Compass: El fascinante mundo de los mapas
Son indispensables a la hora de recorrer un lugar, pero pocos saben el trabajo que hay detrás. Hoy en Ladera Sur conversamos con Juan Pablo Gardeweg, que abandonó su carrera de abogado para dedicarse de lleno a su pasión: los viajes y el mundo de la cartografía.
Juan Pablo Gardeweg abandonó su carrera de abogado, para dedicarse a diseñar y vender mapas ruteros, y guías turísticas de Chile. Pese a que todo comenzó como un emprendimiento, sin demasiadas expectativas, hoy podemos encontrar sus productos en más de 450 estaciones de servicios, más 130 librerías, y hasta fuera de Chile, en Europa y Estados Unidos. Un éxito que nunca imaginó y que lo ha llevado a conocer en profundidad los lugares más recónditos de nuestro país. Hoy en Ladera Sur nos cuenta la experiencia de su marca llamada Compass y nos recomienda un imperdible en el sur de Chile.
¿Cómo nació tu pasión por los mapas, la geografía y el turismo?
Provengo de una familia de viajeros y estando en el colegio me propuse conocer Chile mejor que nadie. Ya estando en segundo medio, me fui con amigos a recorrer el sur a dedo. Viajábamos sin fecha de vuelta, es decir, hasta que se nos acabara la plata. Así es que antes de salir del colegio, ya conocía por mis propios medios la zona de Los Lagos y la Carretera Austral. Ya en la universidad, aprendí montañismo y nociones más amplias de geografía y de mapas, pero no fue sino hasta competir en las carreras de expedición, cuando me vi obligado a relacionarme con mapas cartográficos, que requerían de una correcta interpretación para una eficaz orientación terrestre.
Con el transcurso de lo años, me di cuenta de todo lo que había aprendido y que tenía un activo que podía explotar comercializándolo a través de productos editoriales.
¿Cómo comenzó tu empresa “Compass» y cuál era tu objetivo?
Yo había abandonado mi profesión como abogado y era socio de una importadora de productos traídos de China. Cuando se desencadenó en 2009 la crisis subprime, decidí restarme de esa empresa, y formar este emprendimiento solo, con el objetivo de mostrar Chile al mundo con los mejores mapas que pudieran existir. Me acerqué al IGM (Instituto Geográfico Militar), y les propuse desarrollar mapas ruteros al estilo europeo, creyeron en mí e hicimos un piloto que sirvió para presentar a Corfo y ganar los capitales semilla. Después obtuve el auspicio de la marca Jeep, quienes se portaron increíble con el apoyo que me brindaron y así empezó todo.
La marca se ha ampliado cada vez más. ¿En qué están ahora?
Siempre seguimos trabajando en nuevos mapas y guías que nos permitan ampliar nuestro horizonte, además de encargos editoriales a medida del tipo “outdoor”, que es lo que sabemos hacer. Hemos desarrollado guías de trekking, guías científicas, turísticas, planisferios y mapas decorativos.
El compromiso y la responsabilidad deben ser enormes a la hora de hacer guías y mapas. ¿Cómo es el proceso y qué los hace confiables?
Cada producto que sacamos al mercado está testeado por nosotros, si lanzamos una nueva guía de trekking, todos los senderos fueron realizados por nosotros, algunos de ellos en más de una oportunidad, pues buscamos dar certeza al usuario que nos compra. Los mapas son un desafío permanente, pues requieren de mucho trabajo en terreno para tenerlos actualizados y dar una acabada idea del lugar en donde el turista o senderista quiera desplazarse.
¿Alguna vez pensaste que llegarías tan lejos con este emprendimiento?
La verdad es que nunca imagine el impacto que es tener una marca como Compass en más de 450 estaciones de servicio y en más de 130 librerías a lo largo de Chile. Este año hemos entrado fuerte en Europa y en Estados Unidos con Amazon y distribuidores locales de allá, creo que tengo un mundo para conquistar con productos de primer nivel.
¿Qué significa un mapa para ti?
Para mí los mapas son el alma del viajero, el medio con el que descubrimos nuevos lugares y planificamos aventuras aunque no las realicemos.
Ustedes además cumplen con el rol de informar. ¿Cómo ha sido ese desafío?
Es uno de los roles más complejos de realizar, pues viajar requiere de tiempo y dinero para obtener la información que consideramos valiosa para nuestros productos. Los viajes son indelegables y los realizo personalmente a un ritmo muy intenso y difícil de seguir, pues podemos recorrer en una semana un promedio de 400 kilómetros diarios, por todo tipo de terrenos.
Vemos que cada vez existen más empresas que hacen mapas. ¿Qué crees tú que los ha hecho diferentes y únicos?
Nos diferenciamos mucho por el énfasis que le ponemos al diseño y a la calidad de la información, elegimos cuidadosamente desde la tipografía hasta los colores y texturas de los fondos cartográficos y eso se nota al entregar el producto final.
Sus mapas y guías son de Chile, de los diversos paisajes que podemos encontrar de norte a sur. Debe ser muy interesante el trabajo, ya que debes conocer y saber de lugares que nadie sabe. ¿Cómo ha sido esa experiencia? ¿Han conocido lugares recónditos?
Esa es la parte más linda de este trabajo, conozco lugares que muy pocos conocen, pero todavía siento que me queda mucho por conocer, los lugares siempre van cambiando, un ejemplo es el Parque Conguillío que cambia de manera maravillosa del verano al otoño e invierno. Y por supuesto que descubrimos lugares recónditos, los hay por cientos en todos lados, es cosa de tener un mapa y elegir bien.
Al conocer tan bien nuestro país, ¿cómo podrías describirlo geográficamente y qué es lo más interesante a tu parecer?
Efectivamente soy eminentemente visual. Chile es un país increíble y lo describiría como una isla que tiene todo para el que le gusta la vida al aire libre.
No nos damos cuenta de lo inmenso e indómito que es, basta con asomarnos un poco mas allá de nuestra carretera austral o subir al altiplano para entender que esta inmensidad casi no tiene visitantes, imaginar que el valle de Cochamó fue descubierto por kayakistas norteamericanos hace muy pocos años atrás, da pie para buscar lugares tan lindos como ese.
¿Qué lugar “perdido” recomiendas visitar en Chile?
La caldera del Volcán Sollipulli, en la Reserva Nacional Villarrica, es una ascensión a un cráter de cuatro kilómetros de diámetro cubierto por un glaciar de 300 metros de profundidad en plena Araucanía. Fui el verano pasado con mis niños de 12 y 13 años y fue lo mejor del verano.