Camélidos silvestres sudamericanos: un acercamiento a la vicuña y el guanaco
En Sudamérica existen cuatro especies de camélidos, de los cuales dos son silvestres. Hablamos de la vicuña y el guanaco, el más pequeño y el más grande (silvestre) del continente, respectivamente, que además dieron paso al origen de la llama y la alpaca, gracias a la domesticación. Aquí, hacemos un repaso por estas dos especies silvestres, su importancia para los hábitats que habitan, su forma de vivir, así como esas amenazas que los han acompañado a lo largo de los años. Te invitamos a conocer un poco más de estas especies, a través de nuestra conversación con el ingeniero agrónomo Benito González, quien es parte del grupo especialista de camélidos sudamericanos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Para empezar este recorrido, la invitación es a hacer un largo viaje al pasado. Específicamente hace unos 20 millones de años. En esta imagen mental, nos trasladamos a América del Norte, a aquellas zonas planas en las que los camélidos eran parte importante del paisaje. Ellos serían el inicio de lo que se conoce como la historia evolutiva de los camélidos en el mundo, de acuerdo con lo que se explica en el Museo Nacional de Historia Natural (MHNN) de Chile. Eso, por supuesto, incluye a los sudamericanos.
Particularmente, como se asevera desde el museo, algunos ejemplares de una de las siete subfamilias identificadas para ese entonces, Camelinae, emigraron hacia Asia (donde se originó el camello de dos jorobas y el dromedario). En la misma época, otros individuos emigraron por el itsmo de Panamá hacia América del Sur. Más adelante, los camélidos de América del Norte se extinguirían.
De los antecesores que llegaron al continente del sur aparecerían el guanaco (Lama guanicoe) y la vicuña (Vicugna vicugna). Y de estos, hace aproximadamente seis o siete mil años, gracias a la domesticación de ambas especies, surgirían la llama (Llama glama), desde el guanaco; y la alpaca (Vicugna pacos), a partir de la vicuña. Por ello, a la llama y la alpaca se les conoce como camélidos domésticos; al guanaco y la vicuña como camélidos silvestres.
Para profundizar en estos últimos, de los cuales posteriormente surgieron los domésticos, conocer sus dinámicas en la naturaleza, importancia en el ecosistema y conservación, conversamos con Benito González, profesor asistente de la Facultad de Especies Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, y parte del grupo especialista de camélidos sudamericanos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Quizás aquí un punto de encuentro es una buena forma de empezar a hablar de ellos. Primero, ambos coincidieron en lugares que inevitablemente los llevaron a la interacción con las culturas altoandinas de ambientes áridos, como en el norte de Chile. De hecho, son parte de las pinturas rupestres de ese entonces.
Pero hay más cosas importantes en común, como su rol ecológico, de acuerdo con Benito: “Cumplen un rol importante dentro de la cadena trófica. Son herbívoros y convierten la vegetación en peso vivo entre sus tejidos. Eso es aprovechado por depredadores (…) Cuando son consumidos, sus restos son aprovechados por carroñeros u otros consumidores pequeños (…). Además, los camélidos generan defecaderos o grandes pilas de fecas en el paisaje y eso es un lugar rico para que lleguen semillas diseminadas por el viento porque algunas germinan. Junto a eso, diseminan semillas al defecarlas. También se mejora la calidad del suelo. Por último, controlan el crecimiento de la vegetación y por eso en la tercera región de Chile se habla del ‘jardinero del desierto’”, explica Benito.
La vicuña, un pequeño de las alturas
Tranquila, de ojos grandes y un cuello alargado, la vicuña es el camélido más pequeño que habita en Chile yen los demás países altoandinos en los que vive: Perú, Bolivia y Argentina. (También existe una población aislada e introducida en Ecuador). Puede llegar a pesar unos 45 kg y medir de largo de 1.60 a 1.75 metros, ocupando territorios de las ecorregiones de la Puna y Estepa Andina a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar (msnm).
Hay dos subespecies. Una se conoce como vicuña del norte (Vicugna vicugna mensalis) y se distribuye en el extremo norte de Chile -en las regiones de Arica y Parinacota y Tarapacá-, centro y norte de Bolivia y todo el altiplano peruano. Es de un color canela más oscuro y tiene una especie de pechera en el pecho.
De un color más amarillento y sin su perchera, la otra subespecie es conocida como vicuña austral (Vicugna vicugna vicugna), y se distribuye en Chile desde la Región de Atacama hasta la de Tarapacá, los departamentos de Potosí y Tarija en Bolivia y todo el noroeste de Argentina, entre las provincias de Jujuy y San Juan. De acuerdo con lo que explica Benito, si bien existen diferencias físicas, sus distinciones son principalmente de genotipo. “También hemos detectado genéticamente que se han hibridado estas dos formas morfológicas más o menos al sur de la Región de Tarapacá”, asegura.
Por otro lado, probablemente, quien alguna vez haya tenido la suerte de ver una vicuña, la haya visto en grupos. Esto es porque se trata de una especie social, que pueden vivir en grupos familiares o en grupos de machos solteros.
Sobre lo primero, nos situamos en su periodo reproductivo. “La unidad básica en ese periodo es la familia. Es decir, un macho con varias hembras más sus crías de la temporada anterior o las que van a nacer. En particular, se dice que los camélidos defienden un espacio que tiene buenos atributos para la familia. Entonces, no es que el macho defienda a las hembras, sino que defiende el territorio al cual acceden ellas. A eso se le denomina poliginia defensa de territorio. Se comenta que la vicuña es mucho más estricta respecto a eso. De hecho, se dice que cuando una hembra se quiere alejar del territorio, el macho la va a buscar, la corretea y la vuelve al grupo. O se han reportado casos que viene una hembra ajena al grupo y el macho la expulsa. Eso es importante porque lo que hace el macho es asegurar los recursos para la reproducción y la crianza de los que nacen en esa temporada”, dice González.
De acuerdo con información del Ministerio del Medio Ambiente de Chile (MMA), los territorios son clave: tienen buena oferta de alimento, agua o incluso una buena visibilidad para identificar a los depredadores. Son territorios que se defienden todo el año y se dice que el macho no se reproduce al menos que no haya un territorio de alimentación y, si encuentran uno, pueden defender ese lugar por más de seis años. Las hembras, por su lado, tienen una gestación de cerca de un año. Sus crías nacen a finales de verano. Dos semanas después, vuelven a preñarse.
Luego, las crías se dispersan por el macho territorial y se reubican en otros grupos familiares o, en el caso de los machos, en grupos de machos solteros. Ellos suelen ocupar territorios de menos calidad a los que no llegan hembras. “Estos son como clubes de Toby. Están juntos, sin territorio definido, y son muy numerosos. Hablamos de 30 o 40 animales”, explica el experto.
Junto a todo esto, vivir en las condiciones altas de la zona alta del altiplano requiere de ciertas cosas. “Gracias a su adaptabilidad, hábitos y adaptaciones, principalmente para aislar las temperaturas, desarrolla una cubierta pilosa bien fina. A eso nosotros, técnicamente, le llamamos fibra. Eso es muy cotizado, estamos hablando de una fibra de 12 o 16 micras. Si se compara, la oveja convencional está sobre las 22 o 24 micras. Por lo tanto, estas características le dan muy buenas propiedades térmicas de caída y brillo. Existe un mercado para eso y, precisamente, en Bolivia, Perú y Argentina, se ha desarrollado la producción a través de la esquila en vivo de estos animales (…)”.
¿Es eso una amenaza para vicuña? Para Benito lo es cuando las poblaciones son bajas y se aprovechan de manera e irracional. Claro ejemplo de eso es la caza furtiva: “Hace unos 5 u 8 años atrás iban cazadores furtivos, cazaban la vicuña y las descueraban en terreno. Eso generó mucha preocupación en el ambiente de la conservación”. En ese sentido, se sensibilizó el Convenio para la Conservación y Manejo de la Vicuña y a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES)
“Se logró obtener una resolución que permite un poco alertar a nivel internacional el problema que tiene esta especie, tanto de caza furtiva como de tráfico de fibra (…). CITES tiene más de 180 partes adscritas. Llevar eso a esta instancia significó que todos los países tengan conocimiento de la problemática y se obtiene una resolución que alerta sobre esto y eso fue súper relevante para la especie. Ahora hay que ejecutar eso, que se hagan los resguardos necesarios para la importación y exportación de fibras, compartan la información. Se sensibilizó sobre el tema”, afirma.
¿Existen otras amenazas? De acuerdo con profesional, una que debería evaluarse es el tema del cambio climático, en el sentido de que los ambientes donde habitan las especies pueden cambiar. “No tengo el dato de cómo va a cambiar en el altiplano, pero probablemente van a aumentar precipitaciones en algunos sectores, en otros disminuir y esto genera cambios. Por lo tanto, se espera que existan cambios en las densidades”, explica Benito. Sin embargo, asegura que actualmente las principales amenazas se atribuyen a la modificación del hábitat, actividades de inversión (como la minería), pero, como una visión personal, la principal amenazala asocia a la caza furtiva.
Sobre su estado de conservación, el sistema de Clasificación de Especies de Chile clasifica a la vicuña como “Vulnerable”. Mientras tanto, la Lista Roja de la UICN la considera como “Menor Preocupación”, con tendencia al alza de sus poblaciones a un nivel global. Según datos recopilados por la UICN, Perú es el país con mayor población de vicuñas (cerca de 220 mil), seguida de Bolivia (cerca de 164 mil), Argentina (hasta 127 mil), Chile (cerca de 12 mil) y Bolivia (cerca de 7.200).
El guanaco, el más grande de los camélidos silvestres sudamericanos
Es parte de las impresionantes imágenes que uno ve sobre lugares como el Parque Nacional Torres del Paine. Ahí se ve elegante, atento, con su cuello largo y sus largas patas. Se trata del guanaco, el más grande de los camélidos de Sudamérica (puede medir hasta dos metros de longitud y pesar hasta 120 kg), que además tiene una amplia distribución, abarcando países como Chile, Argentina, Perú, Bolivia y Paraguay. En Chile, se estima que habita de norte a sur, aunque sus grandes poblaciones son las de la Patagonia.
Al igual que la vicuña, hay dos subespecies de guanaco. Antiguamente se creía que eran cuatro, pero se redujo por temas genéticos, según lo que explica Benito. Estas son L. g. cacsilensis -que habita en toda la zona árida, el oeste de la cordillera de los Andes en Perú y Chile – y L.g. guanicoe –que habita desde Bolivia hasta la Patagonia.
Al igual que la vicuña, los guanacos se organizan por grupos. Acorde a lo que se explica por el MMA, puede que sea a través de grupos familiares de un macho adulto, varias hembras y crías menores a un año (a las que popularmente se les conoce como chulengos); machos subadultos, adultos y viejos que forman manadas de machos solteros. También los machos defienden territorio y, al igual que la vicuña, se marcan márgenes con defecaderos. Eso sí, su territorialidad varía porque hay regiones que dura todo el año, otras en época reproductiva y en invierno desaparece.
“En el caso de los guanacos, he detectado diversidad de grupos sociales. Al final la hembra tiene un poco más de libertad de decisión respecto al territorio que ocupa. Hay machos defendiendo el territorio, por supuesto, pero si la hembra realmente se quiere ir, solo se va (…) Entonces creo que la hembra busca el territorio que desea ocupar, obviamente el beneficiario es la descendencia, eso es claro. Al final busca lugares donde los recursos están asegurados. Eso sí, en periodo no reproductivo eso se pierde. Depende de la zona de Chile, pero un clásico ejemplo es la Patagonia en noviembre y diciembre, que es el peak de la reproducción, expulsión de las crías del año anterior y hay parto. Es bien dinámico”, explica Benito. Luego, según explica, durante el invierno, se relajan y se enfrentan a las condiciones climáticas. Ahí, tanto en Chile como Argentina, se pueden mover en grandes rebaños de cientos de individuos.
Aunque mayoritariamente habitan en el sur, de acuerdo al MMA (Región de Magallanes, donde es identifica una densidad importante en el Parque Nacional Torres del Paine y estancias vecinas, la comuna de San Gregorio y Tierra del Fuego), históricamente se ha identificado esta especie para todo el país. Sin embargo, según lo que explica Wildlife Consevation Society (WCS), durante el último siglo y medio experimentó un colapso poblacional a lo largo de gran parte de su población. De acuerdo a datos de su web, se estima que guanaco solo ocupa el 40% de su hábitat original, principalmente en subpoblaciones grandes y fragmentadas del centro y sur de la Patagonia.
“Aquí entramos en la historia de lo que ha pasado con el guanaco en este país. De manera natural, las poblaciones del norte son menos densas por un tema de oferta de recursos. En Chile central sufrió, lo que también ha sufrido otra fauna con la ocupación de hábitats principalmente por ganadería: fragmentación de hábitat. Entonces quedaron poblaciones muy pequeñas y divididas en la década del 70’, pero eso ha aumentado los últimos años”, explica Benito, “para el caso de la Región Metropolitana no se sabe mucho, pero hay una población natural de más o menos 150 a 300 individuos. Esos se comparten con lo que está al otro lado de la RM hacia Mendoza (Argentina), en lo que es la Reserva Laguna El Diamante. Entonces en verano están en Chile y cuando cae nieve se desplazan. Se pueden aplicar condiciones adecuadas para que esta población aumente tanto en número como en extensión”.
Además de la fragmentación de hábitat, existen otras amenazas que aquejan a los guanacos. Entre ellas, según lo que se explica en el documento ¿Qué problemas de conservación tienen las poblaciones de guanaco en Chile?, el ataque de perros (algo muy fuerte hacia el norte de Chile, en cercanías al Parque Nacional Llanos del Challe y Pan de Azúcar), la caza ilegal, barreras de desplazamiento (como cercos ganaderos o carreteras), actividades de uso mal planificadas (como las esquilas sin buen manejo o el turismo en lugares donde no es tan común la actividad) o enfermedades (como la sarna, que también se repite en las vicuñas).
En Chile, se clasifica como “Vulnerable” desde la Región de Arica y Parinacota hasta la de Los Lagos y como “Preocupación Menor” en las regiones de Aysén y Magallanes. La lista roja de la UICN lo cataloga como “Preocupación Menor”. Pero hay algo importante que agregar a eso último, sobre todo considerando que se trata de una clasificación global.
“En el caso del guanaco es bien importante mencionar que la mayor densidad de población está en Argentina y es muy numerosa (poco menos de 2 millones de individuos). Después está Chile con cerca de 300 mil. En Perú debería haber unos 3 mil guanacos. En Bolivia y Paraguay están muy mal, hablamos de no más de 200 animales por lo bajo, es decir, los que cuento para toda la Región Metropolitana de Chile. Habitan en el Chaco seco, es decir, un ambiente muy particular, con bosque medio xerofítico y con temperaturas altísimas. Son grandes praderas, hay harta caza furtiva e ingreso del ganado que disemina plantas leñosas. Es decir, perjudican su hábitat”, dice Benito.
Así, estos camélidos tan característicos de los paisajes sudamericanos son parte importante de los ecosistemas que habitan, con sus correspondientes roles y conductas. Ahí, entre las alturas y condiciones del Altiplano y los paisajes patagónicos, aunque enfrentados a diversas amenazas se han mantenido, siendo un remanente de aquellos que hace millones de años llegaron desde Norteamérica.