La “clásica” foto en la cumbre del cerro Manquehue con un perro. Las múltiples huellas generadas por las bicicletas en senderos de trekking o mountain bike. O últimamente, una que otra mascarilla en estos mismos recorridos. Todas son imágenes que se han podido ver al realizar deportes al aire libre. También, consecuencias de irresponsabilidades o falta de información para una práctica responsable. Y son solo algunos ejemplos.

Grafiti ©Pablo Rebolledo
Grafiti ©Pablo Rebolledo

Lo cierto es que, aunque se trate de actividades realizadas al aire libre -u outdoor-, en las que se está en contacto con la naturaleza, siguen siendo realizadas por el ser humano. Pablo Rebolledo, director de la carrera de Administración en Ecoturismo de la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar, explica que “no hay actividad deportiva sin impacto, lo importante es cuánto es lo que se genera en términos de magnitud o área afectada, su importancia o profundidad en relación con la biodiversidad de la zona en la que se practica y su reversibilidad”.

De esta forma, dice, conociendo los impactos se pueden buscar maneras de gestionarlo. Algo que también se abarca en un estudio realizado en España sobre los impactos ambientales del mountain bike, en el que se menciona que informarse de estos efectos ayuda a que se sea más consciente al momento de desarrollar el deporte, apuntando hacia una “práctica sostenible de la actividad y con esta una mejor conservación del medio natural”.

Impactos generales

Partiendo por el ejemplo del inicio del texto, la presencia de mascotas puede generar impactos en el medioambiente. “Independiente que el perro esté vacunado, tenga correa, bozal o se porte bien, puede tener impacto en especies nativas. No necesita matar o cazar una especie para impactarlo, solo con su olor el zorro se puede alejar, por ejemplo. También pueden transmitir enfermedades, garrapatas o pulgas”, explica Rebolledo.

Es que, más allá de la foto bonita, hay que tener en cuenta que los perros son especies que no forman parte de los ecosistemas nativos y que, sin supervisión, pueden generar graves impactos. De hecho, si hablamos de zonas que forman parte del Sistema de Áreas Protegidas por el Estado (SNASPE) de Chile, administrado por la Corporación Nacional Forestal (Conaf), está prohibido en ingreso de perros y gatos.

Perro en montaña ©Referencial/Pexels
Perro en montaña ©Referencial/Pexels

Otro impacto es el tema de la basura y la aparición de microbasurales. “Eso es lo más clásico. Lo que pasa es que, si una persona no recoge su basura, la siguiente puede asumir que ahí se puede tirar basura y se puede acumular”, dice Rebolledo, quien explica que esto puede provocar riesgos de incendio y agrega que incluso en terreno han visto una gran cantidad de pilas y baterías dentro de la basura, lo que puede contribuir incluso a contaminar los cauces de agua. A esto suma muchas personas hacen grafitis como recuerdo en las rocas, generando un impacto visual.

Grafiti La Reina ©Pablo Rebolledo
Grafiti La Reina ©Pablo Rebolledo

Otro de los impactos que Rebolledo destaca es el de las multihuellas. “Las huellas son dinámicas y lo senderos también, se van ensanchando y profundizando a medida que se usan. Cuando se forman nuevas huellas se fragmentan ecosistemas”, dice. Se trata de algo que puede, por ejemplo, suceder al practicar trekking, trailrunning o mountain bike si es que no se respetan los caminos establecidos. De hecho, de acuerdo con el estudio antes mencionado del mountain bike, esto genera efectos en la vegetación del lugar porque se fragmenta el ecosistema, lo que se suma a la pérdida de suelo por erosión y carga del terreno.

Incluso, otro estudio enfocado en la práctica de Enduro -o moto en la montaña- en la cuenca alta de Ecuador, considerada una zona montañosa, identificó que la práctica de este deporte en la zona y la creación de múltiples huellas afectó a la porosidad de suelo (lo que provoca menor retención de agua) y al ecosistema. Esto suma la contaminación acústica generada por las motos que pueden alterar a la fauna.

Impacto Enduro cerro Renca ©Renca Nativa
Impacto Enduro cerro Renca ©Renca Nativa

Se trata de un tema que en Chile ha sido denunciado, por ejemplo, en el cerro Renca. Alexis Ceballos, de la ONG Renca Nativa, explica que es uno de los mayores problemas de este cerro isla en Santiago por la erosión que gasta el suelo, el polvo que queda en la vegetación, el atropello a reptiles como culebras y reptiles o también de vegetación en crecimiento, entre los efectos antes mencionados.

Así, como menciona el anteriormente mencionado estudio español, los impactos suceden por las características intrínsecas de la actividad practicada, el medio natural en el que se desarrollan, las características de quiénes los practican o la forma en que se realizan.

Algunos ejemplos más específicos

Potrero Chico es uno de los lugares más populares para realizar escalada deportiva en México. Cualquiera que no lo conozca y haya seguido alguno de los videos del escalador Alex Honnold puede esperar tener la oportunidad de conocer alguna vez este lugar de paredes de piedra caliza y más de 600 rutas para escalar.

“Es un lugar con mucho potencial, en el que se abren y se abren rutas y tiene renombre internacional. Son los extranjeros quienes potencian el seguir equipando este lugar, pero también es un lugar con una biodiversidad increíble que no se estudió antes de la escalada”, explica Felipe Armijo, quien realizó una tesis sobre los efectos de la escala deportiva sobre la vegetación de acantilados en Potrero Chico, para la Universidad Autónoma de Nuevo León de México.

Potrero Chico ©Felipe Armijo
Potrero Chico ©Felipe Armijo

Frente a esto, evaluó la riqueza, cobertura y abundancia de especies y descubrió que “la escalada deportiva ejerce un efecto negativo en la flora y composición vegetal en los acantilados de El Potrero Chico” y que, principalmente la riqueza y abundancia de las especies se vieron afectadas por la intensidad del uso de la escalada, pero no por la dificultad y pendiente. Esto impacta a especies desconocidas como una especie carnívora que, justamente está en la ruta de escalada más conocida llamada “sendero luminoso”. Eso sí, Felipe explica que durante la realización de esta investigación se llegó a una nueva hipótesis, en la que se cree que el mayor efecto no lo produce tanto el escalador, sino que el proceso de equipar la ruta de escalada.

En Chile, un ejemplo más específico es el de la alta montaña. En un estudio desarrollado por Rebolledo se explica que los efectos esperados de impactos pueden ser “aparición y permanencia de desechos humanos; microbasurales; fracción de glaciares; contaminación del agua; destrucción de humedales de altura; merma de flora y fauna local; afectación de comportamiento y patrones de fauna”.

Microbasural Lo Barnechea ©Pablo Rebolledo
Microbasural Lo Barnechea ©Pablo Rebolledo

En efecto, y enfocado en el cerro El Plomo y el San José, ambos ubicados en la Región Metropolitana, un componente importante es lo que se llama el “suelo en permafrost” o que el suelo siempre está congelado. “Al estar congelado, la basura orgánica no se descompone. Si hay desechos humanos orgánicos se quedarán ahí. Con eso se contaminan las fuentes de agua. Los mayores impactos se asocian a la zona de campamento, asociado al abandono de basura y material orgánico. El hoyo de gato, por ejemplo, aquí no funcional. Primero es difícil hacer un hoyo, y segundo, la feca no se descompone”, explica Rebolledo.

¿Qué se puede hacer?

De acuerdo con las fuentes consultadas, hay medidas que se pueden tomar relacionadas con la gestión en algunos lugares y también con la información disponible al público para que pueda conocer y desarrollar una práctica responsable.

Por ejemplo, en el caso mexicano, desde el lado de la gestión, Armijo propone que esta subzona de área nacional de uso público se divida en micro zonas y que los equipadores trabajen donde no hay presencia de abundancia o que exista cobertura sea mínima. Incluso, propone delimitar zonas “rojas” para no equipar, en la que exista abundancia de especies amenazadas. El concepto es algo que se podría aplicar a otras áreas naturales, planteando no realizar deportes outdoor donde el impacto a la biodiversidad presente sea irreversible o de alto impacto.

Pinguicula gracilis (carnivora) y Selaginella sp ©Felipe Armijo
Pinguicula gracilis (carnivora) y Selaginella sp (Potrero Chico, México) ©Felipe Armijo

En modelos de gestión para otros deportes como el mountain bike, el estudio español antes mencionado abarca que, entre factores como la evaluación de la capacidad de resiliencia del lugar o la cantidad de personas que podrían llegar, se debe considerar la importancia de una “buena planificación de sistema o red de itinerarios” para evitar que surjan senderos alternativos. Esto significa, trazar senderos establecidos evitando áreas de mayor impacto ambiental, realizar mantenimientos intentando minimizar su amplitud, educar a los practicantes y señalizando los recorridos.

Ahora, sucede que muchas de las zonas donde se desarrolla actividades deportivas al aire libre no tienen un modelo de gestión. Poniendo en la mesa el caso chileno, la gestión principalmente se da en las áreas del SNASPE a través de la Conaf. Distinto es el caso, por ejemplo, del Parque Nacional La Campana en Olmué que regula vía ordenanza municipal las visitas del sector y que incluso exigen previa autorización para el desarrollo de actividades como el mountain bike. Lo que sí está prohibido y sancionado en áreas protegidas del Estado es el prender fuego en lugares no permitidos.

Señalética prohibido bicicletas en recorrido a la cumbre del cerro Manquehue ©Verónica Droppelmann
Señalética prohibido bicicletas en recorrido a la cumbre del cerro Manquehue ©Verónica Droppelmann

Pero más allá de la gestión, existe una parte educativa. “No es que haya mala intención, sino que falta de conocimiento”, dice Rebolledo, apelando a que quienes saben del tema tienen que difundir la información porque si no es difícil que todos la busquen por su cuenta. Algo en lo que concuerda Armijo quien apunta a que “la mayoría no tiene conciencia de nuestros impactos” y que el rol del deportista es mayormente conductual.

“Hay personas que no saben el impacto que están haciendo en el medioambiente y creo que es un gran porcentaje de esto. Que piensan que solo el hacer deporte es bueno, pero no miden las consecuencias de su disciplina en el entorno. Bajo nuestro punto de vista, no es deporte si no respeta el medio en que se desenvuelve. Hay muchos que no saben eso, pero también hay gente que lo sabe y lo hace igual”, comenta Ceballos, de la ONG Renca Nativa, quien agrega que hay responsabilidades compartidas porque si no hay nadie que enseñe sobre el entorno, no se ve lo que significa el lugar. “También es un mínimo que las personas tengan un mínimo de decencia al visitar lugares naturales”, concluye.

Cerro Manquehue ©Verónica Droppelmann
Cerro Manquehue ©Verónica Droppelmann

En relación a esto último, cabe mencionar los 7 principios de Leave No trace, como una guía de conductas a seguir al momento de realizar deportes outdoor que ayudan a minimizar los impactos. Estos son planificación y preparación; viajar y acampar en superficies estables; descarte apropiado de los desechos; no te lleves lo que encuentras; reduce el impacto de las fogatas; respeta la vida salvaje; sé considerado con los otros visitantes.

“Cuando te desempeñas en el ambiente urbano, sabes cómo comportante. Por ejemplo, que no puedes cruzar cuando el semáforo está en rojo porque te puedes accidentar. Necesitamos ese mismo nivel de conocimientos para que la gente acceda a los espacios naturales”, finaliza Rebolledo.

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