Conservación en tiempos de crisis: la lucha de Susana Cárdenas por Punta San Juan, Perú
Con dos décadas dedicadas a la conservación en Punta San Juan, Susana Cárdenas ha sido testigo de los profundos cambios en este frágil ecosistema costero. Desde la llegada de la gripe aviar hasta los efectos del fenómeno de El Niño, las especies que habitan esta reserva, como aves guaneras, han visto alterados sus ciclos naturales. A través de un riguroso monitoreo, Susana y su equipo luchan por mitigar el impacto de estas amenazas. En esta entrevista, nos cuenta que, a pesar de los desafíos políticos y ambientales, la esperanza persiste en la posibilidad de conservar la biodiversidad, protegiendo uno de los refugios más importantes para la fauna marina del Perú.
Mientras habla desde su despacho, Susana Cárdenas Alayza evoca el frío viento de la costa sur del Perú, ese que tantas veces había sentido al caminar por la pequeña península de Punta San Juan. En su mente desfilaban recuerdos de cuando, hace 20 años, visitó por primera vez aquel lugar, que desde entonces se había convertido en su hogar personal y profesional.
Ahora, como directora del programa de conservación de la zona – Programa Punta San Juan – su mirada refleja la experiencia adquirida en su lucha constante por proteger la fauna marina en este pequeño, pero importante rincón del planeta.
Punta San Juan, una reserva sin igual
Desde que estudiaba Biología en la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Punta San Juan estaba en su mira. Le atraía trabajar en temas de ecología y conservación marina, pero no era de sorprender. Siempre tuvo un gran interés por los animales y se inspiró aún más en las campañas mediáticas para salvar el planeta de los años 90‘. Sin embargo, había muy pocos lugares en Perú donde se podía hacer trabajo de campo.
No fue hasta 2004, en su último año universitario, cuando finalmente pudo ir. “Desde entonces, he pasado por diferentes etapas: estudiante, voluntaria, tesista, luego haber coordinado mi propio grupo, y ahora llevo diez años como directora. Es un lugar que enseña mucho, y rápidamente me di cuenta de su importancia ecológica. Es pequeño, pero alberga una gran cantidad de fauna marina con 3 mil pingüinos, más de 12 mil lobos marinos y 200 mil aves guaneras, todo en un área de apenas 54 hectáreas”, cuenta Susana.
Punta San Juan ha requerido grandes esfuerzos de conservación, generando un espacio protegido que se refleja en la gran cantidad de animales que se concentran, siendo miles los ejemplares de cada especie que habita allí. Por un lado, realizan un monitoreo biológico: “Mucha parte del trabajo es observarlos para algún proyecto, hacer toma de datos. Ahí aprendes muchísimo a entender qué es lo que necesitan estos animales para también tener un espacio donde ellos pueden hacer varios procesos”, explica la bióloga. Entre ellos, está descansar en la costa sin que los perturben, dar de lactar o, en aves, alimentar y cuidar a los pichones, socializar, etc.
Es esencial para conocer el “estado de aves y mamíferos marinos, sobre todo aquellas amenazadas y en peligro de extinción como el Pingüino de Humboldt y las dos especies de lobos marinos que habitan en Perú (lobo marino fino y lobo marino común)”, enfatiza.
Por otro lado, el monitoreo ambiental que realizan en el Programa Punta San Juan consiste en analizar la temperatura del aire, la temperatura de la superficie del mar, la velocidad y dirección del viento, la humedad, la radiación solar y las precipitaciones. Estos datos se recogen diariamente, tres veces al día, utilizando una estación meteorológica automatizada y equipos especializados. Esta información ayuda a comprender las variaciones ambientales en la reserva.
– ¿Qué significa para ti Punta San Juan después de tantos años de trabajo?
– Siempre ha sido un lugar de aprendizaje constante. Hay cosas que me gustaría que se mantuvieran igual, como el hábitat, que no se perturbe, pero el comportamiento de los animales siempre cambia, lo que significa que también tengo que seguir aprendiendo. A lo largo de los años, he realizado tres tesis aquí, desde pregrado hasta el doctorado, y aún hay mucho por explorar, especialmente en temas de amenazas como el cambio climático y las especies invasoras.
Un impacto devastador: gripe aviar y El Niño en Punta San Juan
La narrativa de Susana nos transporta a las dificultades que han afectado a este lugar en los últimos años. Con la llegada de la gripe aviar y el fenómeno de El Niño, muchas de las especies que solían habitar la zona, como los pingüinos de Humboldt, comenzaron a desaparecer, a disminuir, obligando a Susana y su equipo a adaptarse a una nueva realidad en la que las amenazas globales alteran los equilibrios naturales.
En noviembre de 2022, llegaron los primeros signos de gripe aviar a Punta San Juan. En ese momento, Susana y su equipo acababan de terminar un estudio de salud en lobos marinos, colaborando con veterinarios de varios países. Todo parecía normal hasta que comenzaron a morir pelícanos en grandes cantidades, lo que alertó a los investigadores. La alta densidad de aves en la zona facilitó que el virus se esparciera rápidamente, afectando a miles de pelícanos, piqueros, cormoranes y pingüinos.
La respuesta fue inmediata. Se implementaron protocolos de bioseguridad rigurosos para minimizar el contacto con los animales infectados. El equipo se preparó con trajes especiales, guantes y mascarillas, y desinfectó todas las herramientas utilizadas. Sin embargo, el virus no pudo ser controlado del todo y comenzó a propagarse, incluso pasando de las aves a los lobos marinos en enero de 2023, lo que resultó alarmante debido al riesgo de contagio hacia mamíferos, incluyendo humanos. “La gente iba a la playa, interactuaba con los lobos marinos en las orillas que estaban enfermos muriéndose”, recuerda Susana.
– ¿Cómo han impactado la gripe aviar y el fenómeno de El Niño en las especies de la reserva?
– El impacto del virus, combinado con el fenómeno de El Niño que comenzó en marzo de 2023, fue devastador. El cambio en la temperatura del agua, donde fueron más cálidas, y la relajación de los vientos afectaron la disponibilidad de alimento, lo que provocó que las aves y los pingüinos abandonaran la zona en busca de comida. De las 200.000 aves que habitaban Punta San Juan, solo regresaron cientos, y los pingüinos de Humboldt no lograron reproducirse en 2023.
–¿Cómo afectó esto a la temporada reproductiva de los pingüinos de Humboldt?
– La historia de los pingüinos de Humboldt es interesante. Después de su proceso de muda en enero y febrero, desaparecieron por completo durante varios meses, generando una gran incertidumbre sobre su supervivencia. Vino abril, no llegaban; llegó mayo y no llegaban; junio no llegaban; julio no llegaban; y así, en septiembre, viene un grupo. Aunque algunos han regresado para la temporada reproductiva de 2024, los números son alarmantemente bajos en comparación con los años anteriores.
La pérdida de aves fue masiva. De acuerdo a Susana, “mientras que en 2022-2023 había alrededor de 4.5 millones de aves en Perú, actualmente solo queda menos de medio millón. Esto plantea una gran incógnita sobre el destino de las aves desaparecidas, ya que no han sido vistas en otras zonas de la costa, como Chile”. La situación en Punta San Juan es solo un reflejo de lo que está ocurriendo a lo largo de toda la costa peruana, que ahora está deshabitada y enfrenta un futuro incierto.
–¿Se puede hacer algo para mitigar el impacto?
–No mucho, porque este virus, como estuvo en el Perú, corrió todo Sudamérica y el mundo. Empezó en Asia y posiblemente va a dar algunas vueltas más, entonces creo que la mitigación es más un aprendizaje de cómo podemos continuar el monitoreo. Nos enseña todo lo que está pasando, cómo está afectando a las diferentes especies, desde tiempos, mortalidad, etcétera. Creo que esa es una de nuestras tareas como biólogos, como científicos, con el trabajo con el Estado y todo. Ya sabemos qué tipo de signos buscar y cómo recabar la información.
Respecto al fenómeno de El Niño, estos son eventos naturales que han estado ocurriendo por cientos de miles de años en la costa peruana y la fauna está adaptada a esto, es parte de su evolución. Ellos tienen estrategias para adaptarse y cuando hay poca comida, no invierten tanta energía en reproducción, invierten más energía en buscar comida. Entonces los números de pichones, de cachorros bajan, pero la idea es que los adultos se mantengan, algunos mueren, pero con esa población de adultos que queda, cuando ya las condiciones regresan a estar buenas, pueden reproducirse y la población se va recuperando. Pero ahora, con el cambio climático, El Niño está como con esteroides, y es más complejo.
Ahora estamos con solo 500 pingüinos, y no tenemos cadáveres para hacer un conteo de la mortalidad, lo que deja muchas incógnitas. Este año hay bastante interés en saber cómo es que las poblaciones se van a recuperar o cómo ha quedado todo después de estos dos eventos juntos.
Cuando la política invisibiliza al medioambiente
Al observar un Punta San Juan cada vez más deshabitado, Susana siente como si le llegara una “cachetada”, a pesar de que sea un espacio de conservación. “No puedes controlar el cambio climático y la gripe aviar. Pero no significa que solamente vas a mirar, sino que hay que producir lecciones, hay que movilizar agendas, hay que priorizar los siguientes trabajos”, reflexiona.
En el Programa Punta San Juan se hace investigación, pero también monitoreo en el día a día para poder dar alertas tempranas y tener un entendimiento de qué está pasando con estas poblaciones de animales. “A mí me da pena pensar en todos esos animales que ahora no están, y tú podrías decir ‘bueno pues ya, esto se fue para el hoyo y me voy porque cambia el valor’. Pero no, el valor del hábitat y el valor de la conservación tienen que mantenerse”.
Sin embargo, estos retos no han sido solo ambientales. Las dificultades políticas en Perú han añadido una capa extra de complejidad a su trabajo de conservación.
–Además de los desafíos ambientales, ¿cómo ha sido trabajar en un contexto de inestabilidad política?
–La inestabilidad política complicó mucho nuestro trabajo. En diciembre de 2022, las protestas cerraron carreteras y dificultaron el acceso a las reservas. Teníamos que atravesar el desierto por rutas alternativas para seguir trabajando. En los medios no salía nada de la gripe aviar, porque todas las noticias eran políticas, entonces se empieza a perder un frente de importancia ante incluso la salud humana, olvídate de la conservación. ¿A quién le va a importar en ese rato?
Fue un desafío mantener el trabajo de conservación en medio de esta situación desafiante, fuerte, pero logramos seguir adelante con los monitoreos. Yo me iba por otra ruta fuera de carretera para ir a campo y regresar, porque había que ir y venir con muestras, hay que mantenerlas congeladas.
Se abrieron las carreteras y pudimos continuar con el trabajo, pero el rollo es que desde esas fechas la estabilidad política en Perú no ha estado bien. No significa que haya protestas en todos lados, pero en general muchos temas ambientales se han debilitado y las instituciones están débiles, como el Ministerio del Ambiente, hasta las ONGs porque hay tantas cosas, especialmente leyes que se están cambiando por intereses del Congreso. Esa parte es todo un desafío también.
–¿Cuáles son sus objetivos a largo o corto plazo?
–Nuestro objetivo para Punta San Juan se centra en erradicar especies invasoras, como los roedores que amenazan el hábitat del pingüino de Humboldt, y mejorar nuestras estructuras de protección, como un muro, claves para poder mantener el estado de la península conservado y prevenir el ingreso de las especies exóticas y otros agentes foráneos. Necesitamos actuar para proteger el ecosistema, creando condiciones que permitan la recuperación de las poblaciones nativas. Finalmente, también se espera ampliar todo nuestro eje de educación ambiental para llegar de manera sistemática a la comunidades costeras locales y también mantener a más público conectado a la conservación a través de nuestros canales de redes sociales.
No es fácil ser una mujer en la ciencia
A lo largo de su carrera, como muchas mujeres en el ámbito de la ciencia, un campo dominado históricamente por hombres, Susana ha enfrentado un tema que ahora aborda con firmeza y claridad: el machismo y los desafíos que esto implica para el trabajo de campo y el desarrollo profesional.
Queda claro que ella ha sido testigo y protagonista de un cambio generacional, donde el rol de la mujer en la ciencia y la conservación está tomando fuerza, aunque todavía queda un camino por recorrer. Para ella, el futuro es de colaboración y equidad, donde tanto hombres como mujeres puedan avanzar y crecer en igualdad de condiciones.
–¿Has sentido que el machismo afecta tanto el trabajo de campo como la trayectoria profesional de las mujeres? ¿Cómo se manifiesta?
–Sí, claro que existe el machismo, eso está claro. Hoy en día es más políticamente incorrecto ser abiertamente machista, pero no significa que haya desaparecido. A veces está más encubierto, como micromachismos. Por ejemplo, se sigue asumiendo que los líderes de los proyectos o de las iniciativas deben ser hombres. Pero en mi experiencia, tengo ejemplos muy cercanos de mujeres líderes que me han inspirado. La doctora Patricia Majluf, quien fundó Punta San Juan, es uno de esos ejemplos. Ella siempre fue un ‘bulldozer’ en el campo de la conservación. Además, mi madre, que también es académica, siempre me inculcó que las mujeres pueden tener su lugar en estos espacios.
–¿Has notado algún cambio en la percepción de las mujeres en trabajos de campo duros?
–Sí, creo que ha mejorado. En las ciencias marinas, en particular, hay muchas mujeres trabajando, especialmente en el área de mamíferos marinos. Todavía hay trabajos top que están ocupados mayormente por hombres, pero siento que eso cambiará pronto. No sé si decir fácilmente, pero sí creo que el cambio está en marcha. En otras áreas como la ingeniería puede que el avance sea más lento, pero en biología marina las mujeres están marcando presencia.
–¿Cómo crees que se pueden romper esas barreras que existen para las mujeres?
–Creo que lo más importante es no replicar esos patrones y dar las mismas oportunidades a hombres y mujeres, en todos los roles del trabajo de campo. Eso incluye liderar campañas, manejar equipos y realizar tareas que tradicionalmente se asocian a la fuerza física. No es necesario cargar todo al hombro. El trabajo en equipo es clave. También es fundamental apoyar a las mujeres que quieren tener una carrera en ciencia, y que al mismo tiempo desean tener una familia. Es algo que veo mucho: cuando mis colegas tienen hijos, parece que se les exige que sacrifiquen sus carreras. ¿Por qué tendría que ser así? Tiene que haber un equilibrio, y eso implica conversaciones donde ambas partes, en una pareja, puedan compartir las responsabilidades.
–¿Qué le dirías a las mujeres jóvenes que se quieren dedicar a la ciencia y conservación?
–Hazlo, no te desanimes por ser mujer. Primero que todo, puedes hacerlo igual que los hombres. Sí, es cierto que los hombres suelen tener más fuerza física debido a la testosterona, pero eso no significa que no puedas entrenar, ganar músculo y levantar un montón también. Lo importante es que trabajes en equipo, colabores y te rodees de una buena red de apoyo, tanto de hombres como de mujeres. Así, podrás lograr lo que te propongas.
Formando guardianes del futuro: educación y sensibilización ambiental en Punta San Juan
Como profesora del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, la educación y la formación de nuevas generaciones en conservación es un tema clave en su trayectoria. Con años de experiencia tanto en investigación como en docencia, Susana ofrece una visión clara sobre la importancia de la enseñanza en campo y la necesidad de sensibilizar a las comunidades locales.
–Usted ha trabajado tanto en la investigación como en la docencia. ¿Cómo equilibra estos dos roles y qué impacto cree que tiene la enseñanza en la formación de las nuevas generaciones que se quieren dedicar a la conservación?
–Me parece muy importante. Creo que hay que transmitir lo que uno aprende, y a mí me encanta hacerlo en el campo, donde los estudiantes pueden tener la oportunidad de observar y conectarse directamente con la naturaleza. Hoy en día, todo es muy rápido, estamos acostumbrados a videos cortos en el celular, pero la conservación requiere paciencia y capacidad para observar los procesos naturales. Quiero que los jóvenes puedan experimentar eso y tomar acciones a partir de esa experiencia.
Se detiene un momento, dejando ver cómo el entorno natural es una parte esencial de su enfoque educativo. Luego continúa, reflexionando sobre la interdisciplinariedad en la enseñanza.
–El estudio no se trata solo de conceptos ecológicos, sino de aplicar ese conocimiento para la conservación. Y no solo pueden ser biólogos los que se involucren, sino también abogados, comunicadores, artistas… cualquier disciplina puede cruzarse con temas ambientales. Hemos tenido experiencias con personas de todas estas áreas en Punta San Juan, y siempre promovemos ese cruce interdisciplinario para motivar sobre la conservación. La docencia es un espacio para conectar a los estudiantes con el entorno natural, especialmente si pueden experimentar el campo de primera mano.
–¿Qué papel cree que juegan las campañas educativas y de sensibilización para involucrar a las comunidades locales en la conservación de la fauna marina en Perú?
–Es fundamental. En las comunidades costeras, mucha gente ya no presta atención a lo que tienen a su alrededor. Están tan acostumbrados a ver el paisaje y a estar en sus celulares que dejan de conectar con ese patio trasero natural que tienen tan cerca. Es importante que recuperen esa conexión y se conviertan en embajadores del lugar.
Hace una pausa, y luego explica cómo su programa «Construyendo Puentes con Punta San Juan» busca justamente eso.
–Una de nuestras actividades favoritas es “Aulas Naturales”. Llevamos a estudiantes a la playa, donde los pescadores locales les enseñan lo que hacen y realizamos actividades como redes tróficas marinas con lo que encuentran en la zona intermareal. Al principio, los chicos están desinteresados, pero una vez que comienzan a participar, se enganchan por completo. Es una forma increíble de conectar lo que ven en el aula con el mundo real. Creo que eso tiene un impacto mucho más fuerte que cualquier clase tradicional.
A medida que habla, es evidente que la educación es una parte esencial de la misión de Susana. A través de su trabajo tanto en campo como en aulas, está construyendo una nueva generación de conservacionistas, comprometidos con proteger el frágil ecosistema que habitan.