Ambos pudimos participar en la última reunión de las Naciones Unidas sobre cambio climático (COP21) en Paris, en diciembre pasado. Cristián en una columna anterior para Ladera Sur comentó en detalle sobre los resultados de Paris. En este artículo queremos entregar algunos antecedentes adicionales sobre este tema y abrir una conversación con quienes estén interesados.

El cambio climático es un tema complejo que cruza todas las dimensiones de nuestro desarrollo, tanto en términos técnicos como sociales, económicos, ambientales, institucionales y políticos. Se trata de un problema que tiene múltiples escalas: desde una decisión personal sobre, por ejemplo, cómo nos trasladamos, alimentamos o vestimos, hasta decisiones nacionales y globales sobre tecnologías y políticas económicas. En la cúspide de esta pirámide territorial está la dimensión internacional, asociada especialmente a lo que hagan -o no hagan- los países al amparo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Del mismo modo, existen múltiples dimensiones nacionales, subnacionales, locales e individuales.

Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Créditos: AFP

En general se han comentado positivamente los resultados de la COP21 en Paris. Es bastante inédito que se haya involucrado activamente a Estados Unidos y a China, los dos países más importantes en términos de emisiones de gases efecto invernadero. Es también relevante que se reconozca políticamente que, para no tener consecuencias que se vislumbran como bastante catastróficas, el alza máxima de temperatura de aquí a fines de siglo no debería exceder los 1,5 grados Celsius. Podríamos detenernos en muchos detalles de esta reunión y de los alcances que todo esto puede tener. Sin embargo, por ahora debemos reconocer que la COP21 es una buena señal de alto nivel que requiere mucho trabajo todavía para que contribuya inequívocamente a cambiar la trayectoria de crecientes emisiones de gases efecto invernadero que ha tomado el planeta.

La diplomacia de Naciones Unidas -y los negociadores de cada país- no va a solucionar el cambio climático. Pensar que basta con su accionar, nos podría liberar peligrosamente de nuestra responsabilidad. Por otra parte, pensar que estos acuerdos no sirven de nada -en el otro extremo- mostraría nuestro desconocimiento de la complejidad y urgencia del problema.

Acuerdo de París. Créditos: Naciones Unidas

En Chile hemos trabajado más de 4 años en un proyecto que ha buscado proponer -participativa e informadamente- opciones para que el país disminuya sus emisiones de gases efecto invernadero (proyecto MAPS Chile). Han participado más de 300 personas, claves en cuanto a su conocimiento y experiencia sobre cambio climático y de distintos sectores (público, privado, ONGs, académicos y consultores) en un proceso de discusión, investigación y modelación para desarrollar escenarios posibles que impliquen un desarrollo con menos emisiones.

¿Qué hemos aprendido en estos años de trabajo? Lo podríamos resumir muy brevemente en lo que sigue.

Es necesario conocernos para lograr acuerdos. Los acuerdos en temas complejos solo los podemos lograr en la medida que damos espacio para buscar un entendimiento común y nos conocemos personalmente. La búsqueda de acuerdos se ve significativamente obstaculizada cuando nuestros roles como tomadores de decisión (como gerentes de una empresa, autoridades, académicos, activistas) priman por sobre la posibilidad de buscar una mirada común. Cuando somos capaces de ir más allá de nuestros roles, cuando superamos nuestras posiciones y logramos hablar de nuestros intereses, entramos a una frecuencia en la que podemos escucharnos y lograr acuerdos.

No basta con tener información de calidad. La información juega un rol importante en temas complejos como el cambio climático. ¿Cuáles son los niveles de emisiones de gases efecto invernadero de distintos sectores productivos? ¿Cuál es el costo real de distintas tecnologías de generación? ¿Qué valor y ordenamiento le damos al territorio? ¿Qué esperamos en términos de desarrollo de tecnologías de menores emisiones?. Estas y otras preguntas resultan muy relevantes a la hora de pensar un futuro de menores emisiones. Pero hay un problema con la información, y es que siempre puede ser desacreditada. Es por esto que no basta con contar con información, sino que lo que importa es el proceso para generar y/o validar esa información: mientras más apuntemos a procesos de co-creación, que sean percibidos como relevantes, legítimos y creíbles, tanto mejor.

Nuestro temor al cambio nos impide avanzar. El cambio climático y sus efectos dan cuenta de una pérdida de equilibrios en el planeta. En particular, en este caso nosotros estamos descargando a la atmósfera cantidades inéditas de gases efecto invernadero y el planeta se intenta acomodar. Claramente para evitar más problemas deberíamos reducir drásticamente nuestras emisiones. Esto, en esencia, significa cambiar muchos patrones de cómo hacemos las cosas: cómo generamos electricidad, cómo nos trasladamos, cómo nos alimentamos, cómo gastamos nuestro dinero, entre otras. Nos vemos así frente a la necesidad apremiante de cambiar y esto vaya que nos cuesta.

MAPS Chile entregó la información que sirvió de base para que el Gobierno de Chile definiera su compromiso de reducción de emisiones (INDC, en lenguaje técnico) y lo comunicara en la COP21. El compromiso finalmente definido por el Gobierno de Chile se inclinó por el rango menos ambicioso definido por MAPS Chile. Hay muchas razones detrás de esta situación y en gran medida éstas se relacionan con la desmejorada situación económica actual. Mirando el vaso medio lleno, podemos pensar que iniciativas como MAPS Chile entregan una rica base de información y experiencias que puede utilizarse para avanzar hacia el desarrollo bajo en carbono.

Y, entonces, ¿Qué hacemos frente al cambio climático y su mitigación?. Creemos que algo fundamental es preguntarnos: ¿Qué tengo yo que cambiar frente al cambio climático? Las respuestas son numerosas y a ratos nos pueden sorprender. Por ejemplo, si pensamos en el proceso recientemente iniciado para una nueva Constitución Política del país, podríamos cuestionarnos de qué modo una nueva Constitución Política podría ayudar frente al cambio climático.

Los invitamos a todos a reflexionar sobre esta y otras preguntas.

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