Revelan impacto ambiental y humedales destruidos en incendios en las regiones de Valparaíso, O’Higgins y La Araucanía
La Fundación Kennedy realizó un catastro de humedales afectados en los últimos incendios registrados en el país y da a conocer las consecuencias de su afectación. En total son 46 los humedales que se encontraban en las zonas donde hubo incendios en las regiones de Valparaíso, O’Higgins y La Araucanía. Los impactos de los incendios son importantes, considerando que en Chile los humedales representan el 6 % de la superficie nacional y albergan el 30% de aves acuáticas del país, sin considerar los otros grupos que dependen casi en su totalidad de ellos. Sólo un 3% de esta superficie se encuentra protegida.
Los incendios registrados en Chile durante el último tiempo resultan ser una de las catástrofes más grandes después del terremoto del año 2010, sobre todo respecto a la pérdida de vidas, damnificación de personas y destrucción del medio ambiente.
En este contexto, Fundación Kennedy, organización que trabaja en la protección y conservación de humedales en Chile, realizó una revisión de las cifras duras e impactos ecológicos más relevantes, además de un listado de humedales afectados por región.
Cabe destacar que los humedales se encuentran dentro de los ecosistemas más productivos del mundo, motivo por el cual son capaces de albergar una gran biodiversidad de especies (Ramsar, 2018). Esta productividad, expresada en la capacidad de captura de carbono, es además, clave como aporte a la mitigación contra el cambio climático.
Estas características ecológicas los convierten en ecosistemas capaces de brindar una serie de servicios
ecosistémicos y contribuciones vinculadas directamente con el bienestar de las comunidades que habitan en sus cercanías.
En el mundo, la superficie de humedales no supera el 10% (entre 4 a 9% según diferentes estimaciones), sin embargo, almacena entre el 20 y 30% de carbono mundial y albergan hasta el 40% de la biodiversidad del planeta.
En Chile no es diferente, las 4.5 millones de ha de humedal que alcanzan cerca del 6 % de la superficie nacional albergan el 30% de aves acuáticas del país, sin considerar los otros grupos que dependen casi en su totalidad de ellos como los anfibios y varios artrópodos. Es por ello que representan ecosistemas fundamentales para el bienestar humano, sin embargo sólo un 3% de esta superficie se encuentra actualmente protegida por alguna figura de protección jurídica como es la de Santuario de la naturaleza, sitio Ramsar y/o la nueva figura de Humedal urbano.
Proceso de recuperación
Para hablar de recuperación de humedales, se debe mencionar que este es es un proceso complejo y de largo aliento.
Según un estudio internacional que hizo una revisión general del trabajo de recuperación de más de 600 humedales en el mundo, los tiempos de recuperación van de 15 a 30 años en promedio, dependiendo de qué componentes o procesos se hayan visto afectados. Las comunidades de vegetación son las que más tardan en recuperarse y en general, se estima que no se logran recuperar más del 75% de sus parámetros. Su funcionamiento biogeoquímico, capacidad de captura de carbono y composición de comunidades vegetales se ven muy disminuidos, en comparación con ecosistemas de referencia no perturbados.
Este mismo estudio del año 2012, estimó que la rapidez en que se recupera un humedal depende directamente de la superficie de este que se encuentra en proceso de recuperación, es decir, mientras mayor magnitud tiene el humedal más rápido se recupera el ecosistema y alcanza mejores resultados. ¨
“En base a esto, podemos decir que es imprescindible evitar la pérdida y degradación de estos ecosistemas, pues aunque trabajemos en su recuperación, difícilmente lograremos recuperar sus atributos ecológicos al 100% y por tanto tampoco los servicios ecosistémicos que provee a las personas, con un efecto directo sobre la calidad de vida de las comunidades que los rodean. Perder los humedales es una pérdida para la naturaleza y para la vida humana”, señaló María José Domínguez, directora ejecutiva de Fundación Kennedy.
Impactos a nivel ecológico
Pérdida de vegetación ribereña e hidrófita
La quema de la vegetación asociada a los humedales no implica tan sólo la pérdida vegetal de especies, sino también generar desequilibrios, entre ellos la degradación del suelo, producto del aumento de la escorrentía y la erosión, que puede tener por efecto una mayor dificultad en la recuperación de la vegetación, riesgo de deslizamientos de tierra por falta de cohesión del suelo, reducción de la capacidad de fijación de carbono y de depuración de aguas, entre otras. Los procesos afectados por el impacto de la pérdida de vegetación de humedales como ciclos biogeoquímicos, las variaciones de temperatura y disposición de materia orgánica e incluso los procesos de vida acuática no han sido estudiados en profundidad pero se puede sospechar que son afectados también.
Además, perder la vegetación no sólo afecta directamente al suelo y el sistema hídrico, sino también a las especies que habitan en los ecosistemas afectados. La vegetación de humedal genera hábitat y además representa base de alimentación para muchas especies.
Microclima, hidrología y calidad de agua
Derivado del aumento de la escorrentía y erosión, la degradación de los suelos repercute directamente en la regulación microclimática del ecosistema y en el ciclo hidrológico de las cuencas y microcuencas, y aumenta el riesgo de eventos naturales como inundaciones al reducir su capacidad de infiltración y retención de agua, que son parte de los servicios de regulación y seguridad que aportan estos ecosistemas al ser humano.
Los incendios repercuten en la calidad del agua ya que la relación entre los diversos parámetros que normalmente se evalúan en cuanto a calidad (oxígeno disuelto, pH, salinidad, entre otros), dependen en gran medida de la presencia de la vegetación hidrófita del humedal así como la regulación de los procesos ecológicos. El natural aumento de sedimentación también repercute en la calidad del agua así como la disminución de los procesos de filtración natural que proveen la vegetación.
Impacto en la biodiversidad
El impacto de mayor gravedad para la biodiversidad es la muerte masiva de individuos y por ende disminución de números poblacionales (tanto a nivel de poblaciones animales como de flora), sobre todo de las especies que no tienen la capacidad de desplazarse ante estos eventos como la flora, micromamíferos, reptiles y anfibios.
Esto es especialmente grave y preocupante en aquellas especies que presentan problemas de conservación, como son muchas de las que habitan en las zonas recientemente afectadas (Palma chilena, Degú costino, Sapo de rulo, Rana chilena, Guiña, abejorro chileno, lirio de campo), que cuentan con poblaciones ya reducidas y muy amenazadas, que estos eventos destructivos pueden incluso llegar a implicar la extinción local de estas comunidades. Por otro lado, las heridas que puede causar el fuego a los animales, los deja muchas veces incapacitados, necesitando ser ingresados a centros de rehabilitación de fauna silvestre, lo cual no garantiza que puedan ser 100% rehabilitados o que puedan ser posteriormente liberados.
Además, la pérdida de hábitat asociado a los incendios genera un movimiento de los animales, muchas veces acercándose a zonas pobladas y/o urbanas en busca de alimento o refugio, que acerca aún más a fuentes de amenaza urbanas como tránsito vehícular, animales exóticos, entre otros, exponiéndolos a peligros.
Pérdida de servicios ecosistémicos
La degradación y pérdida de humedales repercute en el bienestar humano. Los servicios ecosistémicos y contribuciones que estos ecosistemas proveen a las personas son abundantes. Partiendo por la capacidad de recarga y almacenamiento del recurso hídrico, su capacidad de mitigar los efectos del cambio climático, captura y almacenamiento de grandes cantidades de carbono, sin embargo, su pérdida y degradación tiene importantes consecuencias, entre ellas la eventual liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera y la pérdida de su capacidad de amortiguar desastres como inundaciones, marejadas o sequía.
Otro ejemplo es que la pérdida de la vegetación de humedal deja completamente desprotegido el suelo lo cual repercute en cómo éste logra captar y almacenar agua, perdiendo rápidamente su capacidad de facilitar la recarga de acuíferos y el aumento de escorrentía superficial que favorece la erosión, la cual degrada la fertilidad del suelo, volviéndolo más estéril. Este proceso negativo impacta económicamente a todos aquellos que se dedican al cultivo y que utilizan el agua como fuente y recurso vital, así como las comunidades que dependen de ello para subsistir.
Con la pérdida de humedales PERDEMOS:
- -Espacios de encuentro, recreación, belleza escénica y fuente de inspiración
- -Procesos ecológicos complejos, perdiendo la capacidad de almacenamiento, filtrado y disposición de agua limpia,
- -Amortiguación de efectos de desastres como marejadas, inundaciones o sequías y
- – Fuente de recursos económicos (turismo de naturaleza, extracción de recursos naturales, entre otros).
- – Apoyo en la mitigación contra efectos del cambio climático
- – Recarga de acuíferos
- – Hábitat de especies
- – Regulación microclimática
- – Protección de suelos entre muchos otros beneficios.
Mapas de catastro de humedales afectados por incendios Valparaíso
Mapas de catastro de humedales afectados por incendios O’Higgins
Mapas de catastro de humedales afectados por incendios La Araucanía
¿Qué podemos hacer sobre esto?
Es importante regular normativamente estos espacios y promover su protección legal, controlando el cambio de uso de suelo y expansión urbana no planificada, pues estas son una de las principales amenazas que enfrentan los humedales en el país. La recuperación de estos espacios es compleja y si bien, la naturaleza es resiliente requiere de condiciones mínimas para mantener esta condición.Es necesario garantizar un control sobre amenazas y presiones que impiden su correcta recuperación, como: regular las plantaciones forestales, invasión de especies exóticas, disposición de residuos y contaminación asociada, entre muchas otras perturbaciones, pero sobre todo educar sobre su importancia y nuestra dependencia hacia los ecosistemas que nos rodean.
Si bien, los humedales y su capacidad de mitigación contra el cambio climático han sido estudiados en el mundo, y sabemos que es posible aproximarnos a cuantificar la pérdida económica que implica el deterioro de estos ecosistemas, en Chile no tenemos cuantificado esto para los diversos tipos de humedales que tenemos. Es un desafío la valoración de estos espacios para ser incorporados como capital valioso en el desarrollo de las ciudades sostenibles.
En Chile tenemos una falencia respecto de la planificación territorial, que hoy se limita a la zonas urbanas, sin considerar las zonas periurbanas que muchas veces quedan desprotegidas ante múltiples amenazas, pero esto también ocurre en las zonas rurales y zonas de crecimiento no planificado como campamentos, afectando a la población más vulnerable y si bien, los Planes Reguladores como herramienta de planificación territorial existen, no están siendo un mecanismo efectivo. Según un informe de la Cámara Chilena de la Construcción (2023), 91 comunas no cuentan con ello, sin contar aquellas que lo tienen desactualizado, por lo que es difícil pensar que este sea un medio de gestión del riesgo, incorporando identificación de riesgos dentro y cerca de las zonas urbanas, zonas de riesgo, ecosistemas naturales. Si se incorporan estos últimos a la planificación será una oportunidad para controlarlos, e incluso, mitigar eventuales desastres.
En miras a lo que se viene, como fundación, estamos completamente dispuestos a ser parte de los procesos de recuperación de los humedales afectados. Por ahora debemos esperar que la emergencia humana sea controlada y eventualmente lograr establecer los diversos niveles de daño de los humedales en cuestión.