Recientemente, un impresionante registro de cientos de jotes de cabeza negra en un vertedero de Valdivia llamó la atención en las redes sociales. Muchos comentarios aludían a su mala fama. Otros, sin embargo, se referían a su rol como verdaderos recicladores en la naturaleza. Y no estaban equivocados.

En cualquier parte del mundo, excepto en la Antártica y en Oceanía, puedes encontrar buitres. Se reconocen por no poseer plumas en su cabeza y por su dieta carroñera. En Chile habitan tres especies de buitres.

Su cabeza, robusta y “pelada”, es su principal característica y, además de darles un aspecto extraño, les facilita su alimentación carroñera. Muchas veces tienen que introducir su cabeza dentro de los cadáveres que comen, y no tener plumas contribuye en la mantención de su higiene.

Su dieta carroñera les ha otorgado la reputación de ser aprovechadores y repugnantes. Sin embargo, son los buitres quienes se encargan de reducir el número de cadáveres y evitan la propagación de enfermedades que se transmiten a través de los residuos de estos mismos animales muertos.

Son capaces de volar a gran altura. Aprovechan las corrientes de aire calientes para elevarse, ya que, por su gran tamaño, es difícil que se impulsen desde el suelo. Luego planean. Tienen buen olfato, pero identifican a sus presas desde las alturas principalmente a través de su increíble vista.

En Chile habitan tres especies de buitre: el gallinazo o jote de cabeza colorada (Cathartes aura), el jote de cabeza negra, o simplemente jote (Coragyps atratus), y el más popular cóndor andino (Vultur gryphus). El Director del @proyectomanku, Eduardo Pavez, comenta: “Los buitres son tan importantes en la naturaleza como nuestros abnegados recolectores de basura en las ciudades, son los limpiadores, dignos de admiración y respeto, y que lamentablemente solemos valorar solo cuando, por una u otra razón, sufrimos las consecuencias de su ausencia”.

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