Dunas de Concón: ¿una batalla perdida?
En una incertidumbre total se encuentra el campo dunar de Concón, cuyas arenas milenarias y cientos de especies se encuentran amenazadas por el avance de las inmobiliarias. El movimiento Duna Viva quiere, precisamente, mantener vivo este patrimonio natural de todos los chilenos sin embargo hace sólo unos días la Corte de Valparaíso rechazó el recurso de protección presentado en contra de una de las empresas que hoy amenazan este santuario de la naturaleza.
Las dunas de Concón, ubicadas en la Región de Valparaíso, son únicas gracias a su edad geológica, ubicación costera y particular microclima. Representan la combinación perfecta entre las dunas típicas del norte y las del sur de nuestro país, lo que posibilita una enorme riqueza en cuanto a flora y fauna, ya que ahí habitan muchas de las especies que se encuentran en ambos tipos de dunas. Esto significa una mayor biodiversidad y, en consecuencia, un ecosistema mucho más complejo del que comúnmente se cree.
Hay otra particularidad muy notable: se trata de dunas colgantes, es decir, que no tienen conexión directa con una playa que las abastezca de arena, sino que están desconectadas a través de acantilados y quedan suspendidas a una altura considerable. Es por esto, que podríamos referirnos a estas dunas como una especie de isla en la mitad de la zona centro, dado que su entorno, y el hecho de encontrarse en medio de una zona de transición, permiten que en ellas exista esta enorme biodiversidad.
En 1993, el campo dunar “La Punta de Concón” fue declarado santuario de la naturaleza, por constituir una unidad paisajística de gran valor escénico, turístico y científico. Así, pasó a ser uno de los 13 santuarios naturales de la Región de Valparaíso que, dicho sea de paso, es la región del país con más áreas protegidas de este tipo.
Sin embargo, hace ya unos años que este santuario natural se está viendo afectado por el frenético desarrollo urbano, principalmente por proyectos de segunda vivienda. Grandes torres de departamentos, de 20 y más pisos, que se levantan casi ininterrumpidamente entre Reñaca y Concón, son la postal actual desde donde se mire. Una vista que hace no muchos años permitía apreciar el paisaje único de las dunas, ahora se ha convertido en la vista de unos pocos, que además no habitan en forma permanente en la zona.
Muchos esfuerzos se han hecho para detener estos avances, sin embargo, el campo dunar actualmente no está protegido. A la depredación por parte de dos inmobiliarias, tanto desde Viña del Mar como desde Concón, se agrega el mal uso que algunos visitantes hacen de este espacio, y las huellas son claras: motos, jeeps, basura, restos de fogatas e incluso escombros. Después de tantos años, las dunas no cuentan ni siquiera con un plan de manejo y la autoridad no fiscaliza a quienes las dañan.
Por el lado de Concón, la historia es compleja. Inicialmente el Consejo de Monumentos Nacionales estableció la protección de 50 hectáreas, en 1993; pero en menos de un año se rebajaron a 12 hectáreas protegidas; y las 38 hectáreas restantes se entregaron a una sola empresa: la Sociedad Urbanizadora Reñaca Concón S.A., Reconsa, que en virtud de ello es dueña de una parte de Concón y de Reñaca. Hoy, tras la promulgación de un decreto supremo en 2012 que nuevamente aumentó su superficie, el área que conforma este santuario de la naturaleza supera por poco las 30 hectáreas.
Con el paso de los años los defensores de las dunas han tratado de aumentar el área protegida a través de varias acciones en los distintos gobiernos, también de proteger efectivamente este santuario que hoy se enfrenta a las amenazas de inmobiliarias. Es el caso de las construcciones que están llevando a cabo las empresas Reconsa y Vimac en la zona, contra las cuales el movimiento Duna Viva presentó recursos de protección por el daño irreparable que se le ha hecho al campo dunar con la construcción de un complejo inmobiliario de 25 edificios en el sector de Concón en el caso de Reconsa y por «haber construido y destruido no sólo cerca sino sobre el campo dunar actualmente protegido, sin contar con un Estudio de Impacto Ambiental, ni autorización alguna de la autoridad ambiental competente, destruyendo irremediablemente una duna milenaria, lo que derechamente contravienen de las normas aplicable al caso, esto es lo dispuesto tanto en el Artículo 19 N°8 de nuestra Constitución Política», en el caso de Vimac, según estipula el documento legal.
En Viña del Mar, al parecer nadie sabía que existían 2,3 hectáreas de este santuario de la naturaleza. Ni siquiera la Dirección de Obras Municipales de la ciudad, que autorizó a Vimac para levantar dos enormes torres de departamentos junto, o mejor dicho, sobre el santuario dunar. La ley de Bases del Medio Ambiente es clara: si hay un proyecto al lado de un santuario natural, éste requiere un Estudio de Impacto Ambiental. Ambos recursos de protección tienen que ver con esto: si la ley exige un EIA y la inmobiliaria que está construyendo no lo tiene, entonces están construyendo en forma ilegal.
Lamentablemente, el recurso de protección contra la empresa Vimac en Viña del Mar fue admitido a tramitación por la Corte de Apelaciones de Valparaíso y luego desechado por el mismo tribunal. Lo mismo ocurrió con el recurso de protección presentado contra Reconsa, admitido por la Corte de Valparaíso en enero de 2019 y recientemente rechazado en abril de 2019 por el mismo tribunal, lo que significa que «la empresa podrá seguir construyendo sobre el patrimonio de todos los chilenos», como denuncian desde el movimiento Duna Viva.
Los organismos técnicos ambientales, sabiendo que se están levantando construcciones aledañas al campo dunar, durante seis meses no hicieron nada. La Dirección de Obras Municipales de Viña del Mar recibió y autorizó el proyecto, sin pedir el Estudio de Impacto Ambiental.
Pero la pelea no está del todo perdida. La Fundación Yarur Bascuñán, a través del movimiento Duna Viva, está tratando de resguardar la protección de este espacio y de que los organismos respectivos cumplan su labor responsablemente. El líder de la Fundación, Jorge Yarur, nos cuenta al respecto:
¿Por qué decidió formar Duna Viva?
Creo que la única manera de hacer conciencia sobre la destrucción que están haciendo las inmobiliarias en el campo dunar, es incorporando a todos los actores sociales en la defensa de este santuario. Duna Viva nació como una iniciativa en conjunto entre la Fundación Yarur Bascuñán y la Corporación Pro Defensa del Patrimonio Histórico y Cultural de Viña del Mar, las que llevamos varios años trabajando a favor de la protección del borde costero y creemos que hay que preservarlo y cuidarlo, porque los daños que está sufriendo son irreversibles.
¿Qué objetivos quiere lograr con este movimiento?
El desarrollo urbano de las ciudades es algo inevitable, pero cuando no existe una planificación urbana que coexista con el medio ambiente y el bien de la comunidad, debemos promover la organización de la ciudadanía para obligar a la autoridad a cumplir con su rol de planificación y fiscalización, y reducir la impunidad con que operan las inmobiliarias.
Queremos que se respete el campo dunar, ya que es un santuario de la naturaleza milenario y único en el mundo. Al ser una duna “fósil” que ya no se alimenta de la arena de mar, su capacidad de renovarse es nula, por ende, si las inmobiliarias siguen destruyéndolas, desaparecerán.
¿Cómo ha visto el paso del tiempo en el borde costero de Viña y Concón?
Hay un enorme deterioro en el borde costero, cuyos principales responsables son las municipalidades de Viña del Mar y de Concón, y las inmobiliarias. Como no hay ninguna planificación de largo plazo ni control de la autoridad, se permite que cada inmobiliaria haga lo que quiera, llegando al extremo de Reconsa, que ha destruido el campo dunar en Concón. A este paso, entre Vimac por el lado de Viña, y Reconsa por el lado de Concón, terminarán por explotar las dunas y muy pronto pasarán al olvido.
El otro caso extremo es el hotel Punta Piqueros, que para ser construido destruyó el lugar y cuyos pasajeros no tendrán salida en caso de incendio, terremoto o tsunami. En vez de un hotel, es un ataúd. Todo esto se hace a costa del sentido común, del cuidado de la naturaleza y de los espacios públicos que son de los vecinos y turistas. Hay un beneficio para unos pocos especuladores, a costa de un gran perjuicio para muchos.
Los siguientes pasos del movimiento Duna Viva, serán recurrir a la Corte Suprema con la esperanza de que allí «efectivamente se haga justicia en el caso del santuario dunar de concón», señaló el abogado de Duna Viva, Gabriel Muñoz.