Fotografiando aves pequeñas: especiales tomas de inquietos, curiosos y escurridizos plumíferos
Omar Rebolledo, parte del equipo de Ladera Sur y fotógrafo de aves, nos comparte una galería de algunos de sus encuentros con aves pequeñas entre la Región Metropolitana y la de Aysén. Además, nos relata algunos de sus encuentros más especiales y recuerdos que se mantienen en su memoria de cada uno de estos encuentros.
Desde que comencé a tomar fotos lo hice con las aves y fue un amor a primera vista. Eso me llevó a comprar mi primera guía de aves para adquirir mayor conocimiento y facilitar su identificación, ¡y que mejor manera de estudiar que salir a terreno!
Durante un tiempo viví en Coyhaique (Región de Aysén), luego me fui a Valdivia (Región de Los Ríos) y actualmente estoy de regreso en Santiago (Región Metropolitana). En este viaje entre hogares, logré ver muchas especies de aves, y algunas que llamaron más mi atención. Varias de estas son pequeñas e inquietas, bastante difíciles de fotografiar. En esta categoría encontramos por ejemplo al cachudito (Anairetes parulus), el siete colores (Tachuris rubrigastra), el pájaro plomo (Phrygilus unicolor), run-run (Hymenops perspicillatus) y el picaflor chico (Sephanoides sephaniodes).
Creo que lo más importante para lograr este tipo de fotos es la paciencia y perseverancia, pero siempre manteniendo el respeto por la fauna para no perturbarla. De las especies que mencioné, una de las más ansiadas de fotografiar fue al siete colores, la que se logró en una de mis salidas en Valdivia a fines de verano de 2022. También hubo encuentros que fueron inesperados, como el caso del run-run, quien por sus conductas migratorias es más difícil de observar en Valdivia durante el otoño.
De todas las aves que he fotografiado, una de las que más me gusta es el chuncho austral (Glaucidium nana), ya que posee una mirada intensa e intimidante a pesar de su pequeño tamaño. Esta ave suele verse con frecuencia en Aysén. En esta región existen maravillosos sectores para salir a recorrer y fotografiar aves, gracias a sus diversos paisajes y baja densidad poblacional. Mientras recorría esta vasta región, solía encontrar lugares muchas veces escondidos y completamente solitarios, como una pequeña playa en las cercanías de Puerto Ibáñez, donde pude avistar a un pimpollo (Rollandia rolland) que se zambullía en búsqueda de su alimento.
Amo la fotografía porque no solo te permite capturar recuerdos, si no que muchas veces es capaz de transportarte de vuelta a esos lugares o momentos. Cuando observo la imagen del hued-hued del sur (Pteroptochos tarnii), vuelvo a esas mañanas frías y lluviosas por los bosques de Aysén. La dormilona tontita (Muscisaxicola maclovianus) me lleva a esas caminatas por las playas de Chaitén, y uno de mis últimos encuentros, el tapaculo (Scelorchilus albicollis), fue una hermosa bienvenida de regreso a las montañas de la capital, que tantas veces recorrí durante mi infancia.