Los anfibios están en grave peligro con aproximadamente el 40 % de sus especies bajo alguna categoría de amenaza. Entre ellos, uno de los géneros que más preocupa es Atelopus, originario del neotrópico. De las 94 especies evaluadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el 83 % se encuentra en la Lista Roja de Especies Amenazadas. Es más, un 40 % de las especies de este género son consideradas como posiblemente extintas en la naturaleza y cuatro ya desaparecieron oficialmente del planeta.

Debido a este preocupante panorama nació la Iniciativa de Supervivencia Atelopus (ASI, por sus siglas en inglés), una alianza de más de 40 organizaciones de 13 países que buscan salvar de la extinción a este género de anfibios. Además, ASI publicó, en 2021, el Plan de Acción para la Conservación de las Ranas Arlequín (Atelopus) 2021-2041 en un intento por hacer todo lo posible por salvarlas.

¿Qué originó el vertiginoso declive de las Atelopus? ¿Qué se puede hacer para recuperar sus poblaciones? ¿Por qué estos anfibios son indicadores de que un ecosistema es saludable? Estos son cuatro datos clave para entender la dramática situación que enfrenta este género de anfibios y qué se está haciendo para revertir la situación.

Un hongo mortal que las afectó

¿Por qué el género Atelopus fue uno de los más afectados por el hongo quítrido Batrachochytrium dendrobatidis? Para el biólogo ecuatoriano Juan Manuel Guayasamín, esa es la pregunta del millón. Existen varias hipótesis pero es enfático al indicar que mucho todavía está en el plano de la especulación pues hace falta demasiada información sobre este tema, además que los principales impactos de la enfermedad causada por el hongo ocurrieron hace varias décadas, cuando pocos científicos trabajaban con anfibios y se desconocía la existencia de este patógeno.

Atelopus hoogmoedi. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.
Atelopus hoogmoedi. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.

Lo que se sabe es que el hongo empezaba afectando la piel de las ranas, causándoles luego muchos problemas fisiológicos, desde respiratorios hasta circulatorios. “Muchas de estas ranas mueren de ataques cardíacos por estrés asociado a la enfermedad”, dice Guayasamín, investigador de la Universidad San Francisco de Quito y también co-coordinador del Grupo de Trabajo Atelopus del Grupo Especialista en Anfibios de la UICN.

Para el biólogo, lo que está claro es que el hongo está asociado con declinaciones y extinciones de más de 500 especies de anfibios. “Si hablamos de pandemias que tienen un efecto en la biodiversidad esta es la peor pandemia reportada en la historia, no hay un caso similar de un patógeno que infecte y afecte a tantas especies”, destaca.

Una estrategia planificada para su protección

El plan de acción para la conservación de las ranas arlequín buscar ser una alternativa que ayude a las poblaciones de estas ranas y se sustenta en cinco objetivos: producir conocimiento de línea base, asegurar poblaciones viables en hábitats naturales, mantener y manejar colonias de rescate, aumentar la visibilidad de las Atelopus y crear un mecanismo de colaboración y participación.

Atelopus laetissimus. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.
Atelopus laetissimus. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.

El primer objetivo se centra en recopilar y producir información científica clave sobre el estado poblacional actual, la historia natural y las amenazas a las poblaciones de Atelopus. En segundo lugar se desarrollarán y aplicarán estrategias y protocolos para reducir los impactos de las principales amenazas que afectan al género. El tercer objetivo se enfoca en crear capacidades técnicas y científicas y compartir mejores prácticas para implementar tecnologías de reproducción asistida en los casos de los anfibios más amenazados, así como aplicar programas de reintroducción y de seguimiento posterior a la liberación.

El cuarto eje del plan tiene que ver con concientizar a las personas sobre la existencia de las Atelopus y, finalmente, el último de los objetivos clave es garantizar el apoyo técnico, logístico y financiero necesario para asegurar la conservación a largo plazo de las ranas arlequín.

Las arlequín son indicadoras de la calidad del agua

Como otros anfibios, las ranas arlequín son vitales para ecosistemas saludables. Sus renacuajos dependen del agua limpia y, debido a esto, su presencia indica agua de mejor calidad en un ecosistema, mientras que su declive o ausencia es a menudo el primer signo de un ecosistema en problemas.

Atelopus varius. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.
Atelopus varius. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.

“Proteger y restaurar las ranas arlequín y sus hábitats también beneficiará a otras especies que comparten los ecosistemas en los que viven y que proporcionan agua a decenas de millones de personas y, en última instancia, a toda la vida en la Tierra”, dice Lina Valencia, bióloga colombiana fundadora de ASI, co-coordinadora del Grupo de Trabajo Atelopus del Grupo Especialista en Anfibios de la UICN y coordinadora de los países andinos para Re: wild. “Esperamos que la Iniciativa de Supervivencia de Atelopus sea un modelo exitoso que los conservacionistas puedan emular para otros grupos de especies amenazadas”, añade.

Hay esperanza para las ranas

Para Guayasamin es muy interesante que en los últimos 10 años varias especies que se pensaban extintas hayan sido redescubiertas, “aunque siempre se redescubren en densidades muy bajas y en pocas localidades, bajo escenarios que podríamos determinar como catastróficos”.

Atelopus nanay. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.
Atelopus nanay. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.

El biólogo y un grupo de investigadores que forman parte de la  nueva Iniciativa de Supervivencia Atelopus ganaron un fondo para ir a campo a estudiar a la redescubierta Atelopus ignescens, que antes de la década de los ochenta era muy abundante en los Andes ecuatorianos, incluso muy cerca de Quito. Esta especie no se había visto por décadas a pesar de que era muy común y recientemente pasó de Extinta a en Peligro Crítico.

Hace poco también se volvió a ver a la Atelopus mindoensis. El lugar donde se le vio de nuevo es un bosque en una reserva privada donde hay ríos sin truchas arcoíris, una especie exótica —una rareza actualmente en los Andes ecuatorianos según los investigadores—. “De cierta forma esto te da tranquilidad pero también te encuentras con otras poblaciones que están en situaciones graves, como Atelopus ignescens. Ahí sí te preocupas y es urgente trabajar”.

*Imagen principal: Atelopus spumarius. Foto: Jaime Culebras/Photo Wildlife Tours.

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