¿Encontraste un “pajarito perdido”? Guía para «ayudar» a los polluelos sin meter la pata en el intento
La primavera trae consigo días soleados, aromáticas flores y nuevas generaciones de aves que, luego de romper la cáscara, se aventuran hacia el mundo exterior. Nos referimos a las crías de zorzales, chincoles, queltehues o tórtolas que merodean en parques y jardines, siendo hallados por personas que creen que están “huérfanos”. Sin embargo, la gran mayoría son volantones que descubren el entorno bajo la supervisión de sus padres, por lo que debe evitarse a toda costa tomarlos y llevárselos del lugar. Aun así, existen contadas excepciones, como los recién nacidos que caen del nido y ejemplares expuestos a amenazas de origen humano, como perros y gatos. En Ladera Sur te contamos cómo actuar cuando encuentres un polluelo y volantón, para evitar “rescates” innecesarios que generen más daños que beneficios.
En esta época circulan por las redes sociales las fotografías de aves diminutas, lampiñas o de plumaje alborotado, que fueron “rescatadas” al ser halladas “solas y desamparadas” en un patio o parque. Aunque en estas historias abundan las buenas intenciones, lo cierto es que muchas veces constituyen acciones innecesarias e incluso perjudiciales para la avifauna, al interrumpir procesos claves de su emplumada vida.
De hecho, la gran mayoría de los “pajaritos” que la gente encuentra durante la primavera no corresponden a polluelos recién nacidos, sino a volantones, es decir, “ejemplares que están aprendiendo a volar, por lo que estos ‘vuelos’ o desplazamientos forman parte de su desarrollo natural y sus padres probablemente se encuentren vigilándolos desde algún lugar cercano. Estos volantones no necesitan ser rescatados, ya que de alguna forma están descubriendo su entorno y aprendiendo a sobrevivir, por lo tanto, es mejor no intervenir”, asegura Franco Villalobos, profesional de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC).
Tal como sugiere Villalobos, es importante hacer algunas distinciones primero.
De partida, las crías de la avifauna se dividen en dos grandes grupos: las nidícolas, que salen del huevo sin estar completamente desarrolladas, por lo que los polluelos nacen ciegos y desprovistos de plumas; y las nidífugas, que eclosionan en un estado de mayor desarrollo, por lo que pueden caminar e incluso alimentarse por sí mismos, como ocurre con el “precoz” queltehue.
Como sea, el polluelo es un ave recién nacida que carece de plumas o, en su defecto, presenta algunos parches de “plumón”. Dada su temprana edad, tiene dificultades para desplazarse y, por ende, rara vez se aleja del nido y de sus padres. En cambio, el “volantón” es un individuo ya emplumado (con mezcla de plumón y plumas), que está dando sus primeros pasos y aleteos, y que aún es alimentado y vigilado por sus progenitores. Por lo mismo, no vuela bien, aunque puede dar ágiles saltos, alejándose de sus tutores.
La médica veterinaria e integrante de la ROC, Gabriela Contreras, detalla que “en general los polluelos y volantones que la gente suele encontrar pertenecen a paseriformes (aves cantoras como zorzales, diucas, raras, etc.), columbiformes (paloma doméstica, tórtolas, entre otras) y caradriformes (queltehues, pilpilenes y otras aves playeras), ya que son especies que conviven con las personas en áreas urbanas. Sin embargo, esto puede variar dependiendo de la zona del país en que nos encontremos”.
Por ello no es de extrañar que estos seres circulen en parques, jardines y patios, cruzando su camino con personas que creerán que están “huérfanos” o “en problemas”. Sin embargo, tal como mencionamos en un inicio, en la gran mayoría de los casos no sería así, ya que los padres vigilan a distancia a su descendencia y evitarían acercarse ante la presencia humana.
En otras palabras, cuando se trata de un volantón, lo mejor es no intervenir y dejarlo tranquilo en un entorno libre de amenazas, evitando a toda costa manipular, alimentar y darle de beber, ya que puede ocasionarle algunos perjuicios.
“Lo que sí podemos hacer es verificar si sus padres se encuentran cerca y si no es así, es probable que éstos lo dejen sin supervisión por un tiempo, ya que pueden tener más crías que vigilar. Lo ideal es quedarte observando a una distancia prudente y verificar que sus padres lleguen y asegurarse de que nuestras mascotas no se acerquen”, puntualiza Contreras.
Cuándo intervenir
Existen casos que sí ameritan acciones como el rescate, por ejemplo, el hallazgo de polluelos recién nacidos que cayeron de su nido, lo que pone en jaque su supervivencia, pues todavía no están preparados para valerse por sí mismos.
Por ello, lo primero que se debe hacer es buscar el nido, el cual debería estar cerca (dada la poca movilidad de los crías) y “escondido entre los árboles o arbustos de alrededor, o bien en algún recoveco o cavidad como es el caso de chercanes. Si lo encuentras, puedes depositar al ave cuidadosamente en su interior, y vigilar desde la distancia que lleguen los padres”, indica Villalobos.
Si no das con el paradero del nido, puedes improvisar la fabricación de uno “sustituto” con algunos materiales que tengas a mano. Villalobos recomienda usar “un contenedor tipo ‘casata de helado’ cubierta de tela y restos de paja, para luego ubicarlo en el mismo sector donde encontraste al polluelo y, desde una distancia respetuosa, vigilar si los padres llegan. Un tiempo prudente es de aproximadamente una hora”.
Cabe precisar que los padres no rechazarán a sus retoños por sentirle “olor humano”. Aún así, se sugiere el uso de guantes o toallas para una manipulación más segura, considerando por ejemplo una potencial transmisión de patógenos entre humano y plumífero.
Por otro lado, cuando estas aves – en especial los volantones – merodean en parques, casas o en la vía pública, se ven expuestos a importantes amenazas de origen humano, como la presencia de perros y gatos (carnívoros exóticos), el tráfico vehicular en las calles, hilos de volantín, desechos, entre varios más.
En esas situaciones de exposición al peligro, por ejemplo, si la criatura está en la calle o en un lugar donde hay perros, se recomienda mover al ave a un lugar cercano y seguro, como un arbusto o rama.
Además, “en el caso que encuentres un ave evidentemente herida, ya sea polluelo o volantón, lo mejor es capturarla de forma muy cuidadosa, y llevarla al centro de rehabilitación más cercano. Para capturarlo y transportarlos puedes utilizar una caja con agujeros pequeños, evitando el ingreso de luz en la caja para reducir el metabolismo del ave, y evitar alimentarlo, ya que, según sus lesiones, esto puede ser contraproducente, siendo una de las [consecuencias] más graves el ingreso de alimentos (o agua) a los pulmones del ave”, advierte Contreras.
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Hacia la buena coexistencia humano-ave
Está en nuestras manos ejecutar una serie de medidas preventivas y proactivas para coexistir de manera respetuosa con la avifauna chilena. Así permitiremos el desarrollo pleno de los polluelos y volantones, para que se manifiesten en su esplendor durante la época primaveral.
En esa línea, Contreras trae a la palestra la siempre necesaria tenencia responsable. “Si solemos convivir con la reproducción de las aves y disfrutamos del hecho de que suceda en nuestros patios o jardines, debemos ser responsables con nuestras mascotas, sobre todo con los gatos que son ágiles cazadores y también con los perros, que pueden dar con un polluelo o volantón en el suelo fácilmente”, agrega.
Otra forma de contribuir es desplazarte y manejar con cuidado, conservar la vegetación nativa en ciudades y la instalación de casas anideras para especies que necesitan cavidades naturales, las cuales escasean en áreas urbanas ante la remoción de árboles viejos o muertos. Así ocurre con chercanes, golondrinas chilenas, cernícalos e incluso lechuzas, para las cuales se han diseñado cajas nido especiales.
Lo más importante, en definitiva, es conocer la biodiversidad y avifauna local, para respetar sus ciclos y evitar “rescates” innecesarios que generen más daños que beneficios.
Villalobos subraya que, “aunque nuestras intenciones sean buenas, en la mayoría de los casos no es necesario intervenir para ayudar a un polluelo o volantón que está recién conociendo el mundo, por lo que debemos confiar en que sus padres están cerca y que aparecerán pronto para atenderlo. Si actuamos de forma impulsiva y nos llevamos al ‘pajarito’, probablemente terminaremos secuestrando a un ave que no necesitaba de nuestra ayuda. Rescatar polluelos y volantones sanos no solo es innecesario, sino que puede ser perjudicial para su desarrollo”.