Una idea salvaje de Douglas Tompkins: publican completa biografía que ahonda en la historia del filántropo que protegió la Patagonia
Luego de una vida dedicada al mundo empresarial, el filántropo Douglas Tompkins decidió dar una vuelta radical en su vida a sus 49 años y dedicarse a la ecología. Compró terrenos en la Patagonia con el fin de trabajar en su conservación y puso los pies en la tierra para defenderla, no sin enfrentarse a los desafíos de llegar con un sueño incomprendido por algunos y una idea salvaje para el sur del mundo. El periodista de investigación estadounidense Jonathan Franklin se propuso hacer una biografía completa de Douglas Tompkins para contar su historia, junto con la colaboración de sus más cercanos, habiendo realizado más de 170 entrevistas. Acá nos cuenta sobre los novedosos datos que descubrió sobre la vida y misión de Douglas Tompkins, además del proceso para intentar lograr la más completa biografía de él que se ha realizado hasta la fecha, con el fin de que también sea una lectura entretenida para cualquier persona: “Una idea salvaje”, de editorial Paidós.
A principios de los 90’, llegó a Chile un filántropo que marcó un antes y después en la conservación de la Patagonia: Douglas Tompkins. Había dejado atrás su vida dedicada a los negocios en Estados Unidos con un sueño ecológico y una idea salvaje para los ecosistemas desprotegidos del sur del país. Pero su llegada no fue fácil. Tuvo que pasar un camino lleno de obstáculos y desafíos, con un pensamiento que no muchos entendían -ni compartían- en esa época y con el que logró construir un verdadero legado.
A poco más de siete años de su fallecimiento, el galardonado periodista de investigación estadounidense Jonathan Franklin se propuso la misión de desarrollar su más completa biografía: “Sentía que había una carga dura de Douglas Tompkins porque la gente no entendía bien quién era. Estaba esta caricatura de que echó a gente de sus campos, por ejemplo. Yo conocía su trabajo brevemente, pero creía que la visión pública de él era superficial y desconectada, como hablar de un gran pintor, pero comentar sus acuarelas de kínder. Por eso quise mostrar un perfil”.
Así, se propuso realizar miles de páginas de entrevistas, que se tradujeron en 175 conversaciones, que incluyeron a sus amigos, enemigos y actores políticos a nivel mundial, como Michelle Bachelet y Ricardo Lagos en Chile.
Todo para que cualquier persona se pueda acercar a la vida y obra de Douglas Tompkins.
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Cuando Tompkins tenía 49 años, vivía en una casa grande en la colina de San Francisco, lideraba la empresa Esprit y era famoso. Pero decidió dar un giro en su vida para vivir en una casita en la Patagonia sin electricidad ni agua corriente. Siempre le encantaron los deportes al exterior, siendo un amante del kayak, el andinismo y el esquí, y su próximo sueño era luchar por la conservación de la Patagonia. Y con eso nació su idea salvaje: la Ruta de los Parques de la Patagonia.
“Ese es su gran legado. Le mostró a Chile sobre estos terrenos, 17 parques, con glaciares, campos de hielo, volcanes, pumas y lagos. Él hizo entender que la Patagonia es un lugar. ¿Qué ecologista muestra un grupo de parques como una marca? Y Doug, experto en marketing, hizo eso. Esa es su idea salvaje”, explica Jonathan.
-Estamos hablando de un filántropo estadounidense que lideró marcas como The North Face y Esprit y que decidió cambiar esa vida y venir a la Patagonia a luchar por la naturaleza. Según lo que reporteaste, ¿cuándo fue este punto de inflexión en el que decide dejar estos negocios y venir a la Patagonia?
-Yo creo que tiene que ver con que Tompkins era piloto y cuando volaba en California o cerca de British Columbia, en Canadá, se dio cuenta de que hasta los parques nacionales estaban siendo destruidos por las empresas forestales. Entonces volaba con un amigo, sobrevolando los bosques preciosos del norte de Washington y de Oregon, viendo un montón de destrucción. En un avión obviamente la perspectiva es gigante. Y era tanta la impresión que le decía que le aterrorizaba y que había que hacer algo, sino iba a ser una masacre.
– ¿Por qué él decidió venirse a esta zona?
–Había dos razones de por qué Doug Tompkins eligió el sur de Chile. Primero, por el precio. El terreno en Canadá era muy caro en ese tiempo, estamos hablando de principios de los 90’. Entonces si la gente critica a Douglas Tompkins porque pagó un precio muy bajo, eso no es verdad, pagó un precio mejor que el del mercado. En ese tiempo nadie le daba mucho valor al bosque nativo chileno y no era caro comprar un millón de hectáreas, por ejemplo. Él compró muchos terrenos sin dueños o títulos claros e incluso gastó mucho tiempo tratando de ayudar a la gente a buscar títulos de terreno (…) él no tenía infinito dinero para gastar, así que decidió que con lo que podía gastar era posible proteger muchísimo más terreno acá por la misma plata. La segunda razón es porque estaba realmente enamorado de la Patagonia. A sus 16 llegó a Chile para entrenar para las olimpiadas. Luego en el 65’ conoció el Fitz Roy (Argentina). Fue una relación de toda la vida.
Así, a principios de los 90’, cuando ya dejó sus empresas, empezó a sembrar raíces en la Patagonia. Compró una oficina grande en Puerto Montt con el fin de restaurar terrenos que adquirió, que en su mayoría eran fundos machucados, llenos de ganado y alambres de púas. Quiso más terreno y pilotó aviones buscando más. De a poco, fue juntando las hectáreas que hoy forman parques nacionales.
“Compraba y lo hacía con diferentes empresas, de distintos nombres. Le daba susto que le fueran a subir el precio. Así empezó a juntar las piezas de este gran rompecabezas que es el Parque Pumalín. Al mismo tiempo, la iglesia católica lo consideraba inhumano y no le querían vender el terreno. Después Endesa compró terreno. Y también había problemas con el gobierno de Frei, que le jugaron muy chueco a Tompkins. Hoy en día la Patagonia es una gran riqueza que pertenece a todos los chilenos. Tompkins en su tiempo era un visionario, pero trabajaba con muy poca gente (…) Chile estuvo a punto de perder la Patagonia a punta de tonterías y, gracias a muchas campañas de grupos locales -como Patagonia Sin Represas, de la que también participó Doug- grupos nacionales, la Ruta de los Parques existe. La gente no sabe cuántos años de pelea hay detrás de los parques, y parte de mi libro es mostrar que juntos realmente se puede cambiar la historia. Y con 300 activista, esto se logró para la Patagonia”, dice Jonathan.
-Cuéntanos sobre su complicada llegada a Chile, y sobre la “guerra” que se le hizo a Douglas para que se fuera de Chile, que sería algo revelador en este trabajo.
-Durante el gobierno de Eduardo Frei, Douglas Tompkins es visto casi como un enemigo del Estado. El gobierno estaba muy contento descubriendo Chile, abriendo el país al libre mercado, vendiendo celulosa, salmón, productos mineros, toda extracción. Tompkins, por el 92’ o 93’, tiene una fijación. Él piensa que en 30 años más, el mundo va a ser distinto y que la gente va a tener más amor por la naturaleza. Entonces trata de hacer un frenazo a la extracción de materia prima en la Patagonia, ya sea matar un río para sacar electricidad u otro río para una planta de aluminio. Entonces Tompkins decide que el pueblo chileno se va a dar cuenta de que la Patagonia viva vale mucho más que la Patagonia destruida (…). Llega a Chile con la idea de hacer este frenazo y el gobierno lo ve como enemigo, entonces hacen mucha burocracia, auditorías, hasta lo querían echar del país. Había un complot para poner drogas en su casa en el sur de chile, la agencia nacional de inteligencia lo estaba espiando, en el libro yo hablo con alguien de la ANI que robaban documentos de su oficina. Había mucha amenaza de muerte, pero a él le gustaba el desafío, era muy difícil asustar a Doug Tompkins, y él tenía todo el apoyo del gobierno de Estados Unidos (…). La prensa chilena también fue nefasta. Eso hasta que asumió Ricardo Lagos, quien le dio todo su apoyo a Tompkins.
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Jonathan conoció a Douglas Tompkins. Probablemente fueron solo seis horas de entrevistas en total, cada tres o cuatro años, pero grabó algunas conversaciones y, quizás, quedó pendiente el conocerlo como persona, más que a través de una entrevista con fines periodísticos. Pero lo cierto es que, aún entrevistando a personas claves en su vida y luego de haber dedicado más de cuatro años de su vida a la labor de su biografía, nunca se termina de conocer a este hombre.
“Es como una cebolla, lleno de capas. Cada vez que descubría algo, salía otra cosa más interesante. Descubrí que conoció a Janis Joplin, que era vecino de Steve Jobs y amigo del príncipe Carlos. Sentía que mi trabajo era infinito, no podía escribir 900 páginas. Empecé con sus compañeros de colegio y de ahí para arriba, conoció cada año un personaje realmente distinto. Nos reíamos con Kris, su esposa, porque yo sabía cosas de Doug que ella jamás supo. Pero luego de un año de escribir estoy contento de haber mostrado distintas facetas: Douglas Tompkins con sus fallas, fortalezas, debilidades y derrotas. Fue muy duro de cabeza a veces, pero seguro de su misión de vida y miraba hacia 300 o 400 años adelante”, explica Jonathan. – ¿Recuerdas alguna entrevista o hecho que haya pasado reporteando que haya ido cambiando tu foco o que haya sido muy revelador?
-Sí, hay una cosa que me sorprendió mucho. Cuando Doug pasa de ser empresario a la ecología, empieza a juntarse con el Dalai Lama y a tener un toque de budismo en su vida. Tenía un lado espiritual interesante y eso ayuda un poco en su transición de ser empresario a ser activista por la conservación, acercándose un poco más a su legado. Él a sus 49 años estaba inmerso en el capitalismo, era muy empresario y muy rápidamente se da cuenta de que quiere cambiar su vida por completo. Me gusta mucho hablar con la gente que me dice que no era un hombre que le interesaba mucho el dinero, no era un empresario que buscaba la ganancia, le gustaba hacer las cosas bien como una obra de arte. Y así, llegando a la cima del capitalismo Tompkins dice: “ya, next”.
– ¿Cómo fue el presentarle a Kris el proyecto?
-Al principio no quería el trabajo, pero cuando hablé de hacer un libro más popular, no tan científico ni técnico, le gustaba mucho la idea de algo que pudiera abrir el mensaje de Tompkins Conservation y de Doug al mundo. Lo mío era algo para leer en la playa y está hecho para provocar ganas de seguir leyendo. Yo era bien insistente también, me dijeron que no varias veces, esperé. Había cierto miedo de parte de ellos de que sea un libro negativo, pero ahí se dieron cuenta de que no tenía una agenda aparte, yo quería mostrar un conservacionista y cuando ellos tuvieron claro eso, lo aceptaron.
-Sobre el libro en sí, ¿qué fue lo más difícil de realizar?
-Lo más difícil es realmente ubicar a toda la gente, porque había gente en India, en Londres, en Italia, Francia. Tuve que explorar mucho del mundo porque los amigos de Doug pueden estar en un museo en Tíbet o pueden estar en Chaitén.
– ¿Qué mensaje entregas transmitir a través de este libro?
-Yo creo que el mensaje para mí es que cada uno debe hacer un apoyo a la conservación, sea un huerto en su barrio, sea plantar un árbol, hacer un parque de 100 hectáreas. Quise mostrar que Tompkins tenía un sueño imposible, porque es imposible invocar un sueño de 15 millones de hectáreas de terreno. Pero eso fue lo que hicieron con Kris, salvar millones de hectáreas trabajando con docenas de grupos del mundo. Él era capaz de realizar lo imposible, por eso estamos poniendo el libro en muchas bibliotecas públicas de varias partes del mundo, la idea es que tu sueño imposible sea posible.
– ¿Crees que completaste la misión de realizar una biografía completa?
No, yo creo que hay mucho más que saber de Doug y en el futuro vamos a tener muchos libros, por lo menos unos 4 o 5. Esta es una buena ruta porque da muchas pistas, pero hay mucho más que saber que era muy completo y yo no soy capaz de escribir un libro de 900 páginas. Yo seguiré haciendo libros, pero no más de Tompkins, yo creo que hice lo mejor que podía, eran 4 años de mi vida, otra persona podría seguir la obra.
– ¿Qué es lo que más te llena el corazón del trabajo que realizaste?
-Que tengo una hija que quiere trabajar en conservación. El hecho de haber convertido a una persona en activista, para mí es lo más valioso.
*El libro está disponible en librerías y tiendas digitales. Se puede adquirir a través de la editorial Planeta en este sitio web.