Esperanza de libertad: la ardua rehabilitación de los loros nativos de Chile que han sido víctimas de la tenencia ilegal
Es un ilícito poco investigado que opera de forma silenciosa en Chile. Nos referimos al tráfico y tenencia ilegal de animales, que deja numerosas víctimas cada año. Dentro de las especies más traficadas se encuentran loros nativos como el choroy, los cuales suelen ser adquiridos como “mascotas”. Sin embargo, el mascotismo ha generado graves impactos en estos animales salvajes, que son altamente sociables y dependientes de sus grupos. La directora del Refugio Animal Cascada, Kendra Ivelic, nos cuenta lo que sucede con los cientos de loros que llegan a centros de rescate, y la compleja rehabilitación que allí impulsan para que vuelvan a volar en libertad junto a sus bandadas.
Existe la percepción colectiva de que Chile es un país que vive en armonía con los espacios y fauna silvestre, que posee un equilibrio a nivel ecosistémico para la flora, fauna y funga, y que no hay un gran problema de tráfico ilegal de animales. Sin embargo, esta idea con la que muchos crecimos no es certera, pues en Chile convivimos con un tráfico silencioso y poco investigado.
A pesar de que existen muchas víctimas de actos como éste, probablemente los animales más traficados en territorio nacional son del grupo de los Psitácidos (comúnmente llamados “loros”), dentro de los cuales el loro choroy (Enicognathus leptorhynchus) es posiblemente el más traficado y adquirido como “mascota”.
A pesar de que los loros son reconocidos por muchas personas en el mundo como “buenas mascotas”, nuestros loros nativos no son domésticos, por lo que el mascotismo puede ser una trampa mortal. Las especies nativas de loros son altamente sociables, por lo que gran parte de su bienestar depende de la convivencia con sus pares; de los juegos, jerarquías sociales, cariños y comunicación entre individuos. A pesar de poder generar vínculos con las personas, nunca se podrá reemplazar la dinámica social que desarrollan en sus bandadas.
Lamentablemente, la falta de contacto con sus congéneres les genera altos niveles de estrés, ansiedad y depresión… algunos humanos estresados se comen las uñas, los loros estresados se automutilan y se sacan las plumas, generándose un daño que, en muchas ocasiones, resulta irreparable.
Por otro lado, en vida silvestre los loros tienen una alimentación muy variada y estacional. Comen principalmente semillas, frutas, brotes de hojas e incluso algunos insectos, sin embargo, la alimentación en cautiverio ilegal suele ser inadecuada, comúnmente a base de semillas de maravilla y manzana, lo que equivale en humanos a una dieta a base de grasa y chocolate. Esta dieta durante un tiempo prolongado provoca variadas enfermedades nutricionales crónicas que reducen dramáticamente su calidad de vida, y que en general no son identificadas por los tenedores (“dueños”).
Cada año, son cientos de loros los que se reciben en Centros de Rehabilitación de Fauna Silvestre (CRFS) a lo largo del país, la mayoría provenientes de tenencia ilegal, muchas veces entregados voluntariamente por los tenedores. Otros ejemplares son decomisados por las autoridades, sin embargo, muchas veces las denuncias quedan desatendidas.
La rehabilitación de loros es compleja, pero no imposible. Cabe destacar (a pesar de la creencia de muchos), que a los pocos días de ingresar a rehabilitación, los individuos comienzan a relacionarse con sus pares, a vocalizar e incluso a desarrollar aversiones contra el humano, desmitificando la idea de que “no son felices sin sus tenedores”.
La rehabilitación consiste en primera instancia en una rehabilitación a nivel individual tanto física (problemas nutricionales, sobrecrecimiento de picos y uñas, plumas cortadas, falta de musculatura, etc.), psicológica (estrés, picaje, adicciones) y conductualmente (impronta a humanos, reconocimiento de depredadores, búsqueda de alimentos, etc.). Luego, el siguiente proceso es rehabilitar una bandada completa, pues para ser liberados deben haber formado un grupo cohesionado de mínimo 30 individuos. Esto significa que la rehabilitación de loros puede tomar años, significando un inmenso costo para los CRFS del país.
A pesar de todos los costos, complicaciones, y sufrimientos que este proceso significa, gracias al trabajo de los CRFS estos individuos tienen la posibilidad de volar libres. El Refugio Animal Cascada ha recibido loros desde el año 2003 y ha logrado realizar 5 liberaciones de bandadas. El año 2020, después de 3 años de trabajos se logró crear una bandada de 35 loros Choroy provenientes de diversas partes del país (entregas voluntarias, UFAS y Centro de Rehabilitación Parque Metropolitano).
El Refugio pudo construir un recinto de pre-liberación, que cosiste en un espacio cerrado para estadía momentánea, que posee las condiciones adecuadas para que los animales, en este caso las aves, puedan adaptarse al lugar donde serán liberados, además de tener la posibilidad de volver hasta que se establezcan en un nuevo territorio. Este recinto de pre-liberación se encuentra en la Región de la Araucanía, lugar hacia donde se trasladó esta bandada para su adaptación al nuevo entorno en conjunto con un cambio paulatino en la alimentación con comida silvestre. Los loros fueron mantenidos por dos meses en estos recintos y en enero del 2021 fueron liberados de manera blanda (“soft-release”: se abrió la puerta de su recinto y ellos se fueron paulatinamente de manera voluntaria).
Estos loros son el reflejo de que existe una esperanza para aquellos animales que no eligieron el camino de la domesticación ni la condena del encierro. Algunos de ellos hoy se reencuentran con su vuelo libre y otros tienen la oportunidad de volar libres por primera vez. Hoy pueden ser parte de un ecosistema que con ellos encuentra mayor equilibrio, permitiéndoles reproducirse, dispersar semillas, cumplir su función en un hábitat al que pertenecen en el cual hoy pueden llamar hogar.