Desde el estallido social de octubre, la necesidad de realizar cambios estructurales para dar término a las enormes desigualdades que se viven en Chile, se ha vuelto cada vez más patente. La actual pandemia, también ha reforzado esas distancias y junto a ello, la importancia de entender que el ser humano y la naturaleza, son parte de una misma alianza en la cual, sus interacciones son determinantes para el bienestar y salud, tanto nuestra como de otras especies.

Patagonia ©Paula Díaz Levi
©Paula Díaz Levi

En ese contexto, y con la añoranza de un Plebiscito que abra las puertas a desarrollar una nueva Constitución para Chile, el investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, y de la Universidad de Concepción, Lohengrin Cavieres, está convencido de que debemos incorporar a la diversidad biológica en una próxima Carta Magna. Y no sólo eso. También, asegura que es fundamental realizar un profundo cambio cultural y de paradigma, que considere una mirada integrada de los ecosistemas, el acceso igualitario a la naturaleza y la protección de nuestro entorno, por sobre los intereses extractivistas que predominan en Chile y Sudamérica.

“En el artículo 19, N°8 de nuestra actual Constitución, se establece el derecho a vivir en un medioambiente libre de contaminación, pero no se ha instituido una mirada que realmente aborde la integridad de los ecosistemas. Así es como, toda visión o defensa a la naturaleza actual tiene un enfoque antropocéntrico”, comenta el Doctor en Ciencias, quien realizó hace unas semanas una charla virtual sobre este tema, en el marco del quinto Café Científico IEB.

Incluir la biodiversidad

¿Por qué es tan importante integrar a la biodiversidad en nuestras bases políticas? Este concepto, que incluye a la gran variedad de animales, plantas, hongos y microorganismos que habitan sobre la Tierra, los múltiples ecosistemas y las diferencias genéticas que existen en cada especie, es nuestro gran patrimonio natural del que todos dependemos para nuestra subsistencia. Sin embargo, múltiples estudios e informes revelan que la diversidad biológica está disminuyendo precipitadamente en nuestro planeta, fenómeno que a su vez, también aumenta el riesgo de aparición y propagación de nuevas enfermedades infecciosas y pandemias, como el coronavirus. Al respecto, la ONU estima que al menos 1 millón de especies de animales y plantas están en peligro de extinción, y que la fuerte actividad antropogénica ha alterado tres cuartos del medio ambiente terrestre, y cerca del 66% del medio marino.

Araucarias en Conguillío ©Paula Díaz Levi
©Paula Díaz Levi

“El informe IPBES, también señala que la gran pérdida de biodiversidad está relacionada, fundamentalmente, con el cambio de uso de suelo, la extracción energética y de los recursos naturales”, comenta Cavieres.

En ese contexto, el ecólogo afirma que la biodiversidad, como objeto de protección, es un tema que debe estar resguardado en nuestra convivencia y en una nueva Constitución, razón por la cual “debemos buscar que todas sus dimensiones queden contempladas”. Para ello, aborda el ejemplo de Sudamérica y naciones como Colombia o Ecuador, que han sido pioneras en incluir el concepto de biodiversidad en sus constituciones, y considerar una visión ecosistémica más integrada dentro de sus prioridades.

No obstante, Cavieres afirma que el reconocimiento de este panorama en el papel, no ha sido suficiente en América Latina, y que aún se requiere de una mayor concordancia a nivel de las acciones en el plano político, económico y ciudadano.

“Es interesante que este reconocimiento de la biodiversidad esté surgiendo en Sudamérica, territorio que es gran proveedor de materias primeras. Sin embargo, es paradójico que estemos manifestando la protección del medioambiente, cuando en realidad nos estamos conectando más desde una mirada extractivista, lo que muestra una falta de conexión entre el querer y el hacer. Y es ahí donde debemos avanzar”, asegura el académico de la Universidad de Concepción.

Matorral semiárido Fray Jorge ©Paula Díaz Levi
©Paula Díaz Levi

Al respecto, el científico señala que otra dificultad, es que el derecho fundamental a proteger los equilibrios ecológicos, tiende a chocar con la actividad económica y los argumentos economicistas que indican otras prioridades y necesidades básicas por cubrir: “Se cree que la protección de biodiversidad no genera ingresos económicos y se prioriza la mirada extractivista. Pero con la pandemia por Covid nos hemos damos cuenta que esto es una falacia, y que hemos llegado a un punto de explotación tal de la naturaleza, que ahora nos tiene inmersos en una crisis sanitaria producto de este virus”.

Las deudas en Chile

Un informe del Centro de Estudios Ambientales de la Universidad de Chile, reveló que tenemos alrededor de 35 mil especies conocidas en el país, pero solo para un 3,3% de ellas se ha estudiado su grado de vulnerabilidad. Entre estas especies que están en alguna categoría de conservación, 592 son plantas, 523 animales y 44 son hongos. Y de ese total, el 65% se encuentra peligro crítico o en estado vulnerable. Del mismo modo, se estima que faltaría un 90% de especies por conocer.

Frente a este panorama, Cavieres advierte que, junto a la realización de un nuevo proceso constituyente, Chile tiene varios desafíos por delante. “Tenemos que avanzar en una forma de mirar a la naturaleza, de la cual somos parte. Dentro de eso, es necesario recordar que no se puede amar lo que no se conoce, ni menos defender lo que no se ama”, asegura.

Por eso mismo, señala que una meta importante a nivel científico, es seguir trabajando para dar a conocer y clasificar la enorme diversidad biológica de nuestro país y, al mismo tiempo, promover la protección de los ecosistemas, muchos de los cuales están dentro de un hotspot («punto caliente») de biodiversidad a nivel mundial, pero están amenazados. Por otro lado, comenta que las metas comprometidas por el gobierno de aquí al 2030, sobre el uso sustentable de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, son mezquinas, y que los objetivos medioambientales deben cobrar mayor importancia ahora, en el presente.

Estamos perdiendo nuestra biodiversidad por diversas acciones. Ejemplo de ello, es la explotación de cerros en la Quinta Región, con la finalidad de plantar paltos. Y no sólo allí.  En nuestro país se sigue permitiendo barrer y quemar los hábitats e introducir especies no nativas, como el castor, la chinita arlequín y el abejorro europeo, que generan extinción de nuestra diversidad endémica. Esta intervención puede tener efectos sin retorno, y por eso, debemos preservar a tiempo. Asimismo, junto a un proceso constituyente que lo resguarde, es fundamental que existe un cambio social y cultural en la mirada, que nos haga entender que la transformación del paisaje nos influye a todos, y que debemos pensar en la salud integral de nuestro entorno y planeta”, asegura.

Deforestación paltos ©Fundación Terram (3)
Deforestación por paltos ©Fundación Terram 

En ese marco, también señala que no se puede seguir tolerando la expansión de las industrias y que los territorios en Chile deben ser manejados y protegidos de manera inteligente.

En esa misma dirección, el investigador del IEB, asegura que es crucial asegurar el derecho a la naturaleza y los beneficios que ésta otorga, a toda la ciudadanía, ayudando con esto, a romper las grandes brechas de desigualdad que existen en nuestro país. “Hay ejemplos que lo muestran. Estudios en el hemisferio norte señalan que los niveles de ataques cardíacos disminuyen en lugares donde hay más áreas verdes alrededor”, afirma Cavieres.

Reconocer nuevos saberes, como los de nuestros pueblos indígenas, y aportar conocimientos desde la educación escolar en adelante, son otras instancias fundamentales que, a juicio del ecólogo, podrán contribuir a este cambio urgente de mirada.

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