Ya no es un secreto que Chile esconde impresionantes criaturas que durante mucho tiempo han logrado pasar desapercibidas para la mayoría de las personas, pero con el aumento de estudios científicos, investigadores y naturalistas de a poco y cada vez más van sacándolas a la luz a través de diferentes vías, como, por ejemplo, con la fotografía en redes sociales.

Izquierda arriba: Miersia raucoana / Derecha arriba: Miersia chilensis// Izquierda abajo: Miersia stellata // Der abajo: Miersia putaendensis. Créditos Vicente Valdés
Izquierda arriba: Miersia raucoana / Derecha arriba: Miersia chilensis// Izquierda abajo: Miersia stellata // Der abajo: Miersia putaendensis. Créditos Vicente Valdés

Y así comienza la historia de un género que, yendo al grano, es tan pero tan exclusivo que solo existe en este país, es decir, no podrías encontrar Miersias en ninguna otra parte del mundo.

Quizás, en primera instancia no suena tan raro, porque como sabemos, vivimos en un país considerado algo así como una isla biogeográfica, con enormes barreras naturales como el océano Pacífico o la cordillera de los Andes, que con el tiempo han determinado y condicionado la biodiversidad de nuestros ecosistemas, dejando como consecuencia un alto nivel de endemismo, específicamente en flora, funga, fauna de baja movilidad, entre otros organismos.

Pero y bueno, ¿qué son las Miersias? y ¿qué las hace tan especiales?

Miersia es un género de plantas geófitas pertenecientes a la familia Amaryllidaceae (y a la tribu Gilliesieae) que actualmente se compone de 9 especies descritas, con un rango de distribución que comprende desde la región de Coquimbo hasta la región del Biobío. Por lo general, habitan zonas húmedas de quebradas o laderas de exposición sur, y dependiendo de la especie, se les puede ver creciendo bajo rocas o en sus grietas, en hojarasca o entre medio de otra vegetación, casi siempre protegidas. A veces se encuentran en poblaciones de muchos individuos, y otras veces de a muy pocas.

Miersia humilis. Créditos Vicente Valdés
Miersia humilis. Créditos Vicente Valdés

Algunas tienen amplia distribución como por ejemplo M. chilensis o M. minor, que abarcan varias regiones, pero otras, viven en un rango sumamente acotado, como por ejemplo M. stellata que hasta ahora solo se ha registrado en un par de quebradas en la región Metropolitana, o más sensible aún, el caso de M. putaendensis, que hasta ahora se ha encontrado únicamente en una quebrada en la región de Valparaíso.

Miersia chilensis. Créditos Vicente Valdés.
Miersia chilensis. Créditos Vicente Valdés.

Esta es una de las primeras y principales razones de porque son tan especiales, ya que lo anterior determina que además de ser escasas y selectivas, enfrentan graves problemas de conservación, llegando a catalogarse algunas como en peligro crítico de extinción.

Otro motivo de lo interesantes que son es su aspecto. La apariencia de sus flores, con una belleza sumamente delicada y sutil, que estoy seguro de que no cualquiera puede verla.

Son flores por lo general pequeñas, de colores verdosos, a veces pálidos, aunque algunas poseen lindos tonos morados, fucsias y azules, pero que a la vez no les quita lo extremadamente crípticas, porque realmente se pierden en su ambiente, casi como que fueran especialistas en esconderse de seres vivos como nosotros, como verdaderas haditas del bosque.

Su forma es perfecta, la disposición de sus tépalos, que pueden ser muy largos en algunas especies y cortos en otras, protegen a una muy llamativa estructura reproductiva que parece una urna, y que está adornada sencilla pero espectacularmente, a veces con rayas, a veces de un solo y fuerte color.

Miersia chilensis. Créditos Vicente Valdés.
Miersia chilensis. Créditos Vicente Valdés.

Sumamos a la lista otro factor importante del porqué son tan especiales, y es que de seguro como seres humanos estamos acostumbrados a esperar la primavera para ver una gran cantidad de flores de colores vistosos y en abundancia, porque sí, la mayoría de las flores justamente aparece en dicha estación, pero aquí no, el mundo de las Miersias es distinto, es más crudo, de perfil más bajo, es mágico, porque ellas decidieron que la mejor época para florecer es el invierno. Sí, leyeron bien, el invierno, los meses más fríos, más lluviosos, cuando casi ninguna otra flor podría sobrevivir, ahí están estas haditas, batallando y proliferando cuando menos lo esperamos. En rigor, comienzan a aparecer a finales de otoño, tienen su “peak” en invierno y ya desaparecen a principios de primavera.

Y bueno, si las anteriores razones, no son suficientes para ustedes y aún no creen que estas plantitas sean tan especiales, les cuento lo último.

¿Cómo se reproducen las Miersias? ¿Quién las poliniza? La respuesta es muy sencilla, no sabemos.
Casi nada se sabe sobre su historia natural en este sentido, y eso las transforma en un objetivo particular de estudio, en un desafío para la ciencia, y en una suerte de intriga ansiosa para quienes las admiramos.

De todas formas, hay algunos registros que podrían hacernos pensar sobre lo que podría ocurrir, a pesar de que ya existen algunas especulaciones. Personalmente, he observado que representantes de la mesofauna (diminutos artrópodos de algunos milímetros), principalmente colémbolos y ácaros suelen visitar estas florcitas de vez en cuando, también un escarabajo, aunque casi siempre sus larvas y algunos pequeños mosquitos propios del ambiente.

La mayoría de los seres recién mencionados no son conocidos por ser grandes polinizadores, y claramente no tienen la efectividad de una mosca, una mariposa o una abeja en esta labor, pero quizás (¿y quién sabe?) son los encargados y los elegidos de polinizar a las magníficas Miersias, aunque reitero, nada se sabe.

Miersia minor. Créditos Vicente Valdés
Miersia minor. Créditos Vicente Valdés

Por fortuna, actualmente hay personas expertas trabajando con este grupo al que tanta falta le hace la atención, como por ejemplo Nicolás García del Herbario EIF, y Aron Cádiz, científicos investigadores que han dedicado gran parte de su vida a la flora nativa, y que se han encargado de dilucidar la situación de las Miersias del mundo, que repito y recalco, solo están en Chile, y que las han posicionado como se merecen; un grupo de plantas realmente especiales. Los amantes de la biodiversidad les estaremos siempre agradecidos por eso.

Por otra parte, el interés de naturalistas por las Miersias también ha ido creciendo bastante, y cada vez son más las personas que a través de sus redes sociales y otras vías hacen difusión de nuestras protagonistas.

La situación de las Miersias es cada vez más conocida y eso es un aporte directo para su conservación. La divulgación y la difusión se hacen imprescindibles a estas alturas, y mientras más gente se entere de la existencia de estas plantas, más oportunidades hay de generar observaciones y de conseguir registros que finalmente se traducen en información.

En los últimos 3 años se han descubierto y descrito 3 especies de Miersias (Miersia putaendensis, M. raucoana y M. stellata) ¿Cuáles son las probabilidades de que en algún rincón escondido por ahí existan otras nuevas?  No sabemos, pero sí sabemos que vivimos en un angosto y largo pedazo de tierra lleno de sorpresas y vida única, inigualable, y que urge proteger con todas nuestras energías. 

Miersia stellata. Créditos Vicente Valdés.
Miersia stellata. Créditos Vicente Valdés.

Lamentablemente, es importante visibilizar que no existen fuentes de financiamiento para que los investigadores puedan hacer estudios de taxonomía o historia natural en Chile, y esto no es solo un problema para la ciencia y su avance, si no que perjudica directamente a la biodiversidad y su conocimiento, por lo tanto, es un tema grave.

Hay muchos científicos y especialistas con ganas de seguir descubriendo y aclarando novedades importantes, como, por ejemplo, la polinización de las Miersias, sin embargo, el poco apoyo y las escasas oportunidades de adquirir fondos dedicados a ello son las más grandes limitantes.

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