La cruzada por mantener la cordillera de Putaendo libre de minería: un conflicto que amenaza la naturaleza y autonomía local
Indignación generó en la ciudadanía la reciente aprobación del proyecto de la minera Vizcachitas, que busca ejecutar 350 sondajes en la cordillera de Putaendo, en la Región de Valparaíso. Distintas organizaciones preparan acciones para frenar a esta filial de la compañía canadiense Los Andes Copper Ltd., que incluso ha incurrido en faltas graves que mantienen un proceso sancionatorio en su contra. Aunque la zona ha sido poco explorada, las expediciones impulsadas por la comunidad han logrado hallazgos sorprendentes, como la presencia de plantas amenazadas y el primer registro para la región del gato andino, felino en peligro de extinción. Lejos de terminar, este conflicto refleja un cuestionado “modelo de desarrollo” que pondría en jaque no solo al primer pueblo libre del país, sino también a un ecosistema único de Chile central.
Putaendo fue el primer pueblo libre de Chile.
Por largos años fue habitado, cruzado o frecuentado por pueblos prehispánicos, incluyendo a civilizaciones como los incas. Así avanzó el tiempo hasta el arribo de españoles ávidos por el oro que escondían sus montañas. Llegado el 4 de febrero de 1817, la misma cordillera fue surcada por el Ejército Libertador de Los Andes, el cual ingresó al valle de Putaendo para la gesta emancipadora. De ese modo, se declaró como el primer pueblo libre de Chile.
Sin duda, Putaendo sabe de luchas e historia, pero su legado no termina allí. Su singular ecosistema andino y mediterráneo de Chile central, han hecho de esta cordillera el refugio de una importante diversidad de plantas y animales, varios de los cuales son endémicos, es decir, solo viven en este rincón del mundo. Sin embargo, este lugar ha vuelto a la palestra luego de que – a fines de abril – la Comisión de Evaluación Ambiental de Valparaíso aprobara por unanimidad la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto “Sondajes Mineros de Prefactibilidad Las Tejas” de la Compañía Minera Vizcachitas Holding, que pertenece a la firma canadiense Los Andes Copper Ltd.
La decisión causó indignación en la comunidad local y en instituciones como la Municipalidad de Putaendo, las cuales ven una gran amenaza en la iniciativa minera de cobre, molibdeno y plata, que busca realizar exploraciones en el sector cordillerano de Putaendo. Por ello, organizaciones locales preparan diversas acciones legales en contra del proceso de evaluación ambiental y de la aprobación del proyecto, argumentando que la empresa subestimó sus impactos y la diversidad biológica del lugar.
“Putaendo rechaza categóricamente la aprobación del proyecto, así lo ha manifestado la comunidad, las autoridades locales y la comunidad científica. Nuestra comuna y valle de Aconcagua, se encuentra en situación de sequía y agotamiento de sus recursos hídricos, esto se debe en gran medida a la destrucción de los ecosistemas a nivel mundial y local, y por sobreexplotación de los recursos. La situación actual es gravísima, puesto que el proyecto minero pretende instalarse en medio de la cuenca del Río Rocín, principal fuente de agua de la comuna que tiene como principal actividad económica la agricultura, ganadería y turismo”, expresa Arón Cádiz-Véliz, biólogo e investigador asociado del Jardín Botánico Nacional.
Con una inversión estimada de US$ 25.000.000, el proyecto busca ejecutar 350 sondajes en el sector de Las Tejas, durante cuatro años. En un área de 8,8 hectáreas – seleccionadas según la empresa por “su bajo valor ambiental” – construirían 73 nuevas plataformas de sondajes de 750 metros de profundidad y utilizarán 51 preexistentes, para así caracterizar la naturaleza geológica del lugar, con miras a establecer una mina a rajo abierto. Todas estas operaciones se realizarían a metros del río Rocín y en medio de una zona de vegas andinas y vegetación ribereña.
“La cordillera de Putaendo es considerada como los últimos Andes libre de minería y poco explorada por la ciencia en Chile Central. Sin embargo, durante los últimos 6 años se han realizado una serie de expediciones científicas impulsadas por la comunidad y municipalidad que han dado cuenta de una gran riqueza, no solo biológica, sino que también geológica, histórica y cultural que se han mantenido casi inalterada”, destaca Bárbara Palma, ingeniera civil ambiental e integrante de Flora del Valle de Putaendo, organización que trabaja junto a la Fundación Yastay, Seeking the Andean Cat y los arrieros de Piguchén para el levantamiento de datos.
De ese modo, han constatado cómo se ha subestimado la riqueza local, junto al actuar irregular de la empresa canadiense.
Así lo asegura el director de la bioconsultora Simbiosis, Salvador Donghi, quien explica que “las irregularidades que se han detectado van, por un lado, por la mala evaluación, los antecedentes no bien presentados y una subestimación de la calidad ambiental de la cordillera. Nosotros hicimos un levantamiento de línea base que registra cuatro veces más especies de los que la minera informó. Informar menos especies significa subestimar la línea base, y también los impactos ambientales. Segundo, la empresa tiene un proceso sancionatorio en la Superintendencia del Medio Ambiente que está abierto por incumplimiento. Y si a eso le sumas que este incumplimiento obedece a una irregularidad manifiesta y tremenda, da cuenta de que la empresa tiene un pésimo comportamiento ambiental”.
En efecto, la minera presenta desfavorables antecedentes en su prontuario. Un ejemplo de ello es que enfrenta desde 2017 un proceso sancionatorio en su contra, el cual sigue vigente.
Todo comenzó cuando el proyecto “Prospección minera Vizcachitas”, de la misma compañía, fue calificado desfavorablemente en el año 2008 por la Comisión Regional de Medio Ambiente. Pese a ello, la empresa realizó igualmente sus operaciones en la misma cordillera de Putaendo, transgrediendo los límites que impone la legislación chilena, incluyendo trabajos, excavaciones y prospecciones ejecutadas sin haber tramitado o solicitado ningún tipo de permiso ambiental. Gracias a la denuncia de los vecinos, se comprobó la falta, la cual fue calificada por la Superintendencia del Medio Ambiente como “gravísima”, al haber eludido el sistema de evaluación de impacto ambiental y generar impactos, como la corta ilegal de unos bosques de frangel u olivillo de la cordillera.
Aunque la minera se comprometió a reforestar, “la ciudadanía, también comprometida hoy con este proceso, hizo una denuncia porque en las expediciones vimos que en este plan de cumplimiento no había cumplimiento. Lo que ellos pretendieron reforestar no se ha reforestado. Están todos los árboles muertos, absolutamente todos, sin excepción”, asegura Donghi.
Sin embargo, el número de sondajes que se pretenden hacer en la actualidad es mucho mayor que en ese entonces, a lo que se suman otros factores, como los constantes hallazgos sobre la biodiversidad local y el hecho de que Putaendo fue declarada como zona de catástrofe por escasez hídrica.
Bajo este escenario, ¿qué implicaría la actividad minera en el corazón de la cuenca del río Rocín?
Un tesoro por descubrir
Para entender la férrea oposición de la comunidad local, basta con emprender un breve viaje a la cordillera de Putaendo, la cual estaría lejos de ser un sitio de “bajo valor ambiental”, como señalara la minera en su sitio web.
Al respecto, Donghi no esconde su malestar. “Eso de que tiene bajo valor ambiental es completamente falso, es de una ignorancia supina. Nosotros los científicos hemos realizado expediciones en el lugar, se trata de un sistema muy poco representativo como son estos herbazales altoandinos, a nivel de ecosistema mediterráneo central. Lo único que persigue esa declaración es minimizarlo, con el objetivo de realizar su proyecto. No se puede entender que la cordillera de los Andes, como formación y como cordón montañoso, no tenga importancia ambiental. Es ridículo”.
De hecho, las expediciones científicas han reportado la presencia “novedosa” de especies, e inclusive han ampliado los límites conocidos de la distribución de plantas y animales. Por lo mismo, no se descarta que algunas especies podrían ser nuevas para la ciencia, aunque se necesitan estudios para averiguarlo.
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Para hacerse una idea, se han catastrado en la zona más de 400 especies de plantas, muchas de las cuales son endémicas, es decir, exclusivas del país. “Aún nos queda mucho material de herbario por identificar y visitar nuevas áreas de la cordillera por lo que calculamos que la flora bordea las 500 especies. Esto es sumamente relevante puesto que, en otras zonas andinas como la cuenca del Maipo, se han catastrado alrededor de 350 especies a pesar de que la cordillera de Santiago ha recibido mucha mayor atención en cuanto a estudios florísticos”, puntualiza Cádiz, quien también es miembro de la organización Flora del Valle de Putaendo.
Asimismo, han encontrado la presencia de especies que enfrentan distintos grados de amenaza, como la avellanita (Avellanita bustillosii, en peligro de extinción), las densas poblaciones locales del cactus endémico sandillón (Eriosyce aurata, en estado vulnerable); los bosques andinos dominados por el olivillo cordillerano (Kageneckia angustifolia, clasificado como casi amenazado y los mismos que fueron talados ilegalmente por la minera); y la macaya (Phycella ornata, vulnerable y cuyo límite norte de distribución está en esta cordillera).
Se suman también las plantas que habitan en áreas extremadamente restringidas y que encuentran en Putaendo un verdadero refugio, como los lirios de campo (Alstroemeria parvula y Alstroemeria spathulata), Senecio davilae, el capachito (Calceolaria glandulosa subsp. alicahuensis), y la hierba Moschopsis leyboldii.
En cuanto a las cerca de 150 especies de animales vertebrados, también se han logrado hallazgos notables en la cuenca del río Rocín, como el primer registro para la Región de Valparaíso del gato andino (Leopardus jacobita), lo que no es menor considerando que este elusivo felino silvestre se encuentra en peligro de extinción y que ha sido catalogado como el más “amenazado” de América.
Pero eso no sería todo, ya que Palma detalla que “durante una de las expediciones llevadas a cabo a finales de 2020, registramos una población del matuasto de Alicahue (Phymaturus alicahuense), reptil endémico en peligro crítico de extinción que había sido registrado sólo en Laguna Chepical de Alicahue, por lo que se ampliaría su rango de distribución 20 km hacia el sur. Durante una segunda expedición en 2021, el entomólogo Sebastián Larrea colectó varios ejemplares de escarabajos de la familia Tenebrionidae y hace unas semanas nos confirmó que se trataría de una nueva especie, hasta ahora, endémica de la cordillera de Putaendo, y se realizará una participación ciudadana con la comunidad putaendina para elegir el nuevo nombre de la especie. Otra especie distintiva es el guanaco (Lama guanicoe), mamífero vulnerable a la extinción que concentra la mayor población de Chile Central entre Petorca y Putaendo”.
Considerando los increíbles hallazgos, sumado a la enorme falta de conocimiento que aún queda por develar, se teme que los principales impactos del proyecto minero sean la alteración de la cuenca del río Rocín, que es la principal fuente de abastecimiento de agua de Putaendo; la perturbación y pérdida de flora y fauna; cambios en la calidad del aire, debido a las emisiones de gases y material particulado de las actividades y maquinarias; el aumento del ruido y contaminación acústica que podría alterar a poblaciones de distintas especies silvestres; y la transformación del paisaje que podría repercutir en actividades como el turismo que se desarrolla en la zona.
De partida, la construcción de caminos y plataformas de sondajes ya implicaría la tala de bosque y matorral nativo. El director de Simbiosis detalla que “destruiría un ecosistema altoandino único en Chile mediterráneo central, que podría tener la característica de una Reserva de la Biosfera, a nivel mundial. Son ecosistemas muy frágiles y que tienen una representación muy baja, prácticamente del 1,15%”.
En cuanto al uso directo de agua, el proyecto consumiría 2,2 litros por segundo, lo que, según indicó la empresa inicialmente, provendrían de vertientes “que nacen, corren y mueren dentro del predio”. Y aunque estén a escasos metros del río Rocín, el titular de la iniciativa sostiene que en ninguna de sus etapas usarán su agua, por lo que según ellos no afectará el caudal.
El meollo del asunto está en que, dentro de una cuenca, todo está conectado.
Cádiz añade que “es importante señalar que la empresa hizo una modificación reciente en su proyecto, reemplazando el uso de agua de vertientes por el abastecimiento de agua mediante camiones aljibes desde pozos autorizados de la zona. El problema de este cambio sustancial del proyecto es que se realizó posterior a la participación ciudadana, es decir el proyecto no es el mismo que evaluó la comunidad, y por otro lado el agua usada en el proyecto se extraerá dentro de la misma cuenca que ya se encuentra declarada como zona de catástrofe por escasez hídrica. Por lo tanto, la minera no soluciona el problema de la utilización de agua de una cuenca agotada, y traslada el problema a otras áreas”.
Donghi realiza algunos cálculos: “Este proyecto nunca ha podido solucionar el sobreconsumo de agua. Ellos dicen que ocupan 2,2 litros por segundo, que equivalen a 190 mil litros diarios de agua. Estos 190 mil litros diarios de agua, para una población de 16 mil personas que tiene Putaendo, significa que cada dos meses este proyecto minero le roba el agua que consume la población local durante una semana. Estamos en un contexto de cambio climático, de sequía y Putaendo fue declarada como zona de catástrofe por escasez hídrica. Por lo tanto, el agua no sobra. Y cuando la minera toma agua para sus procesos, se la está quitando a la población. Por muy bajo que sea, es insustituible, y quien termina pagando esos impactos ambientales es la comunidad”.
Si bien no hay napas subterráneas en la zona, sí existen acuíferos superficiales que son usados por los habitantes. Aun así, el asunto no estaría solo en el consumo hídrico, sino también en la contaminación de los cuerpos de agua, por ejemplo, al dejar residuos y material particulado sedimentable.
Palma cuenta que el actual camino de ingreso al sector cruza al menos unas siete veces sobre el río y sus afluentes, sin puentes de por medio, por lo que la ejecución de más operaciones aumentarían el riesgo de contaminación de las aguas con petróleo, aceite y otras sustancias peligrosas que afectarían directamente a la fauna acuática local, como cangrejos de río del género Aegla, patos corta corriente (Merganetta armata) y diversos anfibios amenazados como el sapo de Atacama (Rhinella atacamensis).
La ingeniera civil ambiental agrega que “el área de influencia se encuentra a 3,5 km de una zona de glaciares rocosos, lagunas cordilleranas y bofedales con gran abundancia de aves acuáticas como piuquenes, taguas, patos jergones, gaviotas andinas, y grandes mamíferos como guanacos y pumas. Aguas abajo del área de intervención está el embalse Chacrillas que provee de agua para regadío y consumo humano. En 2016, el laboratorio Hidrolab informó la contaminación del embalse con metales pesados producto de los 82 sondajes ilegales efectuados por Minera Vizcachitas”.
Aunque los glaciares no estén al lado, todas las acciones podrían tener un efecto sinérgico y en cadena, como bien explica el director de Simbiosis: “Al destruir vegetación y alterar los cursos de agua, produce una alteración a nivel atmosférico producto de las emisiones, como el material particulado sedimentable que levanta, y eso obviamente podría cambiar las condiciones y distribuciones de vientos, capas de mezcla, alterando también las temperaturas. Y esa alteración de temperaturas podría repercutir en los glaciares”.
No obstante, todos los posibles escenarios no han sido estudiados con rigurosidad por la minera, aseguran sus opositores, lo que aumentaría aún más la incertidumbre en medio de un contexto de crisis ambiental global.
De la imposición a la autonomía
Mientras distintos miembros de la comunidad putaendina preparan acciones para detener a la minera, este conflicto presenta distintas ramas y flancos en pleno desarrollo. Por un lado, el proceso sancionatorio iniciado en 2017 en contra de Minera Vizcachitas sigue en manos de la Superintendencia del Medio Ambiente, lo que podría desembocar en otras acciones legales.
Otro aspecto destacable es cómo la comunidad putaendina exigió y ganó su derecho a la participación ciudadana. El Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) determinó que el proyecto de los 350 sondajes no generaba cargas ambientales, negando la participación a más de 2.000 vecinos que solicitaron involucrarse en el proceso formalmente. Frente a esto, los habitantes interpusieron un recurso de protección en agosto de 2020, el cual fue acogido por la Corte de Apelaciones de Valparaíso. Luego de algunos “tiras y aflojas”, ante la resistencia del SEA, la Corte Suprema ratificó el fallo de la Corte de Apelaciones.
A esto se suman hechos acaecidos el mes pasado, luego de que la Municipalidad de Putaendo pidiera formalmente el pronunciamiento de la Contraloría General de la República ante una eventual ilegalidad cometida por la directora regional del SEA en el proceso de evaluación de la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto de sondajes mineros, el mismo que fue aprobado a fines de abril.
De hecho, en esa misma sesión, el administrador municipal Mario Fuentes señaló que “el municipio solicitó a principios de abril que se declarara ilegal el acto administrativo de la directora regional del SEA, donde ordenó retrotraer el proceso hasta hacer la participación ciudadana el año pasado. ¿Por qué es ilegal? Porque la directora invalidó la Resolución de Calificación Ambiental anterior en circunstancias que la facultad para invalidar esa resolución solo la tiene la Comisión Regional y no la directora”.
Cabe precisar que la minería no está incluida en el Plan de Desarrollo Comunal, el cual se enfoca en la actividad turística, ganadera y en su relevancia como patrimonio nacional.
Mientras tanto, los sueños de la comunidad son varios. Uno de ellos es proteger la cordillera de Putaendo a través de alguna herramienta de conservación, como un santuario de la naturaleza, reserva de la biósfera o parque nacional. Para tal fin, Cádiz cuenta que ya finalizaron las primeras campañas de colecta de datos y se está trabajando en un expediente base que permita postular el sitio bajo alguna figura de protección. Todo esto lo han impulsado de forma autogestionada.
“La cordillera es el pasado presente y futuro de Putaendo, por eso, la comunidad putaendina ha manifestado ahora más que nunca la necesidad de conservar la cordillera, pues de aquí proviene toda el agua que bebemos y buena parte del oxígeno que respiramos”, señala el investigador asociado del Jardín Botánico Nacional. “Esta cordillera y la comunidad putaendina tiene todo el potencial para desarrollar una economía sustentable y con identidad local en torno a la conservación de su patrimonio natural y cultural. Queremos un parque andino, no una zona de sacrificio”, agrega.
Para Donghi, este conflicto refleja algo mucho más profundo, sobre un modelo de “desarrollo” que se reproduce de la misma forma a lo largo del territorio nacional.
“Putaendo es el primer pueblo libre de Chile. Por Putaendo entró la independencia de Chile. Y esta independencia no está relacionada solo con la gesta del Ejército Libertador, sino que, como primer pueblo independiente, ellos pelearon por la autodeterminación. Nosotros decidimos cómo queremos vivir porque somos un pueblo libre, independiente y soberano. Entonces, viene un proyecto extranjero, canadiense, con una pésima trayectoria ambiental de incumplimiento, de impactos no corregidos, y muy difícil de corregir en estos sistemas altoandinos altamente frágiles, que le viene a decir a los habitantes de Putaendo cómo tienen que vivir. Eso trae consigo una condición tremendamente negativa, incluso de desarraigo. Este proyecto viene a atentar contra una esencia fundamental de los putaendinos, que es su derecho a la autodeterminación. Por eso es tan resistido por la ciudadanía”.