudamérica, hacen que estos animales queden atrapados, que las poblaciones queden separadas, que no puedan moverse y es una amenaza latente, lo mismo que la deforestación y la contaminación de los ríos, especialmente con Mercurio, ya que hemos encontrado en los delfines concentraciones altísimas de mercurio, especialmente en el río Orinoco y en algunas partes del Amazonas”, comenta el biólogo colombiano.

Por su parte, otra amenaza creciente para los delfines rosados son las enfermedades emergentes, un fenómeno que aún es poco estudiado y que requiere más investigación para comprender su impacto y alcance.

“Hace unos cinco años empezamos una evaluación de salud de los delfines, porque si tenemos ríos saludables, tenemos delfines saludables y comunidades humanas saludables. Hemos venido encontrando grandes concentraciones de mercurio en los delfines, pero todavía no sabemos qué implica esto para los delfines, si es lo mismo que en los seres humanos, donde se deteriora el sistema nervioso central y se generan problemas de salud severos, todavía no lo sabemos.  Asimismo, estamos enfrentando enfermedades emergentes. Un porcentaje importante de delfines en Brasil, casi el 80%, presentan casos de neumonía. Mientras que en Colombia es sólo el 20%. Entonces ¿qué hace que en un país lo delfines estén más susceptibles a neumonía que en otros? Entonces ahí todavía tenemos mucho por aprender”, puntualiza el biólogo colombiano.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Julio Garcia
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Julio Garcia

Lamentablemente, después de más de 30 años de monitoreo en distintos sitios, Trujillo y su equipo han determinado que las poblaciones de delfines en el río Amazonas, entre Perú y Colombia, han disminuido alarmantemente: un 52% en el caso de los delfines rosados y un 37% en los grises. Debido a esta drástica reducción, el delfín rosado ha sido catalogado como «En Peligro» en la Lista Roja de la UICN.

Sin embargo, aunque la situación es alarmante, existen esfuerzos de conservación en marcha en la región, impulsados por organizaciones locales e internacionales. Estos esfuerzos incluyen la creación de áreas protegidas en sus hábitats naturales, el monitoreo de las poblaciones, la implementación de leyes que prohíben la caza furtiva y el uso de métodos de pesca alternativos. Además, se están promoviendo iniciativas de educación ambiental para sensibilizar a las comunidades locales sobre la importancia de la especie y la necesidad de protegerla.

Como comenta el director científico de la Fundación Omacha: “Hemos logrado consolidar áreas protegidas en ecosistemas acuáticos. Alrededor de los delfines, en Colombia hemos construido y ayudado a designar tres sitios Ramsar que tienen más de 1 millón de hectáreas en el Orinoco y en el Amazonas. Igualmente, hemos trabajado con las comunidades locales, posicionando los delfines como atractivo turístico. Además, hemos capacitado más de 1000 guías locales en varios países para generar actividad de observación responsable alrededor de los delfines”.

“Igualmente estamos haciendo procesos de restauración del bosque inundado con más de 1.500 familias indígenas. Hemos sembrado cerca de 50.000 árboles en un sector de la Amazonia colombiana y esto también ayuda ya que estos árboles producen semillas, que son el alimento de los peces. Los indígenas llaman a esto los pepiaderos, semillas de vida. Mas o menos una hectárea de bosque que produce 20 toneladas de semillas al año y la mayoría son comida para peces. Entonces, si conservamos el bosque y lo restauramos, contribuimos a la protección de los delfines y a una pesca sostenible a largo plazo”, finaliza.

Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo
Delfín rosado (Inia geoffrensis). Créditos: Fernando Trujillo
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