“Este es uno de los hongos más alienígena que me ha tocado presenciar”. 

Daniela Torres, directora de programas de la Fundación Fungi, recuerda con emoción cuál fue el hongo que más le ha llamado la atención ver. Se trata de una Laternea, característica por su corona alargada y tres o cuatro brazos esponjosos que salen de un huevo blanco gelatinoso. “Crece en un huevo, se expande y tiene una forma de vulva bien llamativa. También he visto otros hongos muy locos, pero este es lejos el más de otro mundo. De todas formas, todos los hongos son maravillosos con sus formas, estructuras y manifestaciones bien características”, explica. 

Laternea triscapa. Créditos: Giuliana Furci / Fundación Fungi.
Laternea triscapa. Créditos: Giuliana Furci / Fundación Fungi.

Lo cierto es que el Reino Fungi es, como cualquier otro, una expresión de diversidad. Lo anterior lo vemos en una inmensidad de especies —de las cuales solo conocemos un 5%— y su variedad de formas y expresiones. Por ejemplo, hongos unicelulares como las levaduras se expresan a través de los fermentos. O el micelio del moho, con su propio espectáculo que explota en colores y texturas maravillosas. Podríamos seguir con una lista infinita de características. Sin embargo, dentro de este desconocido universo, probablemente los que llaman más la atención son aquellos filamentosos y sus famosas setas. 

Junto a la Fundación Fungi y Dinelly Soto, divulgadora científica del Reino Fungi, recopilamos una serie de especies que son parte de la diversidad chilena, pero que destacan por sus particulares formas y tamaños. Pero antes de saber cuáles son, hay algunas cosas que entender —o al menos aproximarnos— sobre este peculiar mundo. 

Los misterios que se saben y quedan por resolver

En medio del suelo de un bosque húmedo, entre hojas y material orgánico en descomposición, sobresale, un pequeño organismo con forma de estrella. De color café, popularmente se le conoce como estrella de tierra, aunque científicamente fue bautizada como Geastrum floriforme. Si uno lo observa de cerca, ve una pequeña estructura globosa con una apertura. A esa parte central se le conoce, técnicamente, como endoperidio. Y a los brazos de la estrella como exoperidio. Su forma no es al azar. O, al menos, eso se sabe en este caso.

Geastrum floriforme. Créditos: Giuliana Furci, Fundación Fungi.
Geastrum floriforme. Créditos: Giuliana Furci, Fundación Fungi.

“Muchas de las formas tienen que ver en relación a cómo dispersan sus esporas”, explica Daniela, “en el caso de la estrella de tierra, tiene una pequeña apertura en su ápice. Necesita que la lluvia golpee su estructura para que salgan sus esporas. Lo mismo pasa con los hongos puff”. Sin embargo, la investigadora aclara que todavía queda mucho por saber respecto a las formas de los hongos.

La parte que vemos de los hongos macroscópicos, o el cuerpo fructífero del hongo, recibe el nombre de esporoma o carpóforo. Hay grandes hongos como, el famoso loyo (Butyriboletus loyo), cuyo sombrero puede llegar a medir hasta 35 centímetros. O pequeños que alcanzan apenas unos milímetros.

Butyriboletus loyo. Créditos: Giuliana Furci / Fundación Fungi.
Butyriboletus loyo. Créditos: Giuliana Furci / Fundación Fungi.

Cada hongo, además, depende de su sustrato. Por ejemplo, un hongo que crece en las ramas de los árboles, no lo hará en el suelo ni en la feca de un animal. “Cada hongo tiene su sustrato y las condiciones y nutrientes que este le dé, microorganismos entre ellos, para poder crecer y formar estructuras”, explica Daniela, agregando, por ejemplo, que estudios han mostrado que en la Amazonía ecuatoriana los hongos son más grandes que las mismas especies en otros lugares. Lo mismo pasa en territorio chileno: se ha identificado que los hongos en Juan Fernández tienen más biomasa que los que parecieran ser del mismo género o familia en el continente. 

Ramaria flava. Créditos: Carolina Magnasco/ Fundación Fungi.
Ramaria flava. Créditos: Carolina Magnasco/ Fundación Fungi.

Ahora, existen distintos tipos de fructiferaciones, y sus nombres son de por sí una guía para ayudar a identificarlos. Por ejemplo, el famoso changle, Ramaria flava es coraloide. Es decir, tiene la forma de un coral. O Cyathus olla se conoce popularmente como es descrito su esporoma: como un nido de pájaro. Así mismo, hay hongos globosos, gelatinosos, cerebroides, en forma de disco, cupuliformes (similar a una cúpula), morcheliformes, pileados, en estantes, bastones o estrellas. 

Pero no hay forma sin un color que lo acompañe. Hay hongos amarillos, azules, verdes ¡una infinidad de la paleta cromática! Si bien falta mucho por saber de lo anterior, y no se sabe con exactitud cual es el fin de sus colores, se manejan algunas teorías. Por ejemplo, para atraer a ciertos animales para que los coman y así asegurar su dispersión. 

Mycena luxaustralis. Créditos: Vicente Valdés Guzmán.
Mycena luxaustralis. Créditos: Vicente Valdés Guzmán.

Quizás uno de los casos más fascinantes es el de los hongos bioluminiscentes, y Chile no se queda fuera. La primera especie descrita para el país es Mycena luxaustralis. Cuando se dio a conocer la noticia del encuentro de la especie, se explicó que aunque no hay un consenso respecto a su función ecológica, hay evidencias que apuntan a “un rol activo en la dispersión de esporas, atrayendo potenciales vectores, principalmente artrópodos como insectos, aunque esto no ha sido totalmente comprobado”.

“Todavía queda por destrabar el conocimiento para saber por qué tienen estos colores, formas, porqué producen ciertos látex. Hay hongos como la Mycena haematopus, que uno la toca y sale un látex rojo. Pareciera que el hongo está sangrando, pero no sabemos lo que hay detrás de esto”, agrega Daniela.

Gymnopanella nothofagi. Créditos: Vicente Valdés Guzmán.
Gymnopanella nothofagi. Créditos: Vicente Valdés Guzmán.

En eso, nos podemos dar cuenta de que los hongos también tienen muchas texturas. Y la respuesta sigue siendo la misma: existe la teoría de que ayude a dispersar sus esporas y reproducirse, pero aún queda un mundo por conocer. 

Amanita galactica. Créditos: Giuliana Furci / Fundación Fungi.
Amanita galactica. Créditos: Giuliana Furci / Fundación Fungi.

“Lo más interesante de todo esto es hacerse estas preguntas, que parecen obvias, pero que aún no tienen respuesta. Entonces la invitación es a ver a los hongos, observarlos, interesarse y estudiarlos”, dice Daniela, quien asegura que “todos los hongos tienen una característica valiosa que va desde lo más común a lo más extravagante”. 

“Lo más interesante de todo esto es hacerse estas preguntas, que parecen obvias, pero que aún no tienen respuesta. Entonces la invitación es a ver a los hongos, observarlos, interesarse y estudiarlos”, dice Daniela, quien asegura que “todos los hongos tienen una característica valiosa que va desde lo más común a lo más extravagante”. 

Chlorovibrissea chilensis. Créditos: Pablo Sandoval.
Chlorovibrissea chilensis. Créditos: Pablo Sandoval.

Algunos hongos fantásticos en Chile

Laternea triscapa

La Guía de Campo Hongos de Chile en su primer volumen lo describe como “bizarro, espectacular, delicado y efímero”. Se trata de un hongo característico por un olor fétido que atrae moscas y “pegarles” sus esporas. Habita en el suelo del bosque en bosques de tepu y Nothofagus. Se ve en verano y principios del otoño.

Laternea triscapa. Créditos: Roy Mackenzie / INaturalist.
Laternea triscapa. Créditos: Roy Mackenzie / INaturalist.

Lysurus cruciatus 

En un principio, aparece en forma de huevo blando y gelatinoso. Cuando madura, se forma un pseudoespítite blanco amarillando con 5 a 8 brazos cónicos desiguales entre sí. Están cubiertos por una masa fétida de color café amarillanto. La Guía de Campo Hongos de Chile Vol II. lo equipara a carne podrida o caca de perro. Atraen moscas que les ayudan a dispersar esporas.

Lysurus cruciatus Créditos Rich Hoyer INaturalist.
Lysurus cruciatus. Créditos Rich Hoyer INaturalist.

Podoserpula aliweni

Parece un pequeño árbol con márgenes irregulares. Sus píleos (o sombreros) pueden ser ondulados o lobados, teniendo incluso formas como dedos. Acomodan su forma al lugar que crecen. Especie endémica de Chile. También se le conoce como hongo pagoda. Crece en suelo o madera en descomposición de bosques de Nothofagus dombeyi o N. obliqua.

Austrobasidium pehueldeni

Hongo parásito que produce deformaciones. Habita dentro de la planta trepadora Hydrangea serratifolia, conocida como pehueldén. Su apariencia es similar a la piedra pómez cuando están maduros y después toman colores ceniza. La guía Guía de Campo Hongos de Chile Vol II. los describe “de forma irregular, alargados, verrugosos, huecos, ásperos con pequeñas depresiones profundas”. 

Estrella de tierra (Geastrum floriforme)

De color café claro y textua lisa. No tiene olor característico. Crece en suelos vegetales de bosques húmedos, entre hojas secas y material orgánico en proceso de descomposición. Tiene forma de estrella. Su exoperidio (o parte en la que se apoya) tiene 7 a 10 rayos desiguales. Esa base sostiene al endoperidio, de forma globosa. 

Nido de pájaro (Cyathus olla

A simple vista, parece una “olla” con pequeños huevos. Técnicamente, es un receptáculo con peridíolos de color negros metálicos. Se desarrolla en suelos ricos en nutrientes, entre materia orgánica en descomposición. Sus esporas están en los huevitos, que se dispersan por las gotas de agua que rebalsan la olla y los llevan al suelo. 

Changle (Ramaria flava)

Característico por su forma de coral, de color amarillo azufre. Se desarrolla en suelo de bosque en zonas húmedas y plantaciones de pino. De olor suave, es un hongo silvestre comestible que se consume cocido, siendo de amplio consumo. Aunque es cosmopolita, lo vemos más en Chile sur y austral.

Ramaria cf. flava.  Créditos: Vicente Valdés Guzmán.
Ramaria cf. flava. Créditos: Vicente Valdés Guzmán.

Roya (Puccinia magellanica) 

Parásito que ataca las plantas del género Berberis, como el calafate y el michay, e hipertrofia las hojas de la planta, pecíolos y ramas, alterando su color. Las hojas y tallos se cubren de fructiferaciones, a las que se les llama ecios, que son las que tienen las esporas.

Mycena luxaustralis  

Es el primer hongo bioluminiscente descrito en Chile. Este hongo, cuenta con proteínas llamadas luciferinas que, con la ayuda de enzimas llamadas luciferasas, se oxidan desencadenando una reacción química. Se encuentra en los bosques de las regiones de Los Ríos y Aysén, donde crece sobre un helecho nativo llamado costilla de vaca. 

Amanita galáctica (Amanita galactica)

Hongo de color negro azabache a gris. Característico por sus escamas blancas, muy abundantes y dispuestas en todo el píleo, como si fueran estrellas de un cielo nocturno. Habita en suelos de bosques de Nothofagus y araucarias. 

Amanita galactica. Créditos: María Paz Latorre / INaturalist.
Amanita galactica. Créditos: María Paz Latorre / INaturalist.

Butyriboletus loyo

De gran tamaño, con un sombrero rojo burdeo. No tiene lamelas, sino tubos por los que libera sus esporas. De textura fibrilosa, contextura gruesa y firme. Se desarrolla en suelo, al interior de zonas húmedas y oscuras, asociado a los Nothofagus. 

Dedos de muerto (Xylaria polymorpha)

De color negro, con forma de bastón. Su superficie es áspera y granulosa. No posee olor. Habita en madera muerta o ras de suelo en tocones de árboles, normalmente en pequeños grupos. Posee una diminuta apertura que permite que las esporas salgan. 

Xylaria polymorpha. Créditos: Chilwefungi/ INaturalist.
Xylaria polymorpha. Créditos: Chilwefungi/ INaturalist.

Chlorovibrissea chilensis

Pequeña especie que se desarrolla en madera en descomposición, normalmente visible solo o en grupos. Habita en lugares húmedos y con mucha agua. Tienen un espítite muy característico de color verde esmeralda, que contrasta con su cabeza café.

Chlorovibrissea chilensis. Créditos: Alexander Rehbein/ INaturalist.
Chlorovibrissea chilensis. Créditos: Alexander Rehbein/ INaturalist.

Gymnopanella nothofagi 

Habitantes de los bosques de Nothofagus de Chile. Quizás una de sus características más llamativas son sus lamelas, que parecieran verdaderas venas. Es descomponedor de madera, encontrándose en ramas y troncos, principalmente de Nothofagus betuloides.

Chlamydopus meyenianus

Quizás lo que más llama la atención de esta especie es que habita en los suelos áridos del Desierto de Atacama. De color crema – amarillento. Descomponedor de restos vegetales que crece en suelo asociado a vegetación xerofítica. 

Chlamydopus meyenianus. Créditos: Dinelly Soto.
Chlamydopus meyenianus. Créditos: Dinelly Soto.

Mycena haematopus

Tiene un sombrero rosado/rojo cuando joven, que después pasa a ser rojo/marrón, con estrías rojas. Se ve una callampa frágil, que se distingue por exudar un látex rojo al dañarse. Habita en madera en descomposición y corteza de árboles vivos, relacionándose con especies como el arrayán o la lenga. 

Mycena haematopus. Créditos: Dinelly Soto
Mycena haematopus. Créditos: Dinelly Soto

Amanita polvorienta naranja (Amanita aurantiovelata)

De  color rojizo cuando joven a naranjo intenso al madurar. Luego adquiere tintes naranjos – amarillos. De apariencia es polvoriento, opaco y afelpado cuando joven. Luego es suave y brilloso. Habita en suelo de bosque nativo.

Plectaria chilensis 

Su forma es como de disco a cúpula, con un negro aterciopelado en la parte externa y café en el interior. Esa parte es lisa, brillante y seca. Es firme cuando joven y gelatinoso al madurar. Habita en madera en descomposición, particularmente en ramas o troncos muertos y semi podridos del bosque húmedo. 

Rosa negra (Ameghiniella australis)

Parece una rosa abierta de color negro opaco con tintes café oscuro. Habita en troncos caídos y ramas de bosque nativo en grupos. Su contextura es maleable y elástica. A veces se le confunde con un líquen.

*Las descripciones de estos hongos se hicieron consultando la Guía de Campo Hongos de Chile Vol I y II.

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