Hace casi 25 años Enrique Couve y su socio, Claudio Vidal, formaron la primera empresa dedicada al turismo de avistamiento de aves en Chile, llamada Fantástico Sur (hoy Far South Expeditions). Couve, que por entonces ya había cumplido 40 años, decidió que era tiempo de dedicarse a su mayor pasión. La misma que descubrió a los tres años cuando, instalado bajo el parrón de su casa en Limache, se sentaba durante horas con un puñado de afrecho que había robado a las gallinas de la casa, esperando que algún chincol o tórtola bajara a comer de su mano. Renunció a un cargo de gerencia en una importante empresa en Chile e hizo “una empresa de pajareros para compartir con mis iguales”. Fue entonces que se dio cuenta que al igual que él, millones de personas en el mundo sentían una atracción casi obsesiva por las aves.

Yeco ©Romina Bevilacqua
Yeco ©Romina Bevilacqua

Visitó las ferias de aviturismo de países como Inglaterra o Costa Rica y pronto los clientes llegaron por su cuenta. “Abrimos un destino nuevo para los fanáticos de las aves. De pronto apareció la primera empresa que les ofrecía un lugar muy exótico, muy raro, que no tenía muchas aves pero tenía sus especialidades”, comenta. Hoy FS Expeditions ya cuenta con una excelente reputación a nivel nacional e internacional, una veintena de publicaciones de libros especializados a su haber y trae a cerca de 2.000 turistas anuales al país para avistar plumíferos.

Couve asegura que este tipo de turismo de intereses va en crecimiento en Chile y que mientras se sigan ofreciendo nuevos destinos de avistamiento “esto no se va a acabar”, sino todo lo contrario. Al igual que otros especialistas, está convencido que en nuestro país hay un potencial gigantesco para desarrollar un turismo sustentable y de calidad internacional en torno a las aves.

Un nicho por explorar en Chile

A fines de octubre se celebró en Valdivia la tercera Versión del Encuentro de Avistamiento de Aves, organizado por el Instituto de Turismo de la Uach, que contó con la presencia de destacados expositores como Horacio Matarasso y Enrique Couve, ambos destacados observadores de aves de Argentina y Chile respectivamente, y Carolina Yañez, bióloga marina y guía de aviturismo en Birds Chile desde 2016.

Durante el encuentro Matarasso, quien preside el Comité Organizador de la Feria de Aves de Sudamérica, hizo un balance de la situación actual en torno al aviturismo en el mundo y destacó: “Hay 78 millones de fanáticos en el mundo que están gastando 7 mil millones de dólares al año, y todos están buscando cómo traer un poco de ese turismo a casa”. Para el autodenominado pajarero y fundador de la empresa especializada Buenos Días Birding, Sudamérica es por sí sola un destino atractivo para los fanáticos de las aves (concentra el mayor número de especies en el mundo) y por ende países como Chile y Argentina cuentan con un punto a su favor al momento de ingresar a la oferta turística.

Siete colores ©Romina Bevilacqua
Siete colores ©Romina Bevilacqua

Si bien no existen cifras oficiales, Matarasso calcula que serían cerca de 500 mil los observadores de aves que visitan Sudamérica y cree que probablemente este sea un número conservador. Sólo en Argentina, llegan 50 mil  turistas extranjeros para realizar avistaje de aves, atraídos por las más de 1.000 especies que habitan sus distintos ecosistemas.  ¿Y a Chile? Difícil saberlo, ya que no existen cifras oficiales. Sin embargo Raffaelle Di Biase, destacado observador de aves y fundador de Birds Chile, estima que llegarían al país cerca de 3.000 amantes de esta actividad.

Lo cierto es que en Chile este nicho aún no ha sido explorado en profundidad y que nuestro territorio cuenta con características únicas que lo convierten en una zona de interés y potencial destino para los millones de observadores que hay en el mundo. “En Chile tenemos menos de 500 especies, pero algunas muy singulares. Compartimos varias aves interesantes con Argentina, los endémicos del cono sur y también tenemos a nuestros propios endémicos. Con 14 especies únicas (la mayoría en la zona central de Chile), nuestro país es muy atractivo. En pocos días se pueden recorrer diferentes ecosistemas, puedes hacer una salida pelágica en la mañana y terminar pajareando en la cordillera de los Andes al atardecer. Al ser un país tan delgado se puede cambiar rápidamente de altitud y eso influye en las especies a observar”, comenta al respecto Carolina Yañez, quien ya cuenta con 6 años de experiencia realizando guiados de aves en Chile.

Chercan de las vegas ©Romina Bevilacqua
Chercan de las vegas ©Romina Bevilacqua

Aviturismo en la Región de Los Ríos

Es precisamente este panorama el que tomaron en cuenta en el Instituto de Turismo de la Uach cuando organizaron la Feria de Avistamiento de Aves en Valdivia; la idea era generar un espacio para que los diferentes actores relacionados al turismo pudieran generar redes en torno a una actividad que podría diversificar la oferta turística en la zona y a su vez, convertirse en una herramienta de conservación. Valdivia, aseguran, podría ser el lugar ideal para desarrollar este tipo de turismo de interés ya que cuenta con buena conexión (a través del aeropuerto) y un gran atractivo natural que reúne diversos ecosistemas a poca distancia (bosque nativo, humedales y costa), lo que se traduce en una gran cantidad de especies de avifauna.

“Creo que esta es una actividad que puede diversificar la oferta turística en el territorio. En la Región de Los Ríos tenemos una cantidad de recursos vinculados a la naturaleza que están subutilizados o subvalorados, tenemos las áreas protegidas más importantes del mundo de bosque húmedo o selva valdiviana y en la red fluvial de Valdivia hay una infinidad de oportunidades. La idea desde la Universidad es mostrarles sobre todo a los más jóvenes y emprendedores que sí se puede. Abrirles el camino a desarrollar nuevas ideas”, comenta Edgardo Oyarzún, Director del Instituto de Turismo de la UACH y coordinador de la iniciativa.

©Romina Bevilacqua
©Romina Bevilacqua

Para Oyarzún el turismo debiera verse como parte de una estrategia integral de desarrollo y parte de ello, es apoyar a las comunidades locales para que se transformen en los principales actores y beneficiarios de este tipo de actividades. Al respecto, explica que este encuentro en torno a las aves surge de esa necesidad de “desarrollar confianzas, contactos y generar redes, ya que el turismo se basa fundamentalmente en formar redes en todo sentido: entre la institucionalidad pública, los operadores y con las comunidades.  Aquí en la región hay comunidades que hoy en día están muy comprometidas con los valores medio ambientales, la sustentabilidad y un desarrollo distinto a lo que tradicionalmente conocemos”, dice, y da como ejemplo el trabajo que están realizando con la comunidad de Trumao, en la Provincia de Ranco. Allí están trabajando actualmente en conjunto con el Gobierno Regional y aliados como la Corporación Regional de Desarrollo Productivo y el Servicio Nacional de Turismo, realizando capacitaciones y otorgando apoyo a la comunidad para la creación de un santuario de la naturaleza biregional, en donde se puedan generar diversas actividades turísticas, entre ellas el avistamiento de aves.

A esto, agrega, se suma la oportunidad de captar parte de un nicho de turistas con alta capacidad de inversión.  Para hacerse una idea, se estima que  un observador de aves gasta alrededor de 400 dólares diarios per cápita, y que los viajes por lo general tienen una duración entre 10 y 21 días.

El aviturismo como herramienta de conservación

Si hay algo en lo que concuerdan los especialistas, es que los birdwatchers buscan destinos con mucha biodiversidad; entornos naturales que mantengan sus características originales. Y cómo no, si son precisamente estos ambientes más prístinos, los que permiten el desarrollo de la fauna. “Este es un mercado de millones de personas, que van a lugares que están bien conservados. Jamás van a ir a observar aves a lugares como un cultivo de pinos, sino a parques nacionales, lugares de bosque nativo. Y van a pedir que se conserve y la misma comunidad beneficiada por esta actividad, va a conservar”, dice al respecto Enrique Couve.

©Romina Bevilacqua
©Romina Bevilacqua

A esto Edgardo Oyarzún suma que es fundamental desarrollar un turismo que eduque a la vez al consumidor y las comunidades aledañas, para reducir el impacto generado. Ya que, en la medida en que los hábitats naturales de estas especies se mantengan saludables, también lo estará el principal núcleo turístico.

En esa misma línea Carolina Yañez destaca: “Este potencial turístico puede ser opacado con la destrucción de nuestros ecosistemas. Si no cuidamos los humedales, las costas, las montañas etc, va a ser cada vez más difícil observar aves y cualquier ser vivo en realidad. Un ejemplo de ello es la destrucción de las pequeñas vegas con agua en la cordillera de los Andes. Hace un par de años visitaba unas vegas que rebosaban de aves y otras pequeñas criaturas. Ahora cada vez se hace más difícil encontrar algunas especies que hace 7 años eran muy comunes”.

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