«Visiones: Pampa del Tamarugal»: un recorrido fotográfico por paisajes únicos del norte de Chile
Nuestro colaborador Edgardo Reyes, lanzó su segundo libro «Visiones, Pampa del Tamarugal», obra que cuenta con 76 fotografías. El fotógrafo oriundo de la Región de Tarapacá quiso plasmar en esta edición su amor por la naturaleza y la zona que lo vio crecer, mediante los hitos paisajísticos que caracterizan al norte grande de Chile. Esta es la primera parte del proyecto que comenzó con el libro «Visiones: Alturas de Tarapacá» y que culminará con una tercera entrega “Visiones, Costa del Dragón” (2024).
La sombra del desierto no es de la pampa, es de lo que descansa en ella. Ese es el contraste que, a través del libro de fotografías «Visiones: Pampa del Tamarugal», nuestro colaborador Edgardo Reyes busca plasmar, teniendo un foco en lo que se vive en una de las zonas más secas del planeta, como lo es el Desierto de Atacama. A la vez intenta, mediante un recuerdo inmortalizado, mostrarles a las personas la diversidad de paisajes e hitos que se encuentran diseminados por la pampa.
Cuando se transita por la Pampa del Tamarugal, es necesario visitar alguno de los pueblos que existen en ella. Así, este nuevo libro logra cautivar a través de inolvidables pasos por lugares como La Tirana, Tarapacá, la Huayca, Pica, Matilla, Pozo Almonte, Camiña, Mamiña.
– ¿Cómo nace la idea de desarrollar este libro?
– La idea nace hace varios años atrás, cuando vi los primeros fotolibros de autores chilenos en los aeropuertos, en ellos se mostraban paisajes del país. Me dije que yo podría hacer uno centrado en las bondades naturales de mi región, y así comencé este camino que me ha llevado a adjudicarme 3 proyectos Fondart para concretar esta idea, que en un principio era más bien un sueño.
El libro demoró un año en su creación, considerando los viajes, la edición de las fotografías y trabajo posterior y más difícil a mi parecer, que es el trabajo editorial y producción de este.
– ¿Por qué decidiste hacerlo de la Pampa del Tamarugal?
-La idea general del proyecto VISIONES es retratar los paisajes y la naturaleza de Tarapacá, región que se caracteriza por la presencia de tres unidades de relieve, la cordillera de los Andes o altiplano, la depresión intermedia o Pampa del Tamarugal y cordillera de la costa, que termina en las playas. En mi primer fotolibro visite y registre el altiplano y en este segundo me enfoqué en las quebradas y la Pampa del Tamarugal, uno de los lugares más áridos del planeta, pero que, a pesar de su aparente hostilidad, esconde muchas bellezas naturales y también vida. El proyecto culminará el próximo año con la tercera
entrega VISIONES, Costa del Dragón, donde retrataré las playas y las especies que habitan en nuestras costas.
-¿Qué tiene de especial este lugar?
-Como iquiqueño, es parte de nuestra vida y de nuestra cultura. (…) cada uno de estos pueblos tiene su encanto particular o alguna ceremonia patronal de origen prehispánico que forman parte fundamental de la cultura local, hay tradiciones, olores, sabores y vivencias que sin duda están arraigadas en mí, y creo no exagerar al señalar que en todo iquiqueño.
-En el pasado publicaste el libro «VISIONES: Alturas de Tarapacá», ¿A qué te refieres con el concepto «visiones» y en qué se diferencia con este nuevo libro?
-El concepto de VISIONES, básicamente responde a una propuesta personal, la forma en que interpreto y observo este vasto territorio, es el concepto que, a mi parecer, mejor explica lo que quiero transmitir en cada fotografía que realizo.
En cuanto a las diferencias entre el primer libro y este segundo, fundamentalmente es el cambio radical que se experimenta en términos del paisaje. En el primer fotolibro registro las alturas del altiplano, donde existe mucha vegetación, nieve, ríos, lagunas, una gran diversidad de especies en estado salvaje o de libertad, pero cuando bajo de los 3.000 m.s.n.m y llego a la Pampa del Tamarugal todo cambia, los colores pasan de los verdes y amarillos a los ocres de las arenas y el azul del cielo, el paisaje se torna inmenso, árido y plano, la vegetación y los animales se hace escasos, sin embargo, en horarios clave, al amanecer o al atardecer todo cambia nuevamente, se llena de colores anaranjados, lilas y magentas, que descubren texturas y formas del paisaje y sus hitos impactan y maravillan.
– ¿Con qué lugares y paisajes nos encontraremos en estas páginas?
-Sin duda el desierto y su dureza es una de ellas, este contraste entre la vida y la muerte que se da en el lugar más seco del planeta, pero a su vez la fuerza de algunas especies por salir adelante.
-Por otro lado, la diversidad de paisajes e hitos que se encuentran diseminados por la pampa, lugares poco conocidos como las dunas de Pica, o el Salar de Llamara, la cascada petrificada de Huatacondo y sus cerros de colores, los maravillosos colores del atardecer en el desierto y las estrellas, ya que tenemos uno de los cielos más limpios del país. Sin dejar de lado los vestigios del hombre, representados en geoglifos,
petroglifos, ruinas de excompañías salitreras y de ferrocarriles.
– ¿Nos puedes contar alguna experiencia, detrás de alguna foto especial para ti dentro de este libro?
-Fueron varias las vivencias que atesoro de este proyecto, pero en general rescato que en más de una oportunidad estuve solo y de noche en lugares maravillosos como, por ejemplo, los geoglifos de Ariquilda, los que se pueden comparar sin duda con las líneas de Nazca en Perú, ojalá se pudieran cuidar
mucho más; la noche que pasé en el Salar de Llamara junto a vía láctea, o haber pasado una noche frente a un cactus en las alturas de la quebrada de Camiña o también la noche que pasé en las dunas de Pica. La verdad es que estás vivencias son sobrecogedoras, me hicieron admirar aún más la naturaleza que nos rodea.
– ¿Qué mensaje darías a las personas para que conozcan el libro?
-Me encantaría que simplemente lo conocieran, que observen las fotografías con curiosidad, que lean los relatos ahí plasmados, que hablan del vínculo de los pueblos originarios con la naturaleza y que fueron narrados por las escritoras Mónica Manzano y Palmenia Mamani, ambas de origen Aymara. Ojalá
haber aportado con un granito de arena a la puesta en valor el patrimonio natural de la región de Tarapacá, y por qué no, que nos visiten y conozcan esos lugares.