De Castro a Quellón: la otra ruta del Chiloé profundo
Tras haber recorrido muchas veces los hitos más famosos del archipiélago, nos embarcamos en una aventura especial, donde compartimos con esos isleños que han sabido mezclar el turismo rural con sus actividades habituales, y propias de esta especial cultura. En este artículo de nuestros colaboradores de Los Lagos Travel te contamos todo lo que necesitas saber para visitar esta hermosa isla del sur de nuestro país.
Chiloé es uno de los destinos turísticos preferidos de chilenos y extranjeros. Su magia y tradiciones no son solamente una experiencia fascinante para quienes la viven, también son el sustento de familias campesinas que han hecho del turismo rural un ingreso más, combinando actividades como la pesca o la agricultura, con experiencias que seducen a quienes visitan este mítico archipiélago del Chile Austral.
Llegar a Chiloé no es difícil. Al contrario, hasta trasladarse desde el territorio insular es una aventura alucinante. Puedes llegar en bus, avión, auto o incluso cruceros que recalan en Puerto Montt y también Castro. El primer hito si vas desde el continente es cruzar el Canal de Chacao. Hay ferris cada 15 o 20 minutos y por una suma de entre 10, y 30 mil pesos dependiendo del tamaño del vehículo, subes a este barco que te llevará a la Isla Grande.
Primero Ancud, luego Castro. Son tres sus principales ciudades y 10 las comunas que componen el territorio. La última Quellón, donde finaliza la Ruta Cinco Sur y la Carretera Panamericana, que parte en Alaska. Al final, en el hito cero, un pequeño monolito nos lo recuerda. Así, al mirar el océano desde ese punto, ya no se ve el fin. Es un paisaje eterno que nos dice que lo que continua es impredecible.
Pero cuando ya conoces Castro, Dalcahue, Curaco de Vélez, Achao, o Chonchi, pocos te cuentan que más al sur continúa esa magia de la que tanto se habla. Y es que no solo se trata de mitos sobre la Pincoya o el Trauco. Es algo mucho más especial. Ahí se vive en una minga permanente donde el trabajo en comunidad es todos los días y mucho más que tirar una casa por los canales.
Pasamos la capital provincial después de un delicioso almuerzo en el mercado de Dalcahue. Me hice de un gorro de lana y unos calcetines. Fotografiamos los palafitos de Castro que justo por esa hora tenían en agua baja, por lo que se veían completos los pilares de madera que los sostienen. Volvimos a la carretera y con ello a esos paisajes rurales tan típicos de la zona. Vacas, bueyes, ovejas, perros, cerdos y gallinas. Todos libres y felices.
En Chiloé aún el trueque es parte de la forma de intercambiar cosas. Buscamos alojamiento y encontramos unas pequeñas cabañas en la isla Lemuy. Para llegar ahí cruzamos en una pequeña barcaza que nos llevó desde un sector llamado Huicha. En el viaje conocimos a una pareja de vendedores, quienes nos contaron que cuando sus clientes no tienen dinero, les pagan con huevos, pan casero y hasta carne. Ellos nos orientaron para buscar hospedaje. La gente es muy cordial y amistosa. El turista es un vecino más; si hasta nos invitaron a su casa.
Así pasamos esa primera noche en un lugar increíble. Silencio humano absoluto y muchos pájaros remplazándolo. Pan amasado y huevos al desayuno; queso y mermelada de grosella. Agradecimos la hospitalidad y seguimos nuestro viaje.
Tras recorrer un sector hermoso llamado Detif donde se forma una especie de península y tienes mar a ambos lados, llegamos a otro poblado, en el que además de una bella iglesia se formaba una feria local. Nos volvimos a encontrar con nuestros amigos vendedores. Al medio día almorzamos comida casera en un pequeño local familiar para luego retomar nuestro viaje a Quellón. Así al terminar el día regresamos a la “Isla Grande”, siempre buscando dónde pasar la noche.
Al día siguiente partimos rumbo a Quellón. En el camino nos impactó la belleza del Lago Natri. Nos comentaron los chilotes que en ese lugar es muy frecuente pescar salmón de río. También pasamos por un sector llamado Coinco, que me recordó el pueblo de mi infancia, una pequeña comuna de la Región de O´Higgins. Cuando al fin llegamos a Quellón, nos encontramos con una ciudad puerto. Eso me tocó el alma, ya que ese aire se repite en cada puerto que he visitado. Alegría, esfuerzo, multiculturalidad. Había mucha gente que venía de otras islas o pueblos a abastecerse. Incluso de Chaitén o Melinca, desde donde llegan en barcaza una vez cada ciertos días.
También vimos pescadores que con esfuerzo sacaban su sustento. Muy cerca de ahí en un mercadito vimos unos ajos gigantes y de los cuales también hacen una pasta increíblemente sabrosa. Nos fuimos derecho a almorzar y qué mejor que en la costanera. Había mucha oferta y por esos días, aún poca demanda. Yo elegí merluza austral. No podía ser otro plato. Las ensaladas y papas que eran de la zona, y qué decir de la chicha de manzana. ¡Todo delicioso! Jamás me arrepentiría de vivir esa aventura.
Las mejores fotos
En el Chiloé profundo siempre encontrarás una locación para que tus fotos sean una obra de arte. En mi caso capturé un pequeño bote que se adentraba en el mar en Quellón. Creo que es de las mejores fotos de mi vida. También caballos corriendo por la orilla del mar; son todo un espectáculo. Flores, bosques nativos, comida típica, personajes, atardeceres, incluso noches estrelladas. Porque, aunque en esa zona tan austral llueve 300 días al año y otros 50 días está nublado, esas pocas noches despejadas el universo se contempla en plenitud.
Una aventura fascinante fue fotografiar a un pájaro Martín Pescador. No se dejaba, y cada vez que lo intentaba, se cambiaba de posición, pero a la fauna hay que cuidarla, respetarla y no ahuyentarla o asustarla, así que con mucho respeto logramos sacarlo, aunque sea de lejos.
Productos típicos
Si se trata de productos típicos y únicos, el ajo negro me sedujo desde el primer momento. Su aroma, textura ¡y hasta belleza!; también las papas chilotas de las cuales nos contaron hay muchas variedades. Qué decir de la chochoca, que es una mezcla de papa cruda rallada y estrujada, mezclada con papa cocina y adherida a un palo con forma de uslero, llamado “palo chocoquero», el que se coloca sobre las brazas para cocinarlo. Es una comida muy típica del pueblo huilliche.
El carneo de un chancho, conocido como el “reitimiento”, consiste en la matanza y posterior cocción de un cerdo y otros alimentos en un caldero para obtener manteca y chicharrones. La palabra «reitimiento» deriva del verbo «reitir», la forma que adopta en español chilote el verbo ‘derretir. Y por último el chopóm, o también conocido como tropóm, consistente en una bola de chuño preparada con fécula de papa. Todo muy típico de Chiloé y poco conocido, pero que representa el alma de los habitantes de las islas que conforman el archipiélago.
¿Qué ver?
Si pensamos en qué podemos ver, el primer lugar se lo llevan las iglesias, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, son un retrato vivo de lo que Chiloé representa en la cultura tradicional. Luego están sus muelles y lanchas. Los botes que llegan de pequeñas islas o sectores muy apartados, todos en busca de mercadería e intercambiando su propia producción de verduras, pescados y tejidos. Los mercados son fascinantes, sobre todo por sus cocinerías y su hermosa artesanía en lana de oveja, cestería en base a ñocha principalmente. También está el cuero y madera.
Además de esos lugares fascinantes, también hay personajes que no puedes dejar de conocer, como Mancho Pérez de Ancud; quien se encuentra en el exterior de la casa de la cultura, realiza unas hermosas esculturas en madera donde retrata personajes mitológicos de la zona.
¿Cuándo ir?
Si bien el mejor mes para ir es febrero porque está colmado de actividades locales, Chiloé se puede visitar todo el año. Son experiencias diferentes las que se viven según la época que se viaja. Solo que se garantiza un recorrido inolvidable y reparador. Es muy importante que antes de comprar pasajes en avión, o arrendar autos, se debe asegurar el hospedaje y planificar con anticipación los viajes en ferri, si es que estás pensando en cruzar, por ejemplo, a la carretera Austral, ya que estos casi siempre están con cupos reservados. Los ticket a los parques nacionales deben ser reservados por internet.
También es importante mencionar que, en su mayoría, los locales están cerrados los domingos excepto en las comunas más turísticas, como Dalcahue, Castro o Ancud.
Los imperdibles según Lonely Planet
Chiloé es un destino muy destacado a nivel mundial, y está recomendado por el prestigioso sitio de viajes Lonely Planet, donde se resaltan sus principales hitos que aquí te los contamos: Muelle de las Almas, Parque Tantauco, Iglesia Nuestra Señora del Patrocinio, Iglesia San Francisco de Castro, Iglesia Santa María de Loreto ubicada en Achao, Iglesia Nuestra Señora de Gracia de Nercón, Muelle de la Luz, Parque Nacional Chiloé, Centro Inmaculada Concepción ubicado en Ancud, Feria Alcalde Sandoval ubicada en Castro, Iglesia Santa María de Rilán, Museo Regional de Ancud, Mercado de Dalcahue, Mirador Alto la Paloma, Puente Gamboa, Iglesia Nuestra Señora de los Dolores, Museo Regional de Castro, Fuerte San Antonio de Ancud, Museo de Achao, Iglesia Catedral de Ancud.
Este territorio es conocido mundialmente como un sitio SIPAM. Si quieres conocer más sobre esta denominación, puedes hacerlo aquí, donde accederás a importante información.
Recomendaciones
Elige siempre servicios turísticos registrados en Sernatur.
La ciudades principales como Castro y Ancud tienen cajeros automáticos, pero para ir a zonas rurales se recomienda llevar efectivo.
Prefiere vestirte por capas y siempre con una tercera impermeable.
Chiloé cuenta con más de 200 especies de papas, no puedes irte sin probar al menos algunas de ellas.
Como en gran parte de la región, la flora y la fauna son parte de ecosistemas muy frágiles, ayuda a cuidarlos.