El caso de Vida: la urgencia de recuperar la salud de los huemules en la Patagonia, reflejada en la enfermedad de una cría
El estado sanitario del huemul volvió a la palestra luego del hallazgo y posterior captura de una cría de dos meses, que presentaba seis abscesos en su cara y cuello. Primero se pensaba que la cervatilla, bautizada como Vida, padecía de linfoadenitis caseosa, una infección transmitida por el ganado. Sin embargo, los análisis de laboratorio apuntan a otra bacteria. Como sea, este caso recuerda la urgencia de controlar las acciones humanas que promueven las enfermedades en la fauna silvestre, y de dilucidar cuáles son los agentes infecciosos que afectan a estos ciervos, con el fin de recuperar la salud de esta especie en peligro de extinción.
Transcurría el 5 de enero de 2021 cuando se desarrolló un intenso operativo en el sector de Las Horquetas, un predio aledaño al Parque Nacional Cerro Castillo, en la Región de Aysén. ¿El motivo? Durante el día anterior, un guardaparque avistó a una cría de huemul de casi dos meses de edad que, pese a su breve existencia, presentaba la considerable suma de seis abscesos en su cara y cuello.
No es primera vez que uno de los principales refugios de esta especie en Chile protagoniza una escena de este tipo. Conocidos son los casos de huemules con protuberancias atribuidas a la linfoadenitis caseosa, una infección provocada por la bacteria Corynebacterium pseudotuberculosis que habría sido transmitida por el ganado ovino que se encuentra alrededor del Parque Nacional Cerro Castillo. La enfermedad puede detonar la muerte de estos ciervos que están en peligro de extinción, aunque las víctimas detectadas han correspondido – en su mayoría – a adultos, siendo contados los casos de crías al año. Sin embargo, este 2021 ya comenzó con reportes de al menos dos desafortunados cervatillos, siendo una pequeña hembra la que logró ser intervenida el pasado 5 de enero.
La cervatilla fue bautizada como Vida.
“Vimos que, efectivamente, eran impresionantes los abscesos. Las fotos no muestran la molestia que le generaba, e incluso le dificultaba mirar bien. Tomó un tiempo en que decidiéramos hacer y materializar la captura, porque las crías son especialmente nerviosas, bastante más que los adultos. Los adultos en esta zona están un poco más ‘habituados’ a la presencia humana, por decirlo de alguna manera, ya que están asociados a la Carretera Austral, pero para la cría es una situación completamente nueva que siente cerca de ella y su madre”, relata Cristián Saucedo, director de Rewilding de Tompkins Conservation Chile, fundación que participó en el operativo sanitario junto a médicos veterinarios del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y de la Corporación Nacional Forestal (CONAF).
En efecto, la cría se encontraba junto a su madre, a quien conocen como Peladita, una huemul que ha sido monitoreada por CONAF a través de la radio telemetría, y quien no ha presentado abscesos externos a la fecha. Para la captura de Vida se utilizaron dardos anestésicos, lo que permitió realizar un examen clínico, y un posterior drenaje y limpieza de todos los abscesos subcutáneos detectados. En paralelo, se le administraron medicamentos y vitaminas.
También se extrajeron muestras de sangre, materia fecal y contenido de los abscesos de la malograda cervatilla, para obtener más pistas sobre su estado de salud. Pese a que muchos creían que se trataba de otro caso de linfoadenitis caseosa, los resultados – que conocimos esta semana – sugirieron otra cosa.
Consultados por Ladera Sur, desde el SAG señalaron que el cultivo indicó el crecimiento de la bacteria Streptococcus tipo D, la cual no produce linfoadenitis caseosa. “Esta bacteria está en el medio ambiente y es de rápido crecimiento, a diferencia del Corynebacterium pseudotuberculosis”, informaron desde la institución.
Lo cierto es que hay varias bacterias que pueden producir abscesos, pero en el caso del huemul reina la incertidumbre. Por un lado, se desconoce el origen del Streptococcus tipo D en la población de estos ciervos en Chile. Tampoco existe certeza si este patógeno fue introducido o trasmitido por el ganado.
Al respecto, Saucedo comenta que “solo queda claro lo poco que sabemos y que, en la medida que se siga monitoreando, lo podremos entender mejor. Pero una cría en esas condiciones es muy posible que muera, por lo que la intervención se justifica al hablar de una especie en peligro de extinción y donde está el antecedente de linfoadenitis caseosa. La muestra puede no haber sido suficiente o que incluso se haya contaminado. El entendimiento y seguimiento de diferentes casos como éste permitirá un mejor manejo de la especie y apoyar acciones para una mejora del estado sanitario”.
Vida no es la única.
El abogado, fotógrafo y presidente de la Agrupación Cultural de Protección al Huemul de la Patagonia, Rodrigo de los Reyes, sospecha un posible aumento de crías enfermas. “Creemos que la prevalencia de las enfermedades se ha trasladado a los cervatillos, a las crías de huemul. Enfrentamos un escenario muy crítico, se lo hemos comunicado a la institucionalidad. Este tema lo advertimos en su momento, no teníamos reportes de crías en la cantidad que estamos registrando recién comenzando la primera quincena de enero”, asegura.
De hecho, y tal como lo adelantamos, el 2 de enero del presente año De los Reyes registró a otra cría de huemul con dos abscesos, la cual no ha sido capturada.
Si retrocedemos en el tiempo, se suma también otro ejemplo de una hembra adulta de huemul, de aproximadamente 5 años, que fue hallada muerta en noviembre de 2020, en el sector San Miguel, en Aysén. De acuerdo con la necropsia, el deceso se debió a la insuficiencia respiratoria por falla multisistémica, producida por múltiples abscesos que afectaron distintos órganos de su cuerpo, como el hígado y los pulmones.
Estos son solo algunos ejemplos recientes, sin contar todos aquellos que siguen en el anonimato.
El rol humano en las enfermedades
Cuando abordamos las amenazas que enfrentan los animales silvestres, lo primero que irrumpe en la mente son factores como la destrucción de hábitats o la contaminación, lo cual es indiscutiblemente real. Sin embargo, los problemas en su salud poco resuenan en la sociedad, pese a que la evidencia disponible revela que los humanos facilitamos, directa e indirectamente, la propagación de enfermedades en los animales salvajes.
Para hacerse una idea, acciones como la degradación y fragmentación de hábitats, o la introducción de especies exóticas en un ecosistema, no solo disminuyen la calidad de vida de la fauna silvestre que no puede cubrir sus necesidades básicas, sino que aumenta el contacto entre humanos, especies silvestres y animales domésticos, propiciando así la transmisión de patógenos.
En efecto, las enfermedades infecciosas emergentes en la fauna silvestre pueden desencadenarse por el contagio desde especies domésticas presentes en las proximidades, por la intervención humana que transporta a huéspedes y patógenos, y por otras fuentes sin participación directa de humanos o animales domésticos.
Aunque falta recabar evidencia al respecto, el problema se ha tornado tan grave que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) publicó recientemente un informe global sobre la urgencia de abordar la salud de la vida silvestre en el mundo.
El caso del huemul se ha convertido en un triste emblema de aquello.
No obstante, el nivel de desconocimiento sobre su condición sanitaria en Chile sigue siendo alto. Así lo cuenta Miguel Díaz, encargado nacional de Conservación de Fauna en la Gerencia de Áreas Silvestres Protegidas de CONAF. “Sabemos, pero no sabemos mucho. Hemos venido acumulando información desde la primera vez que comenzó el avistamiento de ejemplares de huemul con estas protuberancias visibles, básicamente por el interés ciudadano hacia el animal, que comenzó a enviar fotos y a denunciar”, señala el también médico veterinario.
Díaz se refiere a De los Reyes, quien reportó por primera vez en el año 2014 la presencia de un huemul con un absceso en su cara, denunciando el caso a las autoridades. En ese entonces, el animal se encontraba en el sector de Las Horquetas, el cual formaba parte de un predio particular al interior de lo que en ese momento aún era la Reserva Nacional Cerro Castillo.
Posteriormente, corría el año 2015 cuando la captura de un huemul macho adulto, que presentaba un absceso en la zona abdominal, permitió un análisis de laboratorio, dando así con el primer diagnóstico de la enfermedad: se trataba de la linfoadenitis caseosa. Luego, los estudios revelaron que la bacteria correspondía a la cepa que se encuentra en las ovejas.
El meollo está en que el huemul no ha coevolucionado con esos patógenos, provenientes de especies exóticas introducidas, lo que explica en parte el enorme impacto que estaría generando.
Desde entonces, los huemules que han sido detectados con abscesos – compatibles con linfoadenitis – se asocian a la Carretera Austral. Aún así, no existe una estimación porcentual rigurosa de los huemules infectados. Esto se debe, por un lado, a que no hay certeza acerca de sus números poblacionales en Cerro Castillo, aunque algunos calculan que allí viven alrededor de 50 individuos. Por otro lado, la conducta huidiza y elusiva de estos animales deriva en que muchos no son avistados por las personas, tengan o no signos visibles de enfermedad.
El director regional del SAG de Aysén, Matías Vial Orueta, detalla que “el hecho de no contar con una técnica diagnóstica temprana y no invasiva probablemente provoca una subestimación estadística, ya que se abordan aquellos individuos con sintomatología visual. Por este motivo, uno de nuestros ejes principales de trabajo es el desarrollo colaborativo junto a actores de la academia de técnicas de diagnóstico precoz, donde la opción más cercana sería contar con un PCR en base a materia fecal”.
Vial agrega que, a la fecha, existen 14 huemules que han sido capturados por presencia de abscesos externos – signología que es compatible con la linfoadenitis – y que han sido confirmados con la enfermedad mediante pruebas de laboratorio. “Es importante señalar que la presencia de esta bacteria solo ha sido diagnosticada en el Parque Nacional Cerro Castillo, en el predio que actualmente es de propiedad de Tompkins Conservation Chile (ex predio Zapata, sector Las Horquetas) y solo 1 caso en un macho en sector Lago Paloma”, especifica.
No obstante, la ausencia de estas protuberancias no garantiza un buen estado de salud.
El encargado nacional de Conservación de Fauna de CONAF detalla: “Es posible que, externamente, un animal no manifieste ningún síntoma, excepto que está flaco, que no se mueve bien, que tiene el pelaje hirsuto, o que tiene una condición corporal desmejorada. Pero si ese animal muere y le haces necropsia, encuentras que adentro está lleno de ‘abscesos’ que fueron los que le causaron la muerte definitiva. A medida que van dañando los órganos internos, el animal tiene que defenderse, va perdiendo las funciones fisiológicas normales, va bajando de peso, y es más fácil que se lo coma un puma, o que el frío cause una neumonía, y el animal termina muerto. Nosotros no sabemos cuántos animales han muerto de incógnito”.
Pero hay más.
La linfoadenitis caseosa no ha sido el único flagelo. De acuerdo con la evidencia disponible, el huemul ha contraído infecciones de distintos animales domésticos, que corresponden a especies introducidas en Chile, es decir, no son autóctonas del país.
Por nombrar algunos ejemplos, se han reportado huemules afectados por la diarrea viral bovina y la sarna ovina que, como acusan sus “apellidos”, habrían sido transmitidas por vacas y ovejas, respectivamente.
También se han visto afectados por el parapoxvirus. Esta infección produjo hace algunos años hasta un 40% de mortalidad en una población de huemules en el Parque Nacional Bernardo O’Higgins, y se caracteriza por generar hinchazón, cojera, pérdida parcial o completa de la pezuña, dolor severo y movilidad reducida. En los casos más graves, la enfermedad provocó la postración de los huemules enfermos. El origen de la infección se debería a la introducción ilegal de ganado vacuno en la zona en 1991.
Los perros también constituyen un factor de riesgo, pues estos carnívoros exóticos no solo hostigan, atacan y matan a huemules en áreas silvestres, sino que también pueden transmitirle parásitos a estos ciervos nativos.
Sin duda, la acción humana ha empujado a este heráldico animal por un camino cada vez más escarpado.
Hacia las propuestas y soluciones
Desde la institucionalidad informan que desde el año 2015 han definido junto a instituciones gubernamentales y universidades algunas líneas de trabajo, tales como el desarrollo de técnicas de diagnóstico y de una autovacuna. Además de otras iniciativas como la Comisión Intersectorial de Protección del Huemul, en el año 2019 se impulsó un programa donde se seleccionaron predios colindantes al Parque Nacional Cerro Castillo, con el fin de realizar un manejo sanitario del ganado, como la desparasitación externa e interna, vacunación para enfermedades clostridiales y una inspección clínica para pesquisar la presencia de abscesos. De esa forma, “se intervinieron siete predios con 784 ovinos y 23 predios con 468 bovinos. De los predios abordados, dos resultaron positivos a linfoadenitis caseosa”, precisa el director regional del SAG en Aysén.
Luego, el SAG y CONAF desarrollaron durante el 2020 el programa «Huemul campesino», en el cual se vacunaron y desparasitaron a animales domésticos en predios donde ocurría una mayor interacción de huemules con el ganado. En concreto, se intervinieron 449 ovejas, 586 vacas, 19 caballos y 47 perros. En esa ocasión también se incluyó a los dos lugares cuyos ovinos dieron positivo a la linfoadenitis caseosa en 2019.
Al respecto, el presidente de la Agrupación Cultural de Protección al Huemul recalca que “se valora esta iniciativa, pero llegó tarde. Este programa – que no es caro – se debería haber implementado apenas se tuvo conocimiento de que los huemules estaban infectados con linfoadenitis caseosa, y de que esta era una bacteria propia del ganado doméstico. A estas alturas, igual nos parece bien que se tomen estas medidas, pero ya son tardías porque los huemules ya están contagiados”.
En efecto, todo indicaría que los huemules se están contagiando entre ellos, ya sea de la bacteria de la linfoadenitis y probablemente de otros agentes infecciosos que siguen siendo de origen desconocido. Aunque esto último sigue en el terreno de la especulación.
Volviendo al lamentable caso de Vida, no se sabe cómo esta cría se contagió con la bacteria Streptococcus tipo D. Sin embargo, una posibilidad sería que la madre esté infectada, transmitiéndole el patógeno a su retoña a través de la placenta. Otra opción sería que la cervatilla se haya infectado por la mucosa oral o faríngea. Y aunque Vida se reencontró con su madre luego de la intervención veterinaria, quedan dudas sobre sus expectativas de supervivencia.
“El elemento nuevo acá es la cría con protuberancias, y la importancia de entender si hay más agentes involucrados, además del Corynebacterium pseudotuberculosis [que produce la linfoadenitis caseosa]. Si está comprometido el estado general de estas crías, podríamos perder una temporada reproductiva completa. Además, se trata de una cría que es hembra, eso puede traer consecuencias en el mediano y largo plazo sobre el crecimiento de la población”, advierte Saucedo.
Por ello, además de fortalecer la colaboración entre los distintos actores del ámbito público y privado, se busca crear un centro de rescate y rehabilitación regional que permita tratar a los huemules, considerando cuán compleja es su captura e intervención, dada la particular sensibilidad de estos animales salvajes.
“No puede ser que la región que concentra gran parte de la población de huemul en Chile no tenga un centro para tratarlos ante la contingencia, como huemules enfermos, atropellados, mordidos por perros, entre otros”, recalca De los Reyes, quien agrega que es apremiante realizar un censo nacional para actualizar la información sobre esta especie en Chile, y tratar este problema con una visión desde la medicina de la conservación, que involucre de forma activa y transparente a la comunidad local.
Precisamente, todos coinciden en la urgencia de abordar este problema desde el enfoque de ‘Una Salud’ (One health), considerando que la salud humana, animal y ecosistémica son interdependientes. Si uno de los tres se ve afectada, impactará inevitablemente al resto.
Saucedo enfatiza en que “el hecho de que tengamos huemules enfermos es señal de que hay algo en el medioambiente que tenemos que resolver, porque en el fondo es una señal del ecosistema de que las cosas no van bien, y que tenemos que hacernos cargo. Si tenemos un parque nacional, huemules y vecinos con ganado, no podemos preocuparnos solo del ganado o solo del huemul, sino que tenemos de abordarlo en su integridad, considerando las interrelaciones entre los involucrados, y esta combinación de espacios naturales con espacios productivos”.
Para De los Reyes, “estos son tiempos difíciles para la humanidad, pero también son difíciles para la fauna silvestre, y eso nos lleva a hablar de Una Salud. Es un año muy complicado porque tenemos que pasar a un nivel superior en lo que es la conservación. Ya no basta con la divulgación científica, porque son medidas que en su momento fueron oportunas y respondían a un periodo determinado, pero hoy son insuficientes. Hasta el día de hoy no hemos podido solucionar el problema concreto que afecta a los huemules de Aysén. No hay una vacuna y falta que dejemos de trabajar desde las trincheras para tener un dialogo franco entre la sociedad civil y las instituciones”.
“Lo que le pasa al humano le va a pasar al zorro, y lo que le pasa al zorro le va a pasar al huemul y al cóndor. Por eso tenemos que enfrentar todo esto desde una mirada integral”, remata.
Si observas un huemul con abscesos u otras lesiones, comunícate con el SAG de Aysén al teléfono 67-2263211.