Cuatro experiencias que mantienen la esperanza de recuperar los bosques en Latinoamérica
Pueblos indígenas, comunidades locales y organizaciones ambientalistas realizan esfuerzos en Perú, Colombia, El Salvador y Bolivia para mantener los bosques nativos en estos países. Un banco de semillas, un bosque para proteger aves en riesgo de extinción, un corredor biológico y la restauración de bosques tras los incendios forestales son las grandes cuatro historias para luchar para recuperar las áreas verdes de Latinoamérica.
Los bosques cubren casi una tercera parte de la superficie terrestre del planeta y albergan la mayoría de la biodiversidad terrestre, pero la superficie forestal sigue reduciéndose a pesar de los esfuerzos por detener la deforestación y restaurar las tierras degradadas, señala el informe El estado de los bosques en el mundo, publicado en 2022 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Este mismo informe señala que la participación de los pequeños productores, las comunidades locales y los pueblos indígenas resulta esencial para la protección y conservación de los bosques. “Estos actores poseen o gestionan al menos 4350 millones de hectáreas de bosques y tierras agrícolas en todo el mundo”, indica el estudio.
En el Día Internacional de la Diversidad Biológica, Mongabay Latam presenta cuatro experiencias de restauración y conservación de bosques en Latinoamérica. Un banco de semillas en Perú, la recuperación de bosques para proteger dos especies de aves en peligro de extinción en Colombia y la implementación de un corredor biológico en El Salvador son tres de estas experiencias que han sido apoyadas por el Global Landscape Forum. A ellas se suman las acciones para restaurar bosques afectados por incendios en Bolivia que están realizando las comunidades del pueblo Chiquitano, junto con la FAO.
“Del acuerdo a la acción: reconstruir la biodiversidad” es el tema elegido este 2023 para el pasado Día Internacional de la Diversidad Biológica. Una frase que representa innumerables esfuerzos de personas y organizaciones civiles dedicadas a rescatar, restaurar y conservar especies de flora y fauna en todo el mundo.
Perú: un banco de semillas en la Amazonía
Cuando Robin van Loon se propuso sembrar árboles nativos en una zona localizada en Madre de Dios, se encontró con un tremendo obstáculo: la escasez de semillas de especies nativas. Este inconveniente, lejos de desalentarlo, se convirtió en el impulso para crear el Banco Vivo de Semillas, un ambicioso proyecto que nació hace 15 años y actualmente alberga alrededor de 400 variedades de semillas de especies de árboles nativos de la Amazonía peruana, además de unas 300 especies adicionales de otras plantas como frutos y verduras.
“Son 700 especies de plantas que manejamos, pero sigue siendo solo un fragmento de la diversidad total de nuestra región”, dice Van Loon, director ejecutivo de Camino Verde, la organización que fundó para recuperar los bosques amazónicos en Perú. “Nuestro propósito es dar acceso a cualquier comunidad nativa, pequeño agricultor de la Amazonía o persona que quiera sembrar las especies nativas útiles y valiosas por su importancia cultural y sobre las que se basa la economía local”, dice Van Loon.
Camino Verde cuenta ahora con centros de reforestación en los que se recuperan y guardan semillas de especies maderables como el shihuahuaco, la castaña, el cedro y el huacapu, una madera resistente que se usa para la construcción de casas. Y entre las especies no maderables están las moenas, que tienen aceites esenciales, así como árboles frutales y medicinales.
Uno de estos centros de reforestación es La Joya, espacio creado en el 2016 con aproximadamente 15 hectáreas de bosque afectado por la ganadería, ubicada cerca de Puerto Maldonado, en la provincia de Tambopata. “Producimos cada año más de 100 árboles nativos y tenemos capacidad para absorber más de 50 000 plantones”, cuenta el ingeniero forestal Percy Leva, coordinador de Reforestación de Camino Verde. “Algunas plantas que hemos sembrado siete años atrás ya están echando semillas”, agrega.
Leva cuenta que no siempre encuentran las semillas de los árboles nativos, por tanto, muchas veces tienen que recurrir a otras técnicas como el uso de estacas y hojas para reproducir estas especies en unas seis hectáreas dedicadas a la agroforestería y a la recuperación de los árboles nativos.
“Veo crecer las plantas que he sembrado y el área que encontré ahora es un bosque, donde se pueden ver más animales, más insectos, tenemos las parcelas agroforestales y estamos criando abejas nativas”, comenta Leva. “Las plantas son el alimento, son el oxígeno, son todo, para nosotros son parte de la lluvia y del cambio climático también”, agrega.
Leva cuenta que ahora es frecuente ver monos comiendo las frutas de los árboles que han sembrado, muchas aves, guacamayos que no se veían. “Hemos sembrado una especie que se llama la amasisa y cuando florece y nacen los frutos, los loros se quedan comiendo. También hay muchas más serpientes, animales como el añuje y el picuro de noche y tantos otros de los que sólo escuchamos los sonidos y los cantos”.
El otro centro de reforestación, el más antiguo, es Baltimori, ubicado en el área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata, un área de 21 hectáreas que en el año 2012 se convirtió en el Área de Conservación Privada Camino Verde Baltimori.
“En Baltimore hay varias especies semilleras de mucha importancia. Tenemos shihuahuaco, pero también árboles a los que actualmente les estamos encontrando nuevo valor como es el huicungo”, dice Alejandro Zevallos, coordinador de Producción en Camino Verde Baltimori. “Ahora en el vivero tenemos alrededor de 70 especies y estamos desarrollando distintos modelos agroforestales con combinaciones interesantes como sangre de grado, cacao, copoazú, plátano, palo rosa y especies en peligro de extinción. Es muy diverso”.
Una de las especies bandera del Banco Vivo de Semillas es el palo rosa (Aspidosperma polyneuron), un árbol maderable cuyo uso principal en la historia del siglo XX ha sido la extracción del aceite esencial aromático. “No pensamos en el perfume como un vector de deforestación, pero curiosa y tristemente fue así. El palo rosa brasilero, esta especie amazónica, por acción de las perfumerías europeas llegó casi al borde de la extinción por su extracción masiva”, cuenta Van Loon.
El trabajo de Camino Verde no solo se refleja en los bosques de Madre de Dios, en la Amazonía sur de Perú, sino que también se mira en la selva norte del país, pues los plantones de palo rosa viajan hasta las comunidades de la región de Loreto para reforestar los bosques de comunidades que han visto desaparecer esa especie. “Cuando sembramos en las comunidades, el 25 % de esos árboles son palo rosa, el otro 75 % de los árboles sembrados en los sistemas agroforestales son especies nativas de hasta 30 variedades frutales y medicinales para consumo. Incluso, las comunidades mismas nos piden árboles maderables para que sean semilleros de especies que ya no existen en sus comunidades”.
Colombia: restauración del paisaje para proteger aves
“La caminera tolimense (Leptotila conoveri) siempre está como caminando en el piso de una forma bastante elegante, por eso se le llama caminera”, comenta el ecólogo Sergio Lozano, uno de los líderes del semillero GLFx Caminera Tolimense, y colaborador del programa de jóvenes del Global Landscapes Forum.
Lozano se refiere así a una de las dos especies que se convirtieron en el centro de un proyecto de restauración de paisaje en el municipio del Líbano, en el norte del departamento de Tolima. “La otra especie es el gorrión de anteojos (Atlapetes flaviceps), un ave pequeña relacionada con zonas de bosque secundario. Ambas especies están en peligro de extinción”, explica el ecólogo.
Ambas aves estaban en una situación crítica en el municipio El Líbano, en el norte de Tolima, pues su hábitat prácticamente había desaparecido en esta zona cafetalera, debido a que los bosques nativos se transformaron para dar paso a los cultivos de café a exposición, es decir, sin cubierta de árboles.
Así, en el 2017, nace el proyecto Caminera Tolimense, un programa de restauración de bosques nativos para recuperar el hábitat de estas aves. “Implementamos herramientas de manejo de paisaje en aproximadamente 50 hectáreas donde sembramos 18 000 árboles nativos”, cuenta Lozano sobre el trabajo que se hizo en las fincas privadas en coordinación con los agricultores cafetaleros.
“Fueron alrededor de 40 especies de árboles nativos, algunas de ellas destinadas a la alimentación de estas dos especies de aves, pero también aquellas que interesan a los productores, desde maderables hasta ornamentales con flores”, señala Lozano.
Se debe escuchar al productor —continúa el ecólogo—, pues estos espacios en donde se ha hecho la restauración de árboles nativos son manejados por los cafetaleros de la zona bajo sistemas agroforestales, así mientras hacen el mantenimiento del café pueden también cuidar los árboles que se siembran.
En el 2022, con el apoyo del programa Restoration Stewards (Guardianes de la Restauración), de la Iniciativa Juventud por los Paisajes del Global Landscapes Forum (GLF), se inició el periodo de monitoreo del proyecto. “Como parte del monitoreo se empieza a observar que el área está muy bien establecida, los árboles tienen un buen crecimiento. Y cualitativamente, donde se han sembrado los árboles, se podría decir que se observan más aves”, cuenta Lozano.
El Salvador: un corredor biológico en un área protegida
Manglares, arrecifes de coral y una extensa playa alberga el Área Natural Protegida Complejo Los Cóbanos, la primera zona protegida que se creó en El Salvador. “Abarca siete municipios en la región y va desde la cuenca alta, media y baja hasta llegar al mar. Es un espacio pequeño, pero muy diverso”, dice Ernesto Paredes, coordinador del semillero GLFx Plan de Amayo del Global Landscape Forum en El Salvador y miembro de la Fundación Tacuzcalco.
Según el Servicio de Información sobre Sitios Ramsar, el Complejo Los Cóbanos es de particular relevancia por contener la única formación de arrecife entre México y Costa Rica. Los manglares de este sitio Ramsar son el hábitat de especies en riesgo como el pepino de mar (Isostichopus fuscus) la tortuga laúd (Dermochelys coriacea) y el caballito de mar del Pacifico (Hippocampus ingens), además que en sus playas anida la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), una especie en peligro crítico de extinción.
También es un lugar amenazado y expuesto a incendios forestales, la presencia de asentamientos humanos y al uso de agroquímicos. Razón por la cual, la Fundación Tacuzcalco se propuso implementar un corredor biológico para aumentar la cobertura boscosa dentro del área reservada y proteger la biodiversidad.
“Trabajamos en la restauración del paisaje a través del fortalecimiento de los bosques de galería, que son los espacios ubicados en las riberas de los ríos y los cursos de agua, hasta donde la fauna se puede desplazar para no someterse a los riesgos y las amenazas de la interacción con los humanos. Además, la construcción de estas galerías aporta beneficios ambientales para las comunidades y el área natural”, explica Paredes.
Un componente importante del trabajo es la participación ciudadana —continúa Pareces—, pues a medida que las comunidades se involucran en la solución de sus problemas locales se vuelven sostenibles. “Se espera que al final de mayo, según los pronósticos, se presenten lluvias, entonces, es el momento propicio para iniciar las campañas de reforestación. Estamos preparados con unas 4000 plantas nativas que serán sembradas en la región”, cuenta Paredes.
El representante de la Fundación Tacuzcalco señala que entre las especies que se cultivan está el maquilishuat (Tabebuia rosea) y el conacaste (Enterolobium cyclocarpum), que se adaptan a las condiciones climáticas de la zona, así como el copinol (Hymenaea courbaril) y el madre cacao (Gliricidia sepium). “Tenemos entre 14 y 16 especies a disposición para esta nueva siembra en el 2023. Nosotros llegamos a la comunidad y obtenemos el compromiso del dueño de la parcela a quien, por ejemplo, le entregamos 100 árboles. Ellos los siembran en su parcela o en una zona de la comunidad que necesite ser reforestada. Con nuestra metodología cada uno se responsabiliza de su territorio”.
Bolivia: recuperar los bosques después de los incendios
“El 2019 fue catastrófico, nosotros no pensamos que fuesen a suceder incendios que avasallaron comunidades y las personas se vieron muy afectadas, pues han perdido gran variedad de vegetación, sus plantas nativas, sus plantas medicinales. Y bueno, con este programa se ha ido otra vez fortaleciendo, las comunidades están reforestando”, dice Nardi Velasco, cacique de la Central Indígena Chiquitana Amanecer Roboré (Cichar).
Siempre he dicho que no hay mal que por bien no venga —dice Velasco—, pues en esta trayectoria de los incendios, las personas empezaron a valorar más lo que tenían dentro de sus comunidades y así fue que se descubrió un producto muy valioso, una planta nativa: la almendra chiquitana.
Velasco señala que la almendra chiquitana es un fruto muy nutritivo, que se está convirtiendo en un producto muy popular con mucha importancia en las comunidades, por lo que además se está comercializando. “No sabíamos la riqueza que teníamos dentro del bosque. Ahora se le está dando más valor al bosque, estamos reforestando y en los estatutos hemos incluido que los niños y los jóvenes se integren y valoren lo que tienen dentro de la comunidad”.
Rosse Noda, representante de la FAO en Bolivia, cuenta que tras los incendios del 2019 surgió el proyecto Bosques Sostenibles, una iniciativa de FAO para la recuperación de los bosques afectados por los incendios.
“Era una preocupación los daños de los incendios en los bosques, especialmente en áreas chiquitanas, y obviamente la biodiversidad que convive con estos bosques. Comenzamos con un proyecto enfocado en los incendios forestales y posteriormente se amplió a un proyecto de desarrollo, con el objetivo principal de mantener y recuperar nuestros bosques, hacer manejo sostenible y una gestión integral de ellos”, agrega Noda. Como parte del programa Bosques Sostenibles, la FAO desarrolla proyectos en la Chiquitanía, El Chaco y la región amazónica.
Rosse Noda destaca el rol importante que tienen los bosques sobre los efectos del cambio climático en términos de captura de carbono y de protección de las fuentes de agua, pero también en la producción de alimentos. “Nuestra cadena alimenticia gira en torno a 11 alimentos principales, pero tenemos todo un patrimonio agrícola increíble con valores nutricionales mucho más altos en los bosques. Entonces, debemos apostar a todas las bondades de nuestros bosques”.
Nardi Velasco lidera las 16 comunidades del pueblo Chiquitano ubicadas en la provincia de Chiquitos. Allí, además del proyecto de recuperación de la almendra chiquitana están recuperando árboles medicinales. Ella está al frente de la Organización Regional de Mujeres Indígenas Chiquitanas (Ormich), que busca impulsar la presencia de las mujeres en espacios de liderazgo, así como enfrentar problemas como la violencia de género. “Para mí, como mujer, ha sido un gran reto liderar las comunidades, pero hemos organizado a las mujeres para buscar el bienestar y el empoderamiento de todas ellas”.
Según el informe de la FAO en el 91% de las tierras de pueblos indígenas y comunidades locales los cambios causados por la actividad humana es baja e incluso nula, por tanto, “la participación de los pequeños productores, las comunidades locales y los pueblos indígenas en las vías forestales resulta esencial”. Las historias de quienes buscan recuperar los bosques en Perú, Colombia, El Salvador y Bolivia están en ese camino.