Para Daniela Torres, su encuentro con los hongos fue una especie de llamado. De pequeña, a diferencia de muchos conservacionistas, no recuerda un marcado acercamiento a la naturaleza en un paseo con sus papás. Ni mucho menos haber desarrollado ese sentido de exploración que ahora siente que es parte de ella. Su encuentro con los hongos fue en la universidad, durante sus estudios de Ingeniería en Biotecnología Vegetal y su ímpetu por siempre querer estar haciendo cosas. “Antes de eso no tenía ningún acercamiento al Reino Fungi, aunque parece que siempre me llamaron la atención”, dice mientras explica que hace poco encontró fotos antiguas de especies en el bosque, que en ese momento no supo reconocer.

Daniela Torres ©Crédito Giuliana Furci
Daniela Torres ©Crédito Giuliana Furci

Sin embargo, aunque tardío, su encuentro con los hongos la marcó. Con el tiempo, la llevaría a incorporarse a la Fundación Fungi, una organización global que explora a los hongos con el fin de, entre otras cosas, aumentar el conocimiento de su diversidad, educar sobre ellos y recomendar políticas públicas para su conservación.

Pero también su acercamiento a los hongos la llevo a aprender sobre ellos. No solo sobre su ecología, sino de otras enseñanzas que han sido claves para su vida y a las que quizás todos deberíamos prestar atención.

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“Yo quería curar a las plantas. Ese era mi objetivo ambicioso”, recuerda Daniela. Con esa mentalidad, mientras vivía en Concepción y cursaba su primer año de universidad, empezó a participar en el laboratorio de fitopatología, que es la ciencia sobre el diagnóstico y control de enfermedades en las plantas. Ahí podía decidir entre dos áreas: la entomología -enfocándose en insectos y otros artrópodos- o la que se refería a los hongos. Como lo primero no le atraía, fue casi natural irse hacia lo segundo. Pero antes de involucrarse en cualquier cosa, estuvo casi un año lavando placas Petri.

“Iba al laboratorio cuando ya todos estaban saliendo a lavar el material que tenía que estar para el otro día. En eso empecé a hablar con las personas que estaban ahí y me di cuenta de que había cosas súper interesantes. Era todo muy en lo experimental, pero me acerqué a cosas de hongos que yo no conocía, como por ejemplo los biocontroladores, los biofertilizantes, todas las soluciones basadas en la naturaleza. Ahí, como siempre he sido muy busquilla, empecé a preguntar cómo ayudar”, explica Daniela.

Daniela Torres ©Cristián Stuardo
Daniela Torres ©Cristián Stuardo

Así, desde un tiempo temprano en su pregrado empezó a ayudar a tesistas de magister y Doctorado, que eran principalmente mujeres. Aprendió cómo inocular hongos, cultivarlos, hacerlos crecer en un medio estéril, entre otras cosas. En tercer año, cuando le tocó hacer fitopatología, parecía la ayudante de su mismo curso. “Siempre se me hizo muy fácil lo relacionado con hongos y así es hasta hoy. Como que me facilitan la enseñanza, así lo siento”, dice.

– ¿Crees que los hongos te hayan llamado?

– Sí, de todas maneras. O sea, las veces que por distintas razones he intentado abrirme a otras áreas, a pesar de que el reino Fungi tiene muchas que explorar, siempre me pasa que algo me llama y me dice: “no, aquí te quedas, aquí conmigo”. Hasta el día de hoy cuando empiezo a mirar otras cosas, algo pasa. Incluso proyectos que nos hemos adjudicado cuando hemos estado en tiempos difíciles en la fundación. Entonces, claro, sí, me siento muy atraída hacia ellos de una forma muy natural. Y se me hace muy fácil recordar sus nombres, aprenderlos, entender sus dinámicas. A veces me parecen como lógicas. Algo me pasa con ellos que me facilitan el cómo puedo interpretar la naturaleza.

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Para Daniela no existen hongos favoritos, pero quizás sí aquellos a los que le tiene más cariño. Entre esos, el principal de su lista es loyo (Butyriboletus loyo). Este es un gran hongo, el primero en Chile en estar catalogado como En Peligro de Extinción en la Lista Roja de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza. Para Daniela, fue además su primer encuentro con un hongo, en sus primeras exploraciones junto a la Fundación Fungi, para la que estaba desarrollando un plan de manejo enofocado en esta especie.

Butyriboletus loyo ©Fundación Fungi
Butyriboletus loyo ©Fundación Fungi

“Es emocionante cuando uno se encuentra con las especies, cuando vas al bosque y las ves, a pesar de los obstáculos que puedas tener. Es como un sentimiento y emoción que, por lo menos en mi caso, llega hasta las lágrimas (…). Loyo fue una especie que a mí me explotó la cabeza. Yo nunca había visto un hongo tan grande, tan bonito y especial. A lo largo de todo el trabajo que he hecho, me ha regalado momentos muy especiales como mi primer momento con un hongo. Pero otro fue cuando lo vi esporular -cuando la especie suelta esporas- el año pasado en La Araucanía. Eso se ha mantenido en el tiempo. Porque no es fácil ver esporular un hongo. Es un regalo. Es un momento único en el día. El año pasado loyo me lo regaló. Estaba sola. Lo fui a ver, me quedé un rato y empezó a esporular. Es muy emocionante ver una especie que está en peligro de extinción esporulando. Por lo tanto, te da una sensación de esperanza”, explica Daniela.

– Entonces es como algo simbólico, luego de haber trabajado tantos años con esa especie.

Exacto, fue un momento muy bonito, donde también me pasó eso de que estábamos en un momento de incertidumbre la pandemia, no sabíamos qué iba a pasar, el futuro estaba tan incierto, junto con la ansiedad que te puede producir eso. Verlo esporular fue ese atrapamiento que yo te decía, como el aquí te quedas. Fue un regalo en el momento preciso y eso, por lo menos a mí, me conquista mucho.

Y hablando sobre otras especies en Chile, ¿cuántas hay hasta el minuto y cómo crees que ha ido avanzando el conocimiento de los hongos en el país a lo largo de los años?

– En Chile se conocen más de 2 mil especies de hongos y ese número ha ido creciendo. Sin embargo, no hay un catastro oficial. Nosotros lo hemos intentado ya por varios años en la Fundación, el poder recopilar la información de todos los fungarios y de las colectas indexadas para saber cuántas especies hay porque es de las preguntas más recurrentes. El último número fue en los 80′ y estamos hablando de muchos años en que ha ido progresando la investigación de hongos. Yo creo el número creció que por lo menos al doble de lo que se conoce de los 80′ y la investigación de hongos en sí, ha ido avanzando. Cada vez hay más personas dedicadas a la identificación de especies. Eso obviamente va aumentando y disminuyendo la brecha de lo que no conocemos, que es solo un 8 o 10% de la diversidad de hongos en el planeta. Pero siento que no hay un incentivo de desde la academia, por ejemplo, no hay una especialización en micología. Hasta en los fondos nacionales cuesta incorporar ciencia básica del cómo nos relacionamos con otras especies.  Al no haber esos incentivos siento yo que aún falta mucho, pero sin duda creo también que la Fundación ha hecho un trabajo muy importante de poner a los hongos como un atractivo para las personas.

Según lo que explica Daniela, se ha buscado hacer esto de forma cercana, lo que ha atraído a personas sin conocimientos científicos a los hongos. Un ejemplo claro es un nuevo registro de la especie Gastroboletus valdivianus, exclusiva de Chile, que llevaba 15 años “perdida” para la ciencia. “Gracias a una cadena de personas interesadas, se logró que se fuera a ver las especie. Hoy en día vemos una participación ciudadana en la ciencia y sobre todo en otoño. O sea, a veces mandan fotos y es como: ¡dónde viste eso! Porque muchas veces son cosas que uno busca hace mucho tiempo. Es una retroalimentación constante que creo que ha sido un trabajo de la fundación para aumentar el conocimiento”, dice Daniela. Al respecto, en la fundación mantienen la campaña «Lo que tú ves importa».

Hongo Gastroboletus valdivianus en la zona de Valdivia ©Giuliana Furci / Fundación Fungi
Hongo Gastroboletus valdivianus en la zona de Valdivia ©Giuliana Furci / Fundación Fungi

-Las guías de campo (Hongos de Chile I y II) también fueron una forma de acercar a la gente porque la información estaba repartida ¿no?

Exacto, está repartida. Cuando uno hace identificación de especies es vital el tipo de bibliografía con la que uno lidia. Está en alemán, en inglés, usa nombres súper técnicos. La misma guía de campo tiene un glosario con el que tú te puedes ir ayudando si es que no entiendes algún término. Pero las claves de taxonomía son totalmente técnicas. O sea, identificar una especie así te puede tomar semanas o años. Entonces poner a disposición esa información en español y a través de una de una forma dinámica, en la que puedas ver las especies -está la foto, la referencia de tamaño, la distribución y su descripción- acerca a mucho a las personas a buscar, mirar y observar.

¿Cuáles crees que puede ser las amenazas de los hongos en Chile?

– En 2019, La fundación hizo el primer workshop -este año vamos a hacer la segunda versión- donde llamamos a distintos especialistas que habían trabajado con especies de hongos en el Cono Sur, y que proponían evaluarlas según alguna categoría de conservación (…). Bajo ese experimento nos dimos cuenta de que, son los incendios, la fragmentación de hábitats y la sequía las principales amenazas y las que más se repiten. También nos hemos dado cuenta de que un gallitante a cambiar la estrategia de vida de los hongos ha sido el cambio climático (…). Por ejemplo, hoy vemos especies que aparecían como callampas, que ahora aparecen como secuestradas, en forma de trufa, bajo tierra. Son la misma especie simplemente viviendo bajo estrategias distintas. Entonces hay una teoría de que el cambio climático ha gatillado a que ciertos hongos hagan este cambio de estrategia, entendiendo que quizás la lluvia, el viento o el agua ya no son fundamentales para su dispersión, sino que son los animales y otras formas de dispersar sus esporas.

Coprinellus disseminatus ©Fundación Fungi
Coprinellus disseminatus ©Fundación Fungi

– Muestra el cómo se van adaptando…

Sí, los hongos tienen una resiliencia que puede llegar a todos los puntos filosóficos y de la vida. Desde el punto de vista biológico tienen una resiliencia muy especial. Por ejemplo, el mismo loyo o especies que nosotros denominamos especies gondwanicas, que existían cuando todo esto era un solo continente, son las mismas que estamos viendo hoy en día. Eso se da porque el material genético de los de los hongos al parecer está como resguardado, varía muy poco, se conservan muchas estructuras de su ADN. Y hay otras que varían, que mutan muy rápidamente, o sea, son muy adaptables. Entonces, esa flexibilidad entre lo conservador y lo que puede ir variando y adaptando, creo que los hongos lo han logrado súper bien.

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Es imposible hablar de hongos sin entender su importancia en los ciclos de naturaleza. Es que detrás de las especies que podemos ver, por ejemplo, en otoño cuando aparecen las setas, hay mucho más. Una infinidad de cosas por descubrir. Quizás una buena parte para empezar es la de sus roles ecológicos. Y acá, partir con la descomposición es un punto de inicio. Según lo que explica Daniela, esto permite que los ciclos naturales se den y sucedan. El reciclaje de nutrientes lo hacen los hongos. Por otro lado, los hongos parásitos son biocontroladores, que detienen el crecimiento de otro patógeno u hongo, a pesar de su mala reputación. Es decir, pueden ser una solución basada en la naturaleza.

Además, los hongos cumplen la función de interconexión entre los distintos seres vivos de un ecosistema. “Eso es porque son hábitat y alimento de muchos organismos, desde las plantas hasta animales. Hacen que las plantas puedan captar agua más eficientemente y conectan especies de árboles para la distribución de nutrientes. También para señales químicas y eléctricas a través del micelio”, explica Daniela.

Morchella esculenta ©Fundación Fungi
Morchella esculenta ©Fundación Fungi

– Cuando se habla de hongos es inevitable que salgan palabras como el micelio, la seta, la micorriza, entre otros. ¿Qué es cada uno de sus conceptos? ¿Cómo se diferencian? ¿Porque son importantes? ¿Hay algún otro que te gustaría agregar?

– Es importante porque el lenguaje crea realidades. Ya no hablamos de que tenemos hoja o tronco, cierto, sino que las plantas tienen partes identificadas y su propio lenguaje. Entonces es importante también conocer el lenguaje de los hongos. Es difícil porque nadie nos enseña (…). Entonces son conceptos que pueden sonar muy abstractos y nosotros los estamos planteando de una forma un poco más didáctica y dinámica. El micelio es el verdadero cuerpo del hongo. Está debajo de la tierra o entremedio de la hojarasca o de la corteza de los árboles. Es algo invisible a nuestros ojos y está presente durante todo el año. Para visualizarlo, son redes o hilos que se entrelazan entre ellos y, en su conjunto, conforman lo que llamamos el micelio, que tiene la característica de que cuando existen las condiciones climáticas correspondientes, aparece una estructura que nosotros llamamos el hongo, la callampa, las setas, etc. Su nombre es carpóforo. Ojalá fuera para maravillarnos, pero esta estructura tiene la única finalidad de dispersar esporas, que contienen material genético, y con eso propagarse. Este puede tener distintas estructuras. Una es típica callampa (…). Bueno, hay distintos tipos de hongos, no todos tienen esa forma, pero esa es la que enseña. La micorriza se suele confundir con el micelio, pero en realidad es la unión entre el micelio de un hongo y las raíces de una planta. Existen hongos micorrízicos y existen plantas micorrizadas. Eso sí, no todos los hongos forman micorriza, aunque el 85% de las plantas sí dependen de esta asociación, otro porcentaje se presenta como descomponedor de materia orgánica. Y uno menor son parásitos.

Otro concepto que agrega Daniela, también en relación con los anteriores, es el de la simbiosis o la unión entre distintos organismos. En esa línea de comunicación, conexión y cooperación, quizás, también se puede llevar a una reflexión que va más allá de la ecología. En ese sentido, para esta micóloga tampoco se puede dejar de lado la lección de los hongos en la vida.

Daniela Torres©Giuliana Furci
Daniela Torres ©Giuliana Furci

“Creo, personalmente, que es importante hablar de los hongos y aprender de ellos porque nos ayudan a entender la naturaleza desde otro punto de vista. En la enseñanza escolar siempre se enseña que todo está en competencia y que siempre hay que ser el mejor, que siempre hay que ser el primero. Creo que los hongos te vienen a deconstruir esa forma de ver y de coexistir en este planeta. Mirando sus colaboraciones, como forman redes y distintas estrategias, logran zafar y salir de todos los cambios que va teniendo el mismo planeta (…). Creo que los hongos fueron los primeros que a mí me cuestionaron, por ejemplo, las distintas e identificaciones de género o de sexo, porque generalmente las plantas y los animales son macho y hembra, pero en los hongos no existe esto, sino que una estructura que te permite conectar con otra en determinado momento (…). Este es un reino que nos enseña a vivir y a coexistir de una forma diferente a como hemos llevado hoy en día a la sociedad”, reflexiona.

Y agrega: “Deconstruyen la forma en que se ve la naturaleza. Cuando en un mundo todo es rápido, te enseñan paciencia porque hay que esperar para otoño para verlos. Y a veces no están en esa época. Te enseñan a llevar temas complejos como la muerte, la descomposición, a dejar que las cosas se pudran para que nazca algo nuevo. Para que nazcas nuevamente, saques la piel podrida y te renueves. Esas cosas todas para mí son importantes, porque los hongos te ayudan en ese proceso”.

©Cortesía Fundación Fungi
©Cortesía Fundación Fungi

– Dani y también al hablar de hongos se refiere mucho a los hongos alucinógenos. Esto tiene su parte histórica y ancestral, como el caso de su influencia en la navidad. ¿Tú que opinas sobre esto?

-Personalmente creo que el consumo de, en este caso hongo ancestral o cualquier hongo que esté relacionado a su uso en forma festiva, tiene que ser con respeto. Creo yo que hoy en día existe un boom de interés por experimentar cosas en nuestros cuerpos y los hongos están siendo parte de eso. Cuando estamos hablando de cualquier, ya sea planta, hongo, animal ancestral, etc., que tiene esta connotación histórica, hay que hacerlo con respeto, en un determinado momento y en un lugar seguro con personas que también estén contigo y te estén acompañando en ese viaje. Yo diría que es un viaje de antes y después. Después de consumir hongos hay un cambio en tu forma de ver la vida o lo que tú estás pasando en este momento. Pero el trabajo viene después. Por lo tanto, cuando tú vas a consumir este tipo de sustancias, yo creo que hay que hacerlo con el respeto que merecen. No hay que olvidar que, por ejemplo, en el caso de María Sabina, que tenía todo el conocimiento y que fue entregado a un extranjero, que después lo hizo popular, muchas personas empezaron a viajar a ver a María Sabina para hacer estos rituales. Desprestigiaron el uso y la manera en cómo se usaban estos hongos. Pasó que María Sabina era mal vista en el pueblo donde ella vivía, porque ofrecía estos viajes a las personas extranjeras y más allá de eso, tampoco hubo una retribución hacia ella. María Sabina murió sola y pobre, siendo una de las personas más importantes en cuanto a los hongos psicodélicos. Entonces me parece a mí que esa falta de respeto no debería perpetuarse, sino que deberíamos honrar el cómo han sido utilizado los hongos para nuestro beneficio espiritual. Esa es mi opinión al respecto.

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Hace poco Daniela llegó desde una expedición a un otoñal Parque Karukinka, en Tierra del Fuego. Desde hace años en ese lugar se realiza un catastro de distintas especies de hongos, estudiando sus amenazas y los dinamismos de sus apariciones. Allá los terrenos empiezan temprano, a las 7 am para aprovechar la luz. Se recolectan especies, se interpreta su entorno y se miden. Luego, se llega a deshidratar. En un lugar como Karukinka, donde no hay luz para un deshidratador, esto se hace con fuego, manteniéndolo encendido toda la noche, para volver a salir al día siguiente. Después hay todo un proceso cuando se vuelve. Cuando termina la temporada en julio, hasta septiembre, se trabaja en taxonomía y de búsqueda de los nombres de las especies que se encontraron.

Así es con todos los terrenos que se realizan: planificación, terreno e investigación. En eso, por ejemplo, se han podido identificar especies únicas en bosques antiguos que no están en ninguna área protegida, demostrando que los ecosistemas antiguos presentan una riqueza y diversidad única.

Daniela Torres en Karukinka ©Fernan Federici
Daniela Torres en Karukinka ©Fernan Federici

– ¿Pasa mucho que se encuentran nuevas especies o no es tan común?

– Es súper común. Yo diría que todas las salidas que tenemos hay especies nuevas. Por ejemplo, ahora tengo propuestas de tres especies que posiblemente sean nuevas. Tengo que hacer todo el proceso de taxonomía que me queda. Sobre todo, si son especies nuevas, es muy difícil llegar a su taxonomía. Por lo tanto, eso puede llevar mucho tiempo. Y cuando no hay fondos que te ayuden a hacer investigación se te hace más difícil aún. Entonces, bueno, uno se va apoyando con distintos grupos que trabajan en lo que tú pudiste llegar a identificar, ya sea familia, a veces género o algo parecido. Llegas a un posible nombre y eso también tiene que ir con un análisis molecular y ahí después uno puede publicar la especie. Hay veces que uno no tiene el material suficiente, por lo que cuesta poder publicar el nombre de la especie. Pero sí, de todas maneras, en todas las expediciones nosotros encontramos especies o registros nuevos, es decir, especies que sabemos quiénes son pero que están fuera de su registro común.

Daniela saldrá próximamente a un nuevo terreno, esta vez cerca de Hornopirén a un terreno destinado a la conservación, con el fin de aportar información sobre hongos y proponer una estrategia de restauración de hábitat. Mientras tanto, en esta plena época de otoño, hace un llamado a que todos aprovechen de observar: “hay que mirar de una forma distinta el bosque. Fijarse en sus colores, texturas y tener paciencia. Incluso, no es necesario ir a un lugar prístino para verlos, ya que aparecen en las plazas, en las arboledas e incluso en la calle. Con paciencia, respeto y enfoque se encuentran hongos siempre”.

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