Casson Trenor ha dedicado su vida a la conservación del océano. Fanático del sushi, desarrolló una guía llamada»Sushi Sustentable: una guía para salvar el océano un mordisco a la vez» para disfrutar de este tipo de comida de forma sustentable.

Como Seafood Team Leader de Greenpeace U.S.A. está de visita en Chile para conocer sobre las salmoneras y advertir sobre los peligros de que esta actividad se extienda a la Patagonia. Conversamos  con Casson sobre el mar y sus recursos, y cómo podemos utilizarlos de una manera más sostenible. ¡No se lo pierdan, aquí!

¿Cómo comenzó tu interés por el mar y los peces?

Tuve la suerte de crecer junto al océano. Mi casa estaba muy cerca de la playa, y se convirtió en un lugar especial para mí. Pasaba mucho tiempo en la playa, especialmente en verano. Cuando tenía cinco o seis años sacaba almejas y las llevaba a casa, mi mamá las cocinaba. Encontraba que era lo más increíble del mundo, poder proveer mi propia comida. Pero a medida que fui creciendo mi pueblo empezó a crecer también. Había más tráfico, más casas, más actividad. Afectó el lugar hasta tal punto que esa playa murió. Ahora jamás me comería una almeja de ahí. Y no es que se haya convertido en un puerto industrial, pero tampoco estaba protegida de ninguna manera. No habían leyes ni ningún tipo de regulación. Los proyectos inmobiliarios deforestaron los cerros frente al océano y no existía ningún interés por protegerlo o salvarlo. Mi lugar se arruinó y eso me dio rabia. Tuvo un efecto profundo en mí.

¿En qué momento decidiste hacer algo al respecto?

No recuerdo un momento particular. Cuando era joven y me estaba cuestionando lo que pasaba con mi pueblo, me costó juntar las piezas. Hasta que cumplí veinte años. Había estado trabajando en la industria vitivinícola y decidí que era el momento de volver a estudiar. Simplemente supe que quería hacer conservación marina, no tenía ninguna duda. No es que lo haya decidido en un momento preciso, sino que empezó a crecer en mí la necesidad de hacer algo al respecto. Creo que en parte es porque la playa no murió de un día para otro. Me fui a la universidad cuando tenía 17 y volvía todos los años. Vi su proceso de degradación por partes.

¿Crees que también tiene que ver que muchas veces los niños y también los adultos sienten que no pueden hacer nada?

Sí, definitivamente. La mayoría de la gente se siente que carece de poder. Que el mundo es mucho más grande que nosotros. Cuando pequeño sentía que yo no podía hacer nada para cambiar lo que le estaba pasando a esa playa. Pero en estas situaciones es importante enfocarse en la realidad: somos mucho más fuertes de lo que pensamos. Solo porque no sabemos cómo solucionarlo inmediatamente no significa que no podamos hacer nada.

©Sam Howzit
©Sam Howzit

¿Cómo llegaste al concepto de sushi sustentable?

El sushi fue una parte importante de mi infancia. En mi pueblo había una comunidad japonesa y mis papás me llevaban a un sushi bar. Me enamoré del misterio más que de la comida: la conexión que representa. Estos alimentos venían del océano, nuevos animales que nunca había escuchado y que venían de lugares lejanos o de lo más profundo del mar. Pensé que era increíble que pudiera conectarme con esa parte del mundo y esa cultura.

Más tarde me aproblemó, porque no había ninguna guía de cómo disfrutar sushi de forma sustentable y yo ya sabía lo suficiente como para comprender que la mayoría de las especies del mercado se producían de una forma insostenible. Los peces y el mercado eran el foco de mi trabajo de conservación y me dispuse a aprender. Tuve la suerte que mi facultad estaba en la misma ciudad que uno de los mejores acuarios del mundo. Pasaba mucho tiempo ahí y también trabajé en ese lugar. El año 2016 fui con Sea Shepherd a la Antártica y conocí a un periodista de National Geographic. Él me dijo que nunca comía pescado. Yo le pregunté si comía sushi. “Sí, me encanta el sushi”, exclamó. Estuvimos hablando de los problemas asociados a los típicos pescados del sushi. Fue él quien me convenció de escribir el libro sobre sushi sustentable.

Volviendo al origen, prefiriendo local

©Greenpeace
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Casson Trenor cuenta que al poco tiempo conoció a dos chefs que se interesaron por el concepto, ellos eran Kin Lui y Raymond Ho. «Ellos no sabían de sustentabilidad ni yo sabía hacer sushi, fue una buena combinación», asegura. Abrieron su primer restaurante en febrero de 2008. Fue el primer restaurante sustentable de sushi en el mundo y pese a que no fue fácil, pronto verían los frutos de su trabajo. De pronto en Portland, Seattle, Connecticut comenzaron a surgir otros restaurantes de sushi sustentable y ahora son muchos los que utilizan el mismo modelo en EE.UU.

Para Trenor el sushi sustentable no es un concepto nuevo, se trata de volver al origen del sushi: utilizar lo que está disponible y sacarle el mejor provecho. Porque esta popular comida no siempre fue la industria internacional que hoy vemos. Tal como explica el conservacionista, el sushi era una preparación de la clase trabajadora que surgió en el Japón del siglo 19 para honrar lo que había disponible durante la estación en ese lugar y tiempo específicos y para guardar y preservar para tiempos de mayor escasez. «Es rendirle tributo al lugar donde estás y trabajar lo mejor que puedas con lo que tienes. Desgraciadamente el sushi hoy se ha convertido en otra cosa, vamos por los peces más exóticos y los enviamos en avión al otro lado del mundo», asegura.

En Chile la sustentabilidad y trazabilidad de los alimentos está recién comenzando. ¿Qué tips le darías a nuestros lectores para ser más sustentables a la hora de comer pescados y mariscos?

Estoy recién aprendiendo acerca del mercado chileno. Ustedes tienen una relación increíble con el océano, hay tantas especies distintas y su costa es tan larga que es una bendición. Diría que para ser sustentable lo primero es tratar de consumir alimentos locales. Comprar de pequeños proveedores locales, tiende a apoyar a esas comunidades y reducir la huella de carbono. Siempre hay excepciones, por supuesto. No tengo mucha experiencia con el sushi chileno, pero en EE.UU. uso la sigla S.S.S.S: Small, Seasonal, Silver, Shellfish; que vendría a ser pequeño, de temporada, plateado y moluscos.

Por ejemplo, es más sustentable comer pescados más pequeños porque están más abajo en la cadena alimenticia, en general son más numerosos y resilientes y tienen ciclos de vida más cortos. De paso, también nos evitamos el problema del mercurio. Otra cosa que ayuda es comer alimentos de temporada. Cosas que uno no encuentra en el menú pero sí en la pizarra, como por ejemplo “el especial del día”. Los peces de granjas industriales como el salmón siempre están en temporada, es la razón por la cual esa industria existe. Así que si comes algo que sólo está disponible durante ciertas estaciones, es más probable que no provenga de un criadero industrial. La tercera palabra es plateado, que corresponde a un cierto grupo de peces que en el sushi se sirven con la piel, como el pejerrey o la caballa. Estos peces están más abajo en la cadena alimenticia y son más resilientes. Además son deliciosos y ricos en Omega 3. Usualmente vienen encurtidos, como la “pichanga” de ustedes. Por último, preferir los moluscos: su producción tiene un bajo impacto en el ambiente y tienden a ser locales. Cuando produces un pez como el salmón tienes que alimentarlo, pero un ostión o una macha no hay que alimentarlo, filtra el agua mientras crece.

Casson Trenor ©Carolina Brown
Casson Trenor ©Carolina Brown

Una de las razones por las que Casson Trenor está de visita en Chile, es porque cree que el país puede convertirse en un líder en la protección de los océanos. «Acá la industria pesquera es muy importante y hemos visto el daño que ha causado en la Región de Los Lagos. Vas volando en el avión y ves las jaulas, es impresionante. La bahía de Puerto Montt está muerta, ya nadie escribiría una canción de amor ahí», dice y agrega: «Esta es una oportunidad para que Chile lidere y diga: hemos visto el daño que se hizo en Chiloé y no permitiremos que suceda lo mismo, la Patagonia es demasiado valiosa”.

¿Cómo piensas que la gente común y corriente puede hacer algo para cambiar la industria del salmón?

Hay que apoyar a los pequeños productores locales, a los pescadores. También a la comunidad y su cultura. Darles a esas personas otras opciones de trabajo y potenciar formas de acuicultura de bajo impacto y de especies nativas. La gente en la calle siempre puede elegir qué comprar, qué comer, incluso en los restaurantes. Si no estás de acuerdo con cómo lo ha hecho la industria, puedes elegir no comerte ese salmón que viene de ahí. Hay otras formas de vincularse, por ejemplo contactar a los líderes locales, la gente que hace las propuestas y que toma las decisiones, hacer presión para crear una zona marina protegida en Magallanes y para revocar permisos a las salmoneras.

En tu experiencia como activista, ¿qué funciona mejor para provocar un cambio?

No creo que sea posible cambiar a otros. Lo mejor que podemos hacer es predicar con el ejemplo, inspirar. Ofrecer buena información y hablar con la verdad. Ser testigos de qué está pasando y mostrar la realidad para que ellos tomen sus propias decisiones. En términos de tácticas para crear cambios, creo en el poder del mercado. Como consumidores, si cambiamos nuestra manera de comprar, cambiaremos la manera en que se producen las cosas. Lo he visto en EE.UU muchas veces, tiendas que no están dispuestas a apoyar un producto insostenible y que son premiadas por los consumidores que quieren apoyar esa mentalidad.

©Greenpeace
©Greenpeace

Cómo vez el futuro, ¿estamos cambiando lo suficientemente rápido?

Pienso que no hemos sido capaces de comprender las verdaderas consecuencias de nuestras acciones. Somos muy poderosos y todo lo que hacemos cambia el planeta. La manera en que nos comportamos cambia el mundo y tenemos el planeta que nos merecemos. Si es muy tarde o no, es una manera compleja de pensar porque ¿muy tarde para qué? Muy tarde para volver a como era antes, por supuesto que sí. Nunca volverá a ser como antes, pero no creo que sea el objetivo. El objetivo debería ser responsabilizarse de lo que va a ocurrir, de cómo será nuestro planeta en el futuro. Hacer cosas todos los días que nos permitan dejar algo a las futuras generaciones. Estoy seguro que de alguna forma el planeta estará OK, pero nosotros vamos a tener cada vez más problemas si no cambiamos nuestra naturaleza destructiva de relacionarnos con el entorno.

¿Cuales son los cambios más importantes que podemos hacer en nuestro estilo de vida para proteger a los océanos?

Creo que el mayor peligro para los océanos en este momento es esta especie de ignorancia intencional. Si podemos tener en mente la conexión entre nuestras vidas y el océano, las respuestas surgirán orgánicamente. El océano es un sistema delicado, no podemos sacar ni poner más de la cuenta. Por lo tanto, tal vez no sea bueno comer pescados del tope de la cadena alimenticia todos los días, ni depender de salmón industrial que requiere muchos antibióticos. No usar tanto plástico, que sin una buena gestión de residuos termina en el mar. Si voy al supermercado ¿necesito la bolsa? Tal vez pueda entrenarme a traer una bolsa de mi casa. Voy a la pescadería, hay salmón pero también otras especies, tal vez sea la hora de probar algo nuevo. No creo que se trate de grandes cambios, sino de una relación constante que requiere ajustes y mantenimiento. Si nos acostumbramos a pensar en nuestra vida diaria y el impacto que tiene, va a hacer una diferencia tremenda.

¿Hay alguna conversación con las salmoneras o el Gobierno?

Hay un tira y afloja a través de la prensa. La mayoría de mis conversaciones acá han sido con los pescadores artesanales. Me gusta hablar con ellos porque tienen un entendimiento muy visceral de nuestra relación con el océano. Ellos me enseñan mucho y están preocupados. Todos los pescadores con que he hablado están preocupados porque no quedan peces. Me impresionó  lo dispuestos que estaban los pescadores chilenos a trabajar con nosotros, los ambientalistas, para solucionar este problema mayor. Siempre voy a estar disponible para hablar con la industria y los salmoneros, pienso que la industria es importante y que hay formas de mejorarla, pero también pienso que estas compañías tienen mucho invertido en tecnologías y formas de hacer negocio destructivas y que no quieren tener esa conversación. He trabajado no sólo con salmón, sino con el atún y otras especies y el patrón es el mismo. Las empresas son competitivas, están definidas por su rentabilidad y necesitan sobrevivir. Tienen miedo que si ellas cambian y los competidores no, irán a la quiebra. Al final del día, la diferencia fundamental radica en que yo no creo que porque ellos tengan los permisos y los barcos o la infraestructura son dueños del océano. El océano es de todos, ellos sólo lo han pedido prestado y tienen que respetarlo.

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