¿Por qué otoño es “temporada de hongos”? Algunas especies y lugares para poder observarlas
Llegó el otoño e inmediatamente muchos se entusiasmaron con la “temporada de hongos”. Sin bien los hongos están presentes durante todo el año, es en esta época donde se observa su estructura macroscópica, conocida como carpóforo o esporoma. Aquí, por lo tanto, es donde vemos las setas y callampas, pero lo cierto es que se manifiestan en muchas formas y colores para descubrir. ¿Por qué esto es importante, qué especies ver y dónde encontrarlas? Conversamos con la Fundación Fungi y la ONG Micófilos Chile para poder contar más detalles.
El 21 de marzo, después de un caluroso verano, dimos la bienvenida al otoño. Esta estación, donde caen las hojas y muchos árboles se tiñen de colores rojizos y cafés, hay quienes ganan mayor protagonismo: los hongos. Es que esta es, por excelencia y conocimiento popular, la “temporada de hongos”.
Pero antes de saber por qué se le conoce así, hay que tener una cosa clara: los hongos están presentes todo el año a través del micelio. Así lo explica a Ladera Sur Daniela Torres, encargada de oficina en Chile y programas de la Fundación Fungi, quien agrega: “en otoño y primavera, cuando se producen los cambios de temperatura y empieza a llover, se producen estos carpóforos, setas o callampas, que salen y nosotros las podemos ver. El hecho de que en el resto del año no las veamos, no quiere decir que no estén, sino que en esta época del año observamos su estructura macroscópica”.
Como todo en la naturaleza, esta aparición cumple un rol sumamente importante. Hay que pensarlo así, de acuerdo con lo explica Daniela: el ciclo del hongo se basa en tres estructuras, que corresponden al micelio, el carpóforo o esporoma y las esporas. En ese sentido, el micelio está presente todo el año. Luego, el esporoma tiene la funcionalidad de la reproducción sexual del hongo porque contiene todo el material genético para que la especie se reproduzca. A su vez, este carpóforo se encarga de dispersar las esporas, lo que favorece a la reproducción del hongo.
“Es como si fuese la fruta de las plantas”, dice María José Dibán, de la ONG Micófilos Chile, “al igual que como pasa con muchos organismos, los hongos tienen temporadas reproductivas. Para la mayoría es en otoño, pero también depende de la zona geográfica donde estén. Por ejemplo, en el sur, que llueve todo el año, hay un peak en primavera, pero lo que se encuentra ahí, es distinto al otoño”.
¿Dónde verlas?
Los hongos están en todos los tipos de ecosistemas y en todo Chile. Hay en el desierto, en la Antártica e incluso en la alta montaña. “Lo que pasa es que uno que tiene deconstruir esa forma de ver los hongos que tienen la típica forma de champiñón. No todos los hongos tienen esa forma”, aclara Daniela, haciendo una invitación a abrir los ojos y observar todas las formas y colores que podamos. Se trata de fomentar la curiosidad.
Si bien los hongos están presentes en todo Chile, la mayor cantidad de ellos está entre la zona central del país y la Patagonia. Sin embargo, la primera invitación es partir por casa. Mirar el suelo cuando vamos al trabajo, observar en las plazas. Incluso en los patios de los hogares. De ahí en adelante, las reservas y parques nacionales siempre van a ser lugares clave.
“La temporada de hongos generalmente es más temprana en las zonas que son más frías y donde nieva, entonces, por ejemplo, en la zona austral o la precordillera, son las primeras que empiezan a salir los hongos, por febrero y marzo”, explica María José, “por la zona central, la lluvia es más tardía y la temporada empieza como en junio, julio, agosto y septiembre. Si llovió en primavera, también por octubre”.
En la Región Metropolitana, por ejemplo, ambas profesionales recomiendan visitar la Reserva Altos de Cantillana. También, las recomendaciones llevan al cerro San Cristóbal -que incluso hay especies que han aparecido por la erosión de bicicletas-, el Parque Mahuida, si es que está más húmedo, el Parque Nacional la Campana. Lo ideal es ir por julio.
Más hacia el sur, se puede visitar Altos de Lircay o Los Ruiles. La verdad es que en la zona sur todos los parques y reservas nacionales aplican. Dentro de ellos, el Parque Oncol, en Valdivia, puede ser una opción.
“Es cosa de incentivar el observar formas distintas, no solo buscar la callampita, sino que las formas diferentes”, dice Daniela.
¿Qué ver?
En Chile se conoce solo un 5% de la diversidad de hongos. En esto se encuentran cerca de 2000 especies y verlas depende de la época, el lugar y el esfuerzo que se haga para encontrarlas.
“Hay especies que son más vistosas. Siempre encontramos a la Amanita muscaria, que es de las primeras que llega a sorprender a las personas. También en las más vistas son los Coprinellus, que son especies descomponedoras de materia orgánica. Esas siempre se encuentran como en un ramillete, agrupadas en un tronco. Después, en el Cerro San Cristóbal, por ejemplo, se ven las estrellas de tierra, que son de lugares perturbados y secos, y salen completamente de la estructura de callampita. Después están las Pezizas, que están como del Maule a la Patagonia. En este último lugar, obviamente está el Cortinarius magellanicus, que es como un emblema de la Patagonia, este hongo precioso que se asocia a las raíces de los Nothofagus”, explica Daniela.
A esto agrega que es importante saber, al ir a buscar, con qué especie de árbol se relaciona cada hongo: “Por ejemplo, no vamos a encontrar un Cortinarius magallanicus en una plantación de pinos. Ahí hay otro tipo de hongos. En los bosques de araucarias, por ejemplo, hay ciertos líquenes, más que setas o callampitas”.
En esta misma línea, María José dice: “En las primeras zonas en fructificar, vemos el Butyriboletus loyo, que es un hongo grande, rojizo con amarillo. También vemos Amanita y otras micorrizas, como Tricholoma. También hay parásitos, como la lengua de vaca y hongos descomponedores de madera, como las orejas de palo. Hay hongos con forma de seta, otros con forma de copa, etc”.
En esta diversidad, agrega María José, dice que, por ejemplo, en la zona central crecen más endomicorrizas: “están solo en las raíces, no tienen seta como los del boque de Nothofagus – a los que se asocian Cortinarius, Amanita, Tricholoma, Inocybe, Ramaria-, sino lo que se ven a simple vista solo saprófitos y parásitos del esclerófilo. Muchas Mycena y Tubaria, todo pequeñito”. En el sur, dice, “se encuentran hongos más llamativos, brillantes, como Entoloma necopinatum”. En el norte, finaliza: “ahí principalmente hay hongos donde hay algo de vegetación, donde hay fuentes de agua, como bofedales de altura o quebradas. Son hongos con formas de pelotitas, las estrellas de tierra. En general, hongos con las esporas al interior, con lo que se protegen de la desecación o el viento. Entonces, los tipos de formas varían”.
¿Recolección?
Si hay algo que se acompaña de la temporada de hongos, es el deseo de muchos para recolectar. Ante esto, Daniela menciona que en esta época es muy importante mencionar que los hongos no son tóxicos al tacto, pero sí lo pueden ser a la ingesta: “No hay truco para saber si un hongo es comestible o no, solo hay que conocerlo y guiarse con recolectores con experiencia o con organizaciones que sepan del tema. Lo más importante es que no se ingiera un hongo si no se conoce”.
Teniendo esto en cuenta, María José dice que la recolección sustentable para el consumo se debe dejar un 10% del hongo y no sacar los pequeños que no hayan dispersado sus esporas o estén demasiado maduros. “No hay que sacarlo de raíz para que no le cueste tanto volver a regenerarse”.
¡A buscar hongos!
Con esto en cuenta, ¡prepara los sentidos y entusiásmate para buscar hongos en otoño! Además, con tus registros puedes hacer un rol en el conocimiento de los hongos. Campañas como “Lo que tú ves importa” de la Fundación Fungi, entrega un protocolo y guía para que las personas aporten a la ciencia, a la vez que se incentiva la población de hongos. Más allá de eso, dice Daniela, “yo le diría a las personas que deconstruyan su manera de ver el bosque y que se abran a distintas texturas, formas y colores, mirando del suelo hacia arriba”.
Por su lado, María José invita a una observación consciente y responsable: “tengamos en cuenta que vamos a espacios donde habitan otros seres, tratemos de no dejar rastro (…) y de ir afinando el ojo. Eso se adquiere con la práctica, pero hay muchos hongos preciosos que son pequeños, que crecen debajo de la madera, con colores opacos, con una forma o detalles que solo se ven con lupa y es impresionante. Así que, vayan con esos ojos de niño de ir descubriendo y asombrarse con todo”.
*La información de los hongos en las fotos se buscó en las Guías de Campo: Hongos de Chile, volumen I y II, de la Fundación Fungi.