El desafío para coexistir con la serpiente de cola larga: el reptil único de Chile que es víctima de accidentes, ataques y maltratos
Solo vive en Chile y bate el récord entre sus pares por tener la distribución latitudinal más grande del mundo. Nos referimos a la serpiente de cola larga, que habita no solo en el desierto, matorrales y bosques, sino también en populosas ciudades como Santiago. Pese a ello, los humanos aún no aprendemos a coexistir con estos reptiles, los cuales son víctimas de accidentes, maltratos y ataques de perros y gatos. Así lo demuestran los casos que llegan a centros de rescate de fauna silvestre, los cuales también reciben culebras que cruzan el país como viajeras accidentales. Para devolverlas a su hábitat, la rehabilitación, la genética y barreras naturales (como el río Maipo) son claves. ¿Por qué? Descúbrelo a continuación.
Habita en muchos rincones, aunque suele pasar desapercibida. Con su espigado cuerpo amarillo ocre, serpentea no solo en ecosistemas como el sur del desierto de Atacama, matorrales y bosques, sino también en parques y zonas urbanas, incluyendo lugares impensados para algunos, como Santiago centro. Se trata de la serpiente de cola larga (Philodryas chamissonis), la culebra más abundante y de mayor presencia en Chile.
De hecho, este reptil – que es endémico, es decir, solo vive en Chile – encabeza el ranking como la serpiente que tiene la distribución latitudinal más grande del mundo, superando a sus pares de otros continentes. No es de extrañar, ya que es moradora exclusiva de esta larga y angosta franja de tierra, que es tan alargada como ella misma. Pero pese a su vasta presencia, los humanos aún no hemos aprendido a coexistir con ella. Por el contrario, el temor y el desconocimiento han convertido a la culebra de cola larga en víctima frecuente de accidentes, ataques y maltratos.
“Generalmente, todas las serpientes ingresan al centro de rehabilitación del zoológico porque las encuentran en una casa, en la calle, o por ataques de carnívoros domésticos como gatos y perros. Hace poco supimos de una serpiente mordida por un gato, con una lesión horrible porque tenía muchas heridas en el cuello. Hay otros casos preocupantes que son literalmente de maltrato animal, como unas serpientes que fueron metidas dentro de unas botellas plásticas con agua”, relata Osvaldo Cabeza, supervisor de Herpetología del Herpetario del Zoológico Nacional, cuyo centro de rehabilitación recibe casos de diversos tipos.
Aunque los centros de rehabilitación de fauna silvestre suelen recibir en gran medida aves y zorros, la herpetofauna – es decir, anfibios y reptiles – suelen ocupar el penúltimo lugar, en términos de cantidad de ingresos. Pero si miramos solo a ese grupo, las serpientes de cola larga representan el mayor número de pacientes.
Así lo explica Nicole Sallaberry, directora de la Unidad de Rehabilitación de Fauna Silvestre (UFAS) de la Universidad Andrés Bello – Buin Zoo. “Generalmente la gente no mira mucho a las serpientes de cola larga. Viven en Santiago centro, en todos lados. Las hemos encontrado en distintos parques y zonas verdes de la capital, pero la gente no las observa realmente porque para ellos no es una prioridad. Otra razón por la que creemos que no ingresan mucho a los centros de rehabilitación es porque a la gente no le dan pena. Por lo tanto, si encuentran a una serpiente herida, la dejan ahí nomás, o también porque les da susto, ya que existe harta ofidiofobia”, asegura.
Amenazas y viajeras accidentales
La culebra de cola larga es herpetófaga, es decir, se alimenta principalmente de reptiles y anfibios, aunque también de otros animales como aves y roedores. De contextura delgada, puede alcanzar hasta los dos metros de largo y, además, se reproduce de forma ovípara, o sea, a través del depósito y fecundación de huevos.
De hecho, fue hace más de una década cuando dos culebras – un macho y una hembra – llegaron a las dependencias del Zoológico Nacional. En ese entonces, Cabeza recién incursionaba en el intrincado mundo de la herpetología, y para darles las mejores condiciones, comenzó a replicar el hábitat de estos ofidios. La sorpresa vino después, cuando logró presenciar y describir en detalle – por primera vez para la ciencia – la reproducción de estas serpientes en cautiverio.
“Vi la cópula de la serpiente. No pude grabarlo, hasta hoy me arrepiento, pero lo interesante es que pusieron los huevos, los incubaron y nacieron serpientes. Así logramos conocer los parámetros ambientales de esta especie, reproduciendo a la serpiente chilena por primera vez en cautiverio. Pasé día y noche pegado, mirando, para verlas nacer. Es espectacular cuando rompen el huevito, sale la burbujita y se asoma la cabecita. Nacieron 7 de 16 huevos, y esas crías se reintrodujeron al hábitat. Esos datos nos sirven hasta el día de hoy, porque nos llegan serpientes que están heridas y ponen los huevos acá”, relata
En cuanto a la distribución de esta especie, habita entre las regiones de Atacama y Los Lagos, específicamente desde Copiapó hasta Puerto Montt, aunque el Ministerio del Medio Ambiente señala algunos registros en Paposo, en la Región de Antofagasta, y Valdivia, en la Región de Los Ríos.
Su amplia presencia en estos parajes ha motivado que su estado de conservación sea clasificado en “preocupación menor”, lo que no significa que este reptil esté libre de problemas.
Al igual que numerosas especies, la pérdida e intervención de su hábitat se erige como su principal amenaza.
“También está el maltrato. A muchas las matan por miedo y desconocimiento”, sostiene Cabeza. En efecto, han sido varios los casos de maltrato que llegan a los centros de rescate y rehabilitación, ya sea de serpientes que son golpeadas con palos o piedras, pisadas, cortadas con cuchillos o el caso de las dos culebras que fueron introducidas en botellas por niños, tal como lo adelantamos en un inicio.
Fue hace cerca de cinco años cuando llegaron las dos malogradas serpientes. “A cada una la metieron dentro de una botella, les echaron agua y pusieron la tapa. No sabemos cómo fue el proceso para meter a las serpientes dentro de esas botellas, pero según me contó el señor que las trajo, los niños estaban jugando con ellas, haciéndolas rodar cerro abajo. Fue horrible”.
Pese a lo anterior, los ofidios no quedaron con un daño físico considerable, aunque al mojarse y enfriarse, su metabolismo bajó, por lo que los pacientes presentaban movimientos erráticos y lentos. Luego de un periodo de cuidados y rehabilitación, ambos animales fueron reintroducidos en su hábitat.
Otro factor que estaría volviéndose más frecuente, y que lleva a estos reptiles a los centros de rehabilitación, son los ataques de perros y gatos. Estos carnívoros exóticos no son depredadores originarios de los ecosistemas locales, por tanto, la presión que ejercen sobre la fauna nativa es importante. Como es de esperarse, las serpientes tampoco se salvan.
Según detalla la directora de UFAS, cuando llegan serpientes por esta causa, su pronóstico ya es desfavorable, no solo por el estrés que les produce el ataque en sí, sino también porque las mordidas de canes y felinos domésticos pueden producir heridas superficiales y destrozar órganos internos. Además, desencadenan con frecuencia infecciones en estos reptiles, ya que en la cavidad oral de perros y gatos existen bacterias como Pasteurella multocida. Por ello las serpientes requieren curaciones quirúrgicas, así como el suministro de antibióticos y analgésicos.
“Muchas veces la gente cree que los reptiles no sienten dolor. Eso es completamente falso, ya que sí sienten dolor, entonces es importante darles analgésicos. La recuperación médica en esta especie es más larga, a diferencia de otras especies donde la recuperación etológica [conductual] es más compleja. Por eso, luego de que pasan por la rehabilitación médica, se hace una rehabilitación etológica, donde se colocan en un recinto o terrario bien extenso, para que puedan moverse y enterrarse si quieren. Se entierran harto en el sustrato, esa conducta no está descrita en la literatura, pero en cautiverio ocurre siempre”, precisa Sallaberry.
En palabras simples, la recuperación médica sería más compleja y larga por el metabolismo bajo de las serpientes. Por ejemplo, si un mamífero necesita una curación de siete días, uno de estos reptiles podría requerir dos meses o más para reponerse.
Aun así, el enriquecimiento ambiental es igual de importante para recobrar la conducta de estas culebras. Para ello instalan ramas, rocas, e incluso cartones en su terrario, para así emular las estructuras, cavidades y refugios que ocuparían en su hábitat natural. También se chequean sus comportamientos de caza, con el fin de verificar que estén preparadas para retornar a la vida silvestre. Cuando lo están, varias son liberadas con nanochips subcutáneos, para identificarlas en caso de que arriben nuevamente a otro centro de rehabilitación.
Otra amenaza importante, que a todas luces está subestimada, son los atropellos. Estos reptiles son ectotermos, es decir, su temperatura corporal depende principalmente de fuentes de calor externas, aumentando o disminuyendo con la temperatura del entorno. Por ello buscan lugares para poder calentarse. “Las zonas muy buenas para eso serían carreteras y caminos rurales. Hemos visto que una gran cantidad de individuos mueren atropellados, cuando están en caminos rurales tomando sol”, detalla la investigadora, quien agrega que para un estudio sobre la genética de esta especie, el 68% de las muestras colectadas correspondieron a individuos encontrados muertos por actividad humana. De esa cifra, el 98% murió por atropellos.
El tráfico y tenencia ilegal ha sido otro problema, pese a que esta especie está protegida por la Ley de Caza. Se ha reportado la venta ilícita en ferias libres – como la feria Cardenal Caro, en Santiago – donde se han detectado serpientes de cola larga e iguanas chilenas que son ofrecidas como iguanas verdes (una especie foránea). También son extraídas directamente de su hábitat, lo que ha derivado en severos problemas de salud para estos reptiles.
No obstante, también hay serpientes que llegan a los centros de rehabilitación por otros motivos, al convertirse – por ejemplo – en viajeras accidentales.
Una vez llamaron a Sallaberry por una serpiente de cola larga en la Región de Magallanes. Recordemos que este animal no habita en el extremo sur. Lo que podría haber sido el herpeto-hallazgo del siglo, fue en realidad un reptil que llegó a tierras magallánicas de “polizón”, es decir, se transportó accidentalmente en una embarcación que zarpó desde la zona central de Chile.
“Otras serpientes, por ejemplo, se meten en los autos porque está más calentito, y viajan de una región a otra. Ahí tenemos que investigar de dónde vienen para poder devolverlo a su hábitat”, agrega el encargado del Herpetario del Zoológico Nacional.
Lo anterior no es trivial, ya que las serpientes no pueden ser reintroducidas en cualquier lugar.
Río torrentoso, genética y retorno a la libertad
En culturas como las andinas, las serpientes simbolizan las aguas. Y así como las representan, han sido definidas – en amplio sentido – por el poderío de los ríos desde tiempos pretéritos.
Hace varios años, hallaron una serpiente de cola larga en una feria de frutas y verduras, en Santiago centro. El animal tenía una morfología pseudo melánica, es decir, presentaba manchas negras en el cuerpo. La liberación hubiera sido tarea fácil, pero el gran problema es que esta variación fenotípica se ha reportado solo en poblaciones de serpientes que habitan desde el sur del río Maipo – que serpentea en la zona central – hasta Puerto Montt.
Sin embargo, la serpiente en cuestión fue encontrada en la feria que se ubica al norte del río Maipo, donde no se ha descrito este tipo de morfología. Tampoco se sabía desde dónde viajó, lo que dificultó las cosas.
¿Por qué esto sería un obstáculo a la hora de liberar a una culebra?
Sallaberry, quien publicó un estudio sobre la genética de esta especie, lo explica: “La serpiente de cola larga, por tener una distribución latitudinal tan marcada, tienen diferencias genéticas marcadas, y por lo tanto, no es lo mismo liberarla en cualquier parte. Puede vivir desde Puerto Montt a Copiapó, pero si encuentras un individuo que viene de Santiago Centro, tiene que ser liberado en Santiago, porque justo al sur del río Maipo, en Buin, el cambio genético es tan extremo, que son Unidades Evolutivamente Significativas. O sea, ellos evolucionaron separados, porque el río Maipo hace millones de años atrás, era un río torrencial que generó una barrera, y separó las poblaciones. Entonces, un individuo al norte del río Maipo es muy distinto a uno al sur del río Maipo. Morfológicamente son iguales, pero genéticamente no”.
Si los individuos o poblaciones de una misma especie son muy distintos genéticamente, puede ocurrir lo que se denomina como “depresión exogámica”, que puede derivar por ejemplo en problemas reproductivos. Dicho en palabras simples, las poblaciones son de la misma especie en términos estrictos, pero sus conductas, hábitos e historia de vida hace que puedan tener esas dificultades, por haber evolucionado separadas por millones de años.
En el caso concreto de la serpiente de cola larga, si bien faltan estudios sobre esta arista, la precaución de los expertos hace que no los reintroduzcan en cualquier sitio. Siempre deben ser liberados en su localidad de origen.
La buena noticia es que, paralelo a la serpiente de la feria, llegó al Zoológico Nacional otro ejemplar que fue encontrado dentro de un auto que viajó desde el sur de Chile a la capital. Tampoco se tenía certeza de dónde provino el segundo reptil, por lo que Cabeza y Sallaberry acudieron a un laboratorio de biología molecular para hacer el análisis genético a los dos individuos de procedencia desconocida.
Así descubrieron que ambos reptiles pertenecían, efectivamente, a poblaciones que viven al sur del río Maipo.
De ese modo, las aguas definieron su camino a la libertad.
No hay futuro sin coexistencia
“La serpiente chilena cumple un rol importante en los ecosistemas, como es controlar plagas. También son alimento de otros animales, como aves rapaces y zorros, entonces si desaparecen las serpientes, afectas a las demás especies”, recalca el encargado del Herpetario.
Pese a ello, una de las respuestas más frecuentes que despierta la culebra es el miedo. Cabeza detalla que esta especie es tímida y huye del humano, por lo que la única forma de que ataque es si se siente acorralada, acosada y amenazada. En ese sentido, el ofidio suele advertir antes de proceder, aplanándose, abriendo la mandíbula y levantándose “con aires de cobra”.
De hecho, un estudio que analizó la literatura sobre accidentes ofídicos entre los años 1834 y 2019, señala – entre otras cosas – que las mordeduras producidas por la culebra de cola larga se debieron, principalmente, a que fueron manipuladas de forma inadecuada. Además, según los reportes, todos los hechos ocurrieron durante el verano, y los ejemplares mordieron las extremidades superiores, en especial los dedos.
Dado que sus colmillos inoculadores están por atrás de la mandíbula, es frecuente que esta serpiente no alcance a inyectar el veneno. Y aunque falta investigación sobre este tópico, la evidencia disponible indica que su veneno no es mortal para el ser humano. Aun así, los accidentes ofídicos deben tomarse en serio, pues cada persona reacciona distinto. La mordedura puede ser inicialmente indolora, pero luego el paciente puede experimentar un intenso dolor e hinchazón en el sitio afectado, entre otros síntomas.
En definitiva, se recomienda mantener la calma y tomar distancia. “Si una persona le tiene miedo a las serpientes, que no la mate, lo mejor es que se vaya. La serpiente no la va a seguir, se va a arrancar. Y si una persona no le tiene miedo, sugerimos que no la toque. La idea es que la mire, le saque fotos y aprecie la oportunidad espectacular de verla, ya que es super difícil de ver en la vida silvestre. El principal llamado es a no manipularla, para no ocasionarle un estrés innecesario. A diferencia de aves o mamíferos, la serpiente muestra que está estresada de una forma que mucha gente no sabe leer, entonces, lo mejor es que no la toquen”.
La tenencia responsable de mascotas es otro deber para la coexistencia respetuosa entre humanos y animales silvestres. Eso parte por mantener a perros y gatos bien cuidados y confinados en sus casas.
“Los gatos tienen que estar puertas adentro, tenemos que cambiar esa perspectiva del chileno que cree que los gatos tienen que andar por fuera de las casas. Tienen que ser indoor estrictos porque la cantidad de muertes que generan afuera, incluyendo de serpientes, es altísima”, complementa Sallaberry, quien invita incluso a replantearse el estilo de vida, preocuparse de la política y disminuir el consumismo. De ese modo, dice, se evita promover que ciertas actividades y grandes empresas sigan arrasando hábitats donde vive la fauna nativa, en especial considerando que muchas veces la herpetofauna tiene dificultades para escapar o reubicarse.
Manejar con cuidado en caminos y carreteras para evitar atropellos es otra recomendación. Algunos sugieren incluso instalar barreras en las vías, para impedir que las serpientes se expongan a estos accidentes.
Para Sallaberry, “lo más importante es aumentar la educación sobre esta especie en la sociedad. Chile tiene un alto endemismo de flora y fauna, pero el mayor endemismo se encuentra en la herpetofauna, debido a que son animales que no se pueden mover mucho y a que la cordillera de los Andes es tan alta, y una barrera tan espectacular, que no deja pasar a la herpetofauna ovípara. Este endemismo es muy necesario, tenemos que conservar a las especies, los ecosistemas y la diversidad genética de estas especies que solo viven acá”.