En la Región de Magallanes y Antártica Chilena se encuentra un sector casi desconocido: el río Batchelor. Está justo en frente de la isla Carlos III y sus aguas pertenecen al Parque Marino Francisco Coloane, la primera zona marítima protegida de nuestro país, declarada Parque Marino en el año 2003.

©José Antonio de Pablo
©José Antonio de Pablo

Este lugar pertenece al Ministerio de Bienes Nacionales (MBN), donde lo quieren entregar en concesión para desarrollar turismo sustentable. Es por eso que, junto con Felipe Blachet Sacaan y Vicente Valenzuela Vergara nos interesamos en investigar los recursos turísticos de la zona y crear una ruta de trekking y kayak que conmemore a la cultura kawésqar, nativa de la zona.

Turbera y laguna dentro del predio del río Batchelor ©Javier Estay
Turbera y laguna dentro del predio del río Batchelor ©Javier Estay

Años atrás, el MBN investigó la zona con arqueólogos, biólogos y otros expertos en el área natural sobre los recursos del predio. Los resultados de estas investigaciones nos llamaron la atención porque además de existir un posible paso de indios Kawesqar, algunos vestigios arqueológicos y ballenas en el estrecho de Magallanes, también se encontraba la población más austral de huemules en el mundo.

La planificación y motivación de esta expedición comenzó en agosto de 2017 porque teníamos que realizar una investigación para poder tener nuestro título profesional. Pero no fue un camino simple. Antes de viajar, tuvimos que solicitar un permiso de ingreso al MBN, en el que se deben detallar las medidas de precaución para generar el mínimo impacto y nuestra fecha de ingreso/salida. Además, debido a que esta zona está completamente aislada y el centro asistencial y/o poblado más cercano se encuentra a 15 horas de navegación por el estrecho de Magallanes, se debe crear un plan de prevención y mitigación de riesgos y enfermedades como también, y no menos importante, buscar la mejor estrategia para conseguir el financiamiento -pecuniario y no pecuniario- y así hacer posible nuestro trabajo.

Navegacíon movida por el estrecho de Magallanes antes de llegar al río Batchelor ©Javier Estay
Navegacíon movida por el estrecho de Magallanes antes de llegar al río Batchelor ©Javier Estay

Así empezamos a analizar por semanas nuestra expedición. Llegamos a la conclusión de que la forma más factible de llegar a la zona que queríamos invesigar, era embarcándonos en una lancha y luego ir corriente arriba por río Batchelor hasta cruzar al estuario Wickham en kayaks de travesía, transportando dentro de éstos todo el equipo y comida necesaria para 18 días y valernos por nosotros mismos.

La expedición comenzó el día 18 de mayo de 2018. Después de catorce horas de navegación por el Estrecho de Magallanes desembarcamos en una orilla cercana a la desembocadura del río Batchelor. Durante los quince días de expedición el clima no nos acompañó mucho. La meteorología era muy inestable. Había lluvia, nevazones, temperaturas que variaban entre los 5°C y los – 5°C, vientos que a veces superaban los 50 kilómetros por hora y cerca de 7,5 horas de luz al día. Por suerte, muy cerca de la desembocadura del río, aún existía el refugio de una antigua pescadora y su marido. Pero no había nadie en el lugar. Los pescadores de la zona nos contaron que ahí vivía Miguelina, quien había fallecido hace dos años y que su hogar ahora estaba abandonado.

Terminando de guardar el equipo dentro de los kayaks para continuar la expedición ©Javier Estay
Terminando de guardar el equipo dentro de los kayaks para continuar la expedición ©Javier Estay

El tercer día de expedición, zarpamos en los kayaks para investigar los lugares más internos del río Batchelor. Estábamos en nuestro camino cuando, a 500 metros enfrente de nosotros, vimos un animal de gran tamaño bebiendo agua en la orilla del río. Decidimos acercarnos. Gracias a que el desplazamiento en los kayaks es muy silencioso, seguimos aproximándonos cuando avistamos un animal de menor tamaño emergiendo del sotobosque: era un huemul hembra y su cría, la cual se mostró sin miedo ante nosotros. Al estar a cerca de quince metros de ellos, la cría se escapó y la hembra adulta se quedó observándonos. Nos pudimos acercar tan solo dos o tres metros de ella sin salir de nuestro kayak. Le tomamos fotos y contemplamos su hermosura. Luego, suavemente remamos hacia atrás y nos alejamos de ella. Ese fue un momento de agradecimiento a la naturaleza que nos dio oportunidad de ver a uno de los animales en mayor peligro de extinción de nuestro país.

©Javier Estay
©Javier Estay

Pero ese no fue el único encuentro. Más adelante, a cerca de 800 metros río arriba del primer huemul que vimos, tuvimos la misma suerte: divisamos a una hembra y su cría. La madre curiosa nos observó y su pequeña cría escapó.

A medida que pasaban los días, seguíamos investigando las rutas definidas previamente a la expedición, donde el terreno se compone por parches de bosques de Coihues magallánicos generalmente antiguos y un sotobosque muy denso donde progresar se torna lento y cansador. Lo más impresionante del lugar, era la gran cantidad de musgos y líquenes que cubrían los árboles y troncos caídos, generando un paisaje salido de un cuento infantil.

©Javier Estay
©Javier Estay

Llegó el día 14 y con él nuestro tercer y último encuentro con estos mamíferos. El momento de la despedida fue cuando necesitábamos agua y Felipe fue a rellenar nuestros recipientes. No pasó ni un minuto y Felipe nos llama para informarnos que había tres huemules a solo veinte metros del refugio, dos de los huemules escaparon apenas nos vieron, pero uno de ellos se mostró sin miedo y siguió alimentándose de diferentes tipos de herbáceas y hojas tiernas, pudiendo estar a 3 o 4 metros de él.

Lugares de avistamiento del huemul ©Javier Estay
Lugares de avistamiento del huemul ©Javier Estay

El último día de la expedición, nos acercamos a la zona de extracción para esperar la lancha que nos vendría a buscar. Lo único que escuchábamos era el bosque que se movía con el suave viento y las gotas de una lluvia imparcial golpeando el suelo y las hojas de los árboles. Las horas pasaban lento y la temperatura bajaba rápidamente cuando a lo lejos, el sonido de un motor rompe esa tranquila y armoniosa melodía de la naturaleza; era la lancha que nos llevaría a la ciudad de Punta Arenas.

Cría huemul ©Javier Estay
Cría huemul ©Javier Estay

Ya estando en la lancha, comenzamos a analizar la experiencia vivida y concluimos que para visitar esta zona se aconseja no ir en otoño e invierno debido a las escasas horas de luz y la inestable meteorología. También, se debe tener una gran experiencia previa o ir acompañado por una persona conocedora de expediciones en zonas remotas. Además, es muy importante para la seguridad del equipo contar con un plan de gestión de riesgo, primeros auxilios, comunicación en caso de emergencia y evacuación, como también tener la vestimenta y equipo de campamento adecuado para zonas de la Patagonia austral.

©Javier Estay
©Javier Estay

Nuestros encuentros con los huemules fueron un regalo porque está en grave peligro de extinción debido a la caza deportiva indiscriminada, el desplazamiento por el uso de extensas áreas para la ganadería, la introducción de especies exóticas que han utilizado su hábitat, animales domésticos que se han asilvestrado por una tenencia irresponsable de sus dueños, como los perros, y la fragmentación de sus terrenos por la instalación de alambrados y/o caminos que generan una barrera biológica para su libre desplazamiento.

Vista desde el comienzo de la desembocadura del río Batchelor (refugio de la pescadora) hacia dentro del valle. ©Javier Estay
Vista desde el comienzo de la desembocadura del río Batchelor (refugio de la pescadora) hacia dentro del valle. ©Javier Estay

El territorio de este ciervo se ha reducido en un 50% debido a las problemáticas antes mencionadas.  Se habla de que quedan menos de dos mil ejemplares entre Chile y Argentina, únicos dos lugares donde habita.

Es de suma importancia crear conciencia, educarse y educar para la protección de este y del otro 66% de animales de nuestro territorio que se encuentran bajo amenaza. Esta población de yeqchal, como los llamaban los kawesqar, nativos de la zona, al parecer se encuentran protegidos de daños ambientales. Esperemos que ésta, la población más austral de huemules del mundo, siga viviendo sin amenazas externas a su hábitat natural.

*El informe completo sobre los datos recolectados y conclusiones sobre el potencial turístico que se encuentra dentro del predio río Batchelor, se encontrará a finales de este año en la biblioteca de la Universidad San Sebastián y oficina de la carrera Ingeniería en Expediciones y Ecoturismo de esta misma institución.

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