©Amelia Ortúzar
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¿Qué idea tuviste en un inicio para armar tu jardín? ¿Hay planificación o es pura improvisación?
Ha sido muy de a poco. Llevamos veinte años en esta casa y en todo este tiempo hemos hecho muchos arreglos tanto en el jardín como dentro de la casa. Los cambios no han sido planificados, ha sido pura improvisación.

¿Tuviste algún referente? ¿Cuál fue tu inspiración?
El cambio más grande fue el año 2002, cuando decidimos construir la piscina. Como hubo que mover árboles y plantas, le pedimos ayuda a nuestra amiga paisajista Carol Krämer, quien nos dio muy buenos consejos estéticos y técnicos.

¿Cuánto tiempo le dedicas a la semana a tu jardín?
Desde hace ya un buen tiempo no tenemos jardinero, por lo que junto a la María José hacemos la mantención. Aunque ella es la más dedicada, yo me preocupo del pasto y a veces de plantar arbustos e incluso de árboles. Los bellotos del antejardín los planté hace casi 15 años y  cada día disfruto ver cómo van creciendo.

©Amelia Ortúzar
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¿Tienes algún ritual con tu jardín?
Para mí es un placer regar y cortar el pasto. Es un instante de tranquilidad, de contemplación, de disfrutar de lo simple.

Si fueras millonario, ¿Qué tipo de jardín tendrías?
El mismo que tengo hoy día. La verdad es que no necesito más, soy más que feliz con lo que tengo.

Y es que más que tener un jardín privado más grande, me interesa que la ciudad tenga más y mejores áreas verdes, para el disfrute de todos. No entiendo la ciudad con escaso espacio público y grandes jardines privados. Me parece egoísta y subdesarrollado.

©Amelia Ortúzar
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De la flora nativa, ¿Cuál es la primera que se te viene a la cabeza?
Probablemente la más emblemática, la Araucaria (Araucaria araucana). Es un árbol símbolo de nuestro bosque nativo, un árbol extraordinario.

¿Qué planta no tendrías por ningún motivo?
Un eucaliptus. Para mí, es el símbolo del paisaje depredado, del feísmo. Entiendo que en ciertos lugares puedan existir plantaciones de uso forestal, pero estoy en contra de que éstas se hagan como sustitución del bosque nativo o como árbol ornamental por la simple razón de que crece muy rápido. Prefiero un árbol noble que crezca lento, pero que sea un aporte estético y ambiental, que un árbol fuera de contexto, ambientalmente agresivo y que arruine el paisaje. El eucaliptus es todo esto último.

PIEDRAS CORAZÓN, son parte de una colección mayor, son cien por ciento naturales, no talladas ni pulidas. Fueron encontradas tal cual en distintos lugares de Chile ©Amelia Ortúzar
PIEDRAS CORAZÓN, son parte de una colección mayor, son cien por ciento naturales, no talladas ni pulidas. Fueron encontradas tal cual en distintos lugares de Chile ©Amelia Ortúzar

¿Árbol favorito?
Me encantan los coihues, son árboles preciosos desde que son renovales hasta adultos.

¿Qué planta le regalarías a la presidenta y por qué? 

No le regalaría sólo una planta, sino una gigantografía cenital de nuestro territorio, para entender cómo podemos adaptarnos mejor a nuestra potente naturaleza.

¿Cómo sería para ti la Plaza de Armas ideal para Santiago?
Más que preocuparme de la plaza propiamente tal, dedicaría la energía a reparar y conservar el entorno. Y que no vuelvan a suceder brutalidades como la demolición del Palacio Krauss.

 

©Amelia Ortúzar
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Este bote es de ciprés de las Guaitecas y lo compré en Caleta Tortel a un lugareño que lo tenía en el patio de su casa. Probablemente se lo hizo a su hijo para jugar. Tiene un olor maravilloso y me recuerda las embarcaciones chilotas ©Amelia Ortúzar
Este bote es de ciprés de las Guaitecas y lo compré en Caleta Tortel a un lugareño que lo tenía en el patio de su casa. Probablemente se lo hizo a su hijo para jugar. Tiene un olor maravilloso y me recuerda las embarcaciones chilotas ©Amelia Ortúzar
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