– ¡Hagamos un poster gigante donde esté todo!

Antonia Lara (31), ilustradora naturalista, recuerda entre risas el momento exacto en el que se le ocurrió dibujar ecosistemas. Estaba junto a dos de sus amigos conversando con un grupo de boteros en una pequeña cabaña de Chañaral de Aceituno, en la Región de Atacama. Hablaban de sus futuros proyectos; de qué era lo que vendría después de la guía ilustrada de avistamiento de ballenas que hasta el día de hoy está presente en la zona. Entre eso, intercambiaban palabras sobre cómo todo el ecosistema del lugar era especial: sobre el fenómeno de surgencia que atraía los nutrientes para que llegaran a alimentarse distintas especies, sobre los famosos pingüinos de Humboldt y los cetáceos que visitan la zona. Era algo que para muchos podía pasar inadvertido, pero que Antonia creía que tenía que mostrarse visualmente. Y así, surgió la idea de ilustrar ecosistemas, pero bajo su propio sello.

©Antonia Lara
©Antonia Lara

Desde entonces, han pasado cerca de diez años y cuenta: “Me gusta la idea de retratarlos más animados, que se muestren las acciones que pasan en la naturaleza. Cuando seguí esa línea se empezó a poner más entretenido porque me reuní con científicos, quienes me enseñaron interacciones interesantes. Una especie de ‘talento’ que se me atribuye es tener la capacidad de poner todo en ángulos distintos que funcionan en una imagen que no se distorsiona”. Y así, cetáceos, pescadores, insectos, cactáceas, aves y numerosos elementos han pasado por sus ilustraciones en proyectos como los de los Ecosistemas de Punta de Lobos, numerosas guías de avistamiento de aves y libros como El Bosque Chileno de Pablo Neruda.

Pero los bocetos en su vida empezaron muchos años antes.

Creatividad y libertad

Cuando Antonia era una niña vivía cerca de la cordillera, en la zona de El Arrayán, en Santiago. Pero cuando tocaba salir de la ciudad, la costa -específicamente en el Quisco, en la Región de Valparaíso- era la zona de escape. Era en este lugar donde se logró conectar con el entorno y, según recuerda, de haber experimentado una sensación de libertad en la naturaleza. Ella se iba al bosque o a la playa a jugar e inventar. Era su propio espacio, mientras su familia la observaba a lo lejos. Un poco más grande, bajo a esta misma independencia hacía viajes donde sus amigos a Cachagua y, entre las rocas, las aves volando, y sus amistades naturalistas de ese entonces, empezó a conocer más sobre las especies nativas y su importancia.

En paralelo, estuvo su interés por el arte. “Siempre dibujé mucho, me gustaba, pero no era tan buena. Tenía siempre ganas de dibujar cosas raras, de ángulos distintos, siempre desde la observación. Nunca fui de esas personas con la cualidad innata de dibujar y que quedara lindo. Lo mío era curiosidad”, explica. Estaba inmersa en una familia de artistas, donde Picasso y otros pintores eran parte de la conversación, pero para ella el arte también eran los monos animados que veía en la tele. El arte también era crear personajes nuevos y siempre bajo la creatividad.

©Cortesía de Antonia Lara
©Cortesía de Antonia Lara

– ¿En qué minuto converge ilustración y naturaleza?

-El punto exacto fue mi proyecto de título que es un libro que se llama Támaro y la vasija originaria. Siempre lo nombro porque ese trabajo englobó mi concepto, que es un poco mezclar la imaginación y la naturaleza en una misma cosa; como enseñar la biología desde la aventura. Ahora es como mi carta de presentación.

De Támaro a las oportunidades

En uno de sus recorridos por las rocas de la costa chilena en 2011, Antonia llevó un lápiz y un papel. Con el aire del mar llegando a su cara y el sonido de las olas de compañía, se puso a escribir. Ahí se propuso el auto encargo de realizar un libro como proyecto de título. “Cuando hice este libro me alineé mucho con lo que iba pasando en ese momento en mi vida. Empecé a entender la naturaleza desde una forma de los ecosistemas en ver a las especies desde la biología. No podía entender cómo nadie me lo había mostrado y me acuerdo de que tuve esa sensación de ¿por qué?; ¿por qué nadie me enseñó esto en el colegio? Entonces sentí que debería haber más herramientas para que niños o las personas lo entendieran. En ese momento, nadie hablaba de lo nativo o lo endémico, por ejemplo”, explica.

Libro Támaro ©Antonia Lara
Libro Támaro ©Antonia Lara

Así, surge una historia de la costa central de Chile, que une el reconocimiento de especies con una aventura en que un grupo de nativos se comunican con el personaje principal y le dan una importante misión para los tiempos modernos. Es un viaje por cetáceos, chaguales, avifauna y bosques, un mensaje que ilustró en su totalidad. “Mi tesis no era hacerlo entero, sino que solo el diseño y su línea gráfica, pero me despertó cosas tan geniales y me entusiasmé tanto que lo terminé”, dice. Entre medio, rechazó una invitación al Amazonas y se encerró un verano entero, en medio de un momento emocional fuerte que vivía.

Es que Támaro no solo fue el fin de sus estudios universitarios, o el inicio de la ilustración de naturaleza. Fue cuando encontró el gusto en el refugio en su taller y la ilustración. Fue cuando conectó lo que hacía en momentos de alivio interno. Y también, un primer gran paso para todo lo que venía por delante.

Ballena Tamaro Antonia Lara
Ballena en Támaro ©Antonia Lara

– ¿Cómo fue influenciando después tu ilustración? ¿Qué oportunidades surgieron después de esto?

-Cuando ya tenía Támaro, empecé a conseguir gente para publicarlo. En ese proceso fui conociendo personas que también me encaminaron a otros trabajos. Por ejemplo, el primer proyecto que hice fue uno de una guía de ballenas en Chañaral de Aceituno con unos amigos que trabajan en Chinchimén. Ellos vieron las ilustraciones de Támaro y justo se les ocurrió hacer esto de la guía en el norte y me dijeron que les gustó la ballena y el chungungo que hice para el libro. Ese fue mi primero trabajo, que era una locura, yo no lo podría creer. Ilustrar ballenas era como mi sueño, en Támaro la ballena era lo más importante, y así, imagínate, fuimos a una cabaña entre todos, dibujábamos, dibujé con los boteros y fue la media experiencia. Después una persona me llamó para comprarme las ilustraciones de ballenas y me preguntó si hacía de pájaros. Y ahí hice las ilustraciones para un Fondart de Atacama ilustrada que al final no se publicó. Entonces, tenía ballenas y pájaros. Hice una exposición de estos últimos y vendí todos los cuadros. De ahí (ríe) de distorsionó esto y en adelante no paré más.

Ilustración de Antonia Lara
Ilustración de ballena azul ©Antonia Lara

El juego y la observación

En una charla Ted del 2020, Antonia está sentada en las mismas rocas que durante años han recibido su visita. Habla de cómo hace algún tiempo estaban todos pegados en sus celulares buscando pokemones a través de una aplicación. Y cómo eso, de cierta forma, impidió que realmente las personas observaran su entorno. Y es que el ver las cosas que la rodean es lo que, precisamente, la ha ayudado a entender para poder ilustrar. “No tengo una estrategia para mi trabajo, nada se repite mucho salvo la técnica y, de hecho, la parte creativa se ve bien amenazada cuando tengo mucho trabajo. Pero ilustrar tiene que ver con observar. Con la observación me refiero a entender los ecosistemas”, dice.

Así, la observación es clave para el arte. “La observación es parte del ocio. Este hace que el arte y la contemplación exista y, al final, si piensas, eso es lo que nos hace humanos. Es pararse y decir: ‘¡la cagó como se mueve ese animal! o ¡¿qué está haciendo ese pájaro?!’”. Y ahí, inevitablemente de la mano con la ilustración naturalista y la observación viene lo que nos explica todo lo que vemos: la ciencia.

©Antonia Lara
©Antonia Lara

¿Cómo ha sido tu experiencia trabajando con científicos?

-En mi relación con los científicos  me siento una niña con un papá o mamá, porque ellos son demasiado fascinantes. Es gente que es super apasionada con algo, pero hay un punto en donde son como una fuente de información que no la sueltan nunca si no es en su mundo. Cuando les preguntas te cuentan muchas cosas y uno si tiene una cuota de curiosidad se transforma en algo demasiado entretenido (…). En verdad hay una relación entre el arte y la ciencia; entre la ilustración y la ciencia.

Güiña ilustración de Antonia Lara
Güiña, ilustración de Antonia Lara

– ¿Recuerdas como alguna expedición con algún científico que te haya quedado muy guardada en la memoria?

Muchas. Una de las que me acuerdo de que fue alucinante fue cuando fuimos al cerro el Boldo, en Cachagua. Era un grupo de un curso de biogeografía de la Chile que tomé y eran 10 días intensivos de distintas disciplinas hablando de su parte, en una especie de unión. Este curso terminaba con una charla y ahí conocimos a algunas personas. En ese grupo nos hicimos bien amigas en un momento con Carolina Villagrán (bióloga) y Juan Armesto (ecólogo), que son bien eminencia. Y la Carolina un día fue a hacer un paseo para allá y fueron también con otros profesores. Y ahí nosotros los recibimos y fuimos a hacer el paseo con ellos. Me acuerdo de que ese paseo me encantó, me marcó mucho porque era un lugar que yo conocía, pero con estos personajes que te mostraban los detalles chicos, y yo que pensaba que había mirado lo suficiente este lugar, ¡pero en realidad estaba lejos de haberlo mirado! También he ido a poner trampas con mis amigos de los felinos de Chile y tuve paseos al norte con el Santiago Figueroa (Cactus Lagarto) buscando cactus. Esos son los mejores dos de hecho porque son los más extraños, pero nada, son los más bacanes. Ellos no son científicos, pero son más del mundo de la conservación.

Por la conciencia sobre lo que nos rodea

Desde que empezó su recorrido con Támaro, el activismo siempre ha sido parte del trabajo de Antonia. Desde al arte y el enseñar sobre la naturaleza está ese mensaje de que algo está pasando con nuestras relaciones humanas. “El hacer que alguien entienda ese ecosistema funcionando, ya es de alguna forma ser activista (…) los ecosistemas van ayudando porque la idea es cautivar y el arte es importante en esta misión de comunicar”, explica.

Ecosistemas de Acantilados Antonia Lara
Ecosistemas de acantilados©Antonia Lara

Pero ningún encargo es fácil. De hecho, Antonia dice que “sufre” con cada uno de sus trabajos, aunque siempre vale la pena. “Las ilustraciones para la Fundación Punta de Lobos, por ejemplo, que mostraban ecosistemas de la zona, fue un ‘hagamos mil cosas’ con la imaginación volando y después llega el momento de hacerlo (ríe). Y también el trabajo que hice en Cáhuil -ilustraciones para la Sala Taller de Ciencias y Arte de la Escuela de Cáhuil – me costó muchísimo. Quizás era porque estaba empezando a entrar en una crisis de que llevo mucho tiempo en lo mismo, como la inquietud del artista de probar otras cosas. Pero no me puedo relajar porque como es naturalista y deben parecerse los animales el trabajo es metódico y científico. Lo más entretenido es el boceto, ahí me relajo y la creatividad vuela”, explica.

Aún así, hasta en los trabajos más difíciles siempre está lo que más le gusta: encontrar un refugio en la ilustración. En este arte siente que puede ser cualquier cosa de su imaginación y no dejan de presentarse oportunidades. Siempre hay algo que hacer al mismo tiempo que da una especie de cobija ante lo demás.

– ¿Cuáles son las dificultades de poder dedicarse a la ilustración aquí en Chile? ¿Cómo las has ido enfrentando tú?

-Bueno, piensa que yo soy ilustradora dentro de los rangos como exitosa, me va bien, tengo siempre pega, harta, casi que lista de espera. En ese sentido es como injusto que una persona tan exitosa en algo en un país que no apoya la cultura y que tiene otras ideas no sea alguien que pueda tener más cosas o aspirar a hacer un viaje, por ejemplo. Bueno, últimamente me está yendo bien, pero he recibido ayuda familiar un par de veces. Y también me parece que he tenido suerte y no creo que a todos los ilustradores les haya tocado la misma suerte. Se puso de moda entremedio la naturaleza, cuando yo empecé no era tan importante como en la conversación diaria, entonces siento que en el fondo es injusto que algo tan necesario sea algo que la gente le cueste tanto pagar y que tenga tanta falta o apoyo del Estado.

Antonia Lara (2)©Antonia Lara

¿Qué mensaje le darías a alguien que quiere ser ilustradora naturalista?

-Que no se queden pegados solo haciendo especies. Me encanta que cada vez más personas lo metan dentro de sus imaginarios, que metan la ilustración o el conocimiento de la naturaleza dentro de sus distintas disciplinas y, bueno, lo más importante es ser profesional para tener éxito; ser mateo con los tiempos, organizado, si no se puede, tener a alguien que lo organice.

De esta forma, Antonia ha podido conocer la naturaleza y comunicar sobre ella a través de su recorrido en la ilustración. Desde los bocetos que dieron vida a Támaro hasta los complejos trabajos que engloban ecosistemas que muchas veces pasan inadvertidos a falta de observación, la creatividad la ha llevado a acercar a otros a la biodiversidad y lo seguirá haciendo. Próximamente con algunas ilustraciones junto a un colectivo de ilustradores de naturaleza u otros desafíos como una novela gráfica sobre una niña inmigrante en el norte. Pero todo va a converger en punto de refugio personal: aquel entre ella, su creatividad, el arte y la naturaleza.

Ecosistema Litorial Antonia Lara
Ecosistema Litoral©Antonia Lara
Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...