Un fin de semana en el Parque Tagua Tagua
Felipe Howard, miembro del equipo de Ladera Sur, nos comparte un relato de una rápida experiencia en el Parque Tagua Tagua, en la cuenca del río Puelo, Región de Los Lagos, durante un fin de semana. Inmerso en senderos de bosques nativos (con alerces, mañíos y coigües, entre muchas especies), ríos, mallines y lagunas que parecen espejos de montañas de granito, estos dos días se transformaron en una experiencia de reconexión con la naturaleza en inolvidables paisajes.
El viernes a las 17 horas me pasan a buscar a la costanera de Puerto Montt, en la Región de Los Lagos. Estoy hace dos días en la zona y unos amigos de Puerto Varas me preguntan para qué me voy a ir a caminar bajo la lluvia. Me dicen que no voy a ver nada, que los acompañe a un asado o que veamos a otro amigo. Todo con el fin de hacerme cambiar de opinión.
Por suerte no les hago caso. A las seis de la tarde de este viernes otoñal emprendemos rumbo al lago Tagua Tagua, ubicado en el parque del mismo nombre. Bajó la oscuridad y un buen diluvio. Pero había que ir igual. Estuve una semana en el verano en este lugar y solo alcancé a “asomarme” al Parque Tagua Tagua. Veía los senderos dibujados en los mapas, las fotos de un paisaje que parece canadiense en los folletos y el bichito para volver quedó instalado. Por eso me negué a tanto panorama entretenido que me proponían mis amigos en Puerto Varas.
Cuando llegamos a Punta Canelo estacionamos la camioneta y vemos que nos está esperando la lancha de Mítico Puelo lodge, la que nos servirá de base esa noche gracias a que nos acompaña Rodrigo Condeza, motor de estas iniciativas. Me recomienda cambiar los bototos por botas de goma, la chaqueta de Goretex por una de “plástico”, por si todo está muy húmedo. Más tarde, al amanecer, vemos cómo las nubes se comienzan a disipar y aparecen las laderas verdes junto al lago.
No llueve. Alistamos nuestras pequeñas mochilas con algo de ropa de cambio, comida para la noche, sándwiches preparados por la señora María en el lodge y raciones de marcha. Cruzamos en pocos minutos el lago hacia la enorme cascada que se ve en la otra ribera. La superficie está en calma, sin viento a diferencia de cuando estuve en verano. Junto a ese hermoso salto de agua comienza el Parque Tagua Tagua. Trepamos y ganamos altura hasta llegar al Centro de Visitantes. Nos asomamos por arriba a la cascada desde un bonito y seguro puente colgante. Nuestro objetivo está a 5 horas de caminata al final del valle, queremos llegar hasta el refugio Quetrus, uno de los dos que construyó la administración del parque.
Durante la primera parte aún quedan restos de la acción ganadera de antiguos colonos que en el valle mantenían vacunos. Eso explica también los manzanos. Pasan las horas y vemos el cielo azul. No ha llovido nada hoy y vamos en polera caminando entre bosques prístinos respirando ese aroma a bosque húmedo tan característico del sur. Grandes coigües y mañíos destacan en un paisaje que parece estar dominado por el agua. Cruzamos riachuelos y aprovechamos los puentes y pasarelas que han sido construidas con muy buen gusto para intervenir lo menos posible el entorno.
A las tres horas llegamos a un paisaje que conmueve, es donde está el refugio Alerces, junto a un lago repleto de alerces inundados. En el agua se reflejan los árboles secos y las montañas de granito con sus cumbres nevadas. Con esta vista devoramos los ricos sándwiches y continuamos ascendiendo de una manera un poco más pronunciada.
En ese trayecto, encontramos los primeros alerces junto al sendero. ¡Cómo inspiran estos árboles al pensar que tienen más de 2 mil años! ¡Qué respeto que infunden al saber que están acá al mismo tiempo que gran parte de la historia moderna de la humanidad!
Estos pensamientos nos invaden en la parte más exigente de la caminata, una ascensión continua junto al río que viene desde los mallines y de las lagunas de más arriba. De pronto el bosque se abre y aparece un circo de montañas de roca que cercan el paisaje. Nos evoca fotografías de Alaska o de las Canadian Rockies Mountains. Allí mismo, junto a la laguna, está el refugio Quetrus, nombrado así por la pareja de patos que habitan ese lugar y que vemos estar plácidamente junto a un pequeño islote. Toda esa vista se refleja en la laguna. El refugio está a más de 710 metros de altitud, 400 metros más alto que donde está el lago Tagua Tagua. Tiene la misma arquitectura que el anterior y está equipado con cocina a leña, lavaplatos, fósforos, lavalozas, botiquín, loza, servicio, sacos de dormir y colchonetas y como bien dice su folleto, “vistas hermosas”. Prendemos la cocina a leña para calentar el ambiente, preparar unos mates, una sopa y una rica comida. Nos instalamos en el segundo piso. El silencio en medio de este bosque de cipreses y alerces me ayuda a tener el mejor dormir en mucho tiempo.
Al día siguiente, tres horas de caminata hacia abajo, cruce en lancha por el lago, tres horas en camioneta al aeropuerto y a las 10 de la noche estoy en mi casa en Santiago. No puedo creer que 24 horas antes estaba en un lugar tan bello y remoto, aún desconocido y sin la lluvia pronosticada, aunque la verdad, no me habría molestado.
*Esta visita fue en otoño hace algunos años. Actualmente para ir al Parque Tagua Tagua debes reservar. Lo puedes hacer directamente en su página web.
*Más información de Mítico Puelo Lodge aquí.
*Recuerda llevarte tu basura y ser respetuoso con los lugares que visitas.
*Recuerda siempre que debes averiguar sobre los lugares que viajas antes de emprender rumbo. Para averiguar sobre la condición de apertura del refugio y condiciones sanitarias, puedes hacerlo directamente con el Parque Tagua Tagua.
*Siempre que visites un lugar natural, no alimentes a la fauna que verás en el lugar, no contamines los cursos de agua, no prendas fuego en lugares no autorizados, llévate tu basura y maneja lento y con cuidado (si es que está permitido).