En el extremo sur de Chile se encuentra ubicada la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos, considerada una de las últimas áreas prístinas del mundo y dentro de ella se encuentra la isla Navarino. En este lugar está Puerto Williams, un poblado que desde el 29 de marzo del 2019 fue catalogada como la ciudad más austral del mundo. Estas tierras y mares australes guardan grandes secretos y una increíble cultura que habita la zona desde tiempos ancestrales, los Yaganes, un pueblo originario que vive hace más de seis mil años en estas remotas tierras.

Isla Navarino, al sur de Tierra del Fuego
Isla Navarino, al sur de Tierra del Fuego

Con el paso de los años, Puerto Williams se ha transformado en un punto de interés turístico y científico referido a los ecosistemas subantárticos, funcionando como un punto logístico para las expediciones que se desarrollan en el área.

En diciembre del 2019 fui invitado por Javier Rendoll y Alan Maldonado a participar de una expedición científica en esta isla. Javier es investigador del Programa de Conservación Biocultural Subantártica y, estudiante de Doctorado de Ciencias Antárticas y Subantárticas de la Universidad de Magallanes. Para el caso de esta expedición, su objetivo era recolectar información para su tesis doctoral, estudiando la variación en la forma de ciertos insectos acuáticos y su relación con el ambiente, en conjunto a este estudio, busca de manera urgente generar una actualización taxonómica y una re-descripción de algunos insectos dulceacuícolas de estas latitudes. En palabras simples, se busca conocer y entender la historia de vida de algunos insectos. Javier analiza aspectos biológicos y ecológicos de una poco estudiada libélula que habita estas latitudes (Rhionaeschna variegata), la cual, debido a las diferentes condiciones ambientales que se pueden encontrar en esta isla, podría desarrollar diferentes características morfológicas o incluso evaluar si es la única especie que habita en estos australes parajes.

Ninfa de libelula Rhionaeschna variegata ©Javier Estay Vergara
Ninfa de libélula Rhionaeschna variegata ©Javier Estay Vergara

Alan es profesor de Biología y estudiante de Magíster en Ciencias de la Universidad de Magallanes, persigue con su tesis actualizar los registros de diversidad y distribución de peces continentales nativos y no nativos y, analiza la dieta de salmónidos invasores para comprender los impactos que produce la introducción de estos peces al ecosistema. Tema que en la actualidad se hace presente continuamente debido a los masivos escapes de salmónidos de la industria acuícola, un ejemplo de esto es el último escape reportado el 27 de junio 2020 en el sector de Caicura, indicando una fuga de aproximadamente 830.000 mil salmones del atlántico en fase de engorda. Una sumatoria de factores relacionada con la industria acuícola, como la escasa fiscalización, débiles leyes impuestas por el estado chileno y poca responsabilidad ambiental, ha sustentado una industria con múltiples falencias, que ha sido responsable de la destrucción de extensas áreas del ecosistema marino y llevar al borde de la extinción algunas especies de peces endémicos y nativos de ríos en nuestro país.

Las investigaciones antes mencionadas se llevaron a cabo en la cuenca del río Ukika y del río Windhond, ubicadas en isla Navarino. La particularidad paisajística que tienen ambas cuencas, siendo una de exposición norte y la otra exposición sur, a la vez, pasa lo mismo con la zona geográfica donde desembocan sus aguas, siendo el río Ukika por el norte y el río Windhond por el sur. Cabe destacar que en estas dos cuencas se encuentra emplazada la Ruta Patrimonial Lago Windhond, siendo uno de los tres trekking “demarcados” en la isla, considerados como los trekking más australes del mundo.

Isla Navarino, Ruta Patrimonial Lago Windhond
Isla Navarino, Ruta Patrimonial Lago Windhond

¡Planificación!

Cuando se planifica una expedición en una zona remota como esta, se debe tener en cuenta varias características como la inestable meteorología, temperaturas bajas en verano llegando fácilmente a los 0°C, vientos y lluvia que si se está sobre los 600 metros de altitud la exposición es constante, esto se debe a que no crecen árboles sobre este nivel. Tener buena ropa técnica y experiencia de terreno cuando se está en esta zona es fundamental.

Comenzando los preparativos para salir a terreno nos equipamos con todo lo necesario para acampar, agregando el peso extra de botas y weaders, trampas para insectos, algunos litros de etanol y herramientas para la colecta y estudios de salmónidos, equipo necesario para llevar a cabo la investigación. La expedición duraría cinco días, como de costumbre y por seguridad, revisamos el tiempo atmosférico que tendríamos durante la salida, resultando en un mix de condiciones típico de un verano austral, temperaturas de 2°C hasta 15°C, vientos variables entre 15 a 40 km/hr, días nublados y otros de lluvia intermitente con pequeñas ventanas de sol.

¡Y partimos!

Llegó el tan esperado día, tomamos rumbo hacia la Ruta Patrimonial Lago Windhond y comenzamos a ingresar por la cuenca del río Ukika. Caminando valle adentro se van encontrando diferentes ecosistemas, partiendo por un bosque subantártico completamente verde, líquenes, hongos y musgos cubren prácticamente todos los espacios con sus diferentes formas y colores como si fuera un museo al aire libre, realmente es un espectáculo. A medida que se va profundizando en esta cuenca comienzan a aparecer los primeros parches de altas y antiguas abuelas lengas, sus doseles cubren gran parte del bosque, evitando que pase la luz directa, disminuyendo el sotobosque y resaltando sus grandes troncos. A medida que se avanza y comienzan a aparecer grandes extensiones de esponjosas turberas llenas de agua y diferentes colores producto del estado de los musgos, zonas como estás son extremadamente delicadas ya que los musgos que la componen no resisten la erosión provocada por nuestro paso, es muy importante no salirse del sendero. Pasadas las horas de caminata y ganando más altitud el bosque comienza a disminuir su tamaño, encontrando los primeros parches de bosques achaparrados, creciendo de lado por el viento, siendo como los bonsáis naturales de las altitudes australes.

Cuenca del río Ukika y cordón montañoso Dientes de Navarino ©Javier Estay Vergara
Cuenca del río Ukika y cordón montañoso Dientes de Navarino ©Javier Estay Vergara
Bosque de lengas ©Javier Estay Vergara
Bosque de lengas ©Javier Estay Vergara

¡Hora de Instalar de la primera trampa de insectos y captura de peces!

Transcurridas ya 4 horas de caminata llegamos al tan esperado portezuelo del valle Ukika, estábamos parados al lado del cordón de las puntudas cumbres de los Dientes de Navarino, zona donde íbamos a instalar la primera trampa Malaise. Esta es una tela fina color blanco con cordines en sus extremos la cual se extiende para capturar insectos.

Sector este Dientes de Navarino ©Javier Estay Vergara
Sector este Dientes de Navarino ©Javier Estay Vergara
Dientes de Navarino de fondo ©Javier Estay Vergara
Dientes de Navarino de fondo ©Javier Estay Vergara

Debido al estudio de Javier R. necesitábamos condiciones específicas (altitud y cauce del río) para instalarla, buscamos el río Windhond y comenzamos a trabajar, utilizamos un par de arbustos y rocas para extender la trampa, la idea y lógica en que funciona esta, es que los insectos generalmente buscan escapatoria hacía arriba y, en esta ocasión “hacia arriba” lleva a los insectos directamente a una botella, lugar donde quedan atrapados.

Instalación de trampa Malaise y botellas donde quedan atrapados los insectos ©Javier Estay Vergara
Instalación de trampa Malaise y botellas donde quedan atrapados los insectos ©Javier Estay Vergara

Ya instalada una de las 4 trampas, cruzado el portezuelo y dejando los Dientes de Navarino en nuestra espalda estábamos en la cuenca del río Windhond, continuamos rumbo sur y el primer cuerpo de agua que se encuentra es la laguna Alinghi, la cual recibe a las personas con una hermosa puesta en escena.

Laguna Alinghi ©Javier Estay Vergara
Laguna Alinghi ©Javier Estay Vergara

Llegando a la laguna nos sentamos a descansar y prepararnos para ayudar a Alan con su estudio de diversidad y distribución de peces, cada uno tenía una caña de pescar y distintos señuelos. Para obtener la información que necesitaba Alan, era necesario sacrificar los ejemplares con aceite de clavo de olor y bajo directrices bioéticas. Los estómagos de truchas los guardabamos en etanol para investigarlos a futuro en el laboratorio, esto se debe a que las truchas son depredadores territoriales, pudiendo albergar en su estómago otras especies de peces. Al cabo de 45 minutos teníamos tres truchas arcoíris (Oncorhynchus mykiss), guardamos sus estómagos dentro de tubos y continuamos la caminata. En menos de una hora estábamos en el refugio Beauchef, sector donde antiguamente existía un pequeño galpón el cual por la antigüedad y fuerzas de la naturaleza se encuentra en el suelo, este hito marca la mitad de la ruta. En este sector instalamos una segunda trampa Malaise.

Alan con una trucha arcoíris ©Javier Estay Vergara
Alan con una trucha arcoíris ©Javier Estay Vergara

¡Día de la sorpresa!

Comenzó el día dos y después de unos buenos mates estábamos listos para continuar, por delante teníamos 12 kilómetros que recorrer antes de llegar al punto más lejano de la expedición, el refugio del lago Windhond. La tarea de este día era instalar dos trampas Malaise y estar atentos a los pozones del río para ver qué tipo de peces podríamos encontrar. Pasadas un par de horas paramos a comer y avistamos cerca de nosotros un par de pozones y diques hechos por los castores. El lugar estaba lleno de jejenes (mosquitos), tuvimos que ponernos chaqueta, buff y echarnos repelente en cada lugar que no estaba cubierto la ropa, era bastante incómodo comer y pescar mientras nos picaban los mosquitos, pero para las truchas era un festín, mirábamos el agua y podíamos verlas mientras se alimentaban. Nos pusimos a lanzar nuestros señuelos y luego de unos minutos nos acercamos a Javier R. muy emocionados, había capturado 3 truchas de un mismo pozón, entre ellas una arcoíris, una de arroyo (Salvelinus fontinalis) y otra marrón (Salmo trutta) de buen tamaño , hito muy importante para esta expedición. Para el año 2019 en parte del río Windhond solo se consideraba la presencia de trucha arcoíris según el censo realizado por Alan (el integrante de esta expedición) siendo la única información formal de peces en esta cuenca. Gracias al hallazgo de estas dos especies sabemos que en esta cuenca coexisten tres especies de salmónidos. Las truchas son especies que tienden a ser bastante territoriales, que estas tres especies vivan en un mismo espacio y de pequeño tamaño es un fenómeno interesante, dando pie a futuras investigaciones sobre su ecología.

Javier Rendoll con las tres especies de trucha ©Javier Estay Vergara
Javier Rendoll con las tres especies de trucha ©Javier Estay Vergara

Con seis truchas para la cena, las muestras de estómagos de estos peces guardadas en etanol y decenas de picadas de jejenes, continuamos nuestro camino hasta el lago Windhond para instalar nuestra última trampa de insectos.

A medida que nos íbamos acercando a nuestro destino, llegamos a una extensa área donde el ecosistema se ve inmensamente impactado por el castor, encontramos más de un centenar de árboles nativos en el suelo y extensas áreas inundadas por las que antiguamente iba el sendero.

Destrucción de bosque generado por el castor ©Javier Estay Vergara
Destrucción de bosque generado por el castor ©Javier Estay Vergara

Al presenciar paisajes como estos, es increíble ver el efecto que puede producir la introducción de un animal en un ecosistema donde no habita. El año 1946 se introdujeron 10 parejas de castores en la cercanías de la ciudad de Ushuaia por las Fuerza Armadas de Argentina, este silencioso y “pacífico” animal después de 70 años creció exponencialmente siendo hoy más de cien mil ejemplares solo en el territorio Chileno. El castor ha destruido aproximadamente 23 mil hectáreas de bosque Nativo (solo en Chile). Pero bueno, el castor no llegó por cuenta propia a esta zona, atribuimos a él la destrucción de los bosques y cauces de ríos, pero en realidad el verdadero responsable de estas miles de hectáreas de bosques nativos destruidos es el ser humano, su ignorancia y arrogancia.

Ya habiendo superado el laberinto de árboles caídos y el confuso “sendero” llegamos al tramo final antes de encontrarse con el lago, una extensa turbera llena de pequeñas pozas de agua y barro muy profundo, tanto que podrías hundir un bastón de trekking por completo sin esfuerzo, caer a estos hoyos es difícil ya que son muy visibles, pero si llegases a tropezar dentro de uno, no creo que sea una experiencia que quieras vivir.

Pozas de las turberas ©Javier Estay Vergara
Pozas de las turberas ©Javier Estay Vergara

¡Llegamos al hermoso y esperado refugio Charles, lago Windhond!

Mientras armábamos nuestra mochila en la ciudad antes de comenzar la expedición, hablábamos de lo hermoso y tranquilo que sería llegar al refugio Charles (nombre que le pusieron integrantes de la armada cuando lo construyeron), imaginábamos estar solos, alejados de la ciudad y las personas como lo es generalmente. Caminábamos con una sonrisa de oreja a oreja ansiando nuestro momento para compartir con la naturaleza a solas, cuando de un momento a otro vimos que había 4 carpas, nos acercamos al refugio y aparte de haber personas durmiendo en sus carpas, había otras durmiendo dentro del refugio. Nos recibieron con mucha simpatía, pero nuestra idea era estar alejados de todo, fue un momento tragicómico, paramos un rato a conversar y continuamos caminando para acampar en otro sitio. Después de dos días de caminata y arduo trabajo, la naturaleza nos regaló un atardecer hermoso, estábamos sentados al lado del lago, no había mosquitos y tampoco hacía frío, el cielo estaba color rosado y lo único que se escuchaba era una pareja de patos huala vocalizando dentro del lago, fue un atardecer de esos que no se olvidan.

Ya era el día tres de la expedición, este estaba destinado para descansar, pescar y darle tiempo a las trampas Malaise para colectar más insectos, al darnos cuenta que todas las personas se habían ido del refugio desarmamos nuestras carpas y nos fuimos a pasar un cómodo día en este palacio en medio de la naturaleza.

Refugio de lago Windhond y Vía Láctea ©Javier Estay Vergara
Refugio de lago Windhond y Vía Láctea ©Javier Estay Vergara

El día cuatro comenzó teniendo que desarmar la trampa muy temprano, debíamos tomar la misma ruta por donde veníamos y recolectar las trampas instaladas, según el último reporte meteorológico que teníamos (hace cuatro días atrás) iba a llover bastante, intentamos coordinar las horas de caminata aprovechando al máximo las ventanas sin lluvia, a medida que avanzabamos parábamos para descansar y, al igual que las fotografías de algunos antiguos montañeros.

Javier Rendoll retirando trampa Malaise ©Javier Estay Vergara
Javier Rendoll retirando trampa Malaise ©Javier Estay Vergara

Comenzó a caer la primera de varias precipitaciones del día, no era lógico seguir caminando y mojarnos hasta los huesos sabiendo que venía una ventana sin lluvia luego de unos minutos, así que buscamos unos árboles, instalamos un toldo y nos refugiamos. Mientras llovía pasábamos el tiempo tomando mate, conversando y haciendo bromas y preguntas bastante cómicas e ilógicas que nos mantenían en calor por tanto reírnos. Ya pasada la lluvia desarmamos el toldo y continuamos la caminata, así estuvimos durante el día, arma y desarma al menos tres veces, lo bueno, es que nos demorábamos 1 minuto en armar o desarmar y estábamos prácticamente secos.

Descansando bajo el toldo cubriéndonos de la lluvia ©Javier Estay Vergara
Descansando bajo el toldo cubriéndonos de la lluvia ©Javier Estay Vergara

La idea de esa cuarta y última noche era acampar en laguna Alinghi, mismo lugar donde habíamos sacado nuestras primeras truchas, muy cerca del portezuelo que une las dos cuencas que recorrimos. Cayendo la tarde llegamos al sector de campamento y como de costumbre fuimos a pescar, pasaron unos minutos y comenzó una suave llovizna, sin imaginarlo nos tomó por sorpresa un trueno a lo lejos. Rápidamente, volvimos donde dejamos las mochilas y comenzamos a armar nuestras carpas, pasaban los minutos y los truenos se escuchaban cada vez más cerca, nunca nos imaginamos y claramente la meteorología no advertía de una posible tormenta eléctrica, juntamos todas las cosas metálicas posibles y las alejamos del campamento dejándolas en un punto alto, comenzó a llover más fuerte cuando se escucha un trueno casi sobre nosotros haciendo eco por todo el valle del río windhond. Personalmente sentía miedo pero a la vez atracción por presenciar tan de cerca el increíble poder de la naturaleza, ella es la que manda y eso nos quedó claro. Luego de este gran trueno la tormenta comenzó a alejarse para suerte de nosotros.

A la mañana siguiente nuevamente nos tocó trabajar con lluvia intermitente y bastante frío, decidimos salir a las 8 de la mañana pero estaba lloviendo muy fuerte, esperamos a que calmara la lluvia y salimos de las carpas, comenzamos a desarmar el campamento. Nuevamente comienza la lluvia, volvimos a entrar a las carpas, así estuvimos por un rato, entrando y saliendo de la carpa hasta que decidimos dejar la comodidad y salir a caminar con o sin lluvia. Para suerte de nosotros cuando tomamos nuestras mochilas y comenzamos a caminar la lluvia no era tan fuerte, ya en el portezuelo un poco mojados debíamos sacar la última trampa. Esta vez no fue tan sencillo, con viento, lluvia, frío y las manos heladas todo trabajo se complica bastante, sobre todo cuando tienes que usar la motricidad fina.

Pasamos el portezuelo y solo nos quedaban 9 kilómetros de bajada para llegar a la ciudad, pasando los minutos y caminando entre árboles y arbustos mojados por la lluvia se nos comenzó a pasar el agua por la ropa, los zapatos corrieron una suerte parecida, producto de que los musgos de las turberas tienen una gran capacidad para absorber agua (hasta 20 veces su peso). Pasar por este terreno es como estar sobre una gran esponja llena de agua, gracias a esta capacidad que tiene el musgo de género Sphagnum, las turberas son una reserva de agua dulce muy importantes que cumplen el rol de hidratar los bosques en los momentos de sequía, junto a esto tiene una gran capacidad para retener carbono, cabe destacar que si comparamos todos los bosques y turberas de Chile, estas contienen 4,7 veces más de carbono acumulado que los bosques en los últimos 18.000 años.

Ya llegando a la ciudad y con el alma cargada de felicidad, solo nos quedaba sacarnos las botas, ducharnos y disfrutar de unos mates al lado de la bosca. Pero el trabajo no termina ahí para Javier Rendoll y Alan Maldonado, ya que los datos recolectados en terreno en solo cinco días dan pie al trabajo de laboratorio, los cuales serán meses de observación y análisis de datos.

Como sabemos, la ciencia es la “base” del conocimiento, es por esto que entendemos cómo funciona el ecosistema, el cuerpo humano, etc. Muchas veces hemos escuchado la frase “protegemos lo que conocemos” y esto resulta ser casi obvio, si no entendemos la importancia que tiene lo que tenemos frente a nuestros ojos a menudo no se valora. Es como encontrar una roca de forma oval entre el barro, para muchos sería solo una roca, pero para los ojos correctos en realidad es un huevo de dinosaurio fosilizado, o encontrar una jauría de perros en el cerro, para algunos sería irrelevante, pero para otros podría ser una de las tantas causas por las cuales animales nativos y endémicos se están extinguiendo. Cuando pensamos en ciencia podemos imaginar estudios de animales, laboratorios y muchas veces en expediciones como lo vemos en NatGeo o BBC, pero la realidad de Chile es muy diferente. Teniendo un territorio con características únicas en el mundo y siendo un país lleno de endemismo gracias a las barreras geográficas que nos rodean, el presupuesto anual entregado para desarrollar ciencia, conservación y educación ambiental es muy bajo.

Estamos en un país lleno de desafíos para cuidar la naturaleza, a medida que más se conoce sobre la importancia del ecosistema, el Gobierno aprueba más proyectos que la destruyen, caso de Alto Maipo, Minera Dominga, Salmonicultura en Parque Nacional Kawesqar, entre muchos otros. Creemos conciencia sobre la importancia que tiene la naturaleza para nuestro vivir y los seres con los que cohabitamos, claramente no podemos apuntar hacia un desarrollo económico infinito estando en un planeta finito. Invitamos a las personas a tomar acciones responsables por más pequeña que sea, si cada uno aporta con un pequeño grano de arena para cuidar la naturaleza, el futuro del planeta en el que vivimos mejorará al igual que nuestra calidad de vida. Acciones como reciclar, cuidar el agua, rechazar los plásticos, cambiar el auto por una bicicleta, cambiar nuestra dieta, entre otras cosas, todo es un pequeño aporte, si ayudamos a la naturaleza nos ayudamos a nosotros mismos.

Aludimos a la frase “cuando el el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el último pez pescado, solo el hombre descubrirá que el dinero no se come”

Agradecemos al Núcleo Milenio de Salmónidos Invasores y la Universidad de Magallanes por hacer posible esta expedición e investigación.

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