Cuando pensamos en los mamíferos de Chile, probablemente lo primero que se nos venga a la mente sean animales carismáticos, como el huemul (Hippocamelus bisulcus) o el chungungo (Lontra felina), que despiertan nuestra simpatía con su ternura y encanto. Sin embargo, ¿por qué no pensamos en el degú (Octodon degus), un roedor que fascina a la ciencia por sus similitudes con el ser humano? ¿O la chinchilla chilena (Chinchilla lanigera), que en la actualidad solo existe cerca de Illapel y se encuentra en peligro crítico de extinción?

Degú (Octodon degus). Créditos: ©Juan Ramirez
Degú (Octodon degus). Créditos: ©Juan Ramirez

Tanto el degú como la chinchilla chilena son especies endémicas de Chile. Sin embargo, si no haz oído hablar de ellos, no es extraño. Muchos mamíferos de tamaño pequeño, aquellos que normalmente pesan menos de un kilogramo, aún no han sido estudiados y entendidos lo suficiente por conservacionistas e investigadores. Esto a pesar de que el orden Rodentia (animales como ratas, ratones, castores, puercoespines, ardillas listadas, marmotas, topillos y ratas almizcleras) es el orden más numeroso y diverso de mamíferos del mundo, con aproximadamente 2280 especies, distribuidas en todos los continentes, salvo la Antártica.

Si bien, la principal característica de los roedores tiene que ver con sus dos dientes incisivos -los cuales son grandes y de crecimiento continuo- estos mamíferos han desarrollado una gran variedad de formas, tamaños y pesos según su hábitat y estilo de vida. Existen desde pequeños ratones que pesan menos de 30 gramos, como el ratón de cola larga o ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus), hasta grandes animales como el coipo (Myocastor coypus) -conocido como el roedor más grande de Chile- que llega a pesar hasta 9 kilogramos.

Degúus juveniles (Octodon degus). Créditos: ©Vicente Valdés
Degúus juveniles (Octodon degus). Créditos: ©Vicente Valdés

En Chile existen alrededor de 80 especies de roedores registradas, de las cuales 5 son introducidas (Mus musculus, Rattus exulans, Rattus norvegicus, Rattus rattus y Castor canadensis). La mayoría son herbívoros, pero algunos también incluyen en su dieta pequeños insectos y otros invertebrados. Por ello, son grandes dispersores de semillas, así como también pueden contribuir al control biológico de plagas u insectos que puedan ser nocivos para la agricultura.

Por otro lado, muchos roedores son grandes excavadores, y, al rascar el suelo para la construcción de sus madrigueras, permiten la aireación del suelo e infiltración de agua, lo que promueve el crecimiento de las plantas, así como también introduce materia orgánica al subsuelo, haciéndolos más fértiles.

Asimismo, la importancia de los roedores también radica en que son consumidos por una gran cantidad de carnívoros, como las aves rapaces, siendo, en ocasiones, fundamentales para la permanencia de varias especies que se alimentan de ellos; por estas razones es que muchas especies de roedores son consideradas especies clave, ya que promueven una serie de respuestas benéficas para los ecosistemas en los que habitan.

Vizcacha (Lagidium viscacia). Créditos: ©Moris Muñoz
Vizcacha (Lagidium viscacia). Créditos: ©Moris Muñoz

Pese a su importancia, es muy poco el conocimiento que tenemos sobre nuestros roedores nativos, y aun existen muchas incógnitas respecto a su biología, comportamiento, hábitos reproductivos y roles ecológicos.  

Como indica Rodrigo Vásquez, Doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad de Oxford y académico de la Universidad de Chile: “En general se sabe muy poco sobre los roedores en Chile, yo creo que el que más se conoce es el Octodon degus, este roedor diurno que habita en Chile central, que ha sido muy estudiado. Ese es el más conocido de todas maneras de los roedores nativos de Chile. Pero en realidad, se sabe tan poco que es bueno seguir investigando, por ejemplo, se sabe que el degú es una especie muy social, pero se sabe poco de esa sociabilidad, por ejemplo, como se reproduce un macho y una hembra. Entonces eso demuestra que hay mucho por seguir investigando”.

A continuación, te mostramos un listado con 7 especies de roedores nativos de Chile que no puedes dejar de conocer.

Degú (Octodon degus)

Degú (Octodon degus). Créditos: ©Francisco Vargas
Degú (Octodon degus). Créditos: ©Francisco Vargas

El degú o degu (Octodon degus) un animal endémico de Chile que vive de forma silvestre solo en este territorio, en ningún otro rincón del planeta.

El también denominado “ratón cola de pincel” ha adquirido notoriedad en la ciencia, acaparando la atención en áreas como la fisiología, neurobiología (para estudios sobre enfermedades que afectan al humano, como el Alzheimer), genética, cognición, y análisis evolutivos de la conducta social. De hecho, este pequeño mamífero no solo es diurno a diferencia de otros roedores que suelen ser nocturnos, sino que además ve la luz ultravioleta y posee una compleja estructura social, compartiendo ciertas similitudes con el humano.

A pesar de que son animales sumamente estudiados en el extranjero, todavía hay un manto de incógnitas sobre otros aspectos básicos de este animal, como el área geográfica donde habita. La literatura disponible establece que el degu se encuentra desde Vallenar (Región de Atacama) hasta Curicó (Región del Maule). Sin embargo, no existen datos actualizados de la distribución de este herbívoro en Chile.

Tampoco hay claridad sobre cuántas especies del género Octodon existen. Actualmente se reconocen 5 especies de Octodon (O. bridgesii, O. degus, O. lunatus, O. pacificus y O. ricardojeda); pero expertos señalan que al menos hay dos más sin describir.

Hace poco se descubrió, estaba descrito, pero nunca se había capturado, un pariente del degú, el Octodon pacificus, que solo habita en la isla mocha y que se pensaba que estaba extinto. No se sabe nada de esa especie la verdad, pero es muy interesante estudiarla para el futuro, para saber cómo ha logrado adaptarse a esa isla y que diferencias tiene con otros Octodon”, agrega el Dr. Vásquez, quien además es investigador asociado del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).

Cururo (Spalacopus cyanus)

Cururo (Spalacopus cyanus). Créditos: ©Parque Andino Juncal
Cururo (Spalacopus cyanus). Créditos: ©Parque Andino Juncal

El cururo (Spalacopus cyanus) es un roedor endémico de Chile central, que no supera los 10 cm y que vive en colonias bajo tierra. Es un mamífero muy sociable, que excava en distintos tipos de suelo para construir complejos sistemas de túneles interconectados.

Se ha descrito, por ejemplo, que sus túneles no tendrían patrón definido, y que su profundidad depende del terreno y de la presencia de bulbos vegetales de los cuales se alimenta. De esa forma, establecen una clase de vecindad subterránea que posee áreas distinguibles por sus montículos, como sectores donde almacenan alimentos o nidos donde cuidan a las crías.

Cururo (Spalacopus cyanus). Créditos: ©Francojvp en iNaturalist Chile
Cururo (Spalacopus cyanus). Créditos: ©Francojvp en iNaturalist Chile

Su pelaje es corto y suave, en general negro azabache con visos grises. De ojos negros, orejas pequeñas y manos grandes con fuertes garras prensiles. Los dientes incisivos sobresalen de su boca.

Habita en matorrales y praderas. Prefiere hábitat abiertos bien drenados, de suelo blando y con gran cubierta vegetal, aunque también ocupa zonas húmedas y laderas con suelos duros. Vive en grupos de seis a 15 individuos y con unas tres colonias por hectáreas. Una colonia puede estar constituida por unos 26 animales (incluyendo 10 adultos). En tiempos de sequía se ocultan en las profundidades y se hace de hábitos sólo nocturnos. Construye galerías subterráneas, las que no abandona, ​ pero asoma su cabeza en las entradas cuando sale el sol.

Cururo (Spalacopus cyanus). Créditos: ©Francojvp en iNaturalist Chile
Cururo (Spalacopus cyanus). Créditos: ©Francojvp en iNaturalist Chile

Existen tres subespecies: el «Spalacopus cyanus cyanus», desde Caldera (Región de Atacama) a Curicó (Región del Maule); el «Spalacopus cyanus poeppiggi», en la cordillera de Curicó; y el «Spalacopus cyanus mauiinus», en la zona costera de la Región del Ñuble. La subespecie «Spalacopus cyanus poeppiggi» se encuentra en peligro de extinción.

Vale decir que los cururos se han visto muy impactados por el cambio de uso de suelo, a través de actividades como la construcción de carreteras y el desarrollo inmobiliario, sobre todo en la zona costera. Aunque esta especie no está catalogada en alguna categoría de amenaza, madrigueras enteras han desaparecido en el mundo subterráneo para levantar edificios en la superficie.

Chinchilla (Chinchilla chinchilla)

Chinchilla (Chinchilla chinchilla). Créditos: ©Nicolás Lagos
Chinchilla (Chinchilla chinchilla). Créditos: ©Nicolás Lagos

La chinchilla de cola corta (Chinchilla chinchilla),​ también conocida como chinchilla peruana, chinchilla del altiplano y chinchilla cordillerana, es una especie de roedor -de hábitos crepusculares y nocturnos- que habita el altiplano andino, desde el sur del Perú y el oeste de Bolivia, hasta el noreste de Chile y el norte de Argentina. En Chile, se encontraba entre las regiones de Tarapacá y Atacama, no obstante, actualmente solo se encontraría distribuida en la zona andina de Antofagasta.

Es de tamaño pequeño y aspecto rechoncho. Posee ojos son grandes y las orejas relativamente largas y redondeadas. La cola es corta y está cubierta por abundantes pelos más largos y duros que los del cuerpo. El pelaje es muy denso, corto y afelpado. Su coloración es gris plateada o ligeramente pardusca, más oscura en el dorso y blancuzca en el vientre y las patas.

Chinchilla (Chinchilla chinchilla). Créditos: ©Luis Ortega
Chinchilla (Chinchilla chinchilla). Créditos: ©Luis Ortega

Podemos encontrarla en áreas montañosas de laderas pronunciadas, clima frío y con vegetación herbácea y arbustiva, entre los 2500 y 5000 metros de altura. Es una especie muy gregaria, vive en grupos o colonias dominadas por las hembras que tienen un comportamiento más agresivo que los machos. Durante el día se refugia en madrigueras que acondiciona entre raíces o grietas rocosas, aunque a menudo suele salir de la cueva para asolearse.

Con frecuencia toma baños de polvo para asear y mantener aireado su pelaje, que actúa como un excelente aislante térmico y le permite estar activa durante la noche a pesar de las bajas temperaturas. Asimismo, tiene una excelente visión y audición que le permite orientarse durante la oscuridad de la noche. Su dieta se compone principalmente de gramíneas, hierbas, arbustos, semillas y cortezas; aunque ocasionalmente consume insectos.

Es similar a la chinchilla chilena (C. lanigera), pero se distingue por ser de mayor tamaño y con orejas y cola más cortas.

Chinchilla (Chinchilla chinchilla). Créditos: ©Superintendencia del Medio Ambiente
Chinchilla (Chinchilla chinchilla). Créditos: ©Superintendencia del Medio Ambiente

Por ser su piel altamente demandada, su caza indiscriminada produjo que la población se reduzca dramáticamente. La UICN estimó una reducción del 90 % de la población en solo 3 generaciones (15 años), colocándola entre las especies en peligro de extinción. Pese a lo anterior, actualmente la principal amenaza de la chinchilla continúa siendo la caza ilegal de las reducidas poblaciones silvestres.

En Perú y Bolivia no existen colectas de individuos desde hace 50 años; sin embargo, según reportes recientes, en la Reserva nacional Eduardo Abaroa se han encontrado poblaciones extensas. Actualmente existen registros de poblaciones en Argentina y Chile; se encuentra extinta en Perú, y su presencia en Bolivia es incierta.

En Chile está calificada como En peligro (EP), protegida por ley desde 1929. Esta especie se encuentra extinta en estado silvestre en las regiones Arica y Parinacota y Tarapacá, y En Peligro en las regiones de Antofagasta y Atacama.

Chinchilla chilena (Chinchilla lanígera)

Chinchilla (Chinchilla lanigera). Créditos: ©Reserva Nacional Las Chinchillas
Chinchilla (Chinchilla lanigera). Créditos: ©Reserva Nacional Las Chinchillas

La Chinchilla chilena (Chinchilla lanigera), también conocida como de cola larga, es un roedor endémico de Chile y una de las especies más amenazadas de nuestro país. Designada en 2006 como Monumento Natural de Chile, su estado de conservación ha sido establecido internacionalmente como en peligro crítico de extinción; siendo la Reserva Nacional Las Chinchillas, el único espacio protegido que conserva colonias de esta especie junto con su ecosistema.

Las chinchillas chilenas fueron reportadas, en su momento, desde Perú hasta Talca. Sin embargo, hacia mitad del siglo XIX, ya no se encontraban ni al sur del río Choapa ni en Perú. Actualmente, se puede encontrar en estado salvaje en Aucó, cerca de Illapel, en la Región de Coquimbo, en la Reserva Nacional Las Chinchillas y en La Higuera, donde habita en terrenos secos y pedregosos, con elevaciones de 400 a 2000 m s. n. m.

Su hábitat natural son las cadenas montañosas transversales, que conectan las montañas costeras con la cordillera de Los Andes, donde el clima es algo severo, con temperaturas que en verano llegan a 30°C en la sombra durante el medio día y a 7°C por la noche (o debajo del punto de congelación en invierno). Se alimentan de más de 24 especies botánicas, en especial hierbas y pastos. La dieta cambia y se adapta entre sitios estacionalmente y a través de los años. Consumen suculentas en verano, y aparentemente no beben nada en estado salvaje.

La chinchilla chilena es más pequeña que Chinchilla chinchilla y tiene las orejas más redondeadas, de 45 mm de longitud, y la cola más larga.

Chinchilla (Chinchilla lanigera). Créditos: ©Reserva Nacional Las Chinchillas
Chinchilla (Chinchilla lanigera). Créditos: ©Reserva Nacional Las Chinchillas

La chinchilla chilena se encuentra catalogada En Peligro Crítico según el Reglamento de Clasificación de Especies Silvestres y se encuentra protegida por la Ley de Caza. Actualmente, este pequeño mamífero cuenta con la 2.ª prioridad más alta de conservación entre los mamíferos chilenos.

Vale decir que, como resultado de la sobrecaza por su piel, toda la especie estuvo casi extinta durante el principio del siglo XX. Hacia la década de 1950, esta especie se consideró extinta. Pero poblaciones salvajes se redescubrieron en 1978, y en 1983 se creó la Reserva Nacional Las Chinchillas, de 4.227 hectáreas.

La población salvaje total se estima entre 2.500–11.700 individuos y sigue declinando, como lo indica la reducción del área cubierta por las colonias y su fragmentación. Lamentablemente, a pesar de la protección dentro de la Reserva de las actividades predadoras humanas desde 1987, el tamaño poblacional continua en declinación.

Desde 2021 se encuentra vigente un Plan de Recuperación, Conservación y Gestión (RECOGE) que busca mejorar el estado de conservación de esta especie a través de una gestión eficaz con entes públicos, privados y la sociedad civil.

Vizcacha (Lagidium viscacia)

Vizcacha (Lagidium viscacia). Créditos: ©Bernardita Julio
Vizcacha (Lagidium viscacia). Créditos: ©Bernardita Julio

También conocida como vizcacha de montaña (Lagidium viscacia), es un roedor diurno nativo de Sudamérica, que se encuentra en el extremo sur de Perú, el oeste y centro de Bolivia, el norte y centro de Chile y el oeste de Argentina. En Chile, puede encontrarse entre las regiones de Arica y Los Lagos.

Habita terrenos montañosos escarpados y rocosos, generalmente desérticos o con escasa vegetación, entre los 2.000 y 5.000 msnm. Suelen encontrarse entre rocas, grietas rocosas, montones de cantos rodados y acantilados verticales en áreas secas y semiáridas del altiplano de los Andes, también en hábitats prepuna, desierto frío de altura y estepas patagónicas.

Vale decir que para las vizcachas las rocas son esenciales porque proveen sitios seguros para asolearse, descansar, hacer nidos y refugiarse de depredadores.

Vizcacha (Lagidium viscacia). Créditos: ©Moris Muñoz
Vizcacha (Lagidium viscacia). Créditos: ©Moris Muñoz

Estos animales son diurnos y más activos cerca del amanecer y el atardecer. Pasan el día posado en una roca tomando el sol, aseándose o descansando. Asimismo, son expertos en moverse sobre superficies rocosas, siendo muy ágiles y diestros en sus desplazamientos. Se mueven sin dificultad entre las rocas e incluso pueden saltar de una cornisa a otra usando su cola como balancín.

Las vizcachas no hibernan y, por lo tanto, durante el invierno, cuando las temperaturas son muy bajas y el alimento escaso, puede descender a menores alturas. Se alimentan en áreas próximas a su refugio o en áreas más lejanas donde buscan de manera preferencial gramíneas, que constituyen el ítem principal de su dieta. En menor proporción consumen arbustos, hierbas, musgos y líquenes

Se caracterizan por ser roedores muy inteligentes, que han desarrollado adaptaciones únicas para sobrevivir en regiones frías y altas, como la cordillera de los Andes. Asimismo, por ser animales muy sociales. Viven en grupos familiares, que pueden llegar a formar colonias muy numerosas. Cada familia, integrada por una pareja y sus hijos, usa su propio refugio natural, entre las grietas o rocas.

Vizcacha (Lagidium viscacia). Créditos: ©Estampa Verde
Vizcacha (Lagidium viscacia). Créditos: ©Estampa Verde

La vizcacha es una especie común y abundante, pero es propensa a grandes cambios en la población debido a condiciones climáticas adversas. Asimismo, sus poblaciones están disminuyendo debido a la caza de los pueblos locales (por su carne y su pelaje), pero no hasta el punto de reducir significativamente su número. En Chile, se encuentra catalogada como en Preocupación Menor (LC) según el Reglamento de Clasificación de Especies Silvestres y En Peligro de Extinción (EP) según Ley de Caza.

En Chile también habitan otras dos especies de vizcacha, la vizcacha peruana (Lagidium peruanum) y la vizcacha de la Patagonia (Lagidium wolffsohni).

Ratón orejudo de Darwin (Phyllotis darwini)

Ratón Orejudo de Darwin (Phyllotis darwini). Créditos: ©Ariel Cabrera Foix
Ratón Orejudo de Darwin (Phyllotis darwini). Créditos: ©Ariel Cabrera Foix

El ratón orejudo de Darwin es un roedor robusto, de entre 9 a 12 cm de largo de cabeza a tronco y cola de 9 a 13 cm, con orejas proporcionalmente grandes que lo hacen destacar entre sus pares. Su pelaje es denso y sedoso y de coloración general café ocre.

Endémico de Chile, se encuentra en estepas, matorrales xerofíticos, bosques y matorrales esclerófilos entre las regiones de Antofagasta y La Araucanía, desde el nivel del mar hasta 2.000 metros de altura. Posee una dieta principalmente herbívora, especialmente en primavera. En verano su dieta se torna más granívora e insectívora.

Ratón Orejudo de Darwin (Phyllotis darwini). Créditos: ©Theo Fiedler
Ratón Orejudo de Darwin (Phyllotis darwini). Créditos: ©Theo Fiedler

Es de hábitos nocturnos y vive en solitario o en pequeñas colonias. Es un animal de gran vivacidad y velocidad de reacción, además, es conocido por ser un excelente trepador.

En Chile tenemos la suerte de contar con tres subespecies diferentes: Phyllotis darwini darwini, P.d. boedeckeri y P.d. fulvescens. La subespecie Phyllotis darwini darwini habita en la Región Metropolitana.

Está en la categoría de conservación “Preocupación Menor”, según constata la UICN, y no cuenta con problemas de conservación en el país.

Ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus)

Ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus). Créditos: ©Francisco Riquelme Tapia
Ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus). Créditos: ©Francisco Riquelme Tapia

El ratón de cola larga o colilargo (Oligoryzomys longicaudatus) es un roedor nativo de Chile y en Argentina, que vive en sectores precordilleranos, zonas rurales y cerca de cursos de agua, a menos de 2000 m s. n. m. En Chile, se encuentra desde la Región de Coquimbo hasta Tierra del Fuego.

Es una importante especie de las comunidades de pequeños mamíferos chilenos, con una característica ecológica que es su gran movilidad y extenso ámbito de hogar. Es llamado “colilargo” o “de cola larga” puesto que su cola mide dos veces su cuerpo: El cuerpo mide entre 6 y 8 cm mientras que la cola alcanza los 11 y 15 cm de longitud.

Ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus). Créditos: ©Ngen_foyentu en iNaturalist
Ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus). Créditos: ©Ngen_foyentu en iNaturalist

Es de hábitos nocturnos, aunque tiene periodos de actividad crepuscular. Es un pequeño saltador, que se desplaza dando saltos entre los árboles, desplazándose por el dosel del matorral y árboles de poca altura. Se alimenta de semillas, frutos, pequeños artrópodos, pequeños reptiles y hongos.

Un 5 % de los ejemplares de esta especie es portador del virus hantavirus y lo puede transmitir a los humanos a través del contacto con heces, orina, saliva, mordeduras o contacto directo, también al inhalar aire contaminado con algunos de los medios anteriores, provocando una enfermedad denominada síndrome pulmonar por hantavirus que tiene alta mortalidad.

Ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus). Créditos: ©Yamil Hussein E.
Ratón colilargo (Oligoryzomys longicaudatus). Créditos: ©Yamil Hussein E.

A la fecha no existe un tratamiento específico para esta enfermedad, por lo que la prevención sigue siendo el arma más importante. Esto significa minimizar los factores de riesgo de esta enfermedad, esto es, evitar los lugares que tengan evidencia de la presencia de roedores, transitar por senderos o caminos habilitados, acampar en lugares impíos y abiertos, y usar protección respiratoria al momento de limpiar lugares que tengan presencia de orina o feca de ratones.

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