Un viaje por el extremo norte de Chile, la nación del desierto, donde convergen múltiples tradiciones enraizadas por sobre la religión. La sabiduría del pueblo andino, que  recorre el espacio infinito de ritos mágicos vistos desde su cosmovisión, es digna de admiración.

Mi acercamiento a estos pueblos andinos de la XV región de Arica y Parinacota, se debe a mi trabajo, el cual me permitió en algún momento darme cuenta y poder contemplar las mágicas noches estrelladas, conocer sobre su historia, su gente, su cultura.

Calvario Tacora. ©Chris Malebrán
Calvario Tacora. ©Chris Malebrán

El gran escenario que tenía enfrente despertó en mí el poder rescatar los aspectos astronómicos de estos pueblos y plasmarlo en un proyecto que he titulado «CHAKANA», Astrofotografía Andina. Y el resultado son tres años de capturas fotográficas de larga exposición en diversas, misteriosas y mágicas localidades andinas de esta región, en donde habita la pachamama en su más concreta expresión; en donde los espíritus de las montañas son considerados guardianes tutelares y los senderos son guiados por apachetas; en donde la sabiduría de estos pueblos necesita ser transmitida de generación en generación para conservar nuestro patrimonio cultural ancestral.

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Campanario Guañacagua.

El hombre andino, se dio cuenta que existía una disciplina en el tiempo y un orden en el espacio inalcanzable y que las estrellas todas parecían girar en torno a un grupo de ellas, que semejaban una cruz (cruz del sur), la constelación de la Chakana. Así encontró respuesta a sus preguntas y un buen motivo para entender el gran ordenador que solamente se le mostraba a través de lo ordenado.

En un esfuerzo de imaginación para aprender lo ordenado, inventó espejos de agua para capturar la imagen de cada una de las cuatro luminarias y reproducir en piedra la forma y proporción de la estelar figura de la Chakana, la cual se convierte en el puente cósmico entre la sociedad, la naturaleza y los seres sobrenaturales; que permite relacionar recíprocamente al hombre andino con el cosmos, como medio investigativo de acuerdo a las evidencias representativas que podemos encontrar en vasijas, tejidos, restos arqueológicos, petroglifos etc., evidencias palpables que permanecen como testigos silenciosos.

Corral Socoroma. ©Chris Malebrán
Corral Socoroma. ©Chris Malebrán

Dentro del ámbito Arqueoastronómico, se tiene como antecedente que las culturas andinas desarrollaron construcciones para la observación del sol, la luna y constelaciones. Estas investigaciones estaban destinadas a establecer sus calendarios de uso agrícola y ceremonial.

Pero ¿Qué tiene el cielo que tanto nos atrae? Desde que el hombre pisó la Tierra se ha sentido atraído por esos luceros que desde el espacio nos iluminan en noches oscuras, los que nos demuestra nuestra fragilidad y lo pequeños que somos, pero sobre todo, los que nos hacen cuestionarnos acerca de lo que no conocemos, de lo que ignoramos y de lo que nos motiva a querer saber más.

Cruz de mayo. ©Chris Malebrán
Cruz de mayo. ©Chris Malebrán

En los antiguos pueblos andinos, no todas las constelaciones que se observaban estaban formadas por estrellas, sino también por polvo cósmico del Warawara Jawira (vía láctea). Estas últimas son las llamadas constelaciones oscuras. Existen mitos relacionados a éstas que toman forma en animales, como la “ Yakana”, la gran llama que se encuentra junto a su cría. Bajo la Chakana se encuentra Yute, la perdiz, luego hampatu, el sapo, Machacuay, la serpiente, hacia la espalda de la gran llama Atoq, el zorro que persigue la cría de la llama, y otra yute. Y así un sinfín de historias andinas, las cuales se plasman en un fotolibro que recopila la esencia de Chakana, que sigue capturando los cielos del Norte de Chile. 

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