Crecen a lo largo de la Cordillera de los Andes, en formaciones xerofíticas y en medio del bosque y el matorral esclerófilo, siempre ubicadas a pleno sol, ya que no toleran la sombra. De espectacular belleza, estas plantas se caracterizan por su gran y pinchuda roseta y su inflorescencia de llamativos colores, que, cuando florecen, genera toda una explosión de vida en los ecosistemas xerófitos. Se destacan por su lento crecimiento, llegando a tardar varios años en florecer, y por su increíble capacidad para sobrevivir en entornos rocosos y áridos.

Puya chilensis. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya chilensis. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Se trata de las puyas o chaguales, plantas terrestres pertenecientes de la familia de las Bromeliáceas, que habitan en la zona norte y centro de Chile. Son plantas muy vistosas, de colores vivos y muy llamativos, que despliegan su belleza durante la primavera en los ecosistemas áridos y semiáridos de nuestro país. 

Las bromeliáceas y el origen del género puya

La llegada de las puyas a Chile se remonta a la prehistoria, a los tiempos en los que Pablo Neruda describe a nuestro territorio, en el Canto General, como “Las tierras sin nombres y sin números”. 

El género puya pertenece a la familia de las bromeliáceas y para conocer su origen, tenemos que remontarnos a antaño, a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno, hace aproximadamente 66 millones de años atrás. 

Picaflor gigante y puya - Alejandro Labranque @CentralBirding
Picaflor gigante y puya – Alejandro Labranque @CentralBirding

Las bromeliáceas, que incluyen alrededor de tres mil especies, son nativas de América, con una sola excepción conocida (Pitcairnia feliciana), que proviene del África ecuatorial. Se distribuyen por un vasto territorio, desde Costa Rica, en el sur de Norteamérica, hasta el norte de la Patagonia. 

Cómo, cuándo y por qué tuvo lugar esa distribución continental, y cuáles son las características actuales de los integrantes de la familia, son preguntas que aún se están aclarando, pero gracias las modernas investigaciones de genética molecular, que analizan el ADN, y los actuales estudios de biogeografía, se han podido recabar más antecedentes. 

Actualmente, se ha podido estimar que las bromeliáceas se diferenciaron de sus ancestros y originaron un grupo independiente de las restantes monocotiledóneas hace unos setenta millones de años, en las mesetas montañosas del sudeste de Venezuela y de las Guayanas llamadas tepuyes. Durante decenas de millones de años, cuando no existía la cordillera de los Andes, esas formaciones montañosas de rocas areniscas se levantaron en medio de la Sudamérica ancestral, sometidas al lavado continuo de las lluvias tropicales. Allí las bromelias se adaptaron a suelos pobres en nutrientes y con un drenaje rápido de agua. 

Puya coerulea var. coerulea. Créditos: Nicolás Lavandero
Puya coerulea var. coerulea. Créditos: Nicolás Lavandero

El Doctor en Ecología y Biología Evolutiva y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción, Pablo Guerrero, detalla que las bromeliáceas se originaron en un ambiente muy diferente al actual, previo al surgimiento de la cordillera de los Andes y la formación del istmo de Panamá: 

“Es una familia botánica muy antigua y su origen tiene que ver con el desarrollo de lo que se conoce como el Neotrópico, que son todos los ambientes tropicales de América. Gran parte de las especies que existen hoy de bromeliáceas, la mayor riqueza de especies, van a estar en los ambientes tropicales de América, sobre todo América Latina. Eso efectivamente nos remonta a una época en que el mundo era mucho más cálido que el actual. Estamos hablando de muchos millones de años atrás, cuando ni siquiera estaba unido Sudamérica con Norteamérica. Lo más probable que las bromeliáceas se hayan originado en Sudamérica y que después, cuando se genera el istmo de Panamá, se colonizaron las áreas más de Norteamérica”, señala el académico.

Durante decenas de millones de años, los tepuyes constituyeron un archipiélago de islas de montaña rodeadas de selvas o savanas. Sin embargo, su situación empezó a cambiar hace unos veinte millones de años, cuando las placas tectónicas que forman el fondo del océano Pacífico entraron en colisión con la placa sudamericana. Como consecuencia de ese choque empezaron a levantarse los Andes, la cadena de montañas más larga y la segunda más alta del planeta. 

Puya alpestris subsp. zoellneri. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya alpestris subsp. zoellneri. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Con la aparición de los Andes la historia biológica de Sudamérica quedó transformada para siempre. Hubo cambios drásticos en las condiciones climáticas y, en unos pocos millones de años, el continente generó nuevos climas y ambientes que antes eran inexistentes. 

Por un lado, la nieve y los glaciares pasaron a ser elementos importantes en vastas áreas a lo largo de la cadena andina, aun en el mismo trópico. Mientras que, al mismo tiempo, en ciertos valles en los que no estaban los vientos húmedos, se generaron condiciones de notable aridez. “Hay un enfriamiento global del planeta que genera una expansión de origen de nuevas zonas más áridas en el mundo. También ocurren otros fenómenos como la separación de Antártica con Sudamérica, lo que genera la corriente circumpolar y la intensificación de la Corriente de Humboldt. Y también, por supuesto, el levantamiento andino, lo que se conoce como los Génesis andina y todo eso repercute en el clima global, pero con especial particularidad en los climas de Sudamérica”, puntualiza el Dr. Guerrero.

Puya venusta. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya venusta. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Este enorme mosaico de ambientes y paisajes andinos abrió un sinnúmero de oportunidades para la vida vegetal y animal, y desencadenó un proceso de adaptación y diversificación de especies que contribuyó a la gran diversidad biológica actual de Sudamérica. Entre las plantas que aprovecharon estas oportunidades estuvieron las bromelias, y dentro de ellas las especies del género Puya, que se diversificaron de manera acelerada y ocuparon toda una gama de espacios y ambientes, desde las selvas de neblina (también llamadas yungas), pastizales situados por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar, hasta zonas rocosas y semiáridas como las que encontramos en Chile.

Actualmente, en el mundo existen 296 especies de puyas y en Chile podemos encontrar 11 taxones de este género: cuatro especies, dos subespecies, cuatro variedades y un híbrido, distribuidos desde Paposo, en la Región de Antofagasta, hasta la península de Hualpén, en la Región del Biobío.

Las puyas de Chile

De acuerdo con un estudio publicado por Georg Zizka y otros investigadores, se reconocen en Chile un total de cuatro especies de Puya, dos subespecies, cuatro variedades y un taxón híbrido: Puya boliviensis (Chagual de Paposo), Puya chilensis, Puya gilmartiniae, Puya venusta, Puya alpestris subsp. Alpestris, Puya alpestris subsp. Zoellneri,Puya coerulea var. Coerulea, Puya coerulea var. Intermedia, Puya coerulea var. Monteroana, Puya coerulea var. Violácea y Puya x berteroniana, respectivamente. 

Puya chilensis. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya chilensis. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Es importante señalar, igualmente, que la coexistencia entre especies ha llevado a varias hibridaciones, complicando su taxonomía y generando más de un dolor de cabeza para los investigadores que se esfuerzan por su clasificación. Así lo indica el ingeniero forestal y experto botánico, Patricio Novoa, quien fue coautor del estudio: “El conocimiento de las puyas todavía no está totalmente cerrado. En la revisión que hizo el profesor Zizka en 2013 en la cual yo participé como coautor quedaron algunas cosas pendientes como, por ejemplo, hay un híbrido que crece aquí en Valparaíso, en viña, en el cual hibridaron puyas chilensis con puya alpestris, que no está descrita. Esa puya alguna vez tuvo un nombre, puya quillotana, pero no estamos 100% seguro”.

Respecto a la etimología de su nombre, éste proviene del mapudungún puya, que hace alusión a las hojas con bordes espinosos de estas plantas, mientras que la palabra “chagual” viene del quechua ch’ahuar o ch’auwar, que significa “estopa” o “cerda”, lo que se explica por la antigua extracción de fibra de las hojas de algunas especies para hacer cordeles e hilos, como se recoge en la primera edición de la Revista del Jardín Botánico Chagual.

Puya coerulea var. intermedia. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya coerulea var. intermedia. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Vale decir que las puyas han sido utilizadas desde tiempos prehispánicos por distintas culturas. Por ejemplo, como explica Patricio Novoa, quien también es investigador asociado y curador del herbario del Jardín Botánico Nacional, estas especies eran utilizadas para la construcción de balsas y flotadores para la pesca. “Los mapuches usaban las puyas además en otras cosas, por ejemplo, hay antecedentes que las rosetas, las ramas de las puyas, las usaban como flotadores, para la pesca”, señala. 

Por otra parte, sus flores eran empleadas como adornos en fondas, ramadas y carros alegóricos durante las fiestas de la Independencia. “Se cortaban los escapos florales para ponerlos en las fondas porque la puya chilensis florecía justo para los días del 18 de septiembre, es la primera puya que florece en Chile y después la puya alpestris, que florece como en los últimos días de diciembre, entre pascua y año nuevo”, agrega el investigador. Asimismo, la goma que se obtenía de la planta era ocupada para la medicina popular como emoliente y astringente.

A su vez, esta planta también era muy utilizada para su consumo como alimento, lo involucraría en mayor medida a Puya chilensis, ya sea para ensaladas, empanadas o guisos. Una tendencia que ha ido en la baja durante los últimos años, debido al impacto de esta práctica para la conservación de las especies. 

Puya boliviensis. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya boliviensis. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Respecto a las características de las especies de puya en Chile, es importante señalar que estas pueden dividirse en dos grupos. Están las puyas propiamente tal, que se caracterizan por poseer “unas ramitas en el escapo floral donde se paran pájaros como el tordo, la tenca y el mirlo, que son los polinizadores naturales de las puyas. Las aves se paran en estas varitas medias verdosas y meten su cabeza en la flor, que tiene un néctar muy rico y abundante. Por eso es común ver en primavera, cuando la puya está en flor, tordos o tencas con la cabeza naranja”, agrega Novoa. De esas puyas tenemos tres especies en Chile: Puya chilensis, Puya boliviensis y Puya gilmartiniae.

Por otro lado, tenemos otro grupo de puyas que se caracterizan por no tener estas varitas donde las aves se paren. “Por ejemplo, la Puya venusta que crece desde Zapallar, en la quinta región, hasta La Serena, solamente por la costa, y el grupo de la cerúleas o coerúleas que no tienen cabezuela, tienen ramas, pero todas llenas de flores, no hay espacio para que se paren los pájaros. Todo ese grupo, que son de flores azules o rojas, son del subgénero puyopsis”, puntualiza el investigador del Jardín Botánico Nacional.

Puya gilmartiniae. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya gilmartiniae. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Una cualidad interesante, como nos cuenta el experto botánico, es que, durante su evolución, estas plantas desarrollaron mecanismos de adaptación a la falta de agua y al consecuente estrés hídrico, como suculencia de las hojas (su engrosamiento por acumulación de agua), mayor espesor de la epidermis y resistencia a la deshidratación de los tejidos foliares internos. 

Otras bromelias llevaron más allá sus adaptaciones al estrés hídrico y desarrollaron maneras de vivir como epífitas, apoyadas en otras plantas, sobre rocas o enganchadas a cables eléctricos o telefónicos, sin embargo, no tenemos puyas con esa característica en Chile

Como explica el experto botánico: “En realidad las puyas son súper ignífugas. En el Jardín Botánico Nacional, por ejemplo, luego del incendio absolutamente terrible que ocurrió el año pasado, los árboles fueron carbonizados, sin embargo, las puyas están todas vivas. Quedaron también bastante carbonizadas, pero ya están rebrotando. Entonces es una planta extraordinariamente ignífuga. (…) La planta no está descrita como suculenta, pero las hojas sí lo son. Una planta suculenta tiene una estructura verde que no tiene hojas y que dentro de ella tiene un tejido donde va acumulando agua para los periodos de sequía. La puya no tiene eso, sus hojas”.

Puya alpestris subsp. zoellneri. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya alpestris subsp. zoellneri. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Hay otra característica que llama mucho la atención de estas especies: su capacidad de autocombustión. No se sabe exactamente por qué, pero tienen la capacidad de carbonizarse por sí solas. Este fenómeno parece ocurrir en colonias maduras y se cree que puede suceder por el envejecimiento natural de la planta. Sin embargo, no hay teoría sobre esto que haya sido probada todavía.

“De repente encuentras individuos totalmente negros, como si se hubieran quemado, en lugares donde nunca hubo un incendio. Hay muchos mitos sobre eso y en realidad la ciencia no ha estudiado totalmente qué es lo que pasa con ese fenómeno. La ciencia no lo sabe, pero se sospecha que lo que ocurre, no solo con la puya, sino que, con muchas de las bromeliáceas de Chile, es una suerte de carbonización natural. Es rarísima, ósea la planta a medida que envejece, va perdiendo los componentes de sus células, se van como vaporizando, y va quedando el carbón de forma natural”, puntualiza Novoa.

Por otra parte, otra característica que sorprende es la sorprendente resiliencia que tienen estas especies para poder adaptarse y sobrevivir a muchos tipos de ambientes y circunstancias. Un ejemplo de ello, como menciona Novoa, es que pueden sobrevivir sin suelo. “Si tú sacas una puya, la arrancas y la tiras, la puya sigue viva y florece. Yo he visto puyas botadas en el campo, de proyectos inmobiliarios donde la gente las arranca y las deja tiradas, y están vivas y no sólo eso, las he visto floreciendo, así horizontal, entonces tienen una capacidad increíble, no necesitan suelo para crecer, eventualmente podrían vivir sin suelo. Pero todavía no se ha estudiado como uno quisiera, todavía permanecen dudas que falta estudiar”, señala.

Puya alpestris subsp. alpestris. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya alpestris subsp. alpestris. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Verdaderas islas de biodiversidad

Un aspecto central en esta historia es la crítica importancia de las puyas para la biodiversidad chilena. Como remarca el Dr. Guerrero, las puyas son, probablemente, “una de las especies más importantes en el funcionamiento de los ecosistemas de Chile central y norte”. Esto ya que son verdaderas islas de biodiversidad y de interacciones. “Su rol en el ecosistema es de extrema importancia porque son una fuente de refugio para distintos tipos de animales desde invertebrados del suelo que viven asociados a la hojarasca y la acumulación de materia orgánica que genera una roseta, que es donde salen todas estas hojas”, agrega.

Mirlo y chagual - Roberto Antezana
Mirlo y chagual – Roberto Antezana

En  efecto, en su follaje pueden vivir una gran cantidad de invertebrados, como la famosa mariposa del chagual, la mariposa más grande de Chile, y también vertebrados, como lagartijas y mamíferos

“También hay abejas nativas que crecen asociadas a la Puya chilensis, que son las manuelias (Manuelia postica), que son minúsculas, negras y ellas viven exclusivamente en las puyas. La chinchilla lanífera, que hoy se encuentra en peligro crítico, también crece asociada a la puya. Ella hace sus cuevas bajo la puya alpestris subesp. zoellneri porque es un animal muy delicado, no soporta mucho el calor. Es un animal nocturno, que sale a buscar su comida en la noche y se refugia en las puyas durante el día”, complementa el investigador del Jardín Botánico Nacional.

Chinchilla (Chinchilla lanigera). Créditos ©Reserva Nacional Las Chinchillas
Chinchilla (Chinchilla lanigera). Créditos ©Reserva Nacional Las Chinchillas

Asimismo, cuando florece, brinda enormes cantidades de flores, polen y néctar, siendo capaz de sustentar a una enorme cantidad de especies de insectos y aves, como el picaflor gigante, la tenca, el tordo y el mirlo, que durante la primavera suelen verse cubiertos de polen luego de un copioso festín. 

Tenca cubierta de polen de un chagual, Viña del Mar ©Diego Bravo
Tenca cubierta de polen de un chagual, Viña del Mar ©Diego Bravo

Verdaderamente, las distintas especies de chaguales aportan refugio y alimento para un sinfín de criaturas. Sin duda, la más emblemática es la mariposa del chagual (Castnia eudesmia), animal endémico de Chile – catalogado como “casi amenazado”- que sostiene una estrecha relación con las puyas, de las cuales depende absolutamente para sobrevivir. “Esta mariposa en realidad es un controlador de la puya porque la mata. Cuando se come el escapo floral se mete por la rama y al final termina por matarla, pero en realidad eso forma parte de la ecología propia de la especie. Por eso digo que es un controlador”, puntualiza Patricio Novoa.

Sin embargo, los insectos no se quedan atrás. Una investigación publicada en la Revista Chilena de Entomología en 2004, estudió la diversidad entomológica del género Puya desde la IV hasta la VIII regiones, encontrando más de 160 especies de insectos asociadas a éstas, principalmente Hymenoptera, Coleoptera, Diptera y Lepidoptera. De éstas, 40 son altamente dependientes de estas bromeliáceas. 

Asimismo, un estudio realizado por investigadores del Instituto de Entomología de la UMCE ha logrado identificar una estrecha relación de estas plantas con las cucarachas nativas del género Moluchia, algunas de las cuales se encuentran clasificadas como ‘vulnerable’ por el Ministerio del Medio Ambiente. “Son verdaderas estructuras tridimensionales que generan refugio”, dice el Dr. Guerrero.

Cucarachas nativas molukias en chagual ©Constanza Schapheer
Cucarachas nativas molukias en chagual ©Constanza Schapheer

Plantas en decadencia

Como mencionamos anteriormente, las puyas o chaguales han sido utilizadas históricamente para su consumo como ensaladas, debido a su rico sabor y gran valor nutricional. Sin embargo, esta práctica ha contribuido a diezmar sus poblaciones, generando impactos focalizados en distintas localidades. Por ello surge la incógnita de cuán factible y responsable es promover su consumo, considerando además el complejo escenario nacional, marcado por el declive de la biodiversidad.

“Por ejemplo, en la zona de Pichilemu es bien famoso el consumo de ensalada de chagual y en todos estos pueblos costeros un poco hacia el sur también se consume bastante, hasta más o menos Constitución, y en esa zona están un poquito extintas. En Pichilemu, por ejemplo, ya prácticamente no quedan a causa de esta extracción. Hoy día está un poquito ya en retirada este consumo, la gente ya no lo consume porque saben que no es muy sustentable. Es bastante perjudicial porque con eso la puya muere”, agrega Novoa.

Puya alpestris subsp. zoellneri. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya alpestris subsp. zoellneri. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

Un punto importante a considerar es que no está permitida la extracción de chaguales de su hábitat silvestre. Estas especies están incluidas en la Ley de Bosque Nativo y en el decreto 68 del Ministerio de Agricultura. 

Por otro lado, actualmente una de las grandes amenazas de estas especies en Chile es la destrucción de su hábitat, los ecosistemas xerofíticos, debido al cambio de uso de suelo, la expansión inmobiliaria y el cambio climático.

“Hoy día la amenaza más grave de estas formaciones (xerófitas) en Chile son los cultivos de frutales como la palta. Aquí en la Quinta Región en el 2010, e incluso antes, ya había 30.000 hectáreas de palto, entonces hoy día no me extrañaría que tuviéramos 60.000 hectáreas, las cuales han sido hechas en la zona donde existen las poblaciones más importantes de puya en Chile. Entonces el daño ha sido muy muy grande y la legislación prácticamente no protege estas zonas, lo que se conoce como formaciones xerofíticas”.

Puya venusta. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi
Puya venusta. Créditos: M. Teresa Eyzaguirre de Fundación R.A. Phillipi

En la actualidad, solamente tres de los 11 taxones de puyas se encuentran en alguna categoría de conservación: La Puya boliviensis, que se encuentra Vulnerable; la Puya venusta (muy amenazada por la presión inmobiliaria en el litoral), que está Vulnerable; y la Puya chilensis, que se encuentra en categoría de Preocupación Menor.“Las demás no han sido evaluadas y ahí estamos en una falencia, porque la Puya coerulea var. coerulea, que tiene un endemismo de la Cordillera de la Costa, debería estar en categoría de conservación, pero no ha sido evaluada. Entonces estamos al debe, hay que evaluar más especies”, finaliza el experto botánico.

Puya boliviensis

Puya Chilensis

Puya gilmartiniae

Puya venusta

 Puya alpestris subsp. Alpestris

Puya alpestris subsp. Zoellneri

Puya coerulea var. Coerulea

Puya coerulea var. Intermedia

Puya coerulea var. Monteroana

 Puya coerulea var. Violácea

Puya x berteroniana

La única muestra, que originó la clasificación
Puya berteroniana en 1896, fue un ejemplar incompleto conservado en París. No existen registros recientes, fotografías o imágenes, de este híbrido, podría encontrarse extinto.

Híbridos no descritos

1 Comentario

1 Comentario

  1. Isabel

    Me encantó el artículo, he visto la planta pero no sabía cómo se llamaba…se lo mostraré a mi nieta de 8 años que está siendo formada muy apegada a la naturaleza.

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