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¿Cuáles de estas has visto revoloteando por ahí? Un repaso por las mariposas más vistosas de Chile
Las mariposas chilenas son un universo fascinante. Si contamos sólo a las diurnas, tenemos apenas 200 especies, divididas en cinco familias, de las cuales el 25% solo habita en Chile. Dentro de ellas, están las famosas mariposas doradas o la única plateada del mundo, además de una tan querida como fascinante: la Vanessa carye. En esta nota, conversamos con dos investigadores para recopilar aquellas mariposas diurnas más fascinantes, incluyendo otras especies que, por emblemáticas, no pueden quedar fuera de esta lista.
Hace un tiempo, los investigadores Alfredo Ugarte y Hugo Benítez viajaron a la zona del lago Chungará, en el Altiplano, en búsqueda de mariposas. Estaban a más de cinco mil msnm. De pronto, una pequeña revoltosa se pasó frente a sus ojos.
Alfredo recuerda haberla pasado por alto porque se trataba de una Vanessa, una de las mariposas más comunes de Chile. Pero para Hugo, verla fue alucinante. “¿Me vas a decir que esa es la misma mariposa que vuela de Arica hasta Puerto Williams, está al nivel del mar y aquí a 5.500 msnm? Esto es una máquina biológica, física, extraordinariamente importante de estudiar”, recuerda Alfredo que le dijo su compañero.

En concreto, la protagonista era Vanessa carye, conocida como mariposa de la tarde. Resultaba que, aunque fuera una de las mariposas más comunes de ver en Chile, todavía guardaba muchos secretos por descubrir. Quizás uno de los más grandes es su gran travesía: Es capaz de recorrer 15 mil kilómetros, ida y vuelta, entre Venezuela y Tierra del Fuego.
Este pequeño insecto forma parte de las 19.000 especies de mariposas diurnas que hay en el mundo. En Chile hay 200 de ellas, un número pequeño si se compara con las 4.441 de Perú o las 3.642 especies que vuelan en Colombia.
Sin embargo, las mariposas chilenas no dejan de ser especiales. Para Alfredo, entomólogo y coautor del libro “Mariposas de Chile” —que ahora prepara una segunda versión— “el mundo de las mariposas chilenas es exquisito”, y esto no es solo por su sorprendente 25% de endemismo.
En esta nota, junto a Alfredo Ugarte y Francisco Urra, curador del área de Entomología del Museo Nacional de Historia Natural —que expone la muestra “Mariposas y polillas, colores en movimiento»—, seleccionamos algunas de las mariposas diurnas más vistosas de Chile.
La familia de las mariposas doradas
Cuando empieza el año, entre el Maule y Aysén, en aquellos bosques de Nothofagus y quilas (Chusquea quila), unos pequeños reflejos metálicos generan destellos en el aire. Hay quienes conocen eso como una lluvia de oro entre los rayos de sol, pero técnicamente se trata de Argopteron puelmae. Es una de las tres mariposas doradas del mundo, que también encuentran en Chile un hogar: A. aureipennis, A. aureum y A. puelmae.


“Desconocemos para qué sirve su coloración, pero pienso que al volar los reflejos que generan pueden ser confusos para los depredadores. Lo otro es que la coloración de los lepidópteros tiene como principal función la comunicación, entonces también se puede estar comunicando con individuos de su misma especie”, comenta Francisco.
El dorado es más opaco en las hembras; los machos son más llamativos y brillantes. Eso podría sugerir que les sirve para atraer parejas. “Hay que entender que lo que nosotros conocemos como mariposas es la etapa adulta, cuyo único rol es la dispersión y reproducción”, explica Alfredo.

En palabras simples, las mariposas forman parte de un gran orden de insectos a los que se les conoce como lepidópteros (Lepidoptera) y pertenecen al grupo Papilonidea. Su desarrollo empieza como un huevo, continúa como larva u oruga, sigue como pupa o crisálida y finaliza en el estado adulto, como las mariposas que vemos volar. Existen aquellas que tienen una mayor actividad durante el día y otras que generalmente lo hacen por la noche, a las que popularmente se les conoce como polillas.
Las mariposas diurnas están representadas por cinco familias en Chile: Hesperidae, Pieridae, Nymphalidae, Papilionidae y Lucanidae. Las Argópteron, por ejemplo, pertenecen a la primera —que se compone de 36 especies— y son conocidas como hesperias o saltarinas por su vuelo a saltos. Tienen cuerpos robustos y antenas separadas de su base, con la punta de sus antenas de forma curva.
Las curiosidades de los ninfálidos
Así como el dorado deslumbra en los bosques, el plateado lo hace con vuelos rápidos en la precordillera o cordillera, particularmente entre Coquimbo y Aysén, además de otros lugares de Argentina. Se trata de una de las mariposas más fascinantes del mundo, al ser la única plateada en toda la superficie dorsal de las alas: la Argyrophorus argenteus o mariposa plateada.

Tanto Alfredo como Francisco asimilan su color como un papel aluminio en el aire. Miden entre 40 y 48 milímetros, visitando diferentes flores entre diciembre y marzo. Los machos tienen alas completamente plateadas en el dorso. Las hembras son más opacas, con márgenes marrones en sus alas y una mancha gris oscuro en su ala anterior. Al sentirse amenazadas, se dejan caer con las alas cerradas entre el follaje, casi como “haciéndose las muertas”. Es posible ver sus destellos plateados entre gramíneas cordilleranas, como el coirón, planta que se asocia al desarrollo de sus larvas.

“El color que tiene es estructural, no está dado por pigmento. Lo que sucede es que hay escamas en su microestructura; las escamas son huecas y atrapan burbujas de aire. Entonces, al pasar la luz funcionan como un prisma, como un cristal”, explica Francisco.
Esta mariposa pertenece a la familia Nymphalidae o de los ninfálidos, que en Chile cuenta con 45 especies nativas. Varias de ellas son bastante comunes e impresionantes, aunque todavía se desconoce mucho de ellas. Aquí uno de los ejemplos más icónicos son las famosas Vannesa, como Vanessa carye o Vanessa terpsichore.


“A Vanessa la vemos todo el año, hasta en los meses de invierno. Hay un poco de sol y sale. En Santiago, por ejemplo, no vivimos inviernos tan crudos como el resto del país. La larva consume plantas del género malva, que tiene muchas especies y varias son consideradas malezas. Están en las ciudades, especialmente en lugares donde no podan las malezas. Es una sugerencia que, para tener mariposas, dejemos que las malezas se desarrollen”, agrega Francisco.
La más común de ver es Vanessa carye, que se distribuye en todo el territorio chileno, incluyendo Rapa Nui y el Archipiélago de Juan Fernández. Se encuentra desde el nivel del mar hasta por sobre los cinco mil metros de altitud. Además de su tremenda distribución, que incluye a Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina e incluso una isla en la Polinesia Francesa, la famosa Vanessa carye tiene un récord de altura, demostrando su gran poder de adecuación.

Esta mariposa es pequeña, puede llegar a medir 55 milímetros. Destaca por su color colorado y café oscuro. Es fácil verla tomando sol por la tarde, razón por la que se le conoce como mariposa de la tarde. El género tiene otra especie en Chile, la mariposa colorada de Philippi o del sur (Vanessa terpsichore), que se distribuye entre Coquimbo y Tierra del Fuego, además de Chubut en Argentina. Es más rojiza que la primera. Sus alas pueden llegar a los 57 mm. Una manera fácil de distinguirla es que en sus alas anteriores hay cuatro manchitas próximas al extremo superior. Además, las alas posteriores tienen dos manchas negras con centro blanco similares a ojos, mientras que en V. carye son cuatro. En ambos casos, sus colores las hacen confundirse fácilmente con la hojarasca.

El mundo de estas mariposas es tan fascinante que, para Alfredo, si los estudios que se están haciendo de V. carye avanzan, la famosa mariposa monarca, conocida por su migración épica en el hemisferio norte, podría pasar a segundo plano. A propósito, aunque en Chile no habita la monarca, sí contamos con la presencia de su pariente cercana sudamericana: Danaus erippus.
Lo cierto es que se parece mucho a su “prima”. Llama la atención por sus colores anaranjados y negros, iguales por ambos lados. Destaca por su tamaño, que puede alcanzar entre 8 y 10 cm. Se libera de sus depredadores por su mal sabor, el cual adquiere de su planta hospedera. En Chile está entre Arica y Copiapó, pero también hay en varios países del continente, como Argentina, Bolivia y el sur del Perú.
Otra especie de gran tamaño en esta familia es la mariposa grande de matorral (Elina montroli). Es la representante más grande de los satíridos, una subfamilia en Chile, y llega a alcanzar entre 52 y 61 mm. Es también una maestra del camuflaje: su coloración críptica le ayuda a pasar inadvertida con sus alas plegadas en el suelo o la hojarasca. Es posible verla entre Valparaíso y Valdivia, asociada al colihue, de diciembre a marzo.


Por otro lado, hay alas que parecen un verdadero cuadro. Yramea cytheris, más conocida como mariposa pintada, tiene estas características. Se distribuye entre la Región Metropolitana hasta Magallanes, asociándose a las violetas silvestres (Viola), donde se desarrollan sus larvas.

Es de tamaño mediano, de entre 35 y 45 mm, con alas anaranjadas con manchas y puntos negros en la superficie dorsal. Vuela desde septiembre hasta abril, desde el nivel del mar hasta los 2 mil msnm. Son más fáciles de ver en lugares rurales o en el suelo con sus alas extendidas. De todas formas, en ciudades también pueden estar, deslumbrando como una colorida pintura revoloteando entre el cemento.
De distintos tamaños y particulares
Cada cierto tiempo, un grupo de cientos de mariposas vuelan juntas hacia el mar. Luego, este las arrastra, dejando miles de mariposas muertas en la orilla del litoral central. Se trata de un misterio en el cual las batus o Battus polydamas archidamas son protagonistas. “Es un comportamiento que casi no se puede entender muy bien, que cuando hay muchos ejemplares, producto normalmente del fenómeno del desierto florido y el aumento de Aristolochias u orejas de zorro, las mariposas vuelan al mar. Puede ser producto de las corrientes de aire, pero, honestamente, no se sabe. Es como un suicidio masivo, desde el punto de vista humano”, explica Alfredo.

Esta es la única mariposa de la familia Papillonidae que habita en Chile. También conocidas como papilios, son la familia más abundante de mariposas en el mundo. Probablemente, en el trópico, entre cientos de otras de llamativos colores y grandes tamaños, no llamarían tanto la atención. Pero aquí son conocidas.
Es una mariposa oscura con una mancha larga amarilla en la faz dorsal y diseños amarillentos y cafés claros. Está desde Atacama hasta Concepción, volando durante todo el año en algunos sectores de la zona central y en otras partes de septiembre a marzo. Con las alas extendidas, pueden llegar a medir entre 75 a 105 milímetros. Antes, en su estado larval, se alimenta de las orejas de zorro (Aristolochia chilensis y A. bridgesii), absorbiendo toxinas tóxicas que luego pasan a la mariposa y le sirven para espantar a sus depredadores. Así, existe una relación en que la planta es la única fuente de alimentación para la mariposa. De esta forma, si la planta desaparece, también lo hace el lepidóptero.

En general, las mariposas cumplen diversos roles ecológicos. A las plantas les ayudan en la polinización, contribuyendo a la reproducción. Para los animales son elementos importantes de la cadena trófica. Y, para el medioambiente en general, son bioindicadores de hábitat. Es decir, su sola presencia da pistas sobre el estado de los ecosistemas. Eso se cumple en todas las familias, desde los famosos papilos hasta los pequeños licénidos.
La familia Lycaenidae abarca pequeñas especies, que no superan los 27 milímetros. Habitan en zonas semidesérticas e incluso sobre los 5 mil msnm. En ella abundan los colores azules y violetas tornasol como el de Leptotes trigemmatus, también conocida como licena del tamarugo o mariposita violeta. Es de las más grandes de su familia, al superar los 20 mm de envergadura de sus alas. Y como su nombre lo dice, se reconoce por su color violeta con manchas oscuras en sus alas posteriores. Eso sí, los machos se reconocen por el azul-violeta más brillante, mientras que las hembras son más grisáceas o de color café.


En Chile se le ve entre la Región de Arica y Parinacota y la Metropolitana. Además está en México, Brasil, Paraguay y Perú. Revolotea cerca de tamarugos, algarrobos o espinos, especialmente entre septiembre y noviembre.
Junto a ella, entre sus 65 especies, esta familia incluye a la Itylos titicaca, la mariposa más pequeña de Chile. “En Chile llega hasta Antofagasta, va por el altiplano, vuela a los 4 mil msnm o 2.500. Es extraordinaria porque es muy llamativa, una de las más chicas del mundo. Este país se caracteriza por estas cosas llamativas. No tenemos a la más grande; pero sí a la más pequeña. Sí, tenemos pocas especies; pero un alto endemismo. Hay una plateada, hay una dorada. Hay especies también que pueden pasar hasta 10 años en diapausa o hibernación, que son casi todas las mariposas del desierto florido (…)”, dice Alfredo.
Por su lado, Francisco apunta a que «el valor de nuestras mariposas, que si bien no son espectaculares y tan vistosas como en otros lados, viven en un área geográfica acotada y se han sabido adaptar».


La magia de los piéridos
Sigilosa, de vuelo lento y lejos del suelo, se ve una sombra. Quienes han podido verla, se deslumbran con su belleza, que mezcla colores blancos y anaranjados. Esa pequeña, llamada Eröessa chilensis es la única especie en su género y se considera la mariposa más primitiva de Chile, siendo un taxón relicto de Gondwana austral.

Aunque es difícil verla, su época de vuelo es entre los días de mayor calor, durante los meses de noviembre y febrero. Los machos hacen un vuelo en espiral y de forma ascendente cerca de los árboles, entre el Maule y Aysén. Son activas, recurren a las copas de los árboles y les gustan mucho las flores rojas, como el notro, el chico o la botellita.
Pertenece a la familia Pieridae, o de los piéridos, que cuenta con 29 especies en Chile. Se caracterizan por sus colores claros o, por otro lado, su capacidad de sobrevivir en condiciones más extremas, como alturas importantes. Por ejemplo, Pierphulia isabela fue capturada a 5.400 msnm en los Ojos del Salado, mientras que a Hypsochila penai se ha descrito en lugares entre los 5 mil y 5.200 msnm.

Más allá de lo anterior, algunas especies suelen ser bastante comunes en el país, apareciendo en los días soleados de invierno. Entre ellas están las Tatochilas, mariposas blancas que también son comunes de ver en el campo. “Esas yo las he visto alimentándose de yuyos o rábanos silvestres”, comenta Francisco.
Entre ellas, son conocidas la Tatochila mercedis, T. autodice o T. theodice. La primera es la más conocida, con su color blanquecino, aunque en la faz ventral tiene rayas en amarillo y manchas más anaranjadas, Los machos tienen sus alas posteriores muy blancas. Está desde Perú a la Región de Magallanes en Chile.

Pero la blanca por excelencia es Mathania leucothea. Aunque es menos abundante, igual se puede ver en la ciudad, con sus alas completamente blancas revoloteando entre los meses de noviembre a febrero. Con el reflejo de la luz, hay quienes dicen que brilla por sí sola. Sus alas pueden alcanzar 62 mm. Es ágil, solitaria y vuela de forma irregular, desarrollándose en el quintral, aunque ronda por especies como el litre, el chilco o el quillay. Se ha encontrado entre las regiones de Coquimbo y Valparaíso en Chile.
Bonus: Las polillas no pueden quedar fuera
En 1884, Marianne North, conocida por su legado en la ilustración botánica, llegó a Chile y empezó su búsqueda del chagual. Cuando terminó su travesía, donó sus pinturas al Jardín Botánico de Kew, siendo todavía exhibidas en una galería con su nombre. Entrando ahí, a la izquierda, una gran puya llama la atención. En su parte inferior, hay un lepidóptero: la mariposa del chagual (Castnia eudesmia).}


“La mariposa del chagual pertenece a una familia que se llama Castniidae y corresponde a una familia de polillas diurnas con un aspecto muy similar a las mariposas diurnas. Es una planta que se desarrolla en puyas o chaguales. Se alimenta de los brotes y de los tallos. Después construye un capullo amarrando con seda los trocitos de tallo y hojas masticadas para después emerger el adulto. Tiene solamente esos hospederos, no se desarrolla en ninguna otra planta”, explica Francisco.
Esta mariposa se considera Casi Amenazada, porque su única planta hospedera, la puya ( P.chilensis y P.alpestris) se enfrenta a distintas amenazas. Además está protegida por la Ley de Caza. Habita entre la Región de Coquimbo y La Araucanía, destacando por su gran tamaño —6 a 11 cm de envergadura alar— y sus alas con escamas de color azul, rojo, negro, naranja y blanco.
“Otra polilla importante para incluir es la Polythysana, a la que le dicen polilla búho. Son dos especies Polythysana apollina y Polythysana cinerascens. No tienen ese carácter, por así decirlo, ecológico como la del chagual que está protegida por ley. Las polillas tienen un mundo infinito, alucinante, de muchas formas y colores”, explica Ugarte.

Ambas son endémicas y vuelan tanto de día como de noche —el macho lo hace de día y la hembra de noche— y cuentan con ojos discales redondos en sus alas posteriores. Los machos tienen colores más vivos y antenas que parecen plumas para la búsqueda de las hembras. Ambos se encuentran en la mañana, donde se reproducen. Al terminar su cópula, el macho muere.

P. apolinna vuela entre febrero y abril. Habita entre la Región de Valparaíso hasta la de Los Ríos. Las hembras llegan a medir 105 mm y los machos son un poco más pequeños, con 90 mm. P. cinerascens vuela entre diciembre y abril. Habita entre la Región de Coquimbo hasta Los Lagos. Las hembras llegan a medir 105 mm y los machos son un poco más pequeños, con 85 mm.
¡A cuidar las mariposas!
A pesar de su belleza y curiosidades, las mariposas se enfrentan a diferentes amenazas que han dañado a sus poblaciones. “Consideramos que el mayor peligro para las mariposas es la chaqueta amarilla. Es el gran depredador de las mariposas en general”, comenta Alfredo sobre esta especie, Vespula germanica, introducida en los 70 en Chile.
Por otro lado, está el uso de pesticidas, tanto a nivel agrícola, doméstico y a la orilla de las carreteras como control de malezas, creando verdaderas murallas químicas para los lepidópteros. A eso se suma la destrucción de su hábitat natural por diferentes factores antropogénicos como la deforestación y el cambio climático.
¿Qué podemos hacer por ellas? Francisco recomienda que “en los jardines podemos tener plantas que producen muchas flores pequeñas con floración prolongada durante la temporada, para tenerles alimento. También hay que tener conciencia del uso de insecticidas y, el mismo tema de las malezas, hay que conservarlas”.