La ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii) es un emblema indiscutido de los bosques australes de Chile y Argentina. Su nariz prolongada y coloración que varía del café oscuro hasta el verde brillante, hacen de éste un animal inconfundible. Lo que muchos desconocen es que este anfibio no ha estado solo, pues tiene una especie hermana con la cual coexistía en ciertos lugares, además de compartir varias similitudes. Nos referimos al sapito vaquero o ranita de Darwin del Norte (Rhinoderma rufum), aquella que en los años 70 era común de ver en los bosques y quebradas de la cordillera de la Costa, e incluso en los jardines de algunas casas.

Representación de Rhinoderma rufum ©Carlos Laporte
Representación de sapito vaquero Rhinoderma rufum ©Carlos Laporte

Sin embargo, la última vez que se vio a la ranita de Darwin del norte fue en 1981, cuando el destacado herpetólogo Ramón Formas encontró a la especie en Ramadillas, en la Región del Biobío. Desde entonces, no se han reportado señales de vida de este anfibio que es endémico – exclusivo – de Chile. Por lo mismo, investigadores y entidades como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la consideran en “peligro crítico” e incluso como posiblemente extinta, lo que continúa siendo un enigma hasta la actualidad.

Rhinoderma rufum era una especie abundante hasta los años 70, desde cuando se produjo una rápida declinación hasta su posible extinción en los 80. Por ejemplo, en octubre de 1975 en Chiguayante (Concepción) una persona colectó 181 individuos en dos días. El último registro que se tiene de la especie es del año 1981 en Ramadillas, por el profesor Ramón Formas de la Universidad Austral de Chile”, relata el Dr. Claudio Azat, director del Centro de Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello, quien agrega que “posiblemente es el primer vertebrado endémico en alcanzar la extinción en tiempos modernos”.

Ranita de Darwin del norte (Rhinoderma rufum) Museo de Hamburgo. ©Claudio Azat
Sapito vaquero o ranita de Darwin del norte (Rhinoderma rufum), Museo de Hamburgo ©Claudio Azat

El investigador y académico de la Universidad Católica de Temuco, Dr. César Cuevas Palma, señala que “según los criterios de la UICN, para que una especie sea declarada extinta, se debe tener la certeza de que el último individuo vivo en la vida silvestre se murió, y esa certeza no la tenemos aún, porque los esfuerzos para encontrarla han sido individuales, y hay propiedades privadas donde se conservan formaciones de bosque nativo en mejores condiciones que aquellas donde históricamente fue reportada, y que no se han prospectado. A estos lugares no hemos podido acceder por falta de autorización”.

Para hacerse una idea, esta ranita habitaba en la cordillera de la Costa, desde Zapallar en la Región de Valparaíso, hasta Ramadillas en la Región del Biobío, en medio de quebradas húmedas y sombrías, así como entre las piedras y vegetación cercana al agua. De hecho, en la zona de Concepción coexistían las dos especies de ranita de Darwin (R. rufum y R. darwinii), lo que se conoce como simpatría. No es de extrañar, pues ambas especies son bastante parecidas, aunque presentan ciertas diferencias importantes de señalar.

Distribucion R. rufum y R. darwinii_©Claudio Azat
Distribución ranitas R. rufum (azul) y R. darwinii (naranjo) ©Claudio Azat

Por un lado, el sapito vaquero posee un tamaño aproximado de 25 milímetros. Pese a que algunos le dicen “ranita de Darwin del norte”, es importante precisar que este animal fue descrito inicialmente como Heminectes rufus por el destacado naturalista alemán Rodulfo Philippi, mientras que Charles Darwin no tuvo participación alguna en este caso. Por eso, Cuevas prefiere «sapito vaquero» o «ranita de Philippi», aunque muchos continúan basándose en el parentesco de este animal con su «hermano anfibio» de los bosques australes.

Como sea, al igual que su par sureño, Rhinoderma rufum posee una cabeza pequeña y puntiaguda con forma de triángulo, así como una coloración que varía entre el verde, café y también rojo ocre (de ahí el “rufus” de Philippi).

Lámina de Philippi de Heminectes rufus
Lámina de R.Philippi de Heminectes rufus, actual Rhinoderma rufum. Cedida

Aunque algunas voces han señalado que los dos anfibios corresponden en realidad a una misma especie, muchos lo cuestionan debido a notorias diferencias. La principal reside en las patas posteriores de la ranita de Darwin del norte, ya que “tiene membranas interdigitales bien desarrolladas entre todos los dedos, mientras en R. darwinii la membrana es reducida solo entre algunos dedos. Esta es una adaptación que está presente en R. rufum ya que esta especie vive en ambientes acuáticos (esteros y riachuelos), a diferencia de R. darwinii que es terrestre”, dice Azat. En términos muy simples, la ranita del norte sería aun más dependiente del agua.

A) Diferencia en membranas de los dedos entre Rhinoderma rufum (izquierda) y R. darwiniii (derechha). B) Frasco con 181 sapitos vaqueros colectados en Chiguayante en 1975, Museo de Hamburgo ©Claudio Azat
A) Diferencia en membranas de los dedos entre Rhinoderma rufum (izquierda) y R. darwiniii (derecha). B) Frasco con 181 sapitos vaqueros colectados en Chiguayante en 1975, Museo de Hamburgo ©Claudio Azat

Precisamente, es su uso del hábitat durante su ciclo de vida donde también sobresalen importantes diferencias. Recordemos que las dos especies de ranitas Rhinoderma serían los únicos vertebrados terrestres del planeta donde el macho se “preña”, es decir, incorpora los renacuajos en su saco vocal, donde los incuba durante el desarrollo larvario, como si estuviera “embarazado”.

Macho “preñado” ©ONG Ranita de Darwin
Macho “preñado” de R. darwinii, especie hermana del desaparecido sapito vaquero ©ONG Ranita de Darwin

La ranita de Darwin del norte también presentaría este singular tipo de cuidado paternal, pero – en contraste con su especie hermana – los renacuajos dejarían antes el saco vocal de su padre, sin haber terminado todo su desarrollo, pasando como larvas de vida libre cerca de 4 meses en el agua, o sea, en el exterior. A esto se suman sus hábitos diurnos.

Estos factores podrían haberle jugado en contra a este anfibio, sobre todo frente a la implacable acción humana, pero ¿cómo se explica su desaparición?

La gestación de una tragedia

Los testimonios cuentan que existían poblaciones pequeñas y aisladas de este anfibio, aunque seguía viéndose con frecuencia hasta el año 1978, aproximadamente. Desde ahí, se presume que comenzaron a disminuir. Llegado el año 1980, por ejemplo, los investigadores Mario Penna y Alberto Veloso grabaron vocalizaciones de este animal por última vez en la provincia de Concepción, dejando como vestigio sus cantos nupciales, que recuerdan al piar de los pollitos, tal como se escucha a continuación:

Cuevas detalla que previamente se reportaron diferencias entre los cantos nupciales de las dos especies de Rhinoderma, los que “merecían estudios más profundos, ya que este carácter se debería acentuar más en sus diferencias, en las zonas en que especies hermanas son simpátricas” (o sea, cuando viven en la misma área geográfica). A continuación, la vocalización de ranita de Darwin del sur que se puede comparar con el audio anterior.

En esa época, la expansión de las plantaciones forestales fue promovida por políticas del Estado de Chile, como la Ley de Fomento Forestal (DL 701, del año 1974). Ese factor, junto a otros cambios de uso de suelo, generaron una intensa fragmentación y pérdida de vegetación nativa. Al respecto, Azat afirma que “la destrucción del bosque nativo en la distribución de R. rufum ha sido severa, y solo queda un 7% del bosque original. La principal causa es el reemplazo de bosque por plantaciones forestales de monocultivos de pino y eucaliptus. Después otras causas como la agricultura y el desarrollo urbano”.

En ese sentido, Cuevas explica que una de las diferencias de las especies de Rhinoderma con otros anfibios “son sus hábitos diurnos y crepusculares, lo que es una clara desventaja si consideramos que gran parte del territorio donde se distribuye fue despojado de su cubierta vegetal original, desproveyéndola de refugios y del agua, ya que las plantaciones forestales secaron muchos arroyos que eran conservados por la vegetación nativa”.

Distribución R. rufum vs plataciones – Gentileza César Cuevas
Distribución de R. rufum y presencia de plantaciones forestales. Gentileza César Cuevas

El académico de la Universidad Católica de Temuco agrega que, durante la realización de su tesis de doctorado, “recorrimos esa zona y el escenario que pudimos ver en terreno fue lamentable. Eucalyptus plantados en los lechos de los arroyos ya secos, violando claramente la ley que fomenta las plantaciones forestales y que indica que se debía dejar una franja de 50 m a cada lado de los cuerpos de agua para protegerlos. Dicho sea de paso, esa misma ley podría haber sido usada para regular esas malas prácticas, pero nunca se hizo nada al respecto. Tristemente para R. rufum, su distribución coincide con el área donde se presenta la mayor intervención por el desarrollo de la industria forestal, entre la octava región por el sur y la quinta región por el norte”.

Paralelamente, se erigen otras amenazas como la quitridiomicosis, una enfermedad emergente provocada por un hongo que ha sido dispersado por la acción humana, y que ha sido asociada con mortalidad y declinación poblacional de la ranita de Darwin de sur (que por cierto, se encuentra en peligro de extinción). También se suma la crisis climática, ya que “en un reciente estudio, Uribe-Rivera et al. 2017, determinaron que el hábitat de su especie hermana R. darwinii, se ha reducido entre 23-40% solo por efecto del cambio climático desde el año 1975. El impacto del cambio climático en R. rufum se espera que haya sido mayor”, advierte Azat.

Rhinoderma rufum en colección de museo ©Claudio Azat
Rhinoderma rufum en colección de museo ©Claudio Azat

La esperanza en la búsqueda

Han existido distintas iniciativas de científicos y aficionados que han buscado al sapito vaquero. Por ejemplo, Cuevas consiguió financiamiento de al menos tres proyectos internacionales orientados a redescubrir a esta especie entre los años 2003 y 2009, recorriendo sitios entre Zapallar por el norte y Ramadillas por el sur. “No tuvimos buenos resultados en la búsqueda de R. rufum, pero pudimos constatar que otras especies sí estaban presentes, como Batrachyla leptopus B. taeniata, Pleurodema thaul, Clayptocephalella gayi, Alsodes nodosus, Alsodes vanzolinii, Rhinella arunco, entre otras”, recuerda el investigador.

Hábitat tipo de Rhinoderma rufum en Zapallar ©Claudio Azat
Hábitat tipo de Rhinoderma rufum en Zapallar ©Claudio Azat

El meollo del asunto está en que hay algunos obstáculos para la búsqueda, como la falta de iniciativas sistemáticas con financiamiento focalizado, o el difícil acceso a lugares que son de particulares. Cuevas recuerda que en 2003, un colega suyo ingresó a un predio cerca de Zapallar con el fin de hallar a estos animales. “De pronto sintió un ruido y al incorporarse se encontró con la sorpresa que lo estaban encañonado con un rifle, y obviamente fue conminado a retirarse del lugar. Esto nos indica que no es fácil poder explorar ciertas áreas que son privadas y hay que contar previamente con muchas autorizaciones”.

Pese a ello, Cuevas destaca una visita a la Región de O’Higgins, donde los lugareños “aseguraron haber visto la especie semanas antes de haber llegado nosotros al lugar, mientras construían una noria para obtener agua, en la zona de Nilahue alto, cerca de otros lugares donde se había encontrado la especie previamente. Lo que dio veracidad a la historia es que las personas que dijeron haberla visto, describieron los animales sin que yo les haya indicado ninguna información previa, ni foto, ni forma, nada. Ellos me describieron a Rhinoderma rufum y lo nombraron por su nombre común en el área, el sapito vaquero”.

Hipótesis de posible hallazgo en Nilahue alto. Gentileza César Cuevas
Hipótesis de posible hallazgo en Nilahue alto. Gentileza César Cuevas

Los tres ejemplares supuestamente encontrados por lugareños en el área de Nilahue Alto, motivaron la hipótesis de que podría haber individuos a unos 40 cm de profundidad en ese lugar, refugiados en el subsuelo, entre las rocas o toscas.

Con el mismo anhelo, se han publicado estudios que exploran las áreas más promisorias para reencontrar a este diminuto animal. Azat detalla que las zonas con mayor potencial serían las “últimas quebradas que mantienen bosque nativo en la cordillera de la Costa, probablemente hacia el sur de su distribución en las Regiones del Maule y Biobío”.

Además, se han sumado otros esfuerzos, ya que más de 30 organizaciones nacionales e internacionales crearon una alianza que dio origen a la Estrategia Binacional de Conservación de las Ranitas de Darwin, el primer plan de conservación enfocado en estos anfibios. “Lo bueno es que, si aparece, existe una serie de acciones de conservación, asociadas a la conservación in situ y ex situ”, asegura el director del Centro de Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello, en alusión a la conservación de su hábitat y la crianza en cautiverio, para una posterior reintroducción y recuperación de sus poblaciones en vida silvestre.

Por otro lado, la ciudadanía también podría colaborar con la búsqueda. Un punto de partida sería, por ejemplo, impulsar un plan de capacitación y entrega de información a las personas que vivan en sitios con hábitats idóneos para estos anfibios, es decir, remanentes de bosque nativo en la zona costera o centro sur de Chile. Aprender a distinguirlos por su morfología y cantos también sería de gran utilidad, pero es necesario resaltar que es importante actuar con cuidado y llamar a algún experto que los pueda identificar, ya que la manipulación y medidas de bioseguridad son fundamentales para mantener a estos animales vivos y a salvo.

Rhinoderma rufum – Gentileza César Cuevas y Tatiana Vuskovic
Rhinoderma rufum. Gentileza César Cuevas y Tatiana Vuskovic (@Amapola_ilustra)

Por último, o quizás lo primero es conservar estas áreas con bosque nativo, puesto que favorece la mantención de la biodiversidad en todas sus formas, y en particular de estos anfibios que presentan exigencias de hábitat bastante estrictas, desde el punto de vista ecológico diríamos que es una especie estenoica, ya que no es muy tolerante a los cambios medioambientales”, puntualiza Cuevas.

En definitiva, continúan las esperanzas de que la ranita haya escapado de un desdichado destino, como es la desaparición en su único país de origen. Con el paso del tiempo, es probable que se logre desentrañar lo que realmente sucedió, pero lo que sí nos recuerda este pequeño anfibio es que está en nuestras manos frenar la pérdida de biodiversidad, para evitar un final irreversible que nos deje solo con contados vestigios en colecciones de museos. Después de todo, la extinción es para siempre.

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