Colombia: Científicos exploran ríos en Departamento del Meta para estudiar delfines rosados y nutrias gigantes
El delfín rosado (Inia geoffrensis) y la nutria gigante (Pteronura brasiliensis), son dos de los animales más carismáticos y emblemáticos que habitan en varios de los ecosistemas acuáticos más representativos de este país y son parte de los listados de mamíferos amenazados por causa del hombre. Por esto, el Instituto Humboldt y la Corporación para el Desarrollo Sostenible de la Macarena (Cormacarena), en el Departamento del Meta, decidieron unir esfuerzos en una alianza para el estudio de las poblaciones de estos mamíferos en la cuenca del río Tillavá en expediciones que ya están en marcha. Con cerca de 520 especies registradas, de las cuales 58 son endémicas, Colombia está catalogado como el sexto país en el mundo con mayor biodiversidad de mamíferos.
Científicos del Instituto Humboldt y la Corporación para el Desarrollo Sostenible de la Macarena (Cormacarena) en el Departamento del Meta, en Colombia, se encuentran desde el pasado 14 de abril explorando los cauces del río Tillavá, en la primera de una serie de expediciones que tiene como propósito principal el estudio de las poblaciones del delfín rosado (Inia geoffrensis) y la nutria gigante (Pteronura brasiliensis). La evaluación de las poblaciones de delfines rosados y nutrias en el río Tillavá será realizada por medio de varias salidas de campo y expediciones de biodiversidad, un trabajo que contará con el apoyo de la Fundación Omacha, experta en el estudio de estas dos especies.
Además de establecer el estado poblacional de estas dos especies, los expertos determinarán cómo es la interacción con los ecosistemas y los recursos hidrobiológicos asociados. “Por ejemplo, las nutrias y delfines tienen una interacción trófica con los peces, razón por la cual estudiaremos esas relaciones”, dijo Carlos A. Lasso, investigador del programa de ciencias de la biodiversidad del Instituto Humboldt y coordinador científico del convenio entre ambas organizaciones, que tendrá una duración de nueve meses. “Esto nos permitirá recolectar datos como la presencia o ausencia de estos mamíferos, densidad poblacional y cantidad de madrigueras o letrinas (en el caso de las nutrias). Realizaremos dos grandes expediciones en distintas épocas climáticas este año por el río Tillavá: ascenso o subida de aguas y aguas altas”, agregó Lasso.
Con cerca de 520 especies registradas, de las cuales 58 son endémicas, Colombia está catalogado como el sexto país en el mundo con mayor representación de mamíferos, animales que habitan en diversos ecosistemas como las densas selvas húmedas, bosques andinos y secos, sabanas, humedales e incluso mares. Sin embargo, este tesoro biodiverso palidece a pasos agigantados debido a las actividades impulsadas por el hombre, como la deforestación, cacería indiscriminada, pérdida y transformación de los hábitats naturales para la agricultura y ganadería y minería ilegal, acciones que detonan el cambio climático.
El delfín rosado (Inia geoffrensis) y la nutria gigante (Pteronura brasiliensis), dos de los animales más carismáticos y emblemáticos que habitan en varios de los ecosistemas acuáticos más representativos del país, hacen parte de los listados de mamíferos amenazados por causa de la mano del hombre. Los pescadores figuran entre los principales verdugos del delfín rosado en Colombia, un mamífero que alcanza a medir hasta 2,8 metros de largo y pesar más de 220 kilos. Según la Fundación Omacha, estos animales son atrapados en los ríos por medio de mallas de monofilamento, cacería o envenenamiento, “debido a que los pescadores lo conciben como una fuerte competencia para el recurso pesquero”.
Por su parte, las nutrias gigantes, con tamaños entre los 1,5 y 2 metros de longitud, han recibido golpes contundentes por parte de los cazadores, una hecatombe que tuvo su auge a mediados del siglo pasado para comercializar sus pieles en el mercado internacional. “Estas nutrias fueron cazadas intensamente entre 1940 y 1970, por lo cual la cacería figura como la causa más importante de la gran disminución de la especie. Además, en sitios como el río Mirití Paraná (Amazonas) y la parte media del río Meta (Orinoco), los pescadores las consideran una seria competencia por el consumo de peces, y en Vichada se presenta el mercado ilegal de venta de crías como mascotas”, informó la Fundación Omacha.
Insignia de la Amazonia y Orinoquia
El delfín rosado (Inia geoffrensis) es una de las especies más llamativas de las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco, únicos sitios donde habita en Colombia. Ríos como Amazonas, Caquetá, Apaporis, Mirití Paraná, Cahuinarí, Putumayo, Meta, Guayabero, Vichada, Tomo, Guaviare, Orinoco, Bita y Arauca, además de varios lagos, son algunos de sus refugios.
Los indígenas de ambas regiones lo han bautizado con diversos nombres: los puinave lo llaman muña, los huitoto jíamana, los sikuani panabü y los tikuna omacha. Por su parte, las comunidades de colonos lo reconocen como bufeo (Amazonas) o tonina (Orinoco). “Es el delfín de río más grande. Tiene un cuerpo robusto y flexible y un hocico largo y estrecho con más o menos 106 dientes, y se caracteriza por contar con una coloración gris oscura en las crías y gris con rosado en los adultos”, informó la Fundación Omacha.
Una de las peculiaridades de esta especie es que cuando realizan actividad física, su coloración rosada se incrementa para así regular la temperatura. De acuerdo con Omacha, comienza a fluir más sangre a los vasos sanguíneos periféricos aumentando el tono rosado. “Esta especie se encuentra asociada con frecuencia a sistemas donde confluyen varios ríos, ya que estas áreas tienen concentraciones de peces. A diferencia de la mayoría de los delfines de mar, en el Inia geoffrensis las vértebras cervicales están libres, lo que les permite rotar la cabeza de un lado a otro”, aseguró la Fundación.
Una carnívora gigante
Los ríos que zigzaguean por los departamentos de la Amazonia y Orinoquia colombiana le brindan refugio a uno de los carnívoros más grandes de Sudamérica, un mamífero que se ubica en el tope de la cadena alimenticia junto a predadores como el jaguar y el caimán.
Se trata de la nutria gigante (Pteronura brasiliensis), también conocida como perro de agua, lobón y lobo colón. Según informa la Fundación Omacha, de sus casi dos metros de largo, cerca de 65 centímetros corresponden a la cola, la cual es aplanada hacia la punta. “Pueden pesar entre 25 y 32 kilos. Su pelaje es de color café oscuro y tiene manchas amarillentas en el cuello, con un patrón único por cada individuo. Los dedos de las manos y pies están unidos por una membrana”.
Es un mamífero de ojos bastante grandes y hocico redondeado ha sido reportado en varias zonas de la Orinoquia y Amazonia colombianas, como los ríos Tomo, Tuparro, Bita, Orinoco, Meta, Arauca, Caquetá, Cahuinarí, Apaporis, Inírida y Guaviare.
La cacería indiscriminada del siglo pasado mermó bastante sus poblaciones. Hoy en día está amenazada por los pescadores, traficantes de fauna y algunas comunidades indígenas. “En la selva Mataven, al sur del Vichada, y en el bajo río Inírida en Guainía, enfrenta una amenaza directa por los indígenas de la zona, ya que afirman que las nutrias gigantes son un enemigo por comer demasiado pescado y ensucian las aguas de los ríos y caños con sus heces”, indica Omacha. Por eso, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza tiene listada a Pteronura brasiliensis como una especie En Peligro de extinción.