El canto de los anfibios: Exploramos el fascinante mundo de la vocalización de ranas y sapos
¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a una rana o sapo cantar? Los anuros (ranas y sapos) son los únicos anfibios capaces de comunicarse a través de sonidos. Esta notable cualidad se logra gracias a estructuras morfológicas únicas que les permiten vocalizar, y un sistema de audición especializado para captar ondas sonoras. Sin embargo, la captación de estos sonidos es difícil, y en un mundo dónde el cambio climático amenaza la existencia de todas las especies, en Ladera Sur recopilamos los cantos de diez ranas y sapos chilenos para acercar estos animales a los lectores.
En las profundidades de los bosques maduros de Chile y Argentina, el silencio es roto por un agudo, pero suave silbido intermitente que puede engañar hasta al más capaz de los ornitólogos. ¿Se trata, quizás, de un ave trinando? Una inspección más minuciosa revela que no es el canto de un plumífero, sino el croar de una pequeñísima ranita de Darwin.
En el Orden de los anfibios (que incluye salamandras, tritones y cecilias), las únicas especies que se comunican a través de vocalizaciones audibles son los Anuros (ranas y sapos). Estos animales expulsan el aire contenido en los pulmones y este, al pasar por la laringe mediante contracciones musculares, hace vibrar las cuerdas vocales, lugar donde se genera finalmente el sonido.
El saco vocal de las ranas que, famosamente, se infla, no está necesariamente relacionado con la producción de sonido, sino más bien la modificación de este: hace que la resonancia sea más potente, grave o prolongada.
Finalmente, el sonido es recibido por el tímpano de los anfibios o, en el caso de no poseerlo, ciertas especies han desarrollado métodos extra timpánicos para recibir las ondas, por ejemplo, a través de la piel o cuerpo. Incluso, en otras partes del mundo existen anfibios que perciben el sonido a través de la mandíbula.
El tono del canto de una rana depende del tamaño de esta: mientras más pequeña, el sonido es más agudo, y mientras más grande, su croar será más grave. “Acá en Chile eso se da perfectamente. Por ejemplo, la ranita de Darwin, el anfibio más pequeño en Chile, tiene un silbido muy suavecito y la rana chilena, que es el anfibio más grande que tenemos, vocaliza sumamente ronco”, comenta Andy Charrier, herpetólogo, fotógrafo de naturaleza y colaborador de Ladera Sur.
Las ranas suelen desplegar sus cantos desde grupos corales en torno a cuerpos de agua. De acuerdo con el libro “Anfibios de los Bosques de la Zona Centro Sur y Patagonia de Chile”, el croar puede tener cuatro distintas funciones: reproductiva, de agresión y defensa.
Sin embargo, el canto en el contexto reproductivo, específicamente el canto de anuncio o apareamiento es el más común. Este canto es efectuado casi exclusivamente por machos, pero existen excepciones a esta regla, entre ellas la ranita de Darwin hembra. El anuncio tiene por objetivo regular la distancia con otros competidores, y dar señales que suelen atraer a las hembras.
Lamentablemente, es muy difícil poder estudiar el canto de los anfibios. Un ejemplo de esto es que, después de ocho años, aún no se ha podido registrar el canto de la rana de pecho espinoso de Cantillana (Alsodes cantillanensis), descubierta en 2015 por investigadores de la Universidad Católica y la Universidad de Chile, entre los que se encontraba Charrier. Otro ejemplo es el canto de la ranita de Darwin hembra. “En estricto rigor no está publicado. A mí me contaron que sucede desde el Zoológico Nacional (…), pero hay que estar metido en los bosques perdidos de Chiloé para eventualmente escucharlo”, comenta el herpetólogo.
Sin embargo, hay numerosos registros del canto de ranas que sí tenemos. En Ladera Sur hemos recopilado diez vocalizaciones de distintos anuros nativos de nuestro país, cedidos por el biólogo y doctor en ecología José Manuel Serrano, y el herpetólogo del Zoológico Nacional, Osvaldo Cabezas. Todos estos son cantos de apareamiento, según lo que explica Andy.
Los cantos de las ranas y sapos chilenos
Rana esmeralda (Hylorina sylvatica)
Rana chilena (Calyptocephalella gayi)
Rana de hojarasca austral (eupsophus calcaratus)
Sapito de Cuatro Ojos (Pleurodema thaul)
Rana de Darwin (Rhinoderma darwinii)
Sapo de pecho espinoso de Barrio (Alsodes barrioi)
Rana jaspeada (Batrachyla antartandica)
Rana moteada (Batrachyla leptopus)
Sapito de antifaz (Batrachyla taeniata)
Sapo hermoso (Telmatobufo venustus)
¿Por qué protegerlos?
Los anfibios son un componente importante de la biodiversidad en gran parte del planeta. En Chile, se reconocen 61 especies de anfibios a lo largo del país, de las cuales 40 son endémicas. De acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente, el estado de conservación actual de esta fauna es grave. Actualmente 10 especies se encuentran en Peligro Crítico, 22 En Peligro, 11 Vulnerables, 9 sin información suficiente y 7 en Preocupación Menor. Sus principales amenazas son la destrucción de su hábitat, el cambio climático, sequías y la contaminación ambiental, entre otras.
Andy Charrier junto al herpetólogo Mario Penna, en un esfuerzo por visibilizar y difundir las características de estas especies, publicaron en 2021 un álbum sonoro destinado al público infantil, sobre vocalizaciones de ranas y sapos. “Hay un tremendo desconocimiento. Se sabe mucho de las aves, se sabe mucho de los mamíferos, pero se sabe muy poco de las especies de anfibios presentes en Chile”, comenta.
Sobre enfocar sus esfuerzos de difusión en la niñez, Charrier reflexiona: “La solución ya no está en manos de los adultos. Pero si uno sensibiliza a los más chicos, en algún momento ellos sí van a ser tomadores de decisiones (…). Yo tengo la esperanza de que un libro como Croares inspire a niños a darse cuenta de que este planeta lo estamos compartiendo con una serie de otras especies, y que tienen tanto o más derecho a vivir ahí que nosotros. Ellos estaban aquí antes que nosotros”.
De todas las vocalizaciones de anfibios de la naturaleza que ha presenciado, destaca el canto de especies como las Bathrachyla, y la rana esmeralda. “Pero yo diría que lo que más me gustaría es volver a caminar por los bosques de la zona central, y algún día volver a escuchar la Rhinoderma rufum, que es la ranita extinta. Espero que algún día alguien la vuelva a encontrar”, concluye.