El chilco y sus singulares beneficios para la naturaleza
Nuestra colaboradora Andrea Riquelme nos cuenta más detalles del chilco (Fuchsia magellanica), un arbusto nativo de Chile y Argentina conocido por sus características flores en forma de campanita, y sus beneficios para la naturaleza. Además de un par de consejos para su uso ornamental en el jardín.
Todos lo conocemos por su característica flor: unas campanitas delgadas y simples, chillonas y duraderas, que esperan en las ramas tardíamente hasta el otoño, volviéndose alimento esencial para muchos de los que guardan abastecimiento para el invierno, como picaflores y abejas, quienes velozmente recolectan su néctar, sabiendo que éstas son las últimas reservas en escena.
Este famoso arbusto, Fuchsia magellanica, es nativo de Chile y Argentina, se encuentra entre los 0 y 2.000 msnm y en el país se distribuye entre la Región de Valparaíso y Magallanes, siendo especialmente abundante desde Llanquihue al sur. Es caduco, aperrado y rápido. Así es el chilco.
Puede llegar a crecer como un árbol –más de tres metros– y más aún si se encuentra con suficiente agua. Suele estar asociado a cursos de agua (ríos y lagos), donde crece abundantemente y por lo mismo su nombre, proveniente de la palabra “chil-ko” en mapudungún, significa «el que nace cerca del agua”.
Además, lo que muchos desconocen, es que esta planta nativa es comestible y tiene diversos beneficios para la salud. Las flores y hojas son usadas como infusiones medicinales reparadoras de la sangre, dolencias menstruales y renales entre otras y el fruto del chilco es comestible y muy decorativo. En la cultura mapuche, por ejemplo, las machi utilizan sus flores para hacer una infusión diurética.
Pero hay otro gran beneficio que tiene la Fuchsia magellanica: al ser rápido, caduco, grande, y de corteza leñosa que se desprende con facilidad, el chilco es un gran poblador. Inmediatamente genera un suelo vegetal a su alrededor, rico en materia, hojas y flores marchitas, que crean un manto orgánico, reteniendo el agua y dando un puntapié «colonizador» a cualquier semilla que caiga en sus fauces. Ésta, de seguro, encontrará prosperidad.
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Lo mismo pasa bajo tierra, y cercano a cursos de agua. Las raíces del chilco retienen y envuelven piedrecillas, arena y palitos, formando nidos bajo el agua. Estos nidos a su vez atrapan flores, hojas, cortezas y ramitas, creando nuevamente un sustrato que mantendrá un pequeño sistema y refugio de vida. Esta vez, sumergido.
Su uso ornamental
Sus flores coloridas, que también le dan el nombre de «pendiente de reina», lo hacen un arbusto muy ornamental. En invierno pierde todas las hojas y permanece como una gran estatua de ramas secas, por lo que –para mi gusto– hay que mantenerlo a raya con una poda anual en esta época. Aparte, sus ramas secas son ideales para astillas y encender fuego.
Al hacer jardines recomiendo mezclarlo con arbustos altos y medianos, perennes siempre, (recordando su muerte invernal), y el espacio «vacío» que ésta genera. Entonces, aconsejo apostar por su colorido floral sencillo, comparado con sus conocidas primas las «fucsias», con características del todo opuestas: dobles, arrepolladas y con las formas más rimbombantes que hay en el vestuario de las flores.
La madera del chilco es flexible y blanda mientras esté verde y viva. Al secarse pierde su condición elástica y se transforma en madera liviana y dura, ideal para cualquier trabajo de estructura en carpintería, aportando firmeza y ductilidad cuando se utiliza como tarugos o «clavos» de madera en unión de vigas. También es excelente para mangos de martillos o gubias usadas para tallar.
Así que hoy quiero invitarlos a que… ¡plantemos más chilcos! Estos útiles y lindos semilleros que aparecen en los bosques invadiendo el verde, en las laderas y cursos de agua, compartiendo el espacio con helechos y nalcas, como tapices dibujados por algún talentoso botánico y sirviendo de alimento para varios insectos.
Cuidémoslos, sobre todo hoy en día, cuando se hacen más “limpiezas de parcela» que de orillas de playa; raleos drásticos de terreno para emplazar casas. Aún así es una especie que sobrevive a las podas muy bajas, vuelve a salir y, si queremos eliminarlo por completo, debemos arrancarlo de raíz. Todo esto tiene un significado, ¿no?, ¡qué vivan los chilcos, y sus múltiples capacidades de vida!