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De Galápagos a Panamá: la épica travesía de Alicia, la tiburón martillo que nadó 1300 km para dar a luz
La tiburón martillo (Sphyrna lewini) Alicia recorrió 1300 kilómetros desde Galápagos hasta las costas de Panamá, donde se estima que dio a luz. Para descubrirlo, se realizó un seguimiento satelital que sumó siete meses y casi seis mil kilómetros, siendo el más largo registrado para su especie y el primero que documenta científicamente una migración reproductiva. Alicia pasó 77 días fuera de zonas protegidas, donde las leyes nacionales no aplican y la pesca industrial representa una grave amenaza. Los hallazgos son parte de un estudio enfocado en generar información para que los tomadores de decisiones protejan los corredores migratorios de la especie.
Con el vientre visiblemente distendido, la tiburón martillo Alicia nadó sin interrupciones a lo largo de unos 1300 kilómetros, desde el archipiélago de Galápagos, en Ecuador, hasta las costas de Panamá. En el viaje, que tomó cerca de un mes, sorteó las flotas pesqueras industriales y artesanales que operan en la región. A pesar de las dificultades, llegó a las aguas poco profundas del golfo panameño de Chiriquí, donde se cree que dio a luz. Seis días después, nadó en dirección al oeste, hacia aguas internacionales, durante dos meses más.
“¡Me parece algo sobrehumano, sobreanimal!”, dice emocionado Pelayo Salinas de León, coinvestigador principal del programa de ecología y conservación de tiburones de la Fundación Charles Darwin y autor principal del artículo Long‐distance movements of a scalloped hammerhead shark connect the Galapagos Islands with coastal areas and international waters of the Tropical Eastern Pacific, publicado en julio de 2025 en Environmental Biology of Fishes.
El estudio consistió en colocar un transmisor satelital en la aleta dorsal de la tiburón, lo que permitió rastrearla durante siete meses y a lo largo de unos 6000 kilómetros. Este es, hasta la fecha, el seguimiento satelital más largo registrado en tiempo y extensión para un tiburón martillo común (Sphyrna lewini). También es la primera vez que se documenta científicamente la migración de esta especie para dar a luz.
“Este tipo de estudios permiten entender mejor la migración para establecer medidas de conservación a nivel regional”, dice Eduardo Espinoza, especialista en monitoreo de ecosistemas marinos de la Dirección del Parque Nacional Galápagos. Alicia pasó unos 77 días en aguas internacionales, lo que “resalta la urgente necesidad de cooperación internacional para revertir el continuo descenso de las poblaciones de esta especie icónica”, escribieron los autores del artículo.

El tiburón martillo común fue clasificado en 2019 en Peligro Crítico por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), debido a la disminución poblacional global estimada en más del 80 % en tres generaciones. Pese a ello, la especie sigue siendo víctima de la sobrepesca, principalmente dirigida a abastecer la demanda de aletas de tiburón en los mercados asiáticos.
Este carismático animal es “extremadamente tímido”, asegura Salinas de León, por lo que los científicos tuvieron que tomar todas las precauciones para evitar su huida al momento de insertar el transmisor satelital. “Es un animal casi mitológico, es super esquivo a los ruidos y a los movimientos bruscos”, explica. Además, al contrario de lo que se ha instaurado en la cultura popular sobre los tiburones, no existen registros de ataques de tiburones martillo a seres humanos.
Un método que exige paciencia

Las Islas Galápagos albergan una de las mayores agregaciones de tiburones en el planeta, especialmente de tiburón martillo común. Por eso es un sitio importante para avistar a estas especies. “En las islas Darwin y Wolf vemos pasar cardúmenes grandes de tiburones, entre 500 y 1000”, relata Espinoza. “El tiburón martillo es un ícono para el Parque [Nacional Galápagos], está en el logo”, dice mientras señala con el dedo la imagen en su uniforme que incluye también la figura de una tortuga gigante.
Salinas de León cuenta que en febrero se avistan hembras con el vientre distendido. Aunque se han identificado áreas de crianza en el archipiélago, solo albergan decenas de individuos, cuando cada hembra puede dar a luz entre 15 y 30 crías. “Entonces la pregunta que surgió es ¿a dónde van las otras miles de tiburonas que se ven a lo largo del año en Darwin y Wolf? Ahí empezamos con el seguimiento satelital”, dice el investigador.
Los métodos comunes para instalar las marcas satelitales requieren capturar al individuo y sujetar el dispositivo taladrando cuatro tornillos en la aleta dorsal. La pesca científica sigue protocolos para no dañar al animal, sin embargo, los martillo son tan sensibles que eso puede provocarles demasiado estrés. Aunque este método ofrece mayor seguridad para no perder el dispositivo, los investigadores prefirieron usar un transmisor satelital remolcado. Está diseñado para lucir como una rémora (Remora remora) nadando alrededor del tiburón y se sujeta con un dardo. Causa menos estrés en el animal, pero hay más probabilidades de que se desprenda o sea mordido por otros tiburones.

Colocarlo requiere de paciencia y precisión. Los científicos bucean cuatro horas seguidas y en lugar de los equipos tradicionales, que emiten burbujas y ruido que asustan a los tiburones martillo, usan closed circuit rebreathers. “Filtran el dióxido de carbono cuando exhalas, entonces tu respiración siempre se queda en un círculo cerrado”, explica Salinas de León. Los especialistas se sumergen antes del amanecer, cuando las hembras “están más tranquilas”, y se dirigen a las estaciones de limpieza, zonas de arrecife donde especies de peces pequeños limpian la piel de los tiburones martillo.
Lo que sigue es esperar a que se acerque una tiburón adulta, es decir, de más de dos metros y medio, y que tenga el abdomen distendido, lo que sugiere que estaría embarazada. Alicia reunió estas características. Una vez que se acercó al rango y ángulo de acción del arpón, le insertaron el dardo con el transmisor, en febrero de 2023. Además, tuvieron que esperar a que no haya tiburones alrededor que puedan asustarse o acercarse por curiosidad.
A pesar del tiempo y habilidad que exige este método, lo prefieren pues es “mínimamente invasivo”. Consiste en insertar un pequeño dardo en la aleta dorsal, conformada principalmente por cartílago, lo que implica que hay poco riego sanguíneo y pocas terminaciones nerviosas. “La comparativa sería como ponerte un piercing en la parte superior de la oreja”, explica el científico. El ejemplar inicialmente reacciona acelerando su nado, pero después de unos segundos vuelve a la normalidad.
Sortear trasmallos y depredadores

Los científicos todavía tienen que investigar el ciclo completo de reproducción de los tiburones martillo, lo que permitirá reforzar medidas regionales de protección. Salinas de León dice que hasta el momento se asume que estos peces copulan entre junio y agosto en las islas oceánicas del Pacífico Este Tropical, como Galápagos en Ecuador, Malpelo en Colombia, o la Isla del Coco en Costa Rica. La única prueba de eso es un video de hace ochos años captado en la Isla del Coco en el que se registró el primer evento de apareamiento de tiburones martillo.
Para el científico, el momento clave del ciclo reproductivo es el alumbramiento, pues sucede en las zonas costeras con manglar, superficies geográficas estrechas donde las madres maximizan sus riesgos, en relación al amplio espacio de mar abierto por el que se mueven. “Es el cuello de botella donde tienen que unirse todas estas hembras en un momento del año”, dice. La tiburón Alicia dejó Galápagos a finales de abril de 2023, presumiblemente en su camino para dar a luz.
De manera incidental, pescadores artesanales suelen capturar hembras de más de tres metros en las costas panameñas. “No se registran machos”, dice la científica Yolani Robles, del Centro de Capacitación, Investigación y Monitoreo de la Biodiversidad de la Universidad de Panamá. “Haciendo la relación de estos elementos, la entrada estaría orientada a dar a luz”, explica. Según el registro satelital, Alicia superó estos obstáculos.

La pesca de tiburón está prohibida en Panamá, de acuerdo con Robles, pero la anatomía de los martillo los convierte en víctimas fáciles de los trasmallos. La científica enfatiza en que no es pesca dirigida y en que se ha hecho mucho trabajo para disminuir la captura incidental. Aunque hay resultados, no son suficientes. Prohibir las artes de pesca vigentes o la pesca en estas zonas “conllevaría muchas consecuencias socioeconómicas”, por lo que no es una decisión fácil.
En 2011, una investigación en la que participó Robles documentó en marzo una abundante presencia de recién nacidos en las costas de Panamá. Las madres dan a luz en estuarios o zonas de desembocaduras de ríos porque ofrecen alimentación y protección en contra de los depredadores. Fuera de estas zonas, los neonatos, que miden unos 50 centímetros, son presas incluso de animales de su propio género. Alicia llegó a aguas panameñas el 26 de mayo de 2023, cuando se estima que parió, y seis días después reinició su migración hacia el oeste.
Los tiburones han evolucionado para proteger a sus crías de los depredadores, pero no de las artes de pesca. En muestreos realizados con pescadores artesanales, ribereños o de costa, la científica ha corroborado que los neonatos y juveniles de tiburón martillo “son abundantes en la pesca, siempre sale uno, dos o un poco más”, asegura.
Son más valiosos vivos

“Los tiburones no son monstruos, como se los llama, ellos mantienen los océanos saludables”, dice Espinoza, de la Dirección del Parque Nacional Galápagos. Salinas de León explica que son depredadores tope que controlan la salud de las poblaciones de sus presas al alimentarse de individuos lentos, viejos o enfermos.
Además de su rol en el ecosistema, se han ganado un papel importante en la economía. “El valor de un tiburón martillo para la industria del turismo de buceo es infinitamente superior a pescar un tiburón por sus aletas y su carne”, dice Salinas de León. Se estima que cada ejemplar vivo en Galápagos tiene un valor de 360 000 dólares anuales. Si eso se multiplica por 15, un dato conservador de su esperanza de vida, cada individuo puede generar cinco millones de dólares, de acuerdo con el investigador.
No obstante, la sobrepesca de flotas en aguas internacionales y la pesca incidental en países como Ecuador y Panamá, que tienen leyes que prohíben la captura dirigida, amenazan a las poblaciones de tiburones. La tiburón Alicia se mantuvo en aguas internacionales sin ningún tipo de protección hasta el final de su rastreo, cuando el dispositivo dejó de funcionar.

En capacitaciones para pescadores, Espinoza explica que no es lo mismo atrapar a un tiburón que a un atún. Las hembras de tiburón martillo empiezan su edad reproductiva a los 12 años, mientras que las atunes empiezan a los cinco años. Al año, una hembra de tiburón martillo tiene en promedio 20 crías, mientras que una atún rojo (Thunnus thynnus) pone unos 45 millones de huevos, de los cuales sobreviven unos 400 000. Esa diferencia se debe al balance de la naturaleza, pues si hubiera más depredadores, se acabarían los peces. “El problema es cuando no es la naturaleza la que toma la decisión, sino nosotros”, reflexiona.
El caso de Alicia muestra una vez más que los tiburones se mueven en amplias áreas marinas. Espinoza señala que Ecuador lleva adelante acciones para proteger regionalmente a los martillo y otras especies migratorias con la creación de la Reserva Marina Hermandad, que conecta la Reserva Marina de Galápagos con la Isla del Coco en Costa Rica. A escala regional existen iniciativas como el Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical, y a escala global está pendiente la ratificación y entrada en vigencia del Tratado de Alta Mar, que busca la conservación en aguas internacionales.
Mientras los tomadores de decisiones acuerdan las medidas de protección, los científicos continúan con sus esfuerzos por conocer más sobre la migración de hembras y machos de tiburón martillo. “Es urgente tomar medidas ambiciosas para revertir las reducciones de su población, una vez que una especie desaparece, no hay vuelta atrás”, advierte Salinas de León. El científico espera que las siguientes generaciones puedan disfrutar de este tiburón “que es como un unicornio submarino, con superpoderes para hacer grandes migraciones durante la gestación o bucear hasta 1000 metros de profundidad”.
Para leer nota completa: De Galápagos a Panamá: la épica travesía de Alicia, la tiburón martillo que nadó 1300 km para dar a luz