Descubren nueva especie de planta endémica en la Región de Atacama que estaría amenazada por la actividad minera
Luego de que pasara desapercibida durante años, un equipo de investigadores descubrió a la nueva especie Loasa chrysantha Santilli, la cual viviría solo en la zona altoandina de la Región de Atacama. Se trata de una hierba anual que pertenece al mismo género de las ortigas y que se encontraría “en peligro crítico” de extinción, ya que su hábitat estaría constantemente amenazado por la actividad minera y la ganadería, así como por los efectos del cambio climático. Este descubrimiento no solo es un gran aporte para el conocimiento y la preservación de la biodiversidad, sino que también pone en énfasis la necesidad de más expediciones botánicas y estudios en profundidad en los Andes del norte de Chile, considerando las amenazas que están experimentando las especies descritas y potencialmente no descritas debido al cambio climático y las actividades humanas destructivas.
El territorio altoandino de la región de Atacama se caracteriza por ser uno de los lugares a mayor altura en Chile, y es que aquí, la cordillera de Los Andes fue modelada por una intensa actividad volcánica que género picos que alcanzan grandes elevaciones, siendo el Ojos del Salado el pico más alto de Chile con 6893 msnm.
Allí, el clima se caracteriza por la falta de precipitaciones, altísimos niveles de radiación y una variación diaria considerable en la temperatura atmosférica, que entre otros aspectos, hacen que este lugar sea muy difícil para la vida. Sin embargo, pese a estas extremas condiciones, este hábitat es un verdadero tesoro genético y el hogar de decenas de especies de plantas –muchas de ellas endémicas-, que han evolucionado durante millones de años, adaptándose para crecer en este particular escenario que tanto maravilla a quienes lo visitan.
El Desierto de Atacama, el más árido del mundo, alberga una importante diversidad biológica, con aproximadamente 980 especies de plantas nativas, de las cuales un 54% son endémicas de Chile, mientras que un 37% son endémicas del área comprendida entre las regiones de Antofagasta y Coquimbo.
Pese a lo anterior, la flora de los Andes de la Región de Atacama está muy poco documentada, por lo que algunas especies han pasado completamente desapercibidas, hasta que ojos curiosos y estudiosos han permitido que salgan del anonimato.
Este es el caso de Loasa chrysantha Santilli, una hierba anual de hermosas flores amarillas, que hasta el momento solo se ha encontrado en la zona altoandina de la Región de Atacama, en las provincias de Huasco y Copiapó, y en ningún otro lugar de Chile y el mundo. Vale decir que el nombre de esta planta, chrysantha, viene del epíteto especifico formado por las palabras griegas khrysos, que significa oro, y anthos, que significa flores, y se refiere a sus características flores amarillas.
Este importante hallazgo fue publicado recientemente en la revista científica Systematic Botany, por Nicolás Lavandero, Claire de Schrevel, Philippe Dandois, Rafael Acuña-Castillo y Ludovica Santilli, quienes develaron – entre otras cosas – que esta especie presenta una morfología que la distingue de otras especies del género Loasa.
“En general las Loasas tienen una morfología floral muy característica, pero la combinación de sus detalles florales, colores y hábito, las hacen únicas. Esta especie se caracteriza por tener flores muy pequeñas en comparación a otras especies de Loasa, tiene pétalos amarillos, y escamas nectaríferas (donde está el néctar de recompensa para sus polinizadores) de color amarillo y blancas, con apéndices dorsales poco desarrollados. En general las especies hermanas de Loasa chrysantha tienen tonos rojos además en las flores, y esta solo tiene amarillo y blanco. Por otro lado, sus hojas son enteras y su hábito de crecimiento es muy particular, formando una semiesfera, lo cual no es muy común en este género de plantas”, agrega Nicolás Lavandero, biólogo y estudiante de Doctorado de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica.
La mayoría de los miembros de la serie Loasa Ser Macrospermas poseen hojas palmeadas, hebras dorsales en forma de bandera y semillas grandes. Sin embargo, Loasa chrysanthase se diferencia de las demás especies del género por su habito almohadillado y sus pequeñas flores amarillas y su néctar con una combinación de colores blancos y amarillos.
Para hacerse una idea, esta nueva especie, además de vivir en un ambiente de condiciones extremas, habita suelos rocosos – en medio de laderas pedregosas y cantos rodados- y se encuentra a gran altura, entre los 2.000 y 3.250 msnm. Por lo anterior, es que esta especie ha debido desarrollar una serie de adaptaciones que le han permitido desarrollarse en este lugar y que la hacen única dentro de su género.
Hasta ahora, esta especie solo ha sido reportada en la Región de Atacama. Por lo mismo, calificaría como una especie microendémica, ya que el hábitat donde habita sería extremadamente restringido, aunque no se descarta que existan poblaciones de esta especie en los alrededores.
Un hallazgo inesperado
Esta historia comenzó en Febrero de 2019, cuando Claire de Schrevel y Phillipe Dandois (coautores del trabajo), una pareja de fotógrafos y botánicos aficionados, avistaron por primera vez la Loasa chrysantha Santilli.
Los exploradores se percataron, con su buen ojo, de una especie de ortiga que poseía características que diferían de otras especies del subgénero Loasa Ser. Macrospermas. Algo no calzaba, por lo que los investigadores se contactaron Con Nicolás Lavandero y Ludovica Santilli, y posteriormente con Rafael Acuña-Castillo, para realizar una exhaustiva revisión no solo de los especímenes colectados en 2019, sino que también de otras 97 especies de la familia de las ortigas que están almacenadas en GenBank, las cuales incluyen 91 especies Loasaceae, además de otras seis especies de la familia Asterid. Y también realizaron los análisis moleculares de rigor, llegando finalmente a los resultados que ya conocemos.
“Esta especie llegó a nosotros a través de Claire de Schrevel y Phillipe Dandois (coautores del trabajo), una pareja de fotógrafos, botánicos aficionados y amantes de la naturaleza que viven en Copiapó y han recorrido por varios años la región. Esa constancia y dedicación les ha permitidos encontrar plantas que nunca nadie había visto, especies que solo aparecen en determinadas fechas y luego de eventos fuertes de lluvia o nieve. Ya habíamos colaborado previamente con ellos para describir una especie (Nicotiana rupícola) por lo que cuando encontraron esta especie de Loasa que parecía algo diferente a todo lo conocido, decidimos investigarla en detalle y resultó ser una especie no descrita anteriormente. Colaboramos además con Rafael Acuña, académico de la Universidad de Costa Rica, quien es experto en la familia Loasaceae”, cuenta Nicolás Lavandero.
Este caso demuestra, una vez más, la necesidad de estudiar y describir a las especies que conforman la biodiversidad chilena, una labor meticulosa y de largo aliento que suele ser poco valorada, apoyada y financiada. Más aun en la zona norte de nuestro país, que a pesar de ser un hotspot para la biodiversidad y una de las zonas de mayor interés para la conservación de la flora vascular, se encuentra muy poco estudiada y documentada.
Así lo indica Ludovica Santilli, taxónoma e Investigadora asociada del área botánica del Museo Nacional de Historia Natural de Santiago (MNHN): “Es interesante darse cuenta que a pesar de que la flora de Chile es bastante pequeña en números en comparación con el resto de los países sudamericanos (Chile tiene 5500 especies aprox, Brasil tiene como 50.000), aún es posible encontrar especies nuevas y además endémicas, es decir que solo habitan en Chile y en ningún otro lado más. Esto indica que la flora de Chile no es una tarea terminada, se debe seguir invirtiendo como país en estudios que describan lo que está presente en el país, porque pareciera que cada vez que se hace un estudio sistemático de algún sector, terminan apareciendo nuevas especies. Esto es un llamado de atención para que el país invierta más en conocer su biodiversidad y también una motivación para todos los naturalistas de Chile, que quizás encontrar una especie nueva en Chile no sea tan poco probable”.
Por otro lado, esta investigación además develó otros aspectos relevantes como la necesidad de realizar una revisión taxonómica contemporánea y profunda del genero Loasa, cuya taxonomía ha cambiado considerablemente en los últimos 30 años y es bastante confusa.
Vale decir que varios nombres de las especies del subgénero Loasa Ser. Macrosperma han sido frecuentemente mal aplicados, especialmente en Chile, y a menudo son confundidas con la especie Loasa tricolor, que suele utilizarse indiscriminadamente para cualquier ortiga que tenga flor amarilla, incluso por botánicos de campo experimentados.
Al mismo tiempo, la reciente descripción de Loasa chrysantha Santilli, sugiere que algunos taxones altamente localizados de esta serie aún podrían permanecer sin describir.
La vulnerabilidad de las especies del desierto
Luego de realizar la investigación que dio origen a este artículo, los investigadores propusieron categorizar a Loasa chrysantha como en estado de conservación “en peligro crítico”, basándose en las categorías y criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esto en el marco del 19° proceso de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente.
La elección de esta categoría se debe, en primer lugar, a que el hábitat de esta especie, que es acotado y fragmentado, se encuentra constantemente amenazado por el cambio climático y por actividades antrópicas destructivas como la minería y la ganadería.
Vale decir que las plantas se encontraron creciendo en la proximidad de caminos construidos para conectar grandes sitios mineros y que son intensamente transitados por maquinaria pesada. Además, la fauna local y la actividad ganadera son consideradas como una importante presión sobre la vegetación de la zona.
“El principal ingreso económico de la región de Atacama y del norte de Chile en general, es la minería. Eso implica necesariamente que existirá un daño ambiental y que este debe ser evaluado correctamente por la institucionalidad chilena. Lo que ocurre en el presente es que muchas de estas especies raras, poco conocidas, o no descritas, simplemente no son consideradas en los estudios de línea base medioambientales al momento de poner una minera o cualquier tipo de industria que afecte el ambiente. Este es un problema, porque podemos estar dañando el hábitat de especies poco comunes o incluso podemos terminar extinguiendo especies que ni siquiera sabemos que existen, mucho antes de que sean descritas. El dicho de “no protegemos lo que no conocemos” cobra bastante sentido en estos casos. En particular, Loasa chrysantha es una especie que se conoce en una zona bastante acotada de la cordillera de Atacama y de la que hay muy pocos registros. Solo se conoce en dos lugares, y en ambos casos son caminos mineros. Cualquier proyecto de inversión en esa zona, puede generar un daño importante a sus poblaciones. Es necesario que las empresas que generan un impacto en la zona se comprometan e inviertan en proteger el medio y las especies que pueden afectar con sus actividades”, indica Ludovica Santilli.
Asimismo, cabe destacar que el cambio climático representa una de las principales amenazas para las plantas altoandinas, cuyos hábitats dependen en gran medida de la dinámica de la nieve y el hielo. Diversos estudios han comprobado que durante la última década se ha producido una importante reducción de las precipitaciones y de la capa de nieve en la región, acompañada de un aumento de la temperatura que se espera siga aumentando.
“Otra amenaza importante es el cambio climático. Se ha observado en tiempos históricos como han cambiado las dinámicas de lluvia en el norte de Chile y la disminución de las precipitaciones, tanto de lluvia como de nieve, acompañado de un aumento de la temperatura. Especies que viven en ambientes tan extremos como las zonas desérticas, serán las más afectadas por estos cambios, ya que se encuentran viviendo en condiciones extremas y al límite de su fisiología. Por nuestra parte, ingresaremos una propuesta de clasificación de esta especie en el proceso de clasificación de especies del Ministerio del Medio Ambiente del presente año, con la información correspondiente para que sea clasificada como una especie en categoría de conservación”, finaliza la investigadora.