Revista La Chiricoca, 18 años hablando de aves en Chile
El proyecto de la Revista Chiricoca nació en 2006 con el fin de incentivar la observación de aves y vida silvestre. Desde sus inicios está a cargo de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC). Hasta el momento han publicado 31 ediciones, en las que se encargan de acercar los conocimientos científicos a la ciudadanía con un lenguaje amigable. La idea que defienden es mejorar lo que se conoce sobre las aves, para así protegerlas. Conversamos con Fernando Medrano y Heraldo Norambuena de la ROC para saber más sobre esta revista, nombrada en honor a una de las aves más emblemáticas de la zona centro de Chile.
La chiricoca (Ochetorhynchus melanurus) es un ave endémica de Chile, que habita en las laderas de los cerros y valles rocosos de la zona central del país. Más específicamente, se puede avistar desde el valle del Aconcagua hasta el valle de Colchagua. Mide cerca de 17 centímetros y es casi completamente de un color café parecido a la tierra. Pero, por sobre todo, su característica distintiva es su mancha blanca en la garganta y cuello, como un babero.
En honor a esta ave, un grupo de ornitólogos fundó la Revista La Chiricoca en 2006, un proyecto que busca acercar la ciencia a la ciudadanía y también motivar a las personas a que conozcan y participen de la observación de la vida silvestre. El fin último es que, a través de la educación, todo el mundo pueda aportar a la conservación de las aves.
Actualmente, tienen 31 ediciones publicadas digitalmente, completamente abiertas a la mayor cantidad de personas interesadas en la vida silvestre, y cada edición tiene un ejemplar impreso en papel en la biblioteca del Museo Nacional de Historia Natural.
Para esta nota conversamos con Fernando Medrano, biólogo de la conservación, ornitólogo y actual editor de la revista, y Heraldo Norambuena, biólogo, «pajarólogo» y quien estuvo en el equipo de edición desde el 2013. Ambos son miembros de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC).
Los inicios de La Chiricoca
La idea de la Chiricoca nace en 2006, pero un año más tarde publicaron su primera edición. El proyecto original estaba a cargo de Fabrice Schmitt, ornitólogo nacido en Francia y co-autor de Birds of Chile: A Photo Guide, quien durante casi diez años fue el principal editor de la revista. En un principio estaban bajo el alero de la Unión de Ornitólogos de Chile, pero cuando se separaron Schmitt llevó el proyecto a la recién fundada Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC).
La idea desde un principio era acercar los conocimientos científicos a la ciudadanía para motivar la observación de aves en el país y compartir registros interesantes de los plumíferos. De hecho, uno de los principales desafíos que tuvo la revista en sus inicios era que la comunidad académica no quería abrirse a la ciencia ciudadana.
«Un mundo más académico se oponía al aporte que podía hacer la ciudadanía al conocimiento de las aves. Eso fue lo que motivó a que se salieran los fundadores de la ROC. Tampoco querían desarrollar eBird (la plataforma colectiva de avistamiento de aves) en Chile. Yo también estoy en un mundo académico, pero para mí la cuna de este desarrollo de investigaciones, y de la ROC, ha sido la idea de tener una ciencia más transversal y no tan ‘a la antigua escuela’, que es más de ‘mis datos son cerrados’, ‘no los comparto con nadie’. Eso no sirve, porque si queremos avanzar en conservación de especies, esperamos que más gente entienda lo que está pasando y se sume», explica Norambuena.
A pesar de que el foco principal está en las aves, en la revista también publican artículos sobre vida salvaje, historia natural, descubrimientos interesantes sobre las especies y temas de conservación. Por cada edición, generalmente, publican diez artículos. Las personas interesadas envían sus investigaciones, reportes, reseñas o artículos al correo de La Chiricoca. Luego de ser recibidos, los textos pasan por un proceso de evaluación de calidad.
«Hay un proceso de revisión por parte del comité editorial y, eventualmente, por parte de otras personas que sean expertas en el tema del artículo. En general, se sugieren modificaciones para que queden dentro de la línea editorial de La Chiricoca. También es una revista que intenta ser amable, con un lenguaje amable al lector o lectora, pero igualmente buscamos eliminar la mayor cantidad de errores, porque esos errores, sabemos, que después se pueden perpetuar en la literatura. Hay que revisar que no se publiquen cosas que son falsas o que se puedan malinterpretar. Tenemos varios filtros de calidad», explica Fernando Medrano.
La idea que defienden en La Chiricoca y en la ROC, como explica Medrano, es simple: «Intentamos mejorar lo que se conoce de las aves en Chile, para así protegerlas. Y esto se hace mediante el enfoque de que cualquier persona que esté interesada, sea científica o no, puede colaborar».
Bajo esta misma línea, una de las ediciones que más destaca Norambuena es la número 20, del 2015, que contiene la lista completa de aves de Chile, de la mano de Rodrigo Barros, Álvaro Jaramillo y Fabrice Smichtt.
«La revista es digital, pero decidimos que con este número en particular generaríamos mayor impacto si lo publicábamos en forma impresa, con un artículo tan importante como la Lista de Aves de Chile. La revista impresa se distribuyó a lo largo de todo el país a través de la misma Red de Observadores (ROC), de nuestros socios. También hicimos un lanzamiento en enero del 2016 en Punta Arenas y en Santiago, en paralelo y al mismo tiempo, y ahí entregamos ejemplares impresos de esta edición», comenta el ex-editor.
Cada vez más interés en las aves
¿Por qué las aves? Medrano y Norambuena comparten una respuesta muy similar. Ambos se dedican a la investigación sobre aves hoy, pero partieron como observadores primero.
«A mí me interesa en general el entender lo que pasa en la naturaleza. Y pasa que las aves son un grupo que se puede observar más fácilmente que otros animales y sin perturbarlas. Al trabajar con animales muchas veces tienes que capturarlo o cambiar su comportamiento, pero con las aves es distinto. Puedes observar su comportamiento de forma natural», explica Medrano.
Mientras, Norambuena comenta que «habían muchas aves a mi alrededor y yo quería saber lo que estaba pasando con ellas así que empecé a estudiarlas y de ahí no he parado. La observación partió como hobby, pero ahora es parte de mi carrera, me dedico a la investigación de aves y sigo ‘pajareando’. En mis tiempos libres salgo con amigos y amigas a ‘pajarear’.
Esta es una de las razones por las que creen que al compartir los conocimientos sobre las aves con la ciudadanía, se puede ayudar a la conservación de las mismas.
Desde la ROC realizan salidas de iniciación en distintos lugares del país, destinadas para aquellas personas que quieran dar sus primeros pasos en la observación de aves. En su cuenta de Instagram (@redobservadores) anuncian las fechas de sus salidas y adjuntan el formulario en el que solicitan algunos datos de las personas que quieran inscribirse. En poco tiempo los cupos se agotan. La demanda por el ‘pajareo’, o más formalmente el avistamiento de aves, es cada vez mayor.
Medrano confirma que sí, hay mucho interés por parte de las personas en las salidas que organiza la ROC, pero que otra forma de medir esta creciente tendencia hacia conocer las aves es en la cantidad de registros que hay en eBird Chile.
La plataforma de registros de aves, eBird, es administrada en Chile por la ROC. «Uno de los motivantes del crecimiento de la observación de aves en el país ha sido, sin duda, esta plataforma. Ha permitido, de alguna forma, hacer seguimiento de aves y cada vez aparecen más registros, más registros interesantes, más registros raros. Esto nos permite entender que la cosa está bastante viral, entonces sí, percibimos nosotros también que hay más personas interesadas en las aves«, explica Norambuena.
Así, las ediciones de La Chiricoca contienen siempre, al final del número, el resumen de avistamiento de aves en Chile, que pueden armar con los datos de eBird. De la misma forma, destacan aquellos registros raros o particulares que, como explican los editores, muchas veces no tienen tanta visibilidad en eBird.
Por ejemplo, en la última edición (la número 31) destacan el avistamiento de un pillo (Ciconia maguari) en el bofedal del río Caracarani, en la Región de Arica y Parinacota. Este es uno de los pocos registros que se tienen de esta ave de gran tamaño en Chile.
En la misma edición también publicaron águilas y aguiluchos pocas veces vistos en el país. Uno de ellos se trata del primer registro de un águila negra (Buteogallus urubitinga) en el humedal de Campinche, en la Región de Valparaíso.
Norambuena también hace énfasis en la importancia de fomentar la conservación de aves a través del conocimiento de las mismas. Tanto las salidas de pajareo como la publicación de la revista, como otros programas que ha tenido en su historia, «han contribuido a la formación de personas que hoy están tomando decisiones de conservación de aves o que trabajan con aves, como nosotros. También les hemos enseñado a las personas a contar aves en terreno y al fin de pocos años teníamos un equipo grande en todo Chile que estaba capacitada para censar aves incluso. Son vías de educación no formal, no universitaria, pero donde nos permite captar gente y formar observadoras y observadores de aves».
Falta mucho por registrar todavía
El plan de La Chiricoca para el futuro es seguir motivando a la mayor cantidad de personas posible, sean científicas o no, a escribir en esta revista y registrar avistamientos.
Medrano indica que todavía quedan muchas especies en Chile que no han sido estudiadas: «Una gran parte de la historia natural de las aves del país están sin escribir. Por ejemplo, al estudio de las especies endémicas de Chile sólo la comunidad chilena, observadores de aves u ornitólogas y ornitólogos, puede contribuir». Esto porque, precisamente, las especies endémicas no se encuentran en otro territorio como para que otras comunidades puedan publicar sus registros y estudios.
«Falta mucho por describir de la turca, por ejemplo, del tapaculo, de la chiricoca… Espero que en el mediano plazo la comunidad de observadoras y observadores de aves publiquen más en la revista».