Volcanes y erupciones desde el aire: un impresionante trabajo fotográfico en el sur de Chile
Nuestro colaborador, el fotógrafo argentino Diego Spatafore, nos comparte una galería de fotos de su trabajo capturando volcanes desde el aire. En una breve entrevista, nos cuenta de las motivaciones que lo llevaron a emprender la misión de acercarse incluso muchas veces a la cercanía de erupciones, siguiendo la misión de fotografiar desde el aire estos tesoros del sur de Chile.
Corría el año 2011 y el complejo volcánico Puyehue-Caulle entraba en erupción. Para el fotógrafo argentino Diego Spatafore, era algo natural acercarse a él para capturar la majestuosidad del evento que estaba sucediendo. El primer día que se aproximó, el paisaje estaba totalmente tapado con las nubes de la lluvia. Pero él esperó y en un par de días emprendió vuelo a ver lo que estaba sucediendo. Tenía su vuelo de fotografía aérea coordinado desde Osorno, el que duró dos horas, y vio una de las cosas más espectaculares que ha visto: una enorme nube piroclástica de -calcula él- unos 7 y 8 kilómetros de altura. Esa imagen que veía ante sus ojos dio la vuelta al mundo.
Cuatro años antes, Diego decidió que parte de su trabajo se enfocaría en retratar volcanes y sus erupciones desde el aire. Según relata a Ladera Sur, todo empezó en 2007 cuando realizaba su primer libro de fotografía “Tesoros de la Araucanía” que decidió incorporar un volcán en erupción. Si se hablaba de esa zona, entonces se tenía que incorporar ese momento. Su primera captura fue al volcán Llaima.
“Ahí empezó esta fascinación de fotografiar volcanes en erupción y definí que lo que quería hacer era fotografía aérea. Entonces, empecé a volar y hacer fotos desde tierra también a todas las erupciones de volcanes que han sucedido hasta el día de hoy. Y bueno, como me encanta volar, el camino era ese: capturar desde el aire lo lindo que tiene toda esta región de Chile”, explica.
– ¿Qué es lo más difícil de lograr estas fotografías?
– Todo es difícil. En la tierra tomas tu auto, caminas y sacas la foto. Desde el aire se necesitan cuatro factores que, cuando están, yo digo que se alinean los astros: que esté el avión disponible, el piloto, el clima esté bueno y el bolsillo porque para cada vuelo hay que pagar.
– ¿Cómo es la experiencia de tomar fotos desde el aire a volcanes en erupción?
– Siempre hay un grado de locura porque todo el mundo de las erupciones se escapa y yo hago todo lo contrario. Me acerco, muchas veces entrando a zonas de restricción, pero siempre hay un perímetro donde obviamente no se puede volar porque la ceniza volcánica es muy abrasiva. Entonces en algunos casos se pide autorización a la DGAC y se mide autorización para aproximarse lo más posible y seguro, ahí se tramita o se solicita una visa para fotos. Siempre me han autorizado y así pude ir, por ejemplo, al Caulle, que fue lo más espectacular.
– Eres argentino, ¿qué te trajo a Chile a sacar fotos como estas?
– Nosotros nos vinimos a Chile el 92’ y en ese entonces no hacía fotos. Empecé muchos años después y fue algo bueno, como volver a una pasión un poco olvidada. Yo de adolescente saqué fotos, fue algo que mi papá siempre me transmitió. Viajábamos mucho y él hacía mucha diapositiva, me pasó la cámara y me dio las nociones básicas de fotografía. Bueno para mí un punto de quiebre importante que me impulsó a seguir la pasión fue la pérdida de mi hermano. Era optimista, viajaba, hacía lo que quería y le gustaba mucho la aviación. Cuando uno pierde seres queridos es como un camino para seguir lo que uno le gusta, con pasión y talento (…). Estuvimos en una pandemia encerrados y creo que para mí esto refuerza aún más que la vida pasa muy rápido y que hay que dedicarle todo a el propósito que nos trajo al mundo.
– ¿Qué es lo que buscas transmitir a través de tus fotos?
-Yo creo que básicamente sorprender y lograr que la persona conecte con su tierra, la ame y se re encante con ella, además de que tome consciencia de la gravedad de lo que está ocurriendo a nivel medioambiental en el sur de Chile, que es trágico. Ojalá que se tome consciencia del daño que se le hace al planeta y que si nadie aporta en algo es cada vez más difícil de revertir.